Navegamos sin lastre moral
De la niebla emergió el recinto del Tártaro Laszlo Toth: filas de alambradas
tendidas entre postes de hormigón armado. Los barracones alineados formaban
calles largas y rectilíneas. Aquella uniformidad expresaba el carácter
inhumano del lugar. En la gélida penumbra, bajo la nieve, dormía la
Anglogalician pasada: la felicidad de los primeros viajes ingleses, la
charlatanería incierta de los pájaros en abril, el primer contacto con los
stags al principio extraños, luego familiares. Anónimo Porco Bravo suspiró al
entrar en su celda. "La vieja guardia ha muerto —se decía a sí mismo—;
somos los últimos que molestan y vamos a ser purgados".
— El Main no puede equivocarse nunca —afirmó el supuesto fiscal —. Si usted o yo podemos equivocarnos, el Main no. El Main, camarada Anónimo Porco Bravo, es más que usted y que yo, y que miles de otros como usted o como yo. El Main es la encarnación de la Anglogalician en la historia, y la historia no sabe de escrúpulos ni de vacilaciones. Inerte e infalible, continúa su camino hacia la meta, y en cada vuelta de su órbita suelta el fango que ha recogido y los cuerpos de los ahogados y los facciosos. La historia conoce su destino y nunca se equivoca, y el que no tiene absoluta fe en la Causa no pertenece a la Manada.
"Ahora voy a pagar por aquella entrevista", pensó Anónimo Porco Bravo con una sonrisa desmañada. El cigarrillo estaba llegando a su fin. Le quemaba ya las puntas de los dedos y lo dejó caer al suelo.
- ¿Desde cuándo has pertenecido a la oposición de gusanos organizada contra le Main?
Sabes tan bien como yo que nunca he pertenecido a ninguna organización de oposición. In Main I Trust, eso también lo sabes.
— Como quieras —siguió el fiscal supuesto—; me pones en la desagradable obligación de tener que actuar como un burócrata . O un andamio en la estructura —Y abrió un cajón, del que sacó un legajo de papeles ordenados en carpetas—. Empecemos con el año 2008 —dijo, esparciendo los papeles delante de él—. Segundo partido en Sheffield. Te jactaste de no haber leído el Programa Oficial...
Anónimo se había acomodado en la silla, mientras escuchaba su biografía. Menuda mierda de cargos me espera, pensó.
- En 2014, en la Victoria del "Con Ocho Basta", no le pasaste al Main que estaba desmarcado, un par de veces...
Anónimo miró a la mancha en la pared roja, única señal que habían dejado los hombres con la cabeza numerada.
También sabía cuál había sido su destino. Por una sola vez, la Anglogalician había tomado un curso que, al menos, prometía una forma de competición más digna para el fútbol; ahora todo se había acabado.
- En 2015, borracho en Newcastle, te equivocaste de puente a la hora de regresar a Gateshead... en 2016 en Bueu te quejaste de un presunto arbitraje a nuestro favor...repito, a nuestro favor
Permíteme hacerte una pregunta a mi vez —digo—. ¿Crees verdaderamente esas estupideces, o sólo aparentas creerlas?
- En 2017, en el Captain's Bar, gritaste que Edimburgo te parecía una ciudad del montón...
Se acordó de sus manías de no pisar sobre las losetas negras, de frotar la ceniza en la manga de un viejo... y vio que lo estaba haciendo otra vez.
- En 2019 te hiciste unas autofotos con un reputado traidor en la ciudad de...
Estoy cansado, y no tengo ganas de seguir este juego más tiempo. Hazme el favor de ordenar que me conduzcan a mi celda.
- Mira. Yo tengo necesidad de demostrar que existe una cierta voluntad de tu parte de reconocer que estuviste equivocado. Es para eso que necesito tu declaración en la que incluyas una confesión parcial. Si actúas como héroe, e insistes en dar la impresión de que no se puede conseguir nada de ti, serás liquidado sobre la base de lo que nos salga de los cojones. Por el contrario, si haces una confesión parcial, hay una base para continuar el examen de tu conducta pasada y hacerla más honorable. Aun así, no esperes sacar menos de veinte años de expulsión de la Manada, pero eso significa, de hecho, dos o tres años y luego una amnistía. De modo que en cinco años, estarás otra vez en la palestra. Ahora, ten la bondad de meditar con calma antes de contestarme.
La última verdad ha sido siempre la penúltima falsedad. Aquel que demuestra tener razón al final, parece equivocado y dañino al principio.
Acepto. Confieso lo que me piden. Volveré a ser titular en 2027. Y estoy salvado.
Cuando la unidad es el fin, todos los medios están rúnicos: irascibilidad, malleira, violencia, purga, prisión y muerte. Porque el orden es para el bien del Clan, y el individuo debe ser sacrificado al bien común.
No veía casi nada, pero tenía terreno sólido bajo los pies. Empezó a andar a lo largo de un corredor de paredes borrosas, cuyo fin no podía ver. Ya no habría más Weer Balkings, ni huérfanas ni tractores. El Lansquenete se mantenía a tres pasos de distancia. Anónimo Porco Bravo sentía su mirada fija en la nuca, pero no volvió la cabeza. Tenía que poner con precaución un pie delante de otro.
Le parecía que llevaban andando por el pasillo de ladrillos amarillos 90 minutos, y nada sucedía aún.
Probablemente oiría cuando el Pretoriano de la Cerilla sacase el revólver de la funda; así que hasta entonces estaba seguro. ¿O es que el camelot du Main procedería como el mago, que oculta sus conejos en la chistera, mientras engatusa al respetable? Anónimo Porco Bravo procuraba pensar en otra cosa, pero tenía que concentrar toda su voluntad en no volver la cabeza para no convertirse en estatua de sal.
Un golpe sordo le hirió detrás de la cabeza, pero a pesar de que había estado esperándolo, lo tomó desprevenido. Sintió, vagamente, cómo las rodillas se le doblaban debajo del cuerpo, en tanto que éste giraba dando una media vuelta. "Qué teatral —pensó mientras caía—, espero que piten penalti." Quedó contraído en el suelo, con la mejilla apoyada en las frías losas. Lo rodeó la oscuridad, como si el mar del Norte se lo llevase meciéndolo en su superficie nocturna. Los recuerdos de lustros de servicio al porcobravismo pasaron a través de él como los jirones de niebla sobre el agua. Le vino a la memoria, por fin, el nombre del fiscal. Era el famoso F.U.C.K.
¿De quién era el retrato en colores que colgaba encima de su cama en la celda, y lo miraba condescendiente? ¿Era el Main impío de Yardley Gobion, o era el Main feliz de cuando está en Liverpool? ¿El de la sonrisa irónica o el de la camiseta roja?
Una figura familiar se inclinó sobre él, y percibió el olor a cuero fresco de la cartuchera; pero ¿Por qué llevaba el emblema de Ronnie Farras en las mangas y las hombreras del uniforme? y, ¿Por qué le susurraba Main Vindice cuándo levantaba otra vez el negro cañón de la pistola?
Recibió en la oreja izquierda un segundo golpe, aplastante. Entonces todo quedó en silencio. Allí estaba el mar otra vez con sus resonancias. La novena ola lo elevó lentamente. Avanzaba desde lejos, subiendo y bajando sosegadamente, como un encogimiento de hombros de la eternidad celtoatlántica en las costas de Galizalbion.
454 comentarios:
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¿Por qué la pionta 200 no tiene avatar ad hoc?
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24 de abril de 2022, 10:45
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In Main We Trust
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24 de abril de 2022, 10:47
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La Causa Porcobrava apoya a Marine Le Pen
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24 de abril de 2022, 12:40
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Me come la polla
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24 de abril de 2022, 12:47
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Enamorado de Unai Emery. Maricón empedernido, o como lo llaman ahora, hipster modernito.
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24 de abril de 2022, 14:23
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Beatrice Lafoyet
dixo...
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24 de abril de 2022, 17:40
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Beatrice Lafoyet
dixo...
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24 de abril de 2022, 17:41
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Sinsonte, cenzonte, zenzontle
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24 de abril de 2022, 17:48
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En aquella farsa grandilocuente e histérica, reputadosporcos bravos de la vieja guardia «confesaron» que eran enemigos del régimen desde tiempos inmemoriales (y otros delitos igual de absurdos).
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24 de abril de 2022, 18:00
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Por decirlo de algún modo, es un chico encantador cuando está dormido
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24 de abril de 2022, 18:02
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El interrogador, añadía, le orinaba en la boca
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24 de abril de 2022, 18:05
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Where the Red Fern grows
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24 de abril de 2022, 19:10
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Has escrito de forma memorable sobre la vez que mataste a tu primer ciervo en «Años de sodomía».
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24 de abril de 2022, 19:17
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Barnsley boss Poya Asbaghi has left the club by mutual agreement
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24 de abril de 2022, 22:19
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Fuera euforia: la ultra Le Pen ha perdido, pero sigue ganando
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24 de abril de 2022, 22:47
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Emillor Quente
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25 de abril de 2022, 11:07
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Tromba de elephant
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26 de abril de 2022, 15:54
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Barrabás Balarrasa
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26 de abril de 2022, 15:58
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Mike Barja
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26 de abril de 2022, 16:00
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Estibador Portuario
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27 de abril de 2022, 20:35
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Estibador Portuario
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27 de abril de 2022, 20:36
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Night Fisher
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28 de abril de 2022, 00:34
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The Puto Pato Glücklich
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28 de abril de 2022, 11:38
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Ernest Christopher Dowson
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28 de abril de 2022, 11:40
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Si bien finalmente nos ganamos un poco de respeto en el mundo del rugby, volvemos a ser payasos con esta historia
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28 de abril de 2022, 19:11
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Mike Cocks
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28 de abril de 2022, 19:25
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Amazona
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28 de abril de 2022, 23:47
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Cabalgando con el Diablo
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29 de abril de 2022, 12:32
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Stertebeker Mantenfel
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29 de abril de 2022, 12:53
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Malek Deva
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29 de abril de 2022, 22:55
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Gulag
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30 de abril de 2022, 22:46
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Engels
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6 de maio de 2022, 22:03
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Doctor Pyg
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6 de maio de 2022, 22:06
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la BBC celebró el XXV aniversario de la creación del Ejército Rojo sin citar para nada a Trotsky, lo cual fue algo así como conmemorar la batalla de Trafalgar sin hablar de Nelson.
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6 de maio de 2022, 22:09
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Doctor Pyg
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6 de maio de 2022, 22:11
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Doctor Pyg
dixo...
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6 de maio de 2022, 22:12
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Doctor Pyg
dixo...
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6 de maio de 2022, 22:12
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Doctor Pyg
dixo...
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6 de maio de 2022, 22:13
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Doctor Pyg
dixo...
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6 de maio de 2022, 22:14
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Doctor Pyg
dixo...
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6 de maio de 2022, 22:14
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«Amor, respeto y obediencia» y todas esas cosas.
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6 de maio de 2022, 22:17
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Gonzo Hearst o las Tribulations del periodismo feraz
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9 de maio de 2022, 21:47
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Eire Brezal
dixo...
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10 de maio de 2022, 18:34
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Steerforth Dedlock
dixo...
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10 de maio de 2022, 20:15
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:12
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:13
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:14
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:15
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:15
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:16
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:17
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División 250
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:20
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:21
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:21
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:22
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Doctor Pyg
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10 de maio de 2022, 21:22
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Doctor Pyg
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10 de maio de 2022, 21:23
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:23
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:24
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Doctor Pyg
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:24
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El contrapunto que ofreció entre la etapa utópico-revolucionaria y su degeneración subsiguiente
dixo...
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10 de maio de 2022, 21:50
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Fu Manchú
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:44
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Fumando un manchú
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:45
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Mongolia cabe en una yurta
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:47
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Un mongol cabalga acompañado
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:48
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No me toques la pirola
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:48
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Simios
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:49
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Crustáceo Cirrópodo
dixo...
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12 de maio de 2022, 23:51
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Gordon Pasha
dixo...
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13 de maio de 2022, 08:49
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Mao
dixo...
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13 de maio de 2022, 22:01
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negra ala de cuervo
dixo...
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13 de maio de 2022, 22:03
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Pregunto
dixo...
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16 de maio de 2022, 18:33
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O Vadío Da Brétema
dixo...
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17 de maio de 2022, 18:34
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Blas Trallero Lezo
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17 de maio de 2022, 21:35
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Según el armero:
dixo...
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17 de maio de 2022, 21:38
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Persiguiendo una marea de metáforas masturbatorias
dixo...
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17 de maio de 2022, 21:43
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:00
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:00
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:01
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:01
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:02
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:02
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Doctor Pyg
dixo...
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17 de maio de 2022, 22:03
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Orcadas Butchers
dixo...
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18 de maio de 2022, 22:36
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El nabo del escandinavo
dixo...
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19 de maio de 2022, 19:31
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IMWT
dixo...
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23 de maio de 2022, 22:38
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LA AMBIVALENCIA DEL LEGADO
dixo...
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25 de maio de 2022, 09:36
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Una Frase Lapidaria Como Vacuna Ante Este Cúmulo De Despropósitos
dixo...
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25 de maio de 2022, 09:39
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:16
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:18
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:19
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:19
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:20
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:25
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:26
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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26 de maio de 2022, 10:28
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Sarah W. Boasorte
dixo...
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27 de maio de 2022, 08:32
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Fornicio Sudoroso
dixo...
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30 de maio de 2022, 21:27
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Managarova
dixo...
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31 de maio de 2022, 19:22
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un sayal áspero y burdo
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31 de maio de 2022, 23:27
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Investido con bata de casa de camocán jaspeado
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1 de xuño de 2022, 10:15
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O Xoves Hai Cocido
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2 de xuño de 2022, 09:17
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Blas Trallero Lezo
dixo...
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2 de xuño de 2022, 23:04
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Eire Brezal
dixo...
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3 de xuño de 2022, 10:57
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RODILLO
dixo...
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3 de xuño de 2022, 19:55
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Folly Bucelario
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3 de xuño de 2022, 20:56
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Owain Glyndŵr Twrch Trwyth
dixo...
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6 de xuño de 2022, 10:06
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Hammer Of Gods
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7 de xuño de 2022, 21:33
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Blake Absenta o el celebérrimo * Roberto Tumbas en todas las resacas
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7 de xuño de 2022, 23:10
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Doctor Pyg
dixo...
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8 de xuño de 2022, 09:57
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Doctor Pyg
dixo...
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8 de xuño de 2022, 09:57
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Doctor Pyg
dixo...
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8 de xuño de 2022, 09:58
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Doctor Pyg
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8 de xuño de 2022, 09:58
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Doctor Pyg
dixo...
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8 de xuño de 2022, 09:59
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Doctor Pyg
dixo...
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8 de xuño de 2022, 09:59
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Doctor Pyg
dixo...
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8 de xuño de 2022, 10:00
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Sebastián Querol
dixo...
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8 de xuño de 2022, 20:41
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A 4 patas
dixo...
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8 de xuño de 2022, 21:23
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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9 de xuño de 2022, 09:23
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Tristan Corbière Calvados
dixo...
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10 de xuño de 2022, 21:37
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Muñeco de Trapo
dixo...
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12 de xuño de 2022, 18:43
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Guillerme Fróilaz de Traba
dixo...
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13 de xuño de 2022, 08:23
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sal microcósmica: sólido soluble blanco de la orina humana.
dixo...
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13 de xuño de 2022, 21:56
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Inés Castro Barreto
dixo...
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14 de xuño de 2022, 22:04
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el Señor de las Hienas into the skull of a Dead Jester
dixo...
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14 de xuño de 2022, 23:25
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Cisco clava el estandarte do corvo en una colina inglesa
dixo...
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15 de xuño de 2022, 09:39
-
Cisco clava el estandarte do corvo en una colina inglesa
dixo...
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15 de xuño de 2022, 09:44
-
Jabacho Fodedor
dixo...
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15 de xuño de 2022, 23:33
-
Joyce se masturbaba pensando en caca
dixo...
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16 de xuño de 2022, 12:40
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Doc Salchicha
dixo...
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16 de xuño de 2022, 12:41
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O' Scarecrow
dixo...
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16 de xuño de 2022, 21:55
-
Cisco clava el estandarte do corvo en una colina inglesa
dixo...
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16 de xuño de 2022, 22:03
-
Iñaki Echavarne
dixo...
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17 de xuño de 2022, 10:59
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Malvado Follomar
dixo...
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17 de xuño de 2022, 18:13
-
Saco y Vanzetti
dixo...
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17 de xuño de 2022, 22:40
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Ladillao Cubeiro Cantalupo
dixo...
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17 de xuño de 2022, 22:42
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igual que la extrema derecha niega sistematicamente la realidad de los campos de exterminio nazis, la izquierda ortodoxa lo hace con el Gulag.
dixo...
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17 de xuño de 2022, 22:46
-
—¡Cribos! ¡Cribos!… ¡Cedazos buenos!
dixo...
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19 de xuño de 2022, 21:36
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Prudencia y sabiduría en la taza de váter
dixo...
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21 de xuño de 2022, 18:24
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Mighty Main
dixo...
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21 de xuño de 2022, 21:21
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Saúl González Mendieta
dixo...
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1 de xullo de 2022, 08:06
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Trosko
dixo...
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2 de xullo de 2022, 22:16
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Tirano Flags
dixo...
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4 de xullo de 2022, 21:46
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Xandor Korzybskin
dixo...
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26 de xullo de 2022, 09:49
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Xandor Korzybskin
dixo...
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26 de xullo de 2022, 09:52
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Xandor Korzybskin
dixo...
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26 de xullo de 2022, 09:53
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Xandor Korzybskin
dixo...
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26 de xullo de 2022, 09:54
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Xandor Korzybskin
dixo...
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26 de xullo de 2022, 18:16
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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26 de xullo de 2022, 18:27
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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26 de xullo de 2022, 18:28
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Xandor Korzybskin
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26 de xullo de 2022, 18:35
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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26 de xullo de 2022, 18:58
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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26 de xullo de 2022, 18:59
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Segismundo Malatesta
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26 de xullo de 2022, 20:11
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Maik Verga
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27 de xullo de 2022, 09:38
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Deacon Sangriento
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27 de xullo de 2022, 10:00
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Las Raíces Profundas de Don Catrín Da Fachenda
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27 de xullo de 2022, 10:21
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Full English Breakfast
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27 de xullo de 2022, 10:59
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O Xoves Hai Cocido
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28 de xullo de 2022, 10:30
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Velvet Coat
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29 de xullo de 2022, 08:29
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:27
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:28
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:30
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:31
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:32
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:34
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:36
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:37
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:38
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:39
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Xandor Korzybskin
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Xandor Korzybskin
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10 de agosto de 2022, 09:40
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Doctor Pyg
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10 de agosto de 2022, 09:48
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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10 de agosto de 2022, 09:51
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Doctor Pyg
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Doctor Pyg
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10 de agosto de 2022, 09:52
«A máis antiga ‹Máis antiga 201 – 400 de 454 Máis recente › A máis nova»Raza caucásica se llama, todavía, la minoría blanca que ocupa la cúspide de las jerarquías humanas.
Así fue bautizada, en 1775, por Johann Friedrich Blumenbach.
Este zoólogo creía que el Cáucaso era la cuna de la humanidad, y que de allí provenían la inteligencia y la belleza. El término se sigue usando, contra toda evidencia, en nuestros días.
Blumenbach había reunido doscientos cuarenta y cinco cráneos que
fundamentaban el derecho de los europeos a humillar a los demás.
La humanidad formaba una pirámide de cinco pisos.
Arriba, los blancos.
La pureza original había sido arruinada, pisos abajo, por las razas de piel sucia: los nativos australianos, los indios americanos, los asiáticos amarillos. Y debajo de todos, deformes por fuera y por dentro, estaban los negros africanos.
La Ciencia siempre ubicaba a los negros en el sótano.
En 1863, la Sociedad Antropológica de Londres llegó a la conclusión de que los negros eran intelectualmente inferiores a los blancos, y sólo los europeos tenían la capacidad de humanizarlos y civilizarlos. Europa consagró sus mejores
energías a esta noble misión, pero no tuvo suerte. Casi un siglo y medio después, en el año 2007, el estadounidense James Watson, premio Nobel de Medicina, afirmó que está científicamente demostrado que los negros siguen siendo menos inteligentes que los blancos.
La Anglogalician se divide entre Él que nace para mandar y los que nacen para obedecer.
El sillón de mimbre de Emmanuelle fue originalmente un trono polinesio. Hay que follarse al esbirro ese.
La especie de manía de moralizar en parábolas y alegorías y esa sutileza mística que caracteriza al gran tropel de nuestros putos escritores ascéticos...
La Anglogalician es el único reducto donde un equipo español de fútbol le gana a uno inglés.
«Voy a ponerte un poco de lubricante», me dice. «¿Nunca te habían hecho un beso negro? No me lo creo».
«No –digo–. Tampoco he practicado nunca sexo anal», digo aterrada. «Me gustaría hacerlo. Pero que no me duela por favor».
«Buena chica. Lo vas a pasar genial, ya verás. Voy a ir muy poco a poco, y si te hago daño me dices, ¿vale? Tienes un culo genial para hacerlo, estoy seguro».
Me unta el interior del culo con un lubricante frío y viscoso. Pienso un segundo en la mantequilla de «El último tango en París». Siempre hay una peli para cualquier situación. Luego coge algo, un aparato que no puedo ver, pero no es su polla ni su dedo. Muy suavemente me lo va metiendo por detrás… parecen ser como unas bolas…
Primero un poquito, luego más. Me quedo quieta. Es una sensación extraña pero no desagradable. Podría llegar a acostumbrarme. Es más, ya me estoy acostumbrando. Al mismo tiempo me besa y me mordisquea el cuello y las orejas, me susurra cosas sucias al oído.
«Tienes un dildo anal metido hasta el fondo» –dice–. «Estas tan excitada que ni te has enterado. Te ha entrado todo perfectamente. Ahora voy a ir un poco más rápido», me dice. Y mientras me sigue metiendo esa cosa cada vez más adentro, busca mi clítoris por delante. La sensación es de un placer intenso pero raro. No sé qué va a pasarme, por donde va a estallar todo eso. Sigo sin verle, y atada de pies y manos. Eso, en vez de preocuparme, es lo que me hace estar cada vez más cachonda. En realidad no quiero verle. Quiero tardar lo máximo posible en quitarme la venda.
«Voy a hacer unas fotos de tu culo con el dildo dentro» –me dice–, «si no, no lo vas a creer. Luego las borramos si quieres».
Y mientras lo dice, oigo el ruido de la cámara. Me pide que arquee un poco las caderas, que suba el culo para salir mejor en la foto e, increíblemente, obedezco.
Cuando termina me saca el dildo bruscamente y se detiene unos segundos. Oigo el ruido del plástico del condón al abrirse. «Ahora ya estás preparada. Te voy a follar», me dice.
«¿Pero por dónde?», pregunto.
«¿Tú qué crees?».
Muero de miedo, pero estoy tan excitada que siento como mi culo se abre como una flor para recibirle. Primero su polla entra muy poco a poco, con mucho cuidado pero, como no me quejo, las embestidas se van haciendo más y más profundas, y su polla va abriéndose camino dentro de mí. Casi parece que me estuviera follando por delante. Es cada vez más placentero. Intento compararlo con alguna otra sensación, pero no puedo. Es violento y dulce a la vez. De repente oigo un ruido y noto la vibración de algo pequeño en mi clítoris. Me asusto de nuevo.
«Tranquila, es un vibrador… relájate –me dice–. ¿Te gusta que te follen el culo? ¿Di? ¿No te puedes mover, eh? Ni puedes ver nada…. eso te pone cachonda, ¿verdad?».
«Sí, me gusta bastante todo» –respondo–.
«Te vas a correr como una buena niña, mientras te follo ese pedazo de culo». Y mientras lo dice me la mete una y otra vez cada vez, más rápido y hasta el fondo, al tiempo que mi clítoris sigue recibiendo oleadas de placer, gracias al vibrador. Creo que voy a estallar.
«Imagina que hay alguien más aquí –continúa–, alguien que está mirándonos. No lo sabes, ¿verdad? Podría ser. ¿Te gustaría ver a alguien mirándote mientras te doy por culo? Puede que haya alguien en la habitación ahora… Alguien que se está pajeando porque no puede soportar verte tan caliente. Quizás es un hombre o quizás una mujer, ¿qué te gustaría más?».
«Ahora que ya puedes ver, quiero que seas tú la que me des placer a mí. Te quiero follar la boca».
Se pone de pie y veo que está otra vez listo para la acción. Me excita tanto el verle como antes me excitaba el no verle.
Me hace arrodillarme. En vez de quedarse quieto mueve rápido sus caderas hacia delante y atrás, mientras me meto su polla en la boca todo lo adentro que puedo. Él me coge la cabeza y me marca el ritmo, y yo lo hago con avidez; quiero hacer que se muera de placer por la noche de película que estoy teniendo, chupársela tan bien como pueda, esforzarme mucho.
Él me mueve la cabeza cada vez más rápido. Cada vez más adentro. Sus gemidos van creciendo en intensidad. Se va a correr de un momento a otro. Entonces me dice: «Me falta muy poco ya, ¿dónde quieres que termine?».
Y una voz interior (que obviamente no soy yo) dice: «En mis tetas, quiero que te corras en mis tetas».
Todas las Manadas que esconden un secreto se parecen entre sí; pero cada una sobrevive al efecto de ese secreto a su manera
—Por lo menos en la Anglogalician están forjando algo positivo.
—¿Qué importa lo que estén forjando? Han matado ya a cinco millones de personas.
—No haces más que hablar de los cinco millones.
—Si te aburren esos cinco millones, estoy seguro de que te puedo encontrar otros cinco.
No toquéis a este morador de las nubes
Todo sistema político es una superestructura con una base socioeconómica determinante.
Whah-hey!
El principio de distribución según las necesidades excluye la conversión de los productos en mercancías y su transformación en valor.
Och aye!
Las condiciones objetivas para la transición de culo a boca sólo pueden…
—Basta —dije, aunque ahora desearía que hubiera continuado.
Era fácil bromear sobre el Rodillarato. Era una de las cosas que también los porcos y bravos habían hecho siempre. En cambio, viviendo en el Rodillarato, podían caer varios años de cárcel por bromear sobre él. O dos tiros. Un chiste.
Seguía teniendo caballo en las manos, así que me las restregué en los pantalones del domingo, el fuego de la leña me iluminaba la espalda
Pueden enterrar nuestros cuerpos en errores de apreciación.
He tells her to bring him a stick of butter from the kitchen. Then he uses it as lubrication as he anally rapes her, leaving her weeping.
En esta derrota veo una forma de esperanza
Mocita dame el clavel,
Dame el clavel de tu boca,
Que pa' eso no hay que tener
Mucha vergüenza ni poca.
Yo te daré el cascabel,
Te lo prometo mocita,
Si tú me das esa miel
Que llevas en la boquita.
Clavelitos, clavelitos,
Clavelitos de mi corazón
Yo te traigo clavelitos
Colorados igual que un fresón.
Si algún día clavelitos
No lograra poderte traer,
No te creas que ya no te quiero,
Es que no te los pude coger.
La tarde que a media luz
Vi tu boquita de guinda,
Yo no he visto en Santa Cruz
Otra boquita más linda.
Y luego al ver el clavel
Que llevabas en el pelo,
Mirándolo creí ver
Un pedacito de cielo.
Clavelitos, clavelitos,
Clavelitos de mi corazón
Yo te traigo clavelitos
Colorados igual que un fresón.
Si algún día clavelitos
No lograra poderte traer,
No te creas que ya no te quiero,
Es que no te los pude coger.
El cerebro es una pista sin fin en la que pensamientos, imágenes y sensaciones resuenan y ruedan, a razón de cien kilómetros por hora. Cien kilómetros, es el patrón de su actividad. Circula en tromba, piensa en tromba, siente en tromba, ama en trompa, vive en tromba
Ya no busco en las estrellas y en los libros de mierda, sino que empiezo a escuchar las enseñanzas que me comunica mi sangre.
Porque todo lo que se ha escrito hasta ahora lo fue para los dioses o para los hombres y cuanto ha sido escrito lo ha sido por orden de los reyes, para halagar a los dioses o para inducir fraudulentamente a los hombres a creer en lo que no ha ocurrido. O bien para pensar que todo ha ocurrido de manera diferente de la verdad. En este sentido afirmo que desde el pasado más remoto hasta nuestros días, todo lo que ha sido escrito se escribió para los dioses y para los hombres.
Todo vuelve a empezar y nada hay nuevo bajo el sol; el hombre no cambia aun cuando cambien sus hábitos y las palabras de su lengua. Los hombres revolotean alrededor de la mentira como las moscas alrededor de un panal de miel, y las palabras del narrador embalsaman como el incienso, pese a que esté en cuclillas sobre el estiércol en la esquina de la calle; pero los hombres rehúyen la verdad.
Se había comportado como un animal lacerado y sudoroso en el fragor y el sufrimiento de la batalla. Regresaba ahora, con el ansia del enamorado, hacia los cielos tranquilos, las verdes praderas, los frescos arroyos… Hacia una existencia de paz dulce y eterna.
Se había entregado completamente de la enfermedad roja de la batalla. Y había ganado.
Se prohíbe pescar por la noche ni con lumbre ni con redes en ningún tiempo del año, so la pena contenida en la Pragmática
¡Dejad que el trigo de la Purga crezca en las fronteras rojas du Main!
A mis años debemos mantenernos alejados de las catedrales: son lugares con bóvedas plagadas de reumatismo –en el mejor de los casos se encuentran plagadas de fantasmas.
Necesaria campaña para la desratización de la Manada
La cultura de la cancelación es un arma masiva equivalente al comentario que el usuario de una app de plataforma pone al repartidor que llega tarde, salvo que con una coartada moral. No somos ciudadanos, somos consumidores de servicios, ofensas y venganzas.
Estoy buscando cierta cualidad del caballo
En la noche del 30 de abril al 1 de mayo, mañana para entendernos, buena parte del Norte y centro de Europa celebra la llamada Noche de Walpurgis. Se trata de una fiesta de origen pagano, arraigada en países como Alemania, Suecia, Países Bajos, Finlandia, República Checa, Alba, Danelaw, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia o Galiza.
Cuando escuchamos hablar de la Noche de Walpurgis, nos vienen a la cabeza historias de brujas. En efecto, la leyenda cuenta que, esa noche, las brujas vuelan sobre sus escobas a Brocken, la montaña más alta de la sierra del Harz, en el estado alemán de Sajonia-Anhalt (tan musical por haber sido cuna de Haendel o Telemann, entre otros grandes compositores), para invocar al diablo en grandes aquelarres.
Sin embargo, el origen de la Noche de Walpurgis no puede ser más judeocristiano, ya que fue un 1 de mayo (del año 870) cuando se canonizó Santa Walpurga (o Walburga), abadesa francesa con todas sus ramificaciones, y se trasladaron sus reliquias a Eischstätt. Santa Walpurga fue proclamada por los papistas de Alemania a pesar de ser gabacha, patrona en la lucha contra “plagas, rabia y tos ferina, así como contra la brujería”. Ya se sabe que Batman sin el Joker pierde significado.
La fiesta comienza con danzas, luego se enciende una enorme hoguera y retumban los tambores. Extinguidos los fuegos artificiales de la medianoche, se le da la bienvenida a quien traerá consigo la salud y la fecundidad, a la sucesora de todas las brujas: la Reina Roja de Mayo.
Si no tienen planes para este sábado noche, ya saben. Siempre aparece un cabrón a la luz de las hogueras.
¿A qué distancia tiene que estar una flecha para que empecemos a preocuparnos?
Un hombre que cree en viajar inmediatamente al paraíso si le sobreviene la muerte en la batalla suele luchar descuidado. Prefiero a aquellos que aman tanto su vida que hacen todo lo posible por no perderla. Esos son los mejores soldados, los que yo quiero en mi mesnada
Nos despedimos con nocturnidad y alevosía de la punitiva entrada en vigor.
Medio millón de visitas han pasado por el gulag du Main.
Al final de año contaremos 300 intentos de fuga travestidos de piontas.
Últimos tiros de esta obra maestra de la farlopa ideológica.
Removed la Corona, el vértice de sujeción , y toda la estructura artificial se desplomará.
Cualquier animal que no fuera el cerdo podía haber sido elegido para representar a los bolcheviques
La gran mayoría de los intelectuales británicos había estimulado una lealtad de tipo nacionalista hacia la Unión Soviética y, llevados por su devoción hacia ella, sentían que sembrar la duda sobre la sabiduría de Stalin era casi una blasfemia. Acontecimientos similares ocurridos en Rusia y en otros países se juzgaban según distintos criterios. Las interminables ejecuciones llevadas a cabo durante las purgas de 1936 a 1938 eran aprobadas por hombres que se habían pasado su vida oponiéndose a la pena capital, del mismo modo que, si bien no había reparo alguno en hablar del hambre en la India, se silenciaba la que padecía Ucrania. Y si todo esto era evidente antes de la guerra, esta atmósfera intelectual no es, ahora, ciertamente mejor.
El señor Jones, propietario de la Granja Manor, cerró por la noche los gallineros, pero estaba demasiado borracho para recordar que había dejado abiertas las ventanillas. Con la luz de la linterna danzando de un lado a otro cruzó el patio, se quitó las botas ante la puerta trasera, sirvióse una última copa de cerveza del barril que estaba en la cocina y se fue derecho a la cama, donde ya roncaba la señora Jones.
Apenas se hubo apagado la luz en el dormitorio, empezó el alboroto en toda la granja. Durante el día se corrió la voz de que el Viejo Mayor, el verraco premiado, había tenido un sueño extraño la noche anterior y deseaba comunicárselo a los demás animales. Habían acordado reunirse todos en el granero principal cuando el señor Jones se retirara. El Viejo Mayor (así le llamaban siempre, aunque fue presentado en la exposición bajo el nombre de Willingdon Beauty) era tan altamente estimado en la granja, que todos estaban dispuestos a perder una hora de sueño para oír lo que él tuviera que decirles.
En un extremo del granero principal, sobre una especie de plataforma elevada, Mayor se encontraba ya arrellanado en su lecho de paja, bajo una linterna que pendía de una viga. Tenía doce años de edad y últimamente se había puesto bastante gordo, pero aún era un cerdo majestuoso de aspecto sabio y bonachón, a pesar de que sus colmillos nunca habían sido cortados. Al poco rato empezaron a llegar los demás animales y a colocarse cómodamente, cada cual a su modo. Primero llegaron los tres perros, Bluebell, Jessie y Pincher, y luego los cerdos, que se arrellanaron en la paja delante de la plataforma. Las gallinas se situaron en el alféizar de las ventanas, las palomas revolotearon hacia los tirantes de las vigas, las ovejas y las vacas se echaron detrás de los cerdos y se dedicaron a rumiar. Los dos caballos de tiro, Boxer y Clover, entraron juntos, caminando despacio y posando con gran cuidado sus enormes cascos peludos, por temor de que algún animalito pudiera hallarse oculto en la paja. Clover era una yegua robusta, entrada en años y de aspecto maternal que no había logrado recuperar la silueta después de su cuarto potrillo. Boxer era una bestia enorme, de casi quince palmos de altura y tan fuerte como dos caballos normales juntos. Una franja blanca a lo largo de su hocico le daba un aspecto estúpido, y, ciertamente no era muy inteligente, pero sí respetado por todos dada su entereza de carácter y su tremenda fuerza para el trabajo. Después de los caballos llegaron Muriel, la cabra blanca, y Benjamín, el burro. Benjamín era el animal más viejo y de peor genio de la granja. Raramente hablaba, y cuando lo hacía, generalmente era para hacer alguna observación cínica; diría, por ejemplo, que «Dios le había dado una cola para espantar las moscas, pero que él hubiera preferido no tener ni cola ni moscas». Era el único de los animales de la granja que jamás reía. Si se le preguntaba por qué, contestaba que no tenía motivos para hacerlo.
Sin embargo, sin admitirlo abiertamente, sentía afecto por Boxer; los dos pasaban, generalmente, el domingo en el pequeño prado detrás de la huerta, pastando juntos, sin hablarse.
Apenas se echaron los dos caballos, cuando un grupo de patitos que habían perdido la madre entró en el granero piando débilmente y yendo de un lado a otro en busca de un lugar donde no hubiera peligro de que los pisaran. Clover formó una especie de pared con su enorme pata delantera y los patitos se anidaron allí durmiéndose enseguida. A última hora, Mollie, la bonita y tonta yegua blanca que tiraba del coche del señor Jones, entró afectadamente mascando un terrón de azúcar. Se colocó delante, coqueteando con sus blancas crines a fin de atraer la atención hacia los lazos rojos con que había sido trenzada. La última en aparecer fue la gata, que buscó, como de costumbre, el lugar más cálido, acomodándose finalmente entre Boxer y Clover; allí ronroneó a gusto durante el desarrollo del discurso de Mayor, sin oír una sola palabra de lo que éste decía.
Ya estaban presentes todos los animales —excepto Moses, el cuervo amaestrado, que dormía sobre una percha detrás de la puerta trasera—. Cuando Mayor vio que estaban todos acomodados y esperaban con atención, aclaró su voz y comenzó:
—Camaradas: os habéis enterado ya del extraño sueño que tuve anoche. Pero de eso hablaré luego. Primero tengo que decir otra cosa. Yo no creo, camaradas, que esté muchos meses más con vosotros y antes de morir estimo mi deber transmitiros la sabiduría que he adquirido. He vivido muchos años, dispuse de bastante tiempo para meditar mientras he estado a solas en mi pocilga y creo poder afirmar que entiendo el sentido de la vida en este mundo, tan bien como cualquier otro animal viviente. Es respecto a esto de lo que deseo hablaros.
»Veamos, camaradas: ¿Cuál es la realidad de esta vida nuestra? Encarémonos con ella: nuestras vidas son tristes, fatigosas y cortas. Nacemos, nos suministran la comida necesaria para mantenernos y a aquellos de nosotros capaces de trabajar nos obligan a hacerlo hasta el último átomo de nuestras fuerzas; y en el preciso instante en que ya no servimos, nos matan con una crueldad espantosa. Ningún animal en Inglaterra conoce el significado de la felicidad o la holganza después de haber cumplido un año de edad. No hay animal libre en Inglaterra. La vida de un animal es sólo miseria y esclavitud; ésta es la pura verdad.
»Pero, ¿forma esto parte realmente, del orden de la naturaleza? ¿Es acaso porque esta tierra nuestra es tan pobre que no puede proporcionar una vida decorosa a todos sus habitantes? No, camaradas; mil veces no. El suelo de Inglaterra es fértil, su clima es bueno, es capaz de dar comida en abundancia a una cantidad mucho mayor de animales que la que actualmente lo habita. Solamente nuestra granja puede mantener una docena de caballos, veinte vacas, centenares de ovejas; y todos ellos viviendo con una comodidad y una dignidad que en estos momentos está casi fuera del alcance de nuestra imaginación. ¿Por qué, entonces, continuamos en esta mísera condición? Porque los seres humanos nos arrebatan casi todo el fruto de nuestro trabajo. Ahí está, camaradas, la respuesta a todos nuestros problemas. Todo está explicado en una sola palabra: el Hombre. El hombre es el único enemigo real que tenemos. Haced desaparecer al hombre de la escena y la causa motivadora de nuestra hambre y exceso de trabajó será abolida para siempre.
»El hombre es el único ser que consume sin producir. No da leche, no pone huevos, es demasiado débil para tirar del arado y su velocidad ni siquiera le permite atrapar conejos. Sin embargo, es dueño y señor de todos los animales. Los hace trabajar, les da el mínimo necesario para mantenerlos y lo demás se lo guarda para él. Nuestro trabajo labora la tierra, nuestro estiércol la abona y, sin embargo, no existe uno de nosotros que posea algo más que su pellejo. Vosotras, vacas, que estáis aquí, ¿cuántos miles de litros de leche habéis dado este último año? ¿Y qué se ha hecho con esa leche que debía servir para criar terneros robustos? Hasta la última gota ha ido a parar al paladar de nuestros enemigos. Y vosotras, gallinas, ¿cuántos huevos habéis puesto este año y cuántos pollitos han salido de esos huevos? Todo lo demás ha ido a parar al mercado para producir dinero para Jones y su gente. Y tú, Clover, ¿dónde están estos cuatro potrillos que has tenido, que debían ser sostén y alegría de tu vejez? Todos fueron vendidos al año; no los volverás a ver jamás. Como recompensa por tus cuatro criaturas y todo tu trabajo en el campo, ¿qué has tenido, exceptuando tus escuálidas raciones y un pesebre?
»Ni siquiera nos permiten alcanzar el término natural de nuestras míseras vidas. Por mí no me quejo, porque he sido uno de los afortunados. Tengo doce años y he tenido más de cuatrocientas criaturas. Tal es el destino natural de un cerdo. Pero al final ningún animal se libra del cruel cuchillo. Vosotros, jóvenes cerdos que estáis sentados frente a mí, cada uno de vosotros va a gemir por su vida dentro de un año. A ese horror llegaremos todos: vacas, cerdos, gallinas, ovejas; todos. Ni siquiera los caballos y los perros tienen mejor destino. Tú, Boxer, el mismo día que tus grandes músculos pierdan su fuerza, Jones te venderá al descuartizador, quien te cortará el pescuezo y te cocerá para los perros de caza. En cuanto a los perros, cuando están viejos y sin dientes, Jones les ata un ladrillo al pescuezo y los ahoga en el estanque más cercano.
»¿No resulta entonces de una claridad meridiana, camaradas, que todos los males de nuestras vidas provienen de la tiranía de los seres humanos? Eliminad tan sólo al Hombre y el producto de nuestro trabajo nos pertenecerá. Casi de la noche a la mañana, nos volveríamos ricos y libres. Entonces, ¿qué es lo que debemos hacer? ¡Trabajar noche y día, con cuerpo y alma, para derrocar a la raza humana! Ése es mi mensaje, camaradas: ¡Rebelión! Yo no sé cuándo vendrá esa rebelión; quizá dentro de una semana o dentro de cien años; pero sí sé, tan seguro como veo esta paja bajo mis patas, que tarde o temprano se hará justicia. ¡Fijad la vista en eso, camaradas, durante los pocos años que os quedan de vida! Y, sobre todo, transmitid mi mensaje a los que vengan después, para que las futuras generaciones puedan proseguir la lucha hasta alcanzar la victoria.
»Y recordad, camaradas: vuestra voluntad jamás deberá vacilar. Ningún argumento os debe desviar. Nunca hagáis caso cuando os digan que el Hombre y los animales tienen intereses comunes, que la prosperidad de uno es también la de los otros. Son mentiras. El Hombre no sirve los intereses de ningún ser exceptuando los suyos propios. Y entre nosotros los animales, que haya perfecta unidad, perfecta camaradería en la lucha. Todos los hombres son enemigos. Todos los animales son camaradas.
En ese momento se produjo una tremenda conmoción. Mientras Mayor estaba hablando, cuatro grandes ratas habían salido de sus escondrijos y se habían sentado sobre sus cuartos traseros, escuchándolo.
Los perros las divisaron repentinamente y sólo merced a una acelerada carrera hasta sus reductos lograron las ratas salvar sus vidas. Mayor levantó su pata para imponer silencio.
—Camaradas —dijo—, aquí hay un punto que debe ser aclarado. Los animales salvajes, como los ratones y los conejos, ¿son nuestros amigos o nuestros enemigos? Pongámoslo a votación.
»Yo planteo esta pregunta a la asamblea: ¿Son camaradas las ratas?
Se pasó a votación inmediatamente, decidiéndose por una mayoría abrumadora que las ratas eran camaradas. Hubo solamente cuatro discrepantes: los tres perros y la gata, que, como se descubrió luego, habían votado por ambos lados. Mayor prosiguió:
—Me resta poco que deciros. Simplemente insisto: recordad siempre vuestro deber de enemistad hacia el Hombre y su manera de ser. Todo lo que camine sobre dos pies es un enemigo. Lo que ande a cuatro patas, o tenga alas, es un amigo. Y recordad también que en la lucha contra el Hombre, no debemos llegar a parecernos a él. Aun cuando lo hayáis vencido, no adoptéis sus vicios. Ningún animal debe vivir en una casa, dormir en una cama, vestir ropas, beber alcohol, fumar tabaco, manejar dinero ni ocuparse del comercio. Todas las costumbres del Hombre son malas. Y, sobre todas las cosas, ningún animal debe tiranizar a sus semejantes. Débiles o fuertes, listos o ingenuos, todos somos hermanos. Ningún animal debe matar a otro animal. Todos los animales son iguales.
»Y ahora, camaradas, os contaré mi sueño de anoche. No estoy en condiciones de describíroslo a vosotros. Era una visión de cómo será la tierra cuando el Hombre haya sido proscrito. Pero me trajo a la memoria algo que hace tiempo había olvidado. Muchos años ha, cuando yo era un lechoncito, mi madre y las otras cerdas acostumbraban a entonar una vieja canción de la que sólo sabían la tonada y las tres primeras palabras. Aprendí esa canción en mi infancia, pero hacía mucho tiempo que la había olvidado. Anoche, sin embargo, volvió a mí en el sueño. Y más aún, las palabras de la canción también; palabras que, tengo la certeza, fueron cantadas por animales de épocas lejanas y luego olvidadas durante muchas generaciones. Os cantaré esa canción ahora, camaradas. Soy viejo y mi voz es ronca, pero cuando Os haya enseñado la tonada podréis cantarla mejor que yo. Se llama «Bestias de Inglaterra».
El viejo Mayor carraspeó y comenzó a cantar. Tal como había dicho, su voz era ronca, pero a pesar de todo lo hizo bastante bien; era una tonadilla rítmica, algo a medias entre «Clementina» y «La cucaracha». La letra decía así:
¡Bestias de Inglaterra, bestias de Irlanda! ¡Bestias de toda tierra y clima!
¡Oíd mis gozosas nuevas que cantan un futuro feliz!
Tarde o temprano llegará la hora
en la que la tiranía del Hombre sea derrocada y las ubérrimas praderas de Inglaterra
tan sólo por animales sean holladas.
De nuestros hocicos serán proscritas las argollas, de nuestros lomos desaparecerán los arneses. Bocados y espuelas serán presas de la herrumbre y nunca más crueles látigos harán oír su restallar. Más ricos que la mente imaginar pudiera, el trigo, la cebada, la avena, el heno, el trébol, la alfalfa y la remolacha serán sólo nuestros el día señalado. Radiantes lucirán los prados de Inglaterra y más puras las aguas manarán; más suave soplará la brisa el día que brille nuestra libertad. Por ese día todos debemos trabajar aunque hayamos de morir sin verlo. Caballos y vacas, gansos y pavos, ¡todos deben, unidos, por la libertad luchar! ¡Bestias de Inglaterra, bestias de Irlanda! ¡Bestias de todo país y clima!
¡Oíd mis gozosas nuevas que cantan un futuro feliz!
El ensayo de esta canción puso a todos los animales en la más salvaje excitación. Poco antes de que Mayor hubiera finalizado, ya se habían lanzado todos a cantarla. Hasta el más estúpido había retenido la melodía y parte de la letra, mientras que los más inteligentes, como los cerdos y los perros, aprendieron la canción en pocos minutos. Poco más tarde, con ayuda de varios ensayos previos, toda la granja rompió a cantar «Bestias de Inglaterra» al unísono. Las vacas la mugieron, los perros la aullaron, las ovejas la balaron, los caballos la relincharon, los patos la graznaron. Estaban tan contentos con la canción que la repitieron cinco veces seguidas y habrían continuado así toda la noche de no haber sido interrumpidos.
Desgraciadamente, el alboroto armado despertó al señor Jones, que saltó de la cama creyendo que había un zorro merodeando en los corrales. Tomó la escopeta, que estaba permanentemente en un rincón del dormitorio, y disparó un tiro en la oscuridad. Los perdigones se incrustaron en la pared del granero y la sesión se levantó precipitadamente. Cada cual huyó hacia su lugar de dormir. Las aves saltaron a sus palos, los animales se acostaron en la paja y en un instante toda la granja estaba durmiendo.
Aquí pondremos la aspidistra
A veces se le permitía a Trotski acompañar a Lenin a reuniones socialistas en Londres. Era la época en que el socialismo era reivindicado en Inglaterra con fervor religioso y entusiasmo; las misas dominicales del East End alternaban los sermones sobre la hermandad socialista con los cánticos sacros. Los cánticos revestían ocasionalmente un carácter republicano, y Trotski recordaba haber escuchado cantar: ¡Señor Todopoderoso, que no haya más reyes ni hombres ricos! Lenin estaba intrigado por la propensión inglesa a mezclar los más diversos elementos en su cultura. Al salir de la iglesia, dijo: Hay muchos elementos revolucionarios y socialistas en el proletariado inglés, pero están mezclados con el conservadurismo, la religión y el prejuicio, y por alguna razón los elementos revolucionarios no logran salir a la superficie y crear la unidad.
Hacia el final de su vida, Lenin seguía intrigado por los ingleses, y los desdeñaba: lo que le molestaba especialmente era su falta de unidad socialista. Prefería a los alemanes, que obedecían las reglas y se veían a sí mismos como una masa unificada. En palabras de Trotski, el marxismo británico nunca fue interesante. Carecía de drama, de tensión, de guerras entre personalidades poderosas. Resultaba, de hecho, esencialmente parroquial, y los rusos eran incapaces de pensar en términos parroquiales.
Pero recuerda el Valle del Río Rojo,
Y la chica que te ha amado tan sinceramente.
I'm gonna snap his fucking neck and stick his head up his arse if I don't get what I want!
Tres noches después, el Viejo Mayor murió apaciblemente mientras dormía. Su cadáver fue enterrado al pie de la huerta.
Eso ocurrió a principios de marzo. Durante los tres meses siguientes hubo una gran actividad secreta. A los animales más inteligentes de la granja, el discurso de Mayor les había hecho ver la vida desde un punto de vista totalmente nuevo. Ellos no sabían cuándo sucedería la Rebelión que pronosticara Mayor; no tenían motivo para creer que sucediera durante el transcurso de sus propias vidas, pero vieron claramente que su deber era prepararse para ella. El trabajo de enseñar y organizar a los demás recayó naturalmente sobre los cerdos, a quienes se reconocía en general como los más inteligentes de los animales.
Elementos prominentes entre ellos eran dos cerdos jóvenes que se llamaban Snowball y Napoleón, a quienes el señor Jones estaba criando para vender. Napoleón era un verraco grande de aspecto feroz, el único cerdo de raza Berkshire en la granja; de pocas palabras, tenía fama de salirse siempre con la suya. Snowball era más vivaz que Napoleón, tenía mayor facilidad de palabra y era más ingenioso, pero lo consideraban de carácter más débil. Los demás puercos machos de la granja eran muy jóvenes. El más conocido entre ellos era uno pequeño y gordito que se llamaba Squealer, de mejillas muy redondas, ojos vivarachos, movimientos ágiles y voz chillona. Era un orador brillante, y cuando discutía algún asunto difícil, tenía una forma de saltar de lado a lado moviendo la cola que le hacía muy persuasivo. Se decía de Squealer que era capaz de hacer ver lo negro, blanco.
Estos tres habían elaborado, a base de las enseñanzas del Viejo Mayor, un sistema completo de ideas al que dieron el nombre de Animalismo. Varias noches por semana, cuando el señor Jones ya dormía, celebraban reuniones secretas en el granero, en cuyo transcurso exponían a los demás los principios del Animalismo. Al comienzo encontraron mucha estupidez y apatía. Algunos animales hablaron del deber de lealtad hacia el señor Jones, a quien llamaban «Amo», o hacían observaciones elementales como: «El señor Jones nos da de comer»; «Si él no estuviera nos moriríamos de hambre». Otros formulaban preguntas tales como: «¿Qué nos importa a nosotros lo que va a suceder cuando estemos muertos?», o bien: «Si la rebelión se va a producir de todos modos, ¿qué diferencia hay si trabajamos para ello o no?», y los cerdos tenían grandes dificultades en hacerles ver que eso era contrario al espíritu del Animalismo. Las preguntas más estúpidas fueron hechas por Mollie, la yegua blanca.
La primera que dirigió a Snowball fue la siguiente:
—¿Habrá azúcar después de la rebelión?
—No —respondió Snowball firmemente—. No tenemos medios para fabricar azúcar en esta granja. Además, tú no precisas azúcar. Tendrás toda la avena y el heno que necesites.
—¿Y se me permitirá seguir usando cintas en la crin? —insistió Mollie.
—Camarada —dijo Snowball—, esas cintas que tanto te gustan son el símbolo de la esclavitud. ¿No entiendes que la libertad vale más que esas cintas?
Mollie asintió, pero daba la impresión de, que no estaba muy convencida.
Los cerdos tuvieron una lucha aún mayor para contrarrestar las mentiras que difundía Moses, el cuervo amaestrado. Moses, que era el favorito del señor Jones, era espía y chismoso, pero también un orador muy hábil. Pretendía conocer la existencia de un país misterioso llamado Monte Azúcar, al que iban todos los animales cuando morían. Estaba situado en algún lugar del cielo, «un poco más allá de las nubes», decía Moses. Allí era domingo siete veces por semana, el trébol estaba en estación todo el año y los terrones de azúcar y las tortas de linaza crecían en los cercados. Los animales odiaban a Moses porque era chismoso y no hacía ningún trabajo, pero algunos creían lo de Monte Azúcar y los cerdos tenían que argumentar mucho para persuadirlos de la inexistencia de tal lugar.
Los discípulos más leales eran los caballos de tiro Boxer y Clover. Ambos tenían gran dificultad en formar su propio juicio, pero desde que aceptaron a los cerdos como maestros, asimilaban todo lo que se les decía y lo transmitían a los demás animales mediante argumentos sencillos. Nunca faltaban a las citas secretas en el granero y encabezaban el canto de «Bestias de Inglaterra» con el que siempre se daba fin a las reuniones.
El hecho fue que la rebelión se llevó a cabo mucho antes y más fácilmente de lo que ellos esperaban. En años anteriores el señor Jones, a pesar de ser un amo duro, había sido un agricultor capaz, pero últimamente contrajo algunos vicios. Se había desanimado mucho después de perder bastante dinero en un pleito, y comenzó a beber más de la cuenta. Durante días enteros permanecía en su sillón de la cocina, leyendo los periódicos, bebiendo y, ocasionalmente, dándole a Moses cortezas de pan mojado en cerveza. Sus hombres se habían vuelto perezosos y descuidados, los campos estaban llenos de maleza, los edificios necesitaban arreglos, los vallados estaban descuidados, y mal alimentados los animales.
Llegó junio y el heno estaba casi listo para ser cosechado. La noche de San Juan, que era sábado, el señor Jones fue a Willingdon y se emborrachó de tal forma en «El León Colorado», que no volvió a la granja hasta el mediodía del domingo. Los peones habían ordeñado las vacas de madrugada y luego se fueron a cazar conejos, sin preocuparse de dar de comer a los animales. A su regreso, el señor Jones se quedó dormido inmediatamente en el sofá de la sala, tapándose la cara con el periódico, de manera que al anochecer los animales aún estaban sin comer. El hambre sublevó a los animales, que ya no resistieron más. Una de las vacas rompió de una cornada la puerta del depósito de forrajes y los animales empezaron a servirse solos de los depósitos. En ese momento se despertó el señor Jones. De inmediato él y sus cuatro peones se hicieron presentes con látigos, azotando a diestro y siniestro. Esto superaba lo que los hambrientos animales podían soportar. Unánimemente, aunque nada había sido planeado con anticipación, se abalanzaron sobre sus torturadores. Repentinamente, Jones y sus peones se encontraron recibiendo empellones y patadas desde todos los lados. Estaban perdiendo el dominio de la situación porque jamás habían visto a los animales portarse de esa manera. Aquella inopinada insurrección de bestias a las que estaban acostumbrados a golpear y maltratar a su antojo, los aterrorizó hasta casi hacerles perder la cabeza. Al poco, abandonaron su conato de defensa y escaparon. Un minuto después, los cinco corrían a toda velocidad por el sendero que conducía al camino principal con los animales persiguiéndoles triunfalmente.
La señora Jones miró por la ventana del dormitorio, vio lo que sucedía, metió precipitadamente algunas cosas en un bolso y se escabulló de la granja por otro camino. Moses saltó de su percha y aleteó tras ella, graznando sonoramente. Mientras tanto, los animales habían perseguido a Jones y sus peones hacia la carretera y, apenas salieron, cerraron el portón tras ellos estrepitosamente. Y así, casi sin darse cuenta de lo ocurrido, la rebelión se había llevado a cabo triunfalmente: Jones fue expulsado y la «Granja Manor» era de ellos.
Durante los primeros minutos los animales apenas si daban crédito a su triunfo. Su primera acción fue correr todos juntos alrededor de los límites de la granja, como para cerciorarse de que ningún ser humano se escondía en ella; luego volvieron al galope hacia los edificios para borrar los últimos vestigios del ominoso reinado de Jones. Irrumpieron en el guadarnés que se hallaba en un extremo del establo; los bocados, las argollas, las cadenas de los perros, los crueles cuchillos con los que el señor Jones acostumbraba a castrar a los cerdos y corderos, todos fueron arrojados al aljibe. Las riendas, las cabezadas, las anteojeras, los degradantes morrales fueron tirados al fuego en el patio, donde en ese momento se estaba quemando la basura. Igual destino tuvieron los látigos. Todos los animales saltaron de alegría cuando vieron arder los látigos. Snowball también tiró al fuego las cintas que generalmente adornaban las colas y crines de los caballos en los días de feria.
—Las cintas —dijo— deben considerarse como indumentaria, que es el distintivo de un ser humano. Todos los animales deben ir desnudos.
Cuando Boxer oyó esto, tomó el sombrerito de paja que usaba en verano para impedir que las moscas le entraran en las orejas y lo tiró al fuego con lo demás.
En muy poco tiempo los animales habían destruido todo lo que podía hacerles recordar el dominio del señor Jones. Entonces Napoleón los llevó nuevamente al depósito de forrajes y sirvió una doble ración de maíz a cada uno, con dos bizcochos para cada perro. Luego cantaron «Bestias de Inglaterra» de cabo a rabo siete veces seguidas, y después de eso se acomodaron para pasar la noche y durmieron como nunca lo habían hecho anteriormente.
Pero se despertaron al amanecer, como de costumbre, y, acordándose repentinamente del glorioso acontecimiento, se fueron todos juntos a la pradera. A poca distancia de allí había una loma desde donde se dominaba casi toda la granja. Los animales se dieron prisa en llegar a la cumbre y miraron a su alrededor, a la clara luz de la mañana. Sí, era de ellos; ¡todo lo que podían ver era suyo! Poseídos por este pensamiento, brincaban por doquier, se lanzaban al aire dando grandes saltos de alegría. Se revolcaban en el rocío, mordían la dulce hierba del verano, coceaban levantando terrones de tierra negra y aspiraban su fuerte aroma. Luego hicieron un recorrido de inspección por toda la granja y miraron con muda admiración la tierra labrantía, el campo de heno, la huerta, el estanque, el soto. Era como si nunca hubieran visto aquellas cosas anteriormente, y apenas podían creer que todo era de ellos.
Volvieron después a los edificios de la granja y, vacilantes, se detuvieron en silencio ante la puerta de la casa. También era suya, pero tenían miedo de entrar. Un momento después, sin embargo, Snowball y Napoleón empujaron la puerta con el hombro y los animales entraron en fila india, caminando con el mayor cuidado por miedo a estropear algo. Fueron de puntillas de una habitación a la otra, temerosos de alzar la voz, contemplando con una especie de temor reverente el increíble lujo que allí había: las camas con sus colchones de plumas, los espejos, el sofá de pelo de crin, la alfombra de Bruselas, la litografía de la Reina Victoria que estaba colgada encima del hogar de la sala. Estaban bajando la escalera cuando se dieron cuenta de que faltaba Mollie. Al volver sobre sus pasos descubrieron que la yegua se había quedado en el mejor dormitorio. Había tomado un trozo de cinta azul de la mesa de tocador de la señora Jones y, apoyándola sobre el hombro, se estaba admirando en el espejo como una tonta. Los otros se lo reprocharon ásperamente y salieron. Sacaron unos jamones que estaban colgados en la cocina y les dieron sepultura; el barril de cerveza fue destrozado mediante una coz de Boxer, y no se tocó nada más de la casa. Allí mismo se resolvió por unanimidad que la vivienda sería conservada como museo. Estaban todos de acuerdo en que jamás debería vivir allí animal alguno.
Los animales tomaron el desayuno, y luego Snowball y Napoleón los reunieron a todos otra vez.
—Camaradas —dijo Snowball—, son las seis y media y tenemos un largo día ante nosotros. Hoy debemos comenzar la cosecha del heno. Pero hay otro asunto que debemos resolver primero. Los cerdos revelaron entonces que, durante los últimos tres meses, habían aprendido a leer y escribir mediante un libro elemental que había sido de los chicos del señor Jones y que, después, fue tirado a la basura. Napoleón mandó traer unos botes de pintura blanca y negra y los llevó hasta el portón que daba al camino principal. Luego Snowball (que era el que mejor escribía) tomó un pincel entre los dos nudillos de su pata delantera, tachó «Granja Manor» de la traviesa superior del portón y en su lugar pintó «Granja Animal». Ése iba a ser, de ahora en adelante, el nombre de la granja. Después volvieron a los edificios, donde Snowball y Napoleón mandaron traer una escalera que hicieron colocar contra la pared trasera del granero principal. Entonces explicaron que, mediante sus estudios de los últimos tres meses, habían logrado reducir los principios del Animalismo a siete Mandamientos.
sos siete Mandamientos serían inscritos en la pared; formarían una ley inalterable por la cual deberían regirse en adelante, todos los animales de la «Granja Animal». Con cierta dificultad (porque no es fácil para un cerdo mantener el equilibrio sobre una escalera), Snowball trepó y puso manos a la obra con la ayuda de Squealer que, unos peldaños más abajo, le sostenía el bote de pintura. Los Mandamientos fueron escritos sobre la pared alquitranada con letras blancas, y tan grandes, que podían leerse a treinta yardas de distancia. La inscripción decía así:
LOS SIETE MANDAMIENTOS
1. Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
2. Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo.
3. Ningún animal usará ropa.
4. Ningún animal dormirá en una cama.
5. Ningún animal beberá alcohol.
6. Ningún animal matará a otro animal.
7. Todos los animales son iguales.
Estaba escrito muy claramente y exceptuando que donde debía decir «amigo», se leía «imago» y que una de las «S» estaba al revés, la redacción era correcta. Snowball lo leyó en voz alta para los demás. Todos los animales asintieron con una inclinación de cabeza demostrando su total conformidad y los más inteligentes empezaron enseguida a aprenderse de memoria los Mandamientos.
—Ahora, camaradas —gritó Snowball tirando el pincel—, ¡al henar! Impongámonos el compromiso de honor de terminar la cosecha en menos tiempo del que tardaban Jones y sus hombres.
En aquel momento, las tres vacas, que desde un rato antes parecían estar intranquilas, empezaron a mugir muy fuertemente. Hacía veinticuatro horas que no habían sido ordeñadas y sus ubres estaban a punto de reventar. Después de pensarlo un momento, los cerdos mandaron traer unos cubos y ordeñaron a las vacas con regular éxito pues sus patas se adaptaban bastante bien a esa tarea. Rápidamente hubo cinco cubos de leche cremosa y espumosa, que muchos de los animales miraban con gran interés.
—¿Qué se hará con toda esa leche? —preguntó alguien.
—Jones a veces empleaba una parte mezclándola en nuestra comida —dijo una de las gallinas.
—¡No os preocupéis por la leche, camaradas! —expuso Napoleón situándose delante de los cubos—. Eso ya se arreglará. La cosecha es más importante. El camarada Snowball os guiará. Yo os seguiré dentro de unos minutos. ¡Adelante, camaradas! El heno os espera.
Los animales se fueron en tropel hacia el campo de heno para empezar la cosecha y, cuando volvieron, al anochecer, notaron que la leche había desaparecido.
¡Cuánto trabajaron y sudaron para entrar el heno! Pero sus esfuerzos fueron recompensados, pues la cosecha resultó incluso mejor de lo que esperaban.
A veces el trabajo era duro; los aperos habían sido diseñados para seres humanos y no para animales, y representaba una gran desventaja el hecho de que ningún animal pudiera usar las herramientas que obligaban a empinarse sobre sus patas traseras. Pero los cerdos eran tan listos que encontraban solución a cada problema. En cuanto a los caballos, conocían cada palmo del terreno y, en realidad, entendían el trabajo de segar y rastrillar mejor que Jones y sus hombres. Los cerdos en verdad no trabajaban, pero dirigían y supervisaban a los demás. A causa de sus conocimientos superiores, era natural que ellos asumieran el mando. Boxer y Clover enganchaban los atalajes a la segadora o a la rastrilladora (en aquellos días, naturalmente, no hacían falta frenos o riendas) y marchaban resueltamente por el campo con un cerdo caminando detrás y diciéndoles: «Arre, camarada» o «Atrás, camarada», según el caso. Y todos los animales, incluso los más humildes, laboraron para aventar el heno y amontonarlo. Hasta los patos y las gallinas trabajaban yendo de un lado para el otro, todo el día a pleno sol, transportando manojitos de heno en sus picos. Al final terminaron la cosecha invirtiendo dos días menos de lo que generalmente tardaban Jones y sus peones. Además, era la cosecha más grande que se había visto en la granja. No hubo desperdicio alguno; las gallinas y los patos con su vista penetrante habían levantado hasta el último brote. Y ningún animal de la estancia había robado ni tan siquiera un bocado.
Durante todo el verano, el trabajo en la granja anduvo como sobre ruedas. Los animales eran felices como jamás habían imaginado que podrían serlo. Cada bocado de comida resultaba un exquisito manjar, ya que era realmente su propia comida, producida por ellos y para ellos y no repartida en pequeñas porciones y de mala gana por un amo gruñón. Como ya no estaban los inútiles y parasitarios seres humanos, había más comida para todos. Se tenían más horas libres también, a pesar de la inexperiencia de los animales.
Spoiler y expolio.
No es solo un cerdo: Napoleón como Joseph Stalin
Nada de esto es, claro está, un simple estudio del poder de un cerdo. Napoleón no tendría sentido alguno a menos que sepamos que es la mímesis de Joseph Stalin, quien fue Secretario General del Partido Comunista desde 1922 hasta su muerte, treinta años después. Como Napoleón, Stalin fue un maestro manejando las cuerdas detrás del escenario. Formó una policía secreta, el NKVD (posteriormente la KGB), que se comportaba como los perros de Napoleón, que a fin de cuentas, prueban su efectividad asesinando a Leon Trotsky, representado en Snowball, y uno de los mayores rivales de Stalin.
Al mismo tiempo, Stalin mantenía el control sobre los medios de comunicación, ordenando propaganda de él mismo en las cuales los niños lo miran con adoración. Utilizó su poder político básicamente para reescribir la historia rusa, dándose a sí mismo un rol mucho más importante en la Revolución de 1917 del que realmente fue, además de autodesignarse a él y a nadie más que a él, la responsabilidad de la victoria de la Segunda Guerra Mundial. Y mira esto: Nikita Jrushchov, quien estuvo a las órdenes de Stalin y fue el siguiente líder ruso, recordaba cómo, mientras que Stalin se convertía en un gigante de la historia rusa, él, realmente quería ser recordado por su modestia. ¡Ja! ¡Claro!
Al igual que Stalin usa la policía secreta para aferrarse al poder, Napoleón usa el ataque de sus perros para deshacerse de la oposición a la fuerza, de la misma forma en que calla a la disidencia y crea su propia imagen a través de Squealer y sus ovejas. Uno de los paralelismos más grandes entre Napoleón y Stalin tiene que ver con la forma en que se desploma la producción en la Granja Animal mientras Napoleón está al mando. Decide llenar los graneros de arena para esconder la pobre cosecha. Este episodio es una alusión de cómo Stalin desbarató la producción agrícola con sus Planes Quinquenales (que comenzaron en 1928). Cuando los planes resultaron en una inmensa hambruna por toda Rusia, Stalin hizo todo lo posible para ocultarla y hacer ver que a Rusia le estaba yendo mejor que antes (visita nuestra sección de “Simbolismo, imaginería y alegorías” para más detalles acerca de los Planes Quinquenales).
Claro está que se encontraron con muchas dificultades, por ejemplo: cuando cosecharon el maíz, tuvieron que pisarlo al estilo antiguo y eliminar los desperdicios soplando, pues la granja no tenía desgranadora, pero los cerdos con su inteligencia y Boxer con sus poderosos músculos los sacaban siempre de apuros. Todos admiraban a Boxer. Había sido un gran trabajador aun en el tiempo de Jones, pero ahora más bien semejaba tres caballos que uno; en determinados días parecía que todo el trabajo descansaba sobre sus forzudos hombros. Tiraba y arrastraba de la mañana a la noche y siempre donde el trabajo era más duro. Había acordado con un gallo que, éste, lo despertara media hora antes que a los demás, y efectuaba algún trabajo voluntario donde hacía más falta, antes de empezar la tarea normal de todos los días. Su respuesta para cada problema, para cada contratiempo, era: « ¡Trabajaré más fuerte! »; era como un estribillo personal.
Pero cada uno actuaba conforme a su capacidad. Las gallinas y los patos, por ejemplo, recuperaron cinco fanegas de maíz durante la cosecha, recogiendo los granos perdidos. Nadie robó, nadie se quejó de su ración; las discusiones, peleas y envidias que eran componente natural de la vida cotidiana en los días de antaño, habían desaparecido casi por completo. Nadie eludía el trabajo, o casi nadie. Mollie, en verdad, no era muy diligente para levantarse por la mañana, y tenía la costumbre de dejar el trabajo temprano, alegando que se le había introducido una piedra en el casco. Y el comportamiento de la gata era algo raro. Pronto se notó que cuando había trabajo, no se la encontraba. Desaparecía durante horas enteras, y luego se presentaba a la hora de la comida o al anochecer, cuando cesaba el trabajo, como si nada hubiera ocurrido. Pero siempre presentaba tan excelentes excusas y ronroneaba tan afablemente, que era imposible dudar de sus buenas intenciones. El viejo Benjamín, el burro, parecía no haber cambiado desde la rebelión. Hacía su trabajo con la misma obstinación y lentitud que antes, nunca eludiéndolo y nunca ofreciéndose tampoco para cualquier tarea extra. No daba su opinión sobre la rebelión o sus resultados. Cuando se le preguntaba si no era más feliz, ahora que ya no estaba Jones, se limitaba a contestar: «Los burros viven mucho tiempo. Ninguno de ustedes ha visto un burro muerto». Y los demás debían conformarse con tan misteriosa respuesta.
Los domingos no se trabajaba. El desayuno se tomaba una hora más tarde que de costumbre, y después tenía lugar una ceremonia que se cumplía todas las semanas sin excepción. Primero se izaba la bandera. Snowball había encontrado en el guadarnés un viejo mantel verde de la señora Jones y había pintado en blanco sobre su superficie un asta y una pezuña. Y esta enseña era izada en el mástil del jardín, todos los domingos por la mañana. La bandera era verde, explicó Snowball, para representar los campos verdes de Inglaterra, mientras que el asta y la pezuña significaban la futura República de los Animales, que surgiría cuando finalmente lograran derrocar a la raza humana. Después de izar la bandera, todos los animales se dirigían en tropel al granero principal donde tenía lugar una asamblea general, a la que se conocía por la Reunión. Allí se planeaba el trabajo de la semana siguiente y se suscitaban y debatían las decisiones a adoptar. Los cerdos eran los que siempre proponían las resoluciones. Los otros animales entendían cómo debían votar, pero nunca se les ocurrían ideas propias. Snowball y Napoleón eran, sin duda, los más activos en los debates. Pero se notó que ellos dos nunca estaban de acuerdo; ante cualquier sugerencia que hacía el uno, podía descontarse que el otro estaría en contra. Hasta cuando se decidió reservar el pequeño campo de detrás de la huerta como hogar de descanso para los animales que ya no estaban en condiciones de trabajar, hubo un tormentoso debate con referencia a la edad de retiro correspondiente a cada clase de animal. La Reunión siempre terminaba con la canción «Bestias de Inglaterra», y la tarde la dedicaban al ocio.
Los cerdos hicieron del guadarnés su cuartel general. Todas las noches, estudiaban herrería, carpintería y otros oficios necesarios, en los libros que habían traído de la casa. Snowball también se ocupó en organizar a los otros, en lo que denominaba Comités de Animales. Para esto, era incansable. Formó el Comité de producción de huevos para las gallinas, la Liga de las colas limpias para las vacas, el Comité para reeducación de los camaradas salvajes (cuyo objeto era domesticar las ratas y los conejos), el Movimiento pro-lana más blanca para las ovejas, y otros muchos, además de organizar clases de lectura y escritura. En general, estos proyectos resultaron un fracaso. El ensayo de domesticar a los animales salvajes, por ejemplo, falló casi de raíz. Siguieron portándose prácticamente igual que antes, y cuando eran tratados con generosidad se aprovechaban de ello. La gata se incorporó al Comité para la reeducación y actuó mucho en él durante algunos días. Cierta vez la vieron sentada en la azotea charlando con algunos gorriones que estaban fuera de su alcance. Les estaba diciendo que todos los animales eran ya camaradas y que cualquier gorrión que quisiera podía posarse sobre su garra; pero los gorriones prefirieron abstenerse.
Las clases de lectura y escritura, por el contrario, tuvieron gran éxito. Para otoño casi todos los animales, en mayor o menor grado, tenían alguna instrucción. Los cerdos ya sabían leer y escribir perfectamente. Los perros aprendieron la lectura bastante bien, pero no les interesaba leer otra cosa que los siete mandamientos. Muriel, la cabra, leía un poco mejor que los perros, y a veces, por la noche, acostumbraba a hacer lecturas para los demás, de los recortes de periódicos que encontraba en la basura. Benjamín leía tan bien como cualquiera de los cerdos, pero nunca ejercitaba sus capacidades.
Por lo que él sabía, dijo, no había nada que valiera la pena de ser leído. Clover aprendió el abecedario completo, pero no podía unir las palabras. Boxer no pudo pasar de la letra D. Podía trazar en la tierra A, B, C, D, con su enorme casco, y luego se quedaba parado mirando absorto las letras con las orejas hacia atrás, moviendo a veces la melena, tratando de recordar lo que seguía, sin lograrlo jamás. En varias ocasiones, es cierto, logró aprender E, F, G, H, pero cuando lo consiguió, fue para descubrir que había olvidado A, B, C y D. Finalmente decidió conformarse con estas cuatro letras, y solía escribirlas una o dos veces al día para refrescar la memoria. Mollie se negó a aprender más de las seis letras que componían su nombre. Las formaba con mucha pulcritud con pedazos de ramas, y luego las adornaba con una flor o dos y caminaba a su alrededor admirándolas.
Ningún otro animal de la granja pudo pasar de la letra A. También se descubrió que los más estúpidos como las ovejas, las gallinas y los patos eran incapaces de aprender de memoria los siete mandamientos. Después de mucho meditar, Snowball declaró que los siete mandamientos podían reducirse a una sola máxima expresada así: «¡Cuatro patas sí, dos pies no!». Esto, dijo, contenía el principio esencial del Animalismo. Quien lo hubiera entendido a fondo estaría asegurado contra las influencias humanas. Al principio, las aves hicieron ciertas objeciones pues les pareció que también ellas tenían solamente dos patas; pero Snowball les demostró que no era así.
—Las alas de un pájaro —explicó— son órganos de propulsión y no de manipulación. Por lo tanto deben considerarse como patas. La característica que distingue al hombre es la «mano», útil con el cual comete todos sus desafueros.
Las aves no acabaron de entender la extensa perorata de Snowball pero aceptaron sus explicaciones y hasta los animales más insignificantes se pusieron a aprender la nueva máxima de memoria. «¡Cuatro patas sí, dos pies no! » fue inscrita en la pared del fondo del granero, encima de los siete mandamientos y con letras más grandes. A las ovejas les encantó y cuando se la aprendieron de memoria la balaban una y otra vez, hasta cuando descansaban tendidas sobre el campo y su «¡Cuatro patas sí, dos pies no!», se oía por horas enteras, repetido incansablemente.
Napoleón no se interesó por los comités creados por Snowball. Dijo que la educación de los jóvenes era más importante que cualquier cosa que pudiera hacerse por los adultos. Entretanto sucedió que Jessie y Bluebell habían parido poco después de cosechado el heno. Entre ambas, habían dado a la Granja nueve cachorros robustos. Tan pronto como fueron destetados, Napoleón los separó de sus madres, diciendo que él se haría cargo de su educación. Se los llevó a un desván, al que sólo se podía llegar por una escalera desde el guadarnés, y allí los mantuvo en tal grado de reclusión, que el resto de la granja pronto se olvidó de su existencia.
El misterio del destino de la leche se aclaró pronto: se mezclaba todos los días en la comida de los cerdos. Las primeras manzanas ya estaban madurando, y el césped de la huerta estaba cubierto de fruta caída de los árboles. Los animales creyeron, como cosa natural, que aquella fruta sería repartida equitativamente; un día, sin embargo, se dio la orden de que todas las manzanas caídas de los árboles debían ser recolectadas y llevadas al guadarnés para consumo de los cerdos. A poco de ocurrir esto, algunos animales comenzaron a murmurar, pero en vano. Todos los cerdos estaban de acuerdo en este punto, hasta Snowball y Napoleón. Squealer fue enviado para dar las explicaciones necesarias.
—Camaradas —gritó—, imagino que no supondréis que nosotros los cerdos estamos haciendo esto con un espíritu de egoísmo y de privilegio. Muchos de nosotros, en realidad, tenemos aversión a la leche y a las manzanas. A mí personalmente no me agradan. Nuestro único objeto al comer estos alimentos es preservar nuestra salud. La leche y las manzanas (esto ha sido demostrado por la Ciencia, camaradas) contienen substancias absolutamente necesarias para la salud del cerdo. Nosotros, los cerdos, trabajamos con el cerebro. Toda la administración y organización de esta granja depende de nosotros. Día y noche estamos velando por vuestra felicidad. Por vuestro bien tomamos esa leche y comemos esas manzanas. ¿Sabéis lo que ocurriría si los cerdos fracasáramos en nuestro cometido? ¡Jones volvería! Sí, ¡Jones volvería! Seguramente, camaradas —exclamó Squealer casi suplicante, danzando de un lado a otro y moviendo la cola—, seguramente no hay nadie entre vosotros que desee la vuelta de Jones.
Ciertamente, si había algo de lo que estaban completamente seguros los animales, era de no querer la vuelta de Jones. Cuando se les presentaba de esta forma, no sabían qué decir. La importancia de conservar la salud de los cerdos, era demasiado evidente. De manera que se decidió sin discusión alguna, que la leche y las manzanas caídas de los árboles (y también la cosecha principal de manzanas cuando éstas maduraran) debían reservarse para los cerdos en exclusiva.
ara fines de verano, la noticia de lo ocurrido en la «Granja Animal» se había difundido por casi todo el condado. Todos los días, Snowball y Napoleón enviaban bandadas de palomas con instrucciones de mezclarse con los animales de las granjas colindantes, contarles la historia de la Rebelión y enseñarles los compases de «Bestias de Inglaterra».
Durante la mayor parte de ese tiempo, Jones permanecía en la taberna «El León Colorado», en Willingdon, quejándose a todos los que quisieran escucharle, de la monstruosa injusticia que había sufrido al ser arrojado de su propiedad por una banda de animales inútiles. Los otros granjeros se solidarizaron con él, aunque no le dieron demasiada ayuda. En su interior, cada uno pensaba secretamente si no podría en alguna forma transformar la desgracia de Jones en beneficio propio. Era una suerte que los dueños de las dos granjas que lindaban con «Granja Animal» estuvieran siempre enemistados. Una de ellas, que se llamaba Foxwood, era una granja grande, anticuada y descuidada, cubierta de arboleda, con sus campos de pastoreo agotados y los cercados en un estado lamentable. Su propietario, el señor Pilkington, era un agricultor señorial e indolente que pasaba la mayor parte del tiempo pescando o cazando, según la estación. La otra granja, que se llamaba Pinchfield, era más pequeña y estaba mejor cuidada. Su dueño, un tal Frederick, era un hombre duro, astuto, que estaba siempre pleiteando y tenía fama de hábil negociador. Los dos se odiaban tanto que era difícil que se pusieran de acuerdo, ni aun en defensa de sus propios intereses. Ello no obstante, ambos estaban completamente asustados por la rebelión de la «Granja Animal» y muy ansiosos por evitar que sus animales llegaran a saber mucho del acontecimiento. Al principio, aparentaban reírse y desdeñar la idea de unos animales administrando su propia granja. «Todo este asunto se terminará de la noche a la mañana», se decían. Afirmaban que los animales en la «Granja Manor» (insistían en llamarla «Granja Manor» pues no podían tolerar el nombre de «Granja Animal»), se peleaban continuamente entre sí y terminarían muriéndose de hambre. Pasado algún tiempo, y cuando los animales evidentemente no perecían de hambre, Frederick y Pilkington cambiaron de tono y empezaron a hablar de la terrible maldad que florecía en la «Granja Animal». Difundieron el rumor de que los animales practicaban el canibalismo, se torturaban unos a otros con herraduras calentadas al rojo y practicaban el amor libre. «Ése es el resultado de rebelarse contra las leyes de la Naturaleza», sostenían Frederick y Pilkington.
Sin embargo, nunca se dio mucho crédito a estos cuentos. Rumores acerca de una granja maravillosa de la que se había expulsado a los seres humanos y en la que los animales administraban sus propios asuntos, continuaron circulando en forma vaga y falseada, y durante todo ese año se extendió una ola de rebeldía en la comarca. Toros que siempre habían sido dóciles se volvieron repentinamente salvajes; había ovejas que rompían los cercados y devoraban el trébol; vacas que volcaban los baldes cuando las ordeñaban; caballos de caza que se negaban a saltar los setos y que lanzaban a sus jinetes por encima de sus orejas. A pesar de todo, la tonada y hasta la letra de «Bestias de Inglaterra» eran conocidas por doquier. Se habían difundido con una velocidad asombrosa. Los seres humanos no podían detener su furor cuando oían esta canción, aunque aparentaban considerarla sencillamente ridícula. No podían entender, decían, cómo hasta los animales mismos se atrevían a cantar algo tan deleznable. Cualquier animal que era sorprendido cantándola, se le azotaba en el acto. Sin embargo, la canción resultó irreprimible: los mirlos la silbaban en los vallados, las palomas la arrullaban en los álamos y hasta se reconocía en el ruido de las fraguas y en el tañido de las campanas de las iglesias. Y cuando los seres humanos la escuchaban, temblaban secretamente, pues presentían en ella un augurio de su futura perdición.
A principios de octubre, cuando el maíz había sido cortado y entrojado y parte del mismo ya había sido trillado, una bandada de palomas cruzó a toda velocidad y se posó, muy excitada, en el patio de «Granja Animal». Jones y todos sus peones, con media docena más de hombres de Foxwood y Pinchfield, habían atravesado el portón y se aproximaban por el sendero hacia la casa. Todos esgrimían palos, exceptuando a Jones, que marchaba delante con una escopeta en la mano. Evidentemente iban a tratar de reconquistar la granja.
Esta eventualidad, hacía tiempo que estaba prevista y, en consecuencia, se habían adoptado las precauciones necesarias. Snowball, que había estudiado las campañas de Julio César en un viejo libro, hallado en la casa, estaba a cargo de las operaciones defensivas. Dio las órdenes rápidamente y en contados minutos, cada animal ocupaba su puesto de combate.
Cuando los seres humanos se acercaron a los edificios de la granja, Snowball lanzó su primer ataque. Todas las palomas —eran unas treinta y cinco— volaban sobre las cabezas de los hombres y los ensuciaban desde lo alto; y mientras los hombres estaban preocupados eludiendo lo que les caía encima, los gansos, escondidos detrás del seto, los acometieron picoteándoles las pantorrillas furiosamente. Pero aquélla era una simple escaramuza con el propósito de crear un poco de desorden, y los hombres ahuyentaron fácilmente a los gansos con sus palos. Snowball lanzó la segunda línea de ataque: Muriel, Benjamín y todas las ovejas, con Snowball a la cabeza, avanzaron embistiendo y achuchando a los hombres desde todos los lados, mientras Benjamín se volvió y comenzó a repartir coces con sus patas traseras. Pero, de nuevo los hombres, con sus palos y sus botas claveteadas, fueron demasiado fuertes para ellos, y repentinamente, al oírse el chillido de Snowball, que era la señal para retirarse, todos los animales dieron media vuelta y se metieron, por el portón, en el patio.
Los hombres lanzaron un grito de triunfo. Vieron —es lo que imaginaron— a sus enemigos en fuga y corrieron tras ellos en desorden. Eso era precisamente lo que Snowball esperaba. Tan pronto como estuvieron dentro del patio, los tres caballos, las tres vacas y los demás cerdos, que habían estado al acecho en el establo de las vacas, aparecieron repentinamente detrás de ellos, cortándoles la retirada. Snowball dio la señal para la carga. Él mismo acometió a Jones. Éste lo vio venir, apuntó con su escopeta e hizo fuego. Los perdigones dejaron su huella sangrienta en el lomo de Snowball, y una oveja cayó muerta. Sin vacilar un instante, Snowball lanzó sus quince arrobas contra las piernas de Jones, que fue a caer sobre una pila de estiércol mientras la escopeta se le escapó de las manos. Pero el espectáculo más aterrador lo ofrecía Boxer, encabritado sobre sus cuartos traseros y coceando como un semental con sus enormes cascos herrados. Su primer golpe lo recibió en la cabeza un mozo de la caballeriza de Foxwood, quedando tendido exánime en el barro. Al ver este cuadro, varios hombres, dejaron caer sus palos e intentaron escapar. Pero los agarrotó el pánico y, al momento, los animales estaban corriendo tras ellos por todo el patio. Fueron corneados, coceados, mordidos, pisados. No hubo ni un animal en la granja que no se vengara a su manera. Hasta la gata saltó repentinamente desde una azotea sobre la espalda de un vaquero y le clavó sus garras en el cuello, haciéndole gritar horriblemente. En el momento en que la salida estuvo clara, los hombres se alegraron de poder escapar del patio y huir como un rayo hacia el camino principal. Y así, a los cinco minutos de su invasión, se hallaban en vergonzosa retirada por la misma vía de acceso, con una bandada de gansos picoteándoles las pantorrillas a lo largo de todo el camino.
Todos los hombres se habían ido, menos uno. Allá en el patio, Boxer estaba empujando con la pata al mozo de caballeriza que yacía boca abajo en el barro, tratando de darle vuelta. El muchacho no se movía.
—Está muerto —dijo Boxer tristemente—. No tuve intención de hacerlo. Me olvidé de que tenía herraduras. ¿Quién va a creer que no hice esto adrede?
—Nada de sentimentalismo, camarada —gritó Snowball, de cuyas heridas aún manaba sangre—. La guerra es la guerra. El único ser humano bueno es el que ha muerto.
—Yo no deseo quitar una vida, ni siquiera humana —repitió Boxer con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Dónde está Mollie? —inquirió alguien.
En efecto, faltaba Mollie. Por un momento se produjo una gran alarma; se temió que los hombres la hubieran lastimado de alguna forma, o tal vez que se la hubiesen llevado consigo. Al final, la encontraron escondida en su casilla, en el establo, con la cabeza enterrada en el heno del pesebre. Se había escapado tan pronto como sonó el tiro de la escopeta. Y, cuando los otros retornaron de su búsqueda, se encontraron con que el mozo de caballeriza, que en realidad sólo estaba aturdido, se había repuesto y huido. Los animales se congregaron muy exaltados, cada uno contando a voz en grito sus hazañas en la batalla. En seguida se realizó una celebración improvisada de la victoria. Se izó la bandera y se cantó varias veces «Bestias de Inglaterra», y luego se le dio sepultura solemne a la oveja que murió en la acción, plantándose una rama de espino sobre su tumba. En dicho acto Snowball pronunció un discurso, recalcando la necesidad de que todos los animales estuvieran dispuestos a morir por «Granja Animal», si ello fuera necesario.
Los animales decidieron unánimemente crear una condecoración militar: «Héroe Animal, de Primer Grado», que les fue conferida en ese mismo instante a Snowball y Boxer. Consistía en una medalla de bronce (en realidad eran unos adornos de bronce para caballerías encontrados en el guadarnés}, que debía usarse los domingos y días de fiesta. También se creó la de «Héroe Animal, de Segundo Grado», qué le fue otorgada, póstumamente, a la oveja muerta.
Se discutió mucho acerca del nombre que debía dársele a la batalla. Al finarse la llamó la «Batalla del Establo de las Vacas», pues fue allí donde se realizó la emboscada. La escopeta del señor Jones fue hallada en el barro y se sabía que en la casa había proyectiles. Se decidió colocar la escopeta al pie del mástil, como si fuera una pieza de artillería, y dispararla dos veces al año; una vez, el cuatro de octubre, aniversario de la «Batalla del Establo de las Vacas», y la otra, el día de San Juan, aniversario de la Rebelión.
Poder blando sería el poder que se ejerce haciendo un tipo de comportamiento hegemónico a través de la cultura. Poder duro, como se podrán imaginar, es lo mismo pero mediante la violencia.
“Os quiero piadosos, alegres, optimistas, trabajadores y pillos” (San Josemaría en una frase que podría concordar en talante con Martin Venator mirando desde la atalaya que da la experiencia tanto al Emboscado como al Trabajador -que también son Venator pero ahora mejores, en cuanto que son Venator-, o con John Galt recordando sus mocedades como el explosivo aspergeriano Howard Roark, o con Xi Jing Ping rindiendo tributo a quienes hicieron posible la China de hoy como primer referente planetario -Zhou, Liu, Deng, sin los cuales en ese inmenso territorio no habría sino un estado fallido a caballo entre 55 DIAS EN PEKIN y una Banda de los Cuatro hibridada con los Jemeres Rojos, paisajes políticos que años más tarde en clave islámica llegamos a contemplar en Afganistan, Irak o Libia, pero que en China habría supuesto la implicación de varios miles de millones de personas y un no pequeño arsenal nuclear- pero, no obstante, sin caer en los errores liquidacionistas de Gorbachov con la Perestroika o en el hipócrita ejercicio de exorcismo de Kruschev contra Stalin, superando las muchas y nada baladíes incompleteces de Mao no desde la inoportunidad estridente del gesto sino desde el acierto tácito de la gestión -en esa misma línea ha de recordarse cómo el Putin Amo da la vuelta y desarticula la nocividad del yeltsinato sin cambiar la Constitución impuesta por Yeltsin, que no se revisa hasta fecha mucho más reciente, cuando la recuperación putiniana está plenamente consolidada: lección para tantos bizantinistas de lo constitucional, más amigos de la letra que del espíritu que trasciende e incluso puede subvertir a la letra-)
Pienso en la sonrisa alienígena, distante, de Fernando Hillbeck en LA ESCOPETA NACIONAL (traducción berlanguiana de la expresión arquetípicamente extraterrestre del megacomisario desarrollista López Rodó y se solapa con la cordialidad trasmundana -gélida calidez en su lejanía impersonalmente cortés- de Xi Jing Ping y sus huestes envolviendo un planeta convulso y a la deriva en sus sedosas rutas sin ápice de indecisión ni remordimientos, con la plena conciencia de ser superiores en tanto que pragmáticos, aunando la prospectiva -el credo, religión como pulsión organizadora a partir de un CENTRO- con la visión cercana de la logística: Confucio o confusión, el único, último, dilema -frente a las anécdotas de ideologías y revoluciones, la constante de una dinámica cosmovisional que está de vuelta de todos los postureos-)… En cuanto a la relación opusina con Lo Divino, el quid pro quo, el toma y daca, la pulsión contractual, el sentido reverencial del dinero en consonancia con Dios (practicando sin complejos la síntesis "protestante" con que Maeztu se mantiene fiel a la impronta de William James en tanto se postra ante el padre Zacarías en lo que no es conversión sino un continuum en devenir), es algo taaaaan chino... (y tan funcional: sólo en los momentos más catastróficos de la República Popular se pretende combatir frontalmente el binomio Dios + Dinero sin comprender que el secreto no está en el choque sino en la adecuación perogrullesca de la Contemplación y la Gestión, de la plegaria y el martillo). Otro rasgo muy chino del Opus es el calculado autoempequeñecimiento como estrategia de interactuación social que contrasta con los muchos rasgos de azuzamiento de la autoestima en las máximas y consejas del santo dirigidas a los iniciados (podríamos hablar de una estrategia de Poder pasivo/agresiva, ya practicada previamente por el no menos cristianísimo contable Oliveira Salazar -por fuerza, en su mezcla de ambiciones mundanas y divinas, Escrivá tenía que conocer el ascenso y consolidación del salazarismo- en su encabalgamiento sobre los poderes militares que lo requirieron -el Portugal del 29 y la España del 59 resultan muy parejas en este aspecto de estamento militar que necesita a cerebrines civiles porque “no salen las cuentas”: tal vez podría considerarse similar en intención aunque los resultados en parte variasen por la diferencia de doctrinas económicas, la mixtura de Pinochet con los Chicago Boys en el primer ensayo práctico de gestión neoliberal, donde queda claro que, como ocurriría casi una década más tarde con Thatcher y con los propios chinos a comienzos de los 90, sólo se puede jugar con Hayek y compañía bajo la férula de un Poder político fuerte que no llegue a hacerse rehén del Mercado aunque le dé bastante manga ancha, y esta fortaleza es más discutible, si trascendemos los tópicos propagandísticos, en el caso del reaganismo por la mucho más dispersa concentración de poderes que caracteriza la política usaca, como hemos podido ver con la defenestración de presidentes “incorrectos” como Nixon o Trump; volviendo a Pinochet y ligándolo directamente con el Opus, éste fue uno de los pocos sectores de la Iglesia Católica que no chocaron con el régimen militar, al punto de que uno de los partidos pro/Pinochet en el famoso referendum de mediados de los 80 sobre su permanencia o no fue la Unión Democrática Independiente, vinculada a la Obra-).
Se me dirá que esa especie de optimismo implacable en su himenóptera Marcha Adelante que caracteriza tanto a opusinos como a chinos contrasta con la actitud hosca de Zaius, siempre alerta a cualquier bajada de guardia que debilite la otredad de los simios mutantes respecto a los errores de quienes los crearon (aquí las narraciones de uno de los libros de Dixon, MAN AFTER MAN, vienen mucho al caso, especialmente la referencia a una de las especies posthumanas, los Viajantes, quienes tienen una memoria colectiva, jungiana, de cómo "se llegó a esto" y no desean repetir el bucle autodestructivo). Pero esa hosquedad ya la encontramos en las polémicas feroces mantenidas por los opusinos Calvo Serer y Pérez Embid (los elementos opusinos más ayatollescos, quienes conjugaban sin problema una tonante fe integrista con la apuesta pragmatista por los avances tecnológicos, a la sombra legendaria del megaZaius español del XIX, Menéndez y Pelayo) con los “azules” Laín Entralgo y Antonio Tovar (el meollo de esa polémica sobre el SER de España no era privativo de ésta: sería en la circunstancia nipona vuelto narrativa caudalosa en la tetralogía de Mishima EL MAR DE LA FERTILIDAD y en la coyuntura teutona estaba alimentando buena parte de la obra de Ernst y Friedrich Georg Jünger o, algo antes, del singular tecnócrata prematuramente truncado Walter Rathenau - y, claro está, daría pie a los choques dialécticos entre Zaius y Taylor sobre quién valía más, el Humano destructor o el Simio que construía a partir de las ruinas: APE AFTER MAN, de nuevo guiño a las especulaciones antropozoológicas de Dixon-), o en la sempiterna cautela del taciturno Carrero frente al siempre impredecible sector falangista, funambulescamente bipolarizado entre el delirio y la picaresca (sólo el siempre subvalorado Arrese, desde su buena relación con el Caudillo aunque sin el ascendente que podía tener el Almirante, estuvo en situación con su plan a mediados de los 50 de racionalizar, pragmatizar, encorsetar institucionalizando esa pendiente -por vaporosa- "revolución" nacional/sindicalista
Pero era mucha tarea para un hombre solo -y realmente estaba solo en aquella jaula de grillos donde tal vez la vocación centrista de un Ridruejo “recuperado” y no desencantado para entonces, capaz de asumir el concepto de “rassemblement” que no mucho después permitiría cohabitar en un mismo esquema de gobierno a De Gaulle y Malraux, podría haberlo acompañado, enriqueciéndola en matices integradores, en su misión ¿imposible?-) y que, en su creciente peronización (al caer el Eje sólo queda el amigo argentino como referente vinculado a la facticidad: es interesante cómo en el 77, año de entierro definitivo del tardofranquismo -lo del 23F sería muy otra historia más allá de los reduccionismos epiteliales-, dos eventos tan antitéticos dentro del mundillo "nacional" como el breve auge del hedillismo y la matanza de Atocha tienen no poco que ver con dos moldes peronistas no menos antagónicos, los Montoneros y la derecha sindical cercana a la Triple A) primero con el elemental Girón y ese calco a pequeña escala que fue su gestión en el Mº de Trabajo (gestión finalizada justo después del golpe que apearía a Perón y que obligaría a Franco, ya enredado en los pactos usacos y la entrada en la ONU, a mover ficha) y después (como presagio del retorno del viudo de Evita a retomar las riendas del Poder titiriteando a diestros y zurdos) con el sinuoso y mucho más decisivo Emilio Romero (decisivo en términos de devenir postfranquista), acabarán por arrasar la Obra constructora de Carrero y allanar el camino al rodillo con ínfulas priístas PSOE/PRISA (como símbolo formal definitivo esa entrega de EPILOGO, la serie mortuoria de CANAL +, en donde se ve el tributo que su discípulo amado Juan Luis Cebrian, el Goebbels felipista -y con lo de Goebbels, conste, hago referencia a su eficaz “ingeniería” mediática sin pretender tópicas demonizaciones, pues, en primer lugar, si el tullido maestro de la propaganda parda estaba claramente subordinado a Hitler, en la relación PRISA y PSOE, la cosa es más de “tanto monta…” y, desde luego, pesando siempre algo más en el montaje Polanco y su emporio: sólo a la muerte de éste, la cosa cambiará hasta el punto de que nuevos piratas de los media, con Roures a la cabeza, serán promocionados desde Moncloa en detrimento del una vez ¿todo?poderoso Cebrian, hoy casi tan patéticamente “emérito” como el monarca que lo vio medrar-, le dedica tras su óbito a don Emilio): no es de recibo que, tras la defenestración del (by the way) una vez opusino Suárez (y también by the way, es interesante cómo ese perfil ansiosamente trampantojadizo a lo General della Rovere que algún biógrafo le atribuye al Suárez previo a su cargo como presidente calza a la perfección con las peripecias de Escrivá hasta lograr la plena institucionalización de su Obra), las brusquedades gironianas y las arterías de Romero se conjugasen/consumasen tras el 82 en la superación del golpismo por la muy cínica vía de fagocitar en las cloacas de Interior a los restos del búnker (connivencia sumergida por lustros que estallaría a plena luz del día en el 97 con el escándalo del súbitamente fascistizado diario YA y los videos de Pedro J -una vez más delirios de grandeza mezclados con mercenaria picaresca- a mayor gloria de los flecos parapoliciales del PSOE y de su muñidor Rodríguez Menéndez), o en la no menos cínica coexistencia del GAL con las conversaciones de Argel (cuando ETA, a mayor gloria del partido del GAL, acabó con el último reducto de irredentismo golpista, esto es, Ynestrillas padre, quien había planeado atentar contra las cúpulas de Gobierno y Jefatura del Estado inspirándose en la muerte de Sadat -suprema ironía que su hijo Ricardo, militando en PODEMOS, se hallase más cerca del factor destructivo tanto de la monarquía como del propio PSOE, claro que un factor más viralmente patógeno en su metástasis demagógica que el de su progenitor lo fue pretorianamente regeneracionista en su frustrada quirúrgica de amputación-)
O en la engañosa prosperidad felipista (parodia del desarrollismo carreriano -siempre más atento a asumir en la medida de lo posible la síntesis que planteó De Gaulle con su V República nacida de un golpe militar- troyanizada con la inoculación del virus neoliberal -más tarde, incidiendo aún más en la caricatura, Menem haría la copia en Argentina para su dolarización del peroni$mo-), prosperidad que, con la defección de Alfonso Guerra como coartada "de izquierda" y la posterior muerte de Polanco como generador nuclear prisaico, dejaría de funcionar como PARTIDO UNICO REVOUCIONARIO/INSTITUCIONAL y abriría el camino para la disensión, primero con la burbuja aznariana (que, con su azañismo impostado y sus concesiones a Pujol, pretendía jugar a lo mismo pero desde la otra acera) y, ya a partir del 14M de 2004, con la instalación del reality guerracivilista, la okupación de cargos por la marabunta de ineptos (el felipismo sería perverso pero, al menos, se movía en su corrupción por criterios de funcionalidad) y la suprema traición de Rajoy con su low profile (que supuso el harakiri de toda una oposición al entrópico statu quo: su presunto pragmatismo economicista, por cierto, se sitúa en las antípodas del desarrollismo carreriano, como expresión de una ¿derecha? autocastrada a partir de 2008 con el viraje en la cuestión vasca y la ulterior herencia asumida sin rebozo de la hoja de ruta zapateril -abandonando lo único realmente interesante de la gestión de Aznar, su lucha contra la violencia abertzale desde las instituciones, sin chapuceros atajos sumergidos-).
Ayatollahs y científicos: abunda en el pasado siglo el binomio en nuestro país de sujetos que concilian como presagios de Zaius la ciencia y la creencia (esto es, el compromiso ¿político? ¿religioso? con modelos autoritarios, como siguiendo en su etopeya de un modo más literal la ruta que Costa metaforizó en su expresión "cirujano de hierro": a fin de cuentas, todo modelo que aspire unir autoridad y funcionalidad es básicamente quirúrgico, y hasta en los elementos más anárquicos, el desapego stirneriano matizado por el ansia de eficacia tiñe de pesimismo la visión de los presuntamente prójimos y da pie a médicos tan sui géneris como Baroja -en su breve ejercicio clínico-, Benn o Destouches, antecedentes, cada uno a su modo siempre incorrecto, del sobrehumano Gregory House, dictatorialmente antiautoritario-, caso de Carracido, Marañón, Negrín, Laín, Albareda, Torroja, López Ibor, Lora Tamayo, sin olvidar a los pensadores interesados en la praxis científica (D'Ors -que incluso llegó a ser gestor en ese campo durante su mocedad catalanista y también colaboró en los primeros intentos de reconstrucción de una institución científica franquista en la primerísima postguerra-, Ortega con su raciovitalismo, el ya mentado Vintila Horia, el Dalí arcádico en sus visiones sociales y vanguardista en su atención por el átomo y el adn, todos parientes en sus pulsiones desde la creencia hacia la ciencia del Jünger entomólogo). Es interesante contemplar el devenir sociopolítico de España en el siglo XX desde el prisma de la investigación científica para descubrir, en los momentos de mayor penuria, lo mucho que se tiene en común con el mundo que deberá gestionar Zaius un milenio de éstos (¿la agenda 3030? he, he…). .…
CODA PALEOTECNOZOICA A MODO DE PULP/FICTION // El octOPUSimio descendiente (milloenésima generación) del doctor Zaius, encerrado en su estudio situado en la copa de un megatronco de neoliquen, prepara el nuevo pliego de disposiciones que conjuguen las nuevas estrategias de intercambio de bienes con la autárquica directriz del Centro de Mando (interesante la manera de elaborar dicho pliego: dictándolo -esto es, ejerciendo su rol de dictador- telepáticamente al camarada pregonero, que lo va reconvirtiendo en patrones gráficos sobre su piel para después comunicarlo a su homólogo pregonero de la vecina arboricolonia y así sucesivamente, en una versión cromatofórica del Pony Express). Son tiempos de reforma, de reforma en espiral, conjugando la experiencia con las visiones de futuro en esa a modo de síntesis hegeliana (deja vu profético) del alguna vez llamado Eterno Retorno. Solamente una especie tan adaptable tanto física como mentalmente como los cefalópodos podría lograrlo sin embarrancar como tantas otras veces en los juegos siempre azarosos del Poder con la I+D… Además, este neoZaius a feira, a diferencia del original, no está lastrado por hamletianos karmas de ser a un tiempo criatura mutada en laboratorio y rebelde a su origen desde presupuestos científicos adquiridos en ese mismo laboratorio. Su proceso de desarrollo neuronal (que lo hace desacomplejadamente malicioso y astuto, solamente volcado a la funcionalidad) procede del propio devenir natural, tras unos cuantos reajustes tectónicos, extinciones masivas, algún meteorito que otro que no respetó las normas de tráfico… hasta modelar este proceso de ¿homini?zación en el que el secreto estriba en la conjugación de una cerebración poderosa no coartada (como en los cefalópodos de otrora) por una limitadísima esperanza de vida. Aquí sí puede hablarse del Gran Milagro: que un octOPUSimio puede adquirir la categoría de Venerable y desde tal matusalénica atalaya, dejar un legado que alimente a nuevas generaciones ávidas de continuar la espiral de aprendizaje y evolución, no (como en el pasado) en choque miope con el entorno, sino a la manera octópoda, sinuosa, SIMBIONTE. Simbiosis, el concepto que los humanos nunca llegaron a aprehender desde que abandonaron la organicidad de Pero Grullo por la atomización del Mago de Oz, el apego a la realidad por el escapismo del reality, la idolatría de la autoestima (esa diabólica palabra, “orgullo”) secuestrando y deformando la conciencia de los propios límites. SIMBIOSIS: hela ahí LA CLAVE.
And to the Eastern country for whose sake he died, and to our own land for whose honour his life was given, he has left a memory that must be like the roses—for ever fragrant, and for ever sweet.
La lucha contra las falsas ideas es como la vacuna: Solamente cuando el virus inoculado obra sus efectos, queda fortalecida la resistencia a la infección. Las plantas cultivadas en invernaderos difícilmente alcanzan un grado aceptable de vitalidad.
¿No había llegado acaso el momento del relevo?
En ocasiones, Main se hace esta pregunta. Pero inmediatamente rechaza la idea. No; el momento del descanso está lejos todavía. Quedan muchas cosas por terminar y más por purgar.
¿Será Idrissa Gana Gueye el primer negro en jugar para os porcos bravos?
Nas rúas, a miña cor é unha bandeira, a pegada dos seus crimes,
o olor do alcol e a mariguana, a planificada falta de mañá.
"Todos somos Ucrania, abajo la ensaladilla rusa. Muerte al tirano invasor Putín". Las vedettes sistémicas e illuminati se apresuran a dar sus muestras de adhesión al régimen golpista del Euro-Maidán, a los carniceros del batallón Azov y a su paladín Zelenski, los nuevos juguetes favoritos de la OTAN.
Allí está el diligente Bono de U2, que no se pierde ningún sarao, dando el cante en el metro de Kiev. Y no podían faltar las sacerdotisas del arte satánico-conceptual Yoko Ono y Marina Abracadabramovic, aportando su granito de arena a la causa, para demostrarnos lo humanitarias y buenas personas que son.
También los pederastas y cocainómanos de Hollywood nos muestran su lado más
tierno y se solidarizan con los pobrecitos ucranianos, con el mediocre Michael Douglas a la cabeza. Y no nos olvidemos de las Mk-Ultra que arrasan en Instagram, como la ínclita Lady Gaga.
Y por si fuera poco, ahora llegan el tongo del festival de Euro-Sión (ese laboratorio de operaciones psicológicas) y de postre las gilipolladas del chef José Andrés...
Los mismos que dieron ejemplo a las masas durante la Plandemia, ofreciendo su brazo a las farmacéuticas para que, en su caso, les inocularan placebo (aunque siempre habrá pobres desgraciados como Nadal o Resines) nos indican el Camino Recto; qué debemos creer, a quién tenemos que seguir.
Todos a obedecer a la Logia, no queda otra.
Si (el sable oscuro) no se gana en combate y cae en manos de los que no lo merecen, será una maldición para la nación. Galizalbion será devastada y su gente se dispersará a los cuatro vientos.
Larga vida al Imperio
A medida que el invierno se aproximaba, Mollie se volvió más y más fastidiosa. Llegaba tarde al trabajo todas las mañanas con el pretexto de que se había quedado dormida, quejándose de dolencias misteriosas, aun cuando su apetito era excelente. Con cualquier disculpa se escapaba del trabajo para ir al bebedero, donde se quedaba parada mirando su reflejo en el agua como una tonta. Pero también había rumores de algo más serio. Un día que Mollie entraba alegremente al patio, meneando su larga cola y mascando un tallo de heno, Clover la llamó a un lado.
–Mollie, le dijo, tengo algo muy serio que decirte. Esta mañana te vi mirando por encima del cerco que separa a Granja Animal de Foxwood. Uno de los hombres del señor Pilkington estaba parado al otro lado del cerco. Yo estaba a cierta distancia, pero estoy casi segura de que vi esto: él te estaba hablando y le permitías que te acariciara el hocico. ¿Qué significa eso, Mollie?
–¡El no lo hizo! ¡Yo no estaba! ¡No es verdad!, gritó Mollie, empezando a hacer cabriolas y a patear el suelo.
–¡Mollie! Mírame en la cara. ¿Puedes darrme tu palabra de honor de que ese hombre no te estaba acariciando el hocico?
–¡No es verdad!, repitió Mollie, pero noo podía mirar a la cara a Clover, y al instante tomó las de Villadiego, huyendo al galope hacia el campo.
A Clover se le ocurrió algo. Sin decir nada a nadie, se fue a la pesebrera de Mollie y revolvió, la paja con su pata. Escondida bajo la paja había una pequeña pila de terrones de azúcar y varios montones de cintas de distintos colores. Tres días después Mollie desapareció. Durante varias semanas no se supo nada respecto a su paradero; luego las palomas informaron que la habían visto al otro lado de Willingdon. Estaba entre las varas de un coche elegante pintado de rojo y negro, que se encontraba parado ante una taberna. Un hombre gordo, de cara colorada, con pantalones a cuadros y polainas, que parecía un tabernero, le estaba acariciando el hocico y dándole de comer azúcar. El pelaje de Mollie estaba recién cortado, y ella llevaba una cinta escarlata en la melena. "Daba la impresión de que estaba a gusto", dijeron las palomas. Ninguno de los animales volvió a mencionar a Mollie.
En enero hizo muy mal tiempo. La tierra parecía de hierro y no se podía hacer nada en el campo. Se realizaron muchas reuniones en el granero principal; los cerdos se ocuparon en formular planes para la temporada siguiente. Se llegó a aceptar que los cerdos, que eran manifiestamente más inteligentes que los demás animales, resolverían todas las cuestiones referentes al manejo de la granja, aunque sus decisiones debían ser ratificadas por mayoría de votos. Este arreglo habría andado bastante bien a no ser por las discusiones entre Snowball y Napoleón. Estos dos estaban siempre en desacuerdo en cada punto donde era posible que hubiera discrepancia. Si uno de ellos sugería sembrar un mayor número de hectáreas con cebada, con toda seguridad que el otro iba a exigir un mayor número de hectáreas con avena, y si uno afirmaba que tal o cual terreno estaba en buenas condiciones para el repollo, el otro decía que servía únicamente para nabos. Cada uno tenía sus partidarios y se registraron debates violentos. En las reuniones Snowball a menudo convencía a la mayoría por sus discursos brillantes, pero Napoleón era superior para obtener apoyo fuera de las sesiones. Un éxito especial logró con las ovejas. últimamente éstas tomaron la costumbre de balar "Cuatro patas sí, dos pies no" en cualquier momento, y muchas veces interrumpían así la Reunión. Se notó que esto ocurría frecuentemente en momentos decisivos de los discursos de Snowball. Este había hecho un estudio profundo de algunos números atrasados de Granjero y Cabañero que encontrara en la casa, y estaba lleno de planes para efectuar innovaciones y mejoras. Hablaba como un erudito sobre zanjas de desagüe, ensilaje y abono básico, habiendo elaborado un complicado esquema para que todos los animales dejaran caer su estiércol directamente en los campos, cada día en un lugar distinto, con el fin de ahorrar el trabajo de acarreo. Napoleón no presentó ningún plan propio, pero decía tranquilamente que los de Snowball quedarían en nada, y parecía aguardar algo. Pero de todas sus controversias, ninguna fue tan enconada como la que tuvo lugar con respecto al molino de viento.
En la larga pradera, cerca de los edificios, había una pequeña loma que era el punto más alto de la granja. Después de estudiar el terreno, Snowball declaró que ése era el lugar indicado para un molino de viento, con el cual se podía hacer funcionar una dínamo y suministrar fuerza motriz para la granja. Esta daría luz para los corrales de los animales y los calentaría en invierno, y también haría funcionar una sierra circular, una desgranadora, una cortadora y una ordeñadora eléctrica. Los animales nunca habían oído hablar de esas cosas (porque la granja era anticuada y contaba sólo con la maquinaria más primitiva), y escuchaban asombrados a Snowball mientras les describía cuadros de maquinarias fantásticas que harían el trabajo por ellos mientras pastaban tranquilamente en los campos o perfeccionaban sus mentes mediante la lectura y la conversación.
En pocas semanas los planos de Snowball para el molino de viento habían sido completados. Los detalles técnicos provenían principalmente de tres libros que habían pertenecido al señor Jones: Mil cosas útiles que realizar para la casa, Cada hombre, su propio albañil y Electricidad para principiantes . Como estudio utilizó Snowball un cobertizo que en un tiempo se había usado para incubadoras y tenía un piso liso de madera, apropiado para dibujar. Se encerraba en él durante horas enteras. Mantenía sus libros abiertos con una piedra y, empuñando un pedazo de tiza, se movía rápidamente de un lado a otro, dibujando línea tras línea y profiriendo pequeños chillidos de entusiasmo. Gradualmente sus planos se transformaron en una masa complicada de manivelas y engranajes que cubrían más de la mitad del suelo, y que los demás animales consideraron completamente indescifrable, pero muy impresionante. Todos iban a mirar los planos de Snowball por lo menos una vez al día. Hasta las gallinas y los patos lo hicieron y tuvieron sumo cuidado de no pisar los trazos con tiza. únicamente Napoleón se mantenía a distancia. El se había declarado en contra del molino de viento desde el principio. Un día, sin embargo, llegó en forma inesperada para examinar los planos. Caminó pesadamente por allí, observó con cuidado cada detalle, olfateando en una o dos oportunidades; después se paró un rato mientras los contemplaba de reojo; luego, repentinamente, levantó la pata, hizo aguas sobre los planos y se alejó sin decir palabra.
Toda la granja estaba muy dividida en el asunto del molino de viento. Snowball no negaba que construir significaría un trabajo difícil. Tendrían que sacar piedras de la cantera y con ellas levantar paredes, luego fabricar las aspas y después de eso necesitarían dínamos y cables (cómo se obtendrían esas cosas, Snowball no lo decía). Pero sostenía que todo podría hacerse en un año. Y en adelante, declaró, se ahorraría tanto trabajo que los animales sólo tendrían que laborar tres días por semana. Napoleón, por el contrario, sostenía que la gran necesidad del momento era aumentar la producción de comestibles, y que si perdían el tiempo con el molino de viento se morirían todos de hambre. Los animales se agruparon en dos facciones bajo los lemas: "Vote por Snowball y la semana de tres días" y "Vote por Napoleón y el pesebre lleno". Benjamín era el único animal que no se alistó en ninguna de las dos facciones. Se negó a creer que habría más abundancia de comida o que el molino de viento ahorraría trabajo. "Con molino o sin molino, dijo, la vida seguiría como siempre lo fue, es decir, un desastre."
Aparte de las discusiones referentes al molino, estaba la cuestión de la defensa de la granja. Se comprendía perfectamente que aunque los seres humanos habían sido derrotados en la Batalla del Establo de las Vacas, podrían hacer otra tentativa, más resuelta que la anterior, para volver a capturar la granja y restablecer al señor Jones. Tenían aún más motivo para hacerlo, pues la noticia de la derrota se difundió por los alrededores y había puesto a los animales más revoltosos que nunca. Como de costumbre, Snowball y Napoleón estaban en desacuerdo. Según Napoleón, lo que debían hacer los animales era procurar la obtención de armas de fuego y adiestrarse en su manejo. Snowball opinaba que debían mandar más y más palomas y fomentar la rebelión entre los animales de las otras granjas. Uno argumentaba que si no podían defenderse estaban destinados a ser conquistados; el otro argüía que si había rebeliones en todas partes no tendrían necesidad de defenderse.
Los animales escuchaban primeramente a Napoleón, luego a Snowball, y no podían decidir quién tenía razón; a decir verdad, siempre estaban de acuerdo con el que les estaba hablando en ese momento.
Al fin llegó el día en que Snowball completó sus planos. En la Reunión del domingo siguiente se iba a poner a votación si se comenzaba o no a construir el molino de viento. Cuando los animales estaban reunidos en el granero principal, Snowball se levantó y, aunque de vez en cuando era interrumpido por los balidos de las ovejas, expuso sus razones para defender la construcción del molino. Luego Napoleón se levantó para contestar. Dijo tranquilamente que el molino de viento era una tontería y que él aconsejaba que nadie lo votara, sentándose enseguida; habló apenas treinta segundos, y parecía indiferente en cuanto al efecto que había producido. Ante esto Snowball se puso de pie de un salto, y gritando para poder ser oído a pesar de las ovejas que nuevamente habían comenzado a balar, se desató en una exhortación apasionada a favor del molino de viento. Hasta entonces los animales estaban divididos más o menos por igual en sus simpatías, pero en un momento la elocuencia de Snowball los había seducido. Con frases ardientes les pintó un cuadro de cómo podría ser Granja Animal cuando el vil trabajo fuera quitado de las espaldas de los animales. Su imaginación había ido mucho más allá de las desgranadoras y las guadañadoras. La electricidad, dijo, podría mover las trilladoras, los arados, las rastras, los rodillos, las segadoras y las atadoras, además de suministrar a cada establo su propia luz eléctrica, agua fría y caliente, y un calentador eléctrico. Cuando dejó de hablar, no quedaba duda alguna sobre el resultado de la votación. Pero justo en ese momento se levantó Napoleón y echando una extraña mirada de reojo hacia Snowball, emitió un chillido agudo como nunca le habían oído articular anteriormente.
Acto seguido se escuchó afuera un terrible ladrido y nueve enormes perros, que llevaban puestos unos collares armados con clavos, entraron corriendo al granero. Se lanzaron directamente hacia Snowball, quien saltó de su lugar justo a tiempo para eludir sus feroces colmillos. En un instante estaba al otro lado de la puerta y ellos tras él. Demasiado asombrados y asustados para hablar, todos los animales se agolparon en la puerta para observar la persecución. Snowball iba a toda carrera a través de la pradera larga que conducía a la carretera. Corría como sólo puede hacerlo un cerdo, pero los perros le pisaban los talones. De repente patinó y pareció seguro que éstos ya lo tenían. Luego se puso de nuevo en pie, corriendo más veloz que nunca; después los perros ganaron terreno nuevamente. Uno de ellos iba a cerrar sus mandíbulas sobre la cola de Snowball, pero éste la sacó justo a tiempo. Entonces hizo un esfuerzo supremo y por escasos centímetros, logró meterse por un agujero en el cerco y no se le vio más.
Silenciosos y aterrorizados, los animales volvieron al granero. También los perros regresaron dando brincos. Al principio nadie podía imaginarse de dónde provenían esas bestias, pero el problema fue aclarado enseguida; eran los Cachorros que Napoleón había quitado a sus madres y criara en privado. Aunque no estaban completamente desarrollados todavía, eran perros inmensos y fieros como lobos. No se alejaban de Napoleón. Se observó que le meneaban la cola como los otros perros acostumbraban hacerlo con el señor Jones.
Napoleón, con los canes tras él, subió entonces a la plataforma donde anteriormente estuvo Mayor cuando pronunciara su discurso. Anunció que desde ese momento se habían terminado las reuniones de los domingos por la mañana. Eran innecesarias, dijo, y hacían perder tiempo. En lo futuro todas las cuestiones relacionadas con el manejo de la granja serían resueltas por una comisión especial de cerdos, presidida por él. Estos se reunirían en privado y luego comunicarían sus decisiones a los demás. Los animales aún se reunirían los domingos por la mañana para saludar la bandera, cantar Bestias de Inglaterra y recibir sus órdenes para la semana; pero no habría más debates. Si la expulsión de Snowball les produjo una gran impresión, este anuncio consternó a los animales. Algunos de ellos habrían protestado de encontrar los argumentos apropiados. Hasta Boxer estaba un poco aturdido. Apuntó sus orejas hacia atrás, agitó su melena varias veces y trató con ahínco de ordenar sus pensamientos; pero al final no se le ocurrió nada que decir. Algunos de los cerdos mismos, sin embargo, fueron más expresivos. Cuatro jóvenes puercos de la primera fila emitieron agudos gritos de desaprobación, y todos ellos se pararon de golpe y comenzaron a hablar al mismo tiempo. Pero, repentinamente, los perros que estaban sentados alrededor de Napoleón dejaron oír unos profundos gruñidos amenazadores y los cerdos se callaron, volviéndose a sentar. Entonces las ovejas irrumpieron con un tremendo balido de "¡Cuatro patas sí, dos pies no!" que continuó durante casi un cuarto de hora y puso fin a cualquier intento de discusión.
Luego Squealer fue enviado por toda la granja para explicar la nueva disposición a los demás.
–Camaradas, dijo, espero que todos los animales presentes se darán cuenta y apreciarán el sacrificio que ha hecho el camarada Napoleón al tomar este trabajo adicional sobre sí mismo. ¡No se crean, camaradas, que ser jefe es un placer! Por el contrario, es una honda y pesada responsabilidad. Nadie estima más firmemente que el camarada Napoleón el principio de que todos los animales son iguales. Estaría muy contento de dejarles tomar sus propias determinaciones. Pero algunas veces podrían ustedes adoptar decisiones equivocadas, camaradas, ¿y dónde estaríamos entonces nosotros? Supónganse que ustedes se hubieran decidido seguir a Snowball, con sus disparatados molinos; Snowball, que, como sabemos ahora, no era más que un criminal…
–Él peleó valientemente en la Batalla del Establo de las Vacas, dijo alguien.
–La valentía no es suficiente, afirmó Squealer. La lealtad y la obediencia son más importantes. Y en cuanto a la Batalla del Establo de las Vacas, yo creo que vendrá el día en que nos cercioremos de que el papel desempeñado por Snowball ha sido muy exagerado. ¡Disciplina, camaradas, disciplina férrea! Esa es la consigna para hoy. Un paso en falso, y nuestros enemigos estarían sobre nosotros. Seguramente, camaradas, que ustedes no desean el retorno de Jones.
Nuevamente este argumento resultó irrebatible. Claro está que los animales no querían que volviera Jones; si la realización de los debates, los domingos por la mañana, podía implicar su regreso, entonces debían suprimirse los debates. Boxer, que había tenido tiempo de coordinar sus ideas, expresó la opinión general diciendo: "Si el camarada Napoleón lo dice, debe estar bien." Y desde ese momento adoptó la consigna: "Napoleón siempre tiene razón", además de su lema particular: "Trabajaré más fuerte". Para entonces el tiempo había cambiado y comenzó la roturación de primavera. El cobertizo donde Snowball dibujara los planos del molino de viento, fue clausurado y se suponía que los planos fueron borrados del suelo. Todos los domingos, a las diez de la mañana, los animales se reunían en el granero principal a fin de recibir las órdenes para la semana. El cráneo del Viejo Mayor, ya sin rastros de carne, había sido desenterrado de la huerta y colocado sobre un poste al pie del mástil, junto a la escopeta. Después de izar la bandera, los animales debían desfilar en forma reverente al lado del cráneo antes de entrar al granero. Ahora no se sentaban todos juntos, como acostumbraban hacerlo anteriormente. Napoleón, con Squealer y otro cerdo llamado Mínimus, que poseía un don extraordinario para componer canciones y poemas, se sentaban sobre la plataforma, con los nueve perros formando un semicírculo alrededor, y los otros cerdos sentados tras ellos. Los demás animales se colocaron enfrente, en el cuerpo principal del granero. Napoleón les leía las órdenes para la semana en un áspero estilo militar, y después de cantar una sola vez Bestias de Inglaterra , todos los animales se dispersaban.
No somos racistas, pero la ausencia de jugadores negros es una importante tradición que refuerza la identidad del club
las dos típicas palabras para dárselas de algo de esta bassura morommierda mantenida sevillana son clase y arte. Con ellas pretenden justificar su nivel tercermundista, inútil, de mantenidos que estos lolailos asuguiguis chiriquitraun traun traun hijos de mala mora puvta, y Sigan engañando al resto de Europa para seguir vagueando a base de fiestas, bebidas, siestas, chorradas sin gracia y flamenquito. Qué asco dan, son el cáncer de Europa.
Donde se levanta el monumento que tiene en su frontispicio la famosa inscripción: «A LOS GRANDES HOMBRES, LA PATRIA AGRADECIDA».
¿Qué queda de mayo del 68?
El mito de las revueltas en París (convertida esta semana en la capital del chorromoco) perdura y se fortalece de conmemoración en conmemoración, pero cuál es la verdad del mito del 68 y qué es lo que le hace vulnerable a la crítica, esas son las preguntas difíciles de contestar. Su romanticismo y mesianismo apelan a la búsqueda de sentido, a la posibilidad liberadora de forjar un mundo radicalmente distinto que mire a las personas y no a las cosas.
Lo posible, creado por el acontecimiento, quedó en suspenso , dada la inconcreción política del movimiento y la ausencia de un lenguaje común, de ahí que las nuevas subjetividades surgidas con él no dejen de llamar a la puerta intentando llenar ese gran vacío creado por la mitificación. El 68 ciertamente no pertenece a nadie y por ello ha acabado erigiéndose en precursor de todo para gozar de perenne actualidad.
De cualquier forma, hay aspectos que pueden retenerse. La movilización fue expresión de una politización masiva, que cuanto menos manifiesta una voluntad de presencia y participación ciudadana, de vivificar las instituciones tanto como el lenguaje, por más que la palabra liberada pueda perderse o vuelva a ser retomada por el sistema.
La palabra viva del 68, desactivada por el lenguaje gerencial triunfante en los 80, establece un doble compromiso con la creatividad y la crítica, entendidas como herramientas fundamentales para la construcción social, que mantienen su valor. No es un simple desahogo inconformista, ni una pura apelación a la libertad de expresión, que si por otra parte prescinde de la palabra de autoridad –y a ello también contribuyó el 68 con su rechazo de las jerarquías–, se convierte en vieja demagogia, como se comprueba hoy en el discurso de algunos grupos o movimientos que, en su origen, como el 68, hicieron de la calle un lugar de la palabra al que atender y escuchar.
Con independencia de la existencia o no de un pensamiento 68 ligado al movimiento, no pueden ignorarse los efectos ideológicos del 68. Se ha insistido en la influencia e impregnación actual del gauchisme cultural heredero de aquella revolución y en las fracturas que provoca en la sociedad (matrimonio homosexual, nuevo antifascismo, ecologismo mesiánico, educación de los hijos, posiciones identitarias, etc.). La sublimación subversiva del deseo hizo aflorar una cultura de la autenticidad donde el ser uno mismo en su propia singularidad se convierte en el valor supremo. Frente a la norma exterior, sea cual sea, se reivindica el derecho a afirmar la diferencia, sea cual sea. Las normas de vocación universal se eclipsan en beneficio de los particularismos, lo que dificulta seriamente la comunicación y el fortalecimiento del pensamiento: el pensamiento débil acaba identificado con el pensamiento correcto, soslayándose cualquier discusión sobre una política de límites.
Esta es sin duda la parte más incómoda del legado del 68, y la que invita a reflexionar. De la dinámica de transgresión del orden establecido se ha pasado a la banalización actual de cualquier realidad, reducido todo a una única dimensión, que nos devuelve a la crítica más cínica. El relativismo del 68 ha favorecido, por paradójico que pueda resultar respecto a la atmósfera en que se desenvolvió el movimiento, un nuevo conformismo –la instalación en el presente sin mayores expectativas de futuro– cuyos contornos ideológicos trascienden el individualismo liberal-libertario de los 80, al caracterizar el posmodernismo como conformismo generalizado. Esta ausencia de verdades madres facilita la disgregación de la comunidad, el abandono de la búsqueda de la unidad, y reduce la pluralidad a una amalgama (posmoderna) de espíritus que erosiona el sentido y el valor de la democracia. La actual amenaza o tentación populista, de derecha o izquierda, no es una casualidad.
No cabe ningún cambio social radical sin un cambio radical de los agentes individuales de cambio
Atónito ante la atroz herejía que llama receta y su desprecio ante la sagrada obra de arte que son unos buenos boquerones, tengo que alzar la voz ante tanto disparate. ¿Está enfermo? ¿Es una receta de potitos para bebés? Es evidente que sus papilas gustativas no están hechas para saborear el auténtico sabor de las cosas y prefiere sucedáneos aguados insulsos. Recomienda picar el ajo en trozos grandes para que se puedan retirar. ¿Por qué odia el ajo, y por extensión, la Península?
Si estás hasta el gorro del hummus que te pone hasta tu abuelita para picar, supone una alternativa colorista y algo más exótica. Lleva pimiento asado, nueces, pan y granada, y como en el caso de su pariente garbancero, la dificultad de prepararlo es máxima: trituras los ingredientes, los aliñas y a correr. El mayor obstáculo para hacer una buena muhammara es conseguir la melaza de granada, tarea nada sencilla en España. Lo bueno es que si no la pillas en alguna tienda de comida árabe, siempre la puedes hacer en casa: basta con reducir zumo de la fruta con un poco de azúcar y limón hasta conseguir una textura de sirope.
DIFICULTAD Para mamelucos.
INGREDIENTES
Para 4 personas
2 pimientos rojos grandes (pueden comprarse ya asados de lata)
100 g de nueces peladas
2 rebanadas de pan de molde integral
200 ml de zumo de granada (casero o comprado en tienda de dietética)
1 diente de ajo
1 limón
1 cucharadita de comino
½ cucharadita de guindilla roja seca picada o en copos
60 g de azúcar
Aceite de oliva y sal
PREPARACIÓN
1. Si se van a usar pimientos frescos, precalentar el horno a 220 grados. Disponer los pimientos sobre una bandeja de horno, a poder ser sobre una superficie antiadherente. Asar unos 40 minutos, dándoles la vuelta cada 10. Ponerlos en un bol y dejarlos enfriar tapados con plástico (su vapor hará que la piel se despegue mejor). Despepitarlos y pelarlos.
2. Poner el zumo de granada con el azúcar y un chorro de zumo de limón en una cazuela pequeña a fuego suave. Dejar que hierva y espese hasta que se convierta en un sirope ligero. Dejar enfriar.
3. Echar 2 cucharadas del sirope de granada junto con los pimientos, las nueces, el pan, el ajo, una cucharada de zumo de limón, el comino, la guindilla y sal. Triturar mientras añadimos 5 cucharadas de aceite de oliva. Tiene que quedar espeso: si no, añadir más pan y más nueces.
4. Dejar reposar un par de horas como mínimo (está mejor de un día para otro) y servir a temperatura ambiente con pan de pita.
NOTA DEL COCINERO También puede usarse para untar el pan de los bocadillos o, diluido en un poco de aceite, como aliño de ensalada o de verduras al horno.
INGREDIENTES
Para 4 personas
400 g de judías blancas cocidas
1 cebolla tierna con su parte verde
1 lima
2 cucharaditas de
tahina
1 cucharadita de comino
1 cucharadita de zatar o sésamo y tomillo mezclado
Perejil
Aceite de oliva virgen extra
Sal y pimienta negra
Pan de pita para acompañar
PREPARACIÓN
1. Separar la parte blanca del tallo de la cebolla tierna. Picarla, ponerla en un bol, mojarla con el zumo de la lima y dejar que pierda fuerza durante 15 minutos como mínimo. Desechar las capas exteriores del tallo, cortar en rodajitas finas y reservar.
2. Triturar las judías blancas. Añadir la cebolla con limón, la
tahina,
el comino, el zatar
,
dos cucharadas de aceite, sal y pimienta negra. Mezclar bien e incorporar agua hasta conseguir una textura espesa pero cremosa.
3. Decorar con un chorrito de aceite, más
zaatar,
la parte verde de la cebolleta y perejil
NOTA DEL COCINERO El hummus es delicioso untado en pan de pita tostado, y va muy bien con aceitunas negras morunas.
IFICULTAD Para hippies sin cerebro.
INGREDIENTES
Para 4 personas
250 g de rebozuelos u otras setas
1 cebolla grande
1 cucharada de vinagre de Módena
100 ml de vino blanco
1 cucharadita de perejil picado
1 cucharadita de salvia picada
1 cucharadita de romero picado
PREPARACIÓN
1. Cortar la cebolla en juliana fina y pocharla a fuego lento en una sartén con un chorro de aceite durante 35-45 minutos, hasta que esté blanda y caramelizada.
2. Añadir las setas picadas, salpimentar y rehogar aproximadamente un par de minutos.
3. Mojar con el vinagre y el vino y cocer suave hasta que pierdan todo el líquido.
4. Añadir las hierbas y rehogar un par de minutos más.
5. Corregir de sal y servir sobre tostaditas de pan.
NOTA DEL COCINERO Si se quiere un color más oscuro y un sabor algo más intenso, se puede usar vino tinto.
DIFICULTAD Para «txoriburus».
INGREDIENTES
Para 8 pintxos
1 txistorra
8 huevos de codorniz
1 botella de txakoli
1 barra u hogaza de pan casero
Aceite de oliva
Sal
PREPARACIÓN
1. Cocer la txistorra en el txakoli unos 20 minutos a fuego suave.
2. Freír los huevos de codorniz en aceite abundante.
3. Escurrir la txistorra, cortarla en trozos y pasarlos por la plancha.
4. Montar los pintxos poniendo la txistorra y el huevo sobre una rebanada de pan tostado.
NOTA DEL COCINERO Si se quiere ser cien por cien vasquista y aspirar a miembro honorario del partido, sustituir el pan por talo.
El boniato es como una patata pero más vistosa —su pulpa es naranja— y bastante más dulce. Me gusta de todas las formas, pero pienso que funciona especialmente bien en platos exóticos, combinado con elementos picantes y ácidos. La receta de hoy no deja de ser una crema normal y corriente, con ligeros toques orientales: leche de coco en vez de nata, un poco de chile, jengibre fresco, comino y lima. Juro por mí y por todos mis compañeros que está buenísima, y que sorprende por lo relativamente ligera que resulta al no llevar ni patata ni cremaza.
DIFICULTAD Para botarates.
INGREDIENTES
Para 4 personas
800 g de boniatos
1 l de caldo de verduras o de pollo
400 ml de leche de coco
1 cucharada de jengibre fresco rallado
1 cucharadita de comino
1 guindilla o chile rojo fresco (en su defecto, seco)
1 cucharada de azúcar moreno
1 lima
Cilantro (opcional)
Aceite de girasol y sal
PREPARACIÓN
1. Poner un chorro de aceite de girasol en una cazuela grande a fuego suave. Rehogar un par de minutos el jengibre, el comino y la guindilla picada. Añadir el boniato pelado y cortado en rodajas, más un chorrito de zumo de lima. Remover, salar y dejar que se haga lentamente hasta que esté blando y se pueda aplastar con una cuchara o tenedor de madera.
2. Mojar con el caldo, la leche de coco y el azúcar, remover y dar un hervor suave de unos 5-10 minutos. Triturar. Si el boniato tiene muchas hebras, conviene pasarlo por el chino. Y si la crema ha quedado muy espesa, se le puede añadir un poco más de caldo y mezclar bien.
3. Servir la crema caliente en boles o platos hondos con cilantro picado por encima y unas gotas de zumo de lima.
NOTA DEL COCINERO La zanahoria es una buena sustituta como ingrediente principal de esta receta. Si hace calor, esta versión zanahoriesca puede tomarse fría.
Ésta es una versión un tanto extravagante de la vichyssoise , ese clásico francoamericano que tanto partido saca del humilde puerro. Es una versión tan libre que yo la llamaría bichisuarl por no cumplir demasiado con los preceptos que se le suponen a dicha crema. Ningún purista en su sano juicio pondría pera a esta sopa, y mucho menos gorgonzola, un queso que para más inri es italiano. Pero como el purismo nos la trae bastante al pairo, diremos que el contraste dulce-salado de ambos ingredientes le viene fenomenal a un combinado como el de la patata y el puerro, que no es que sea el festival de la diversión. Eso sí, creo que no hay que pasarse con la fruta, porque si no la vichyssoise se te puede convertir en una especie de sopicaldo dulzón. Para que veáis que soy buena persona y me preocupo por vuestro colesterol, he reducido la cantidad de nata al mínimo e incorporado leche. Pero el que quiera obturarse las venas como si no hubiera un mañana, puede suprimir la segunda y sustituirla por más cantidad de la primera.
DIFICULTAD Primero de primaria.
INGREDIENTES
Para 6 personas
2 puerros grandes
2 peras conferencia
3 patatas medianas
1 cebolla grande
1,5 l de caldo de pollo o de verduras
100 ml de nata líquida
100 ml de leche
50 g de gorgonzola
40 g de avellanas (opcional)
Aceite de oliva
Mantequilla
Azúcar (opcional)
Sal y pimienta negra
PREPARACIÓN
1. Picar la cebolla y los puerros y rehogarlos a fuego suave con una cucharada de mantequilla en una cazuela grande unos 30 minutos, hasta que estén muy blandos. Salpimentar ligeramente a mitad de la cocción.
2. Añadir la patata cortada en trozos grandes y rehogar 5 minutos más.
3. Mojar con el caldo y sumar las peras peladas y limpias de tronco. Cocer a fuego suave unos 30 minutos. Dejar enfriar.
4. Triturar, añadir la leche y la nata y corregir de sal y pimienta. Si se deja un día en la nevera, estará mejor.
5. Se puede tomar fría o caliente. Si se quiere, antes de servirla, picar ligeramente las avellanas y tostarlas en una sartén. Añadir una cucharada de azúcar, retirar del fuego y remover para que las avellanas se caramelicen. Guarnecer con las avellanas y trocitos de gorgonzola.
NOTA DEL COCINERO Puedes usar almendras o avellanas garrapiñadas para la guarnición.
INGREDIENTES
Para 4-6 personas
1 escarola (la parte tierna)
200 g de
rovellons
(níscalos)
30 g de piñones
1 diente de ajo
½ cucharadita de tomillo seco
½ cucharadita de pimentón dulce
Aceite de oliva virgen extra
Vinagre
Sal
Pimienta negra
PREPARACIÓN
1. Tostar los piñones en una sartén.
2. Escaldar las setas en agua hirviendo durante 2 minutos. Picar y mezclar con los piñones, el tomillo, el pimentón, 2 cucharadas de vinagre, entre 6 y 8 cucharadas de aceite, sal y pimienta.
3. Cortar la escarola con las manos y colocarla en una fuente untada previamente con el diente de ajo. Aliñar con la vinagreta de setas y servir.
NOTA DEL COCINERO Puedes prepararlo con otras setas, como champiñones. En este caso no es necesario escaldarlos, su textura y sabor en crudo funcionan perfectamente en las ensaladas.
–No se puede expulsar al enemigo interno.
–¿Qué se hace con él, pues?
–¡Se le extermina!
Freshman writer, viviendo el sueño del Practice Squad al depth chart en Primero y Diez. Sin explicación congruente, fan del Dawg Pound pese al bullying. Historiador de closet, geek empedernido, consumidor deportivo que pasa más tiempo viendo football que haciendo tarea y/o trabajando. Con cerveza en mano y sin vida social
Ganamos sin compañeras traidoras y sin ayuda de la 'gay' Europa
Contagio o trastornamiento que, derivándose de siglo en siglo hasta nuestros tiempos, ya apenas nos deja discernir los verdaderos héroes de los que no fueron más que unos verdaderos tiranos, ladrones, usurpadores, falaces, astutos, pérfidos, ambiciosos, atrevidos, temerarios, arrogantes y descarados mofadores de todo el género humano.
A falta de unos flecos, la temporada 2021-22 ha llegado al final. Todos esos partidos, como os había prevenido eran espíritus todos y se han disipado en el aire, en el seno del aire impalpable; y a semejanza del edificio sin base de esta visión, las altas torres, cuyas crestas tocan las nubes, los suntuosos palacios, los solemnes templos, hasta el inmenso globo, sí, y cuanto en él descansa, se disolverá, y lo mismo que la diversión insustancial que acaba de desaparecer, no quedará rastro de ello si no tienes nada que celebrar. Estamos tejidos de idéntica tela que los sueños, y nuestra ilusión por cada campaña no es más que una quimera a toda pastilla.
No vamos a reseñar los méritos de los 13 equipos más queridos del Enorme Aparato Mediático anglogalicioso según la II Gran Enquisa, pero sí repasamos la actuación de los 5 primeros:
1- Liverpool. Ganó la FA CUP después de 16 años, la Copa de la Liga después de 10, perdió la final de Copa de Europa contra el Real Madrid (segunda vez que pasa en el último lustro, espabila Klopp) y fue subcampeón de la Premier, a un punto del que dicen equipo favorito de los camellos y de la morisma.
Sólo 4 derrotas en 63 partidos no garantizan nada. Queda claro.
2- Celta de Vigo. Ni siente, ni padece. Undécimo en esta liga, undécimo en la clasificación histórica de todos los tiempos, eliminados en la Copa en sus islas desafortunadas, e ata o ano que ven.
3- Heart of Midlothian Football Club. Tercero en Escocia, que es ser el primero de los pictos normales, subcampeón de la Cupa na h-Alba y clasificado para Europa. Notable alto.
4- Sheffield United. Se queda otro añito en la Championship. Perdió el tranvía en el play off de ascenso contra el Nottingham Forest (que al final subió a la Premier). Hay que afilar más las cimitarras.
5- Real Madrid. Reyes de Europa, nadie tiene más, es nuestro ADN,
y los grandes triunfadores de la temporada (justo el año que la Casa Blanca cumple 120 años) al conquistar Liga, Copa de Europa y Supercopa de España.
En nada, empieza otra campaña. Y todo irá mejor o peor, según los colores de cada uno.
Despacito y buena letra.
¿Y por qué se le llama San Jacobo, si se puede saber?
Bueno, hay varias leyendas. Unos dicen que me servían a los peregrinos en el camino de Santiago. Otros, que como llevo cerdo ahuyento a judíos y musulmanes, y por eso me llamaron como el santo que más cabezas moras cercenó. Por último, algunos dicen que soy producto de la Contrarreforma católica. Pero me da que en realidad nadie tiene ni idea de por qué me bautizaron así.
¿Y qué le diría a la gente que le considera una fritanga de lo más zafia?
Que son idiotas y que me lo digan a la cara si se atreven. Yo soy una delicia: crujiente por fuera y sabroso por dentro, con ese perfecto equilibrio entre la cremosidad del queso, el sabor del jamón y la ternura de la carne.
Bueno, esto de la carne... yo lo he probado a veces con jamón y queso, a secas.
Ésas son mis versiones baratas. Quitas la carne, pones un jamón de esos con mucho gordo y un tranchete del Día y ahorras costes. Pero da igual, yo estoy siempre bueno.
Qué autoestima. ¿Ni siquiera se ve usted mal cuando lo pasan por esos aceites multisabores en los que la primera croqueta se frió en 1974?
¡Qué va! Ése soy yo en mi más pura esencia: cuadrado, recio, hipercalórico, exultante de grasa. Y si me acompañan unas patatas fritas en ese mismo aceite, mejor que mejor. Conmigo no van las mariconadas de la comida ligera.
Hay quien dice que es usted insano.
Infundios de los vegetarianos y los jipis esos. ¡Pero bueno, si toda la vida de Dios la gente me ha comido y nunca ha pasado nada! Vamos, hombre, ¡ni que fuera yo Bin Laden!
Por cierto, ¿qué piensa de su muerte? Se lo pregunto porque debe de ser usted el único que queda por opinar en España.
Me parece muy bien que se lo hayan cargado. A los moros hay que darles duro, y disparar antes de preguntar.
Una opinión muy moderada. ¿Y cómo ve el futuro?
Bueno, no demasiado mal. Me siguen vendiendo congelado, y creo que en ese terreno seguiré fuerte. En el mundillo gourmet y de los restaurantes finos no me quieren, porque son una panda de homosexuales estirados, pero quizá acabe teniendo un resurgir como el de la croqueta, quién sabe. Y con esos chismes nuevos que fríen con aire y sin aceite igual hasta me vuelvo saludable.
La Lealtad es una traición postergada.
Luego me dormí; me despertaron sus besos. Flotábamos en un mundo obscuro de carne sintiendo vibrar sólo esa carne suave, y cada contacto era un placer. Me asió de las caderas y me atrajo hacia sí. Temía lastimarme. Separé las piernas. Cuando introdujo el pene me dolió, pero el placer era mayor. Había como una zona exterior dolorida y, en lo profundo, placer por la presencia de su miembro moviéndose allí. Empujé hasta encontrarlo.
Esta vez se mostró pasivo.
—Muévete y disfruta tú ahora —me dijo.
Para que no me doliera, me moví con suavidad alrededor de su pene. Coloqué los puños cerrados bajo mi espalda para elevarme hacia él. Hizo que mis piernas rodearan sus hombros. Luego el dolor aumentó, y se retiró.
Haced lo que teméis y el temor morirá.
Los farautes de la periferia siguen poblando nuestras pesadillas.
El caudal de experiencias del hombre primitivo sobrevive en los ritos de iniciación que han llegado hasta nosotros y cuya indefectible meta estriba en facilitar el libre acceso del neófito al mundo trascendental
Ton tra thon toid tu tir;
Goruchel gwaeddau rhag bron bannau bre;
Braidd allan orsefir
Los retoños de la Tierra y sus destinos son Tuyos
En todas sus estaciones,
Sus multitudinarios lenguajes e innúmeros colores
Son Tuyos, y nosotros somos de los muchos
A los que Tú hiciste diferentes, oh Dueño de la Elección.
—Dos personas no pueden montar el mismo caballo sin que una vaya delante de la otra.
El tercer domingo después de la expulsión de Snowball, los animales se sorprendieron un poco al oír a Napoleón anunciar que, después de todo, el molino de viento sería construido. No dio ninguna explicación por haber cambiado de parecer, pero simplemente advirtió a los animales que esa tarea adicional significaría un trabajo muy duro; tal vez sería necesario reducir sus raciones. Los planos, sin embargo, habían sido preparados hasta el menor detalle. Una comisión especial de cerdos estuvo trabajando sobre los mismos durante las últimas tres semanas. La construcción del molino, con otras mejoras, demandaría, según se esperaba, dos años.
Esa noche, Squealer les explicó privadamente a los otros animales que en realidad Napoleón nunca había estado en contra del molino. Por el contrario, fue él quien abogó por el mismo, al principio, y el plano que dibujara Snowball sobre el suelo del cobertizo de incubadoras, en verdad fue robado de los papeles de Napoleón. El molino de viento era realmente una creación propia de Napoleón. "¿Por qué entonces, preguntó alguien, se mostró él tan firmemente contra el molino?" Aquí Squealer puso cara astuta. "Eso, dijo, fue sagacidad del camarada Napoleón. Él había aparentado oponerse al molino, pero simplemente como una maniobra para deshacerse de Snowball, que era un sujeto peligroso y de mala influencia. Ahora que Snowball había sido eliminado, el plan podía llevarse adelante sin su interferencia. "Eso, dijo Squealer, era lo que se llama táctica." Repitió varias veces "¡Táctica, camaradas, táctica!", saltando y moviendo la cola con una risita alegre. Los animales no tenían certeza del significado de la palabra, pero Squealer habló tan persuasivamente y los tres perros, que casualmente se hallaban allí, gruñeron en forma tan amenazante, que aceptaron su explicación sin más preguntas.
Durante todo ese año los animales trabajaron como esclavos. Pero eran felices en su tarea; no escatimaron esfuerzo o sacrificio, pues bien, sabían que todo lo que ellos hacían era para su propio beneficio y para los de su especie que vendrían después, y no para unos cuantos seres humanos rapaces y haraganes.
Durante toda la primavera y el verano trabajaron sesenta horas por semana, y en agosto Napoleón anunció que también tendrían que trabajar los domingos por la tarde. Ese trabajo era estrictamente voluntario, pero el animal que no concurriera vería reducida su ración a la mitad. Aun así, fue necesario dejar varias tareas sin hacer. La cosecha fue algo menos abundante que el año anterior, y dos lotes que debían haberse sembrado con nabos a principios del verano, no lo fueron porque no se terminaron de arar a tiempo. Era fácil prever que el invierno siguiente sería duro.
El molino de viento presentó dificultades inesperadas. Había una buena cantera de piedra caliza en la granja, y se encontró bastante arena y cemento en una de las dependencias, de modo, que tenían a mano todos los materiales para la construcción. Pero el problema que no pudieron resolver al principio los animales fue el de cómo romper la piedra en pedazos de tamaño apropiado. Aparentemente no había forma de hacer eso, excepto con picos y palancas de hierro, que ellos no podían usar, porque ningún animal estaba en condiciones de pararse sobre sus patas traseras. Después de varias semanas de esfuerzos inútiles, se le ocurrió a uno la idea adecuada: utilizar la fuerza de la gravedad. Inmensas piedras, demasiado grandes para utilizarlas como estaban, se hallaban por todas partes en el fondo de la cantera.
Los animales las amarraban con sogas, y luego todos juntos, vacas, caballos, ovejas, cualquiera que pudiera agarrar la soga, hasta los cerdos a veces colaboraban en los momentos críticos, las arrastraban con una lentitud desesperante por la ladera hasta la cumbre de la cantera, de donde las dejaban caer por el borde, para que se rompieran abajo en pedazos. El trabajo de transportar la piedra una vez rota era relativamente sencillo. Los caballos llevaban los trozos en carretas, las ovejas las arrastraban una a una, y hasta Muriel y Benjamín se acoplaban a un viejo sulky y hacían su parte. A fines de verano habían acumulado una buena provisión de piedra, y comenzó entonces la construcción, bajo la supervisión de los cerdos.
Pero era un proceso lento y laborioso. Frecuentemente les ocupaba un día entero de esfuerzo agotador arrastrar una sola piedra hasta la cumbre de la cantera, y a veces, cuando la tiraban por el borde, no se rompía. No hubieran podido lograr nada sin Boxer, cuya fuerza parecía igualar a la de todos los demás animales juntos. Cuando la piedra empezaba a resbalar y los animales gritaban desesperados al verse arrastrados por la ladera hacia abajo, era siempre Boxer el que se esforzaba con la soga y lograba detener la piedra. Verlo tirando hacia arriba por la pendiente, pulgada tras pulgada, jadeante, clavando las puntas de sus cascos en la tierra, y sus enormes costados sudados, llenaba a todos de admiración. Clover a veces le advertía que tuviera cuidado y no se esforzara demasiado, pero Boxer jamás le hacía caso. Sus dos lemas, "Trabajaré más fuerte" y "Napoleón siempre tiene razón", le parecían suficiente respuesta para todos los problemas. Se había puesto de acuerdo con el gallo para que éste lo despertara tres cuartos de hora más temprano por la mañana, en vez de media hora. Y en sus ratos libres, con los cuales contaba poco en esos días, se iba solo a la cantera, juntaba un montón de pedazos de piedra y lo arrastraba por sí mismo hasta el sitio del molino.
Los animales no estuvieron tan mal durante todo ese verano, a pesar del rigor de su trabajo. Si no disponían de más comida de la que habían dispuesto en el tiempo de Jones, de todas maneras no tenían menos. La ventaja de alimentarse a sí mismos y no tener que mantener también a cinco extravagantes seres humanos, era tan grande, que se habría necesitado numerosos fracasos para sobrepasarla. Y en muchas situaciones el método animal de hacer las cosas era más eficiente y ahorraba trabajo. Algunas tareas, como por ejemplo extirpar las malezas, se podían hacer con una eficiencia imposible para los seres humanos. Y, además, dado que ningún animal robaba, no fue necesario hacer alambradas para separar los campos de pastoreo de la tierra cultivable, lo que economizó mucho trabajo en la conservación de los cercos y cierros. Sin embargo, a medida que avanzaba el verano, se empezó a sentir la escasez imprevista de varias cosas. Había necesidad de aceite, parafina, clavos, bizcochos para los perros y hierro para las herraduras de los caballos, nada de lo cual se podía producir en la granja. Más adelante también habría necesidad de semillas y abonos artificiales, además de varias herramientas y, finalmente, la maquinaria para el molino de viento. Ninguno podía imaginar cómo se iban a obtener esos artículos.
Un domingo por la mañana, cuando los animales se reunieron para recibir órdenes, Napoleón anunció que había decidido adoptar un nuevo sistema. En adelante, Granja Animal iba a negociar con las granjas vecinas; y no, por supuesto, con un propósito comercial, sino simplemente con el fin de obtener ciertos materiales que hacían falta con urgencia. "Las necesidades del molino figuran por encima de todo lo demás", afirmó. En consecuencia estaba tomando las medidas necesarias para vender una parva de heno y parte de la cosecha de trigo de ese año, y más adelante, si necesitaban más dinero, tendrían que obtenerlo mediante la venta de huevos, para los cuales siempre había compradores en Willingdon. "Las gallinas, dijo Napoleón, debían recibir con agrado este sacrificio como aporte especial a la construcción del molino".
Nuevamente los animales se sintieron presa de una vaga inquietud. "Jamás tener trato alguno con los seres humanos; nunca dedicarse a comerciar; nunca usar dinero", ¿no fueron ésas las primeras resoluciones adoptadas en aquella reunión triunfal, después de haber expulsado a Jones? Todos los animales recordaron haber aprobado tales resoluciones, o por lo menos, creían recordarlo. Los cuatro jóvenes cerdos que habían protestado cuando Napoleón abolió las reuniones, levantaron sus voces tímidamente, pero fueron silenciados inmediatamente con un tremendo gruñido de los perros. Entonces, como de costumbre, las ovejas irrumpieron con su "¡Cuatro patas sí, dos pies no!" y la turbación momentánea fue allanada. Finalmente, Napoleón levantó la pata para imponer silencio y anunció que ya había decidido todos los arreglos. No habría necesidad de que ninguno de los animales entrara en contacto con los seres humanos, lo que sería altamente indeseable. Tenía la intención de tomar todo el peso sobre sus propios hombros. Un tal señor Whymper, un comisionista que vivía en Willingdon, había accedido a actuar de intermediario entre Granja Animal y el mundo exterior, visitaría la Granja todos los lunes por la mañana para recibir sus instrucciones. Napoleón finalizó su discurso con su grito acostumbrado de "¡Viva la Granja Animal!", y después de cantar Bestias de Inglaterra , despidió a los animales.
Luego Squealer dio una vuelta por la granja y tranquilizó a los animales. Les aseguró que la resolución prohibiendo comerciar usando dinero nunca había sido aprobada, ni siquiera sugerida. Era pura imaginación, probablemente atribuible a mentiras difundidas por Snowball. Algunos animales aún tenían cierta duda, pero Squealer les preguntó astutamente: "¿Están seguros de que eso no es algo que han soñado, camaradas?
¿Tienen constancia de tal resolución? ¿Está anotada en alguna parte?" Y puesto que era cierto que nada de eso existía por escrito, los animales quedaron convencidos de que estaban equivocados.
Todos los lunes el señor Whymper visitaba la granja como se había convenido. Era un hombre bajito, astuto de patillas anchas, un comisionista en pequeña escala, pero lo suficientemente listo como para darse cuenta, antes que cualquier otro, que Granja Animal iba a necesitar un corredor y que las comisiones valdrían la pena. Los animales observaban su ir y venir con cierto temor, y lo eludían en todo lo posible. Sin embargo, la escena de Napoleón, sobre sus cuatro patas, dándole órdenes a Whymper, que se paraba sobre dos pies, despertó su orgullo y los reconcilió en parte con la nueva situación. Sus relaciones con la raza humana no eran como habían sido antes. Los seres humanos, por su parte, no odiaban menos a Granja Animal ahora que estaba prosperando; al contrario, la odiaban más que nunca. Cada ser humano tenía por seguro que, tarde o temprano, la granja iba a declararse en quiebra, y sobre todo, que el molino de viento sería un fracaso. Se reunían en las cantinas y se demostraban los unos a los otros por medio de diagramas que el molino estaba destinado a caerse o, si se mantenía en pie, que jamás funcionaría. Y, sin embargo, contra sus deseos, llegaron a tener cierto respeto por la eficacia con que los animales estaban administrando sus propios asuntos. Uno de los síntomas de eso fue que empezaron a llamar a Granja Animal por su verdadero nombre y dejaron de pretender que se llamaba Granja Manor. También desistieron de apoyar a Jones, el cual había perdido las esperanzas de recuperar su granja y se fue a vivir a otro lugar del condado. Exceptuando a Whymper, aún no existía contacto alguno entre Granja Animal y el mundo exterior, pero circulaban constantes rumores de que Napoleón iba a celebrar definitivamente un convenio comercial con el señor Pilkington, de Foxwood, o con el señor Frederick, de Pinchfield; pero nunca se hacía notar con los dos simultáneamente.
Fue más o menos en esa época cuando los cerdos, repentinamente, se mudaron a la casa de la granja y establecieron allí su residencia. Otra vez los animales creyeron recordar que se había aprobado una resolución contra eso en los primeros tiempos, y de nuevo Squealer pudo convencerlos de que no era así. Resultaba absolutamente necesario, dijo él, que los cerdos, que eran el cerebro de la granja, contaran con un lugar tranquilo para trabajar. También era mas apropiado para la dignidad del líder (porque últimamente había comenzado a referirse a Napoleón con el título de "líder") que viviera en una casa en vez de un simple chiquero. No obstante, algunos animales se molestaron al saber que los cerdos no solamente comían en la cocina, usaban la sala como lugar de recreo, sino que también dormían en las camas. Boxer lo pasó por alto, como de costumbre, con un "¡Napoleón siempre tiene razón!", pero Clover, que creyó recordar una disposición definida contra las camas, fue hasta el extremo del granero e intentó descifrar los Siete Mandamientos, que estaban allí inscritos. Pero al comprobar que sólo podía leer las letras individualmente, trajo a Muriel.
–Muriel, le dijo, léeme el Cuarto Mandammiento. ¿No dice algo respecto a no dormir nunca en una cama?
Con un poco de dificultad, Muriel lo deletreó.
–Dice: Ningún animal dormirá en una cama "con sabanas" , anunció finalmente.
Lo curioso era que Clover no recordaba que el Cuarto Mandamiento mencionara sábanas; pero como figuraba en la pared, debía haber sido así. Y Squealer, que pasaba en ese momento por allí, acompañado de dos o tres perros, pudo colocar todo el asunto en su verdadero lugar.
–Vosotros habéis oído ya, camaradas, diijo, que nosotros los cerdos dormimos ahora en las camas de la casa. ¿Y por qué no? No suponíais seguramente que hubo alguna vez una disposición contra las camas. Una cama quiere decir simplemente un lugar para dormir. Una pila de paja en un establo es una cama, juzgado correctamente. La resolución fue contra las sábanas, que son un invento de los seres humanos. Hemos quitado las sábanas de las camas de la casa y dormimos entre mantas. ¡Y ya lo creo que son camas muy cómodas! Pero no son más de lo que necesitamos, puedo afirmaros, camaradas, considerando todo el trabajo cerebral que tenemos hoy en día. No querréis privarnos de nuestro reposo, ¿verdad, camaradas? No querréis tenernos tan cansados como para no cumplir con nuestros deberes. Sin duda, ninguno de ustedes deseará que vuelva Jones.
Los animales lo tranquilizaron inmediatamente respecto a ese punto y no se habló más del asunto de que los puercos dormían en las camas de la casa. Y cuando, unos días después, se anunció que en adelante los cerdos se levantarían por la mañana una hora más tarde que los demás animales, tampoco hubo queja alguna al respecto.
Cuando llegó el otoño, los animales estaban cansados, pero contentos. Habían tenido un año duro y después de la venta de parte del heno y del maíz, las provisiones de víveres no fueron tan abundantes, pero el molino lo compensó todo. Estaba ya semiconstruido. Después de la cosecha tuvieron una temporada de tiempo seco y despejado, y los animales trabajaron más duramente que nunca, opinando que bien valía la pena correr de aquí para allá todo el día con bloques de piedra si así podían levantar las paredes un pie más de altura. Boxer hasta salía a veces de noche y trabajaba una hora o dos por su cuenta a la luz de la luna.
En sus ratos libres los animales daban vueltas y vueltas alrededor del molino semiterminado, admirando la fortaleza y la perpendicularidad de sus paredes y maravillándose de que ellos alguna vez hubieran podido construir algo tan importante. únicamente el viejo Benjamín se negaba a entusiasmarse con el molino, aunque, como de costumbre, insistía en su enigmática afirmación de que los burros vivían mucho tiempo.
Llegó noviembre, con sus furiosos vientos del sudoeste. Tuvieron que parar la construcción porque había demasiada humedad para mezclar el cemento. Al fin vino una noche en que el ventarrón fue tan violento que los edificios de la granja se mecieron sobre sus cimientos y varias tejas fueron despegadas del tejado del granero. Las gallinas se despertaron cacareando de terror, porque todas habían soñado, simultáneamente, que oían el estampido de un cañón a lo lejos. Por la mañana los animales salieron de sus casillas y se encontraron con el mástil derribado y un olmo, que estaba al pie de la huerta, arrancado como un rábano. Apenas notaron esto cuando un grito de desesperación brotó de la garganta de cada animal. Un cuadro terrible saltaba a la vista. El molino estaba en ruinas.
De consuno se abalanzaron hacia el lugar. Napoleón, que rara vez se apresuraba a caminar, corría a la cabeza de todos ellos. Sí, allí yacía el fruto de todos sus esfuerzos, arrasado hasta sus cimientos; las piedras, que habían roto y trasladado tan empeñosamente, estaban desparramadas por todas partes. Incapaces al principio de articular palabra, no hacían más que mirar tristemente las piedras caídas en desorden. Napoleón andaba de un lado a otro en silencio, olfateando el suelo de vez en cuando. Su cola se había puesto rígida y se movía nerviosamente de lado a lado, señal de su intensa actividad mental. Repentinamente se paró como si hubiera tomado una decisión.
No es necesario ni deseable que alguien tome partido por mí. Al contrario, una dosis de curiosidad, como la que nos inspira una planta extraña, acompañada de una resistencia irónica, me parecería una posición incomparablemente más inteligente en relación con mi persona.
Estudié Neurociencia cuando hacía Psicología, entonces allí nos hablaban de que cuando los animales tienen lesionada una glándula que se llama las amígdalas, empiezan a presentar comportamientos tales como los que hacen los homosexuales: copular por el ano, en donde el ano al recibir esos… esos espermas no pueden nunca engendrar, porque se encuentran con caca. Entonces yo no creo que eso sea interesante para la sociedad en ningún aspecto
RECETA DE C ALDO DE GALLINA CON ALMENDRAS
INGREDIENTES
1 gallina
Menudos de la gallina
600 g de almendras crudas peladas y trituradas
2 cucharadas soperas de perejil
1 cucharada sopera de cilantro
100 g de pimienta negra en grano
Sal
Hojas de hierbabuena
1 cucharada sopera de miel
PREPARACIÓN
Se pone a cocer la gallina en una olla junto a la mitad de las almendras peladas y majadas previamente en un mortero. Una vez esté casi cocida, se saca, se deshuesa y se pica, para añadir de nuevo las piezas a la olla.
Aparte, se ponen a cocer en un cacillo los menudos de la gallina y cuando estén hechos, se majan en el mortero junto al perejil, el cilantro, la pimienta negra, un poco de sal, unas hojas de hierbabuena y la otra mitad de las almendras.
Cuando la cocción de la gallina esté a punto de concluir (dos horas y media, aproximadamente), se vierte este majado en la olla y se deja cocer durante unos veinte minutos, removiendo bien para que ligue todo.
Un momento antes de retirarlo del fuego se le añade una cucharada sopera de miel. Se remueve hasta que funda y el plato está listo para servir en platos hondos individuales.
la algarabía que mueven los cuernos de caza y los ladridos, las jaurías y los hombres, que hace parecer que los bosques se embriaguen bruscamente
I never looked at his colour,
I never looked at his race.
I just liked his real cool hair
and the smile across his face.
If they can make white dolls
then why can’t they make black.
Raise your voice and shout out loud,
bring the Golliwoggs back.
Pouso no cimo do bosque, cos ollos pechados.
Inacción e non sono enganoso
Entre a miña testa-garfo e as miñas poutas-garfos.
Ou ben ensaio en soños o meu xeito perfecto de matar e
de xantar.
Que ben me veñen estas árbores altas!
A fl uidez do ar e o raio do sol
Son unha vantaxe para min;
A terra ergue a faciana para que eu a esculque.
As miñas poutas aférranse á cortiza esgrevia.
Fixo falla toda a Creación para producir
Cada unha das miñas patas, cada unha das miñas plumas:
Agora apreixo a Creación coas miñas poutas
Ou elévome e remexo todo paseniñoEu mato onde me peta porque todo me pertence.
O meu corpo non ten nada de sofi sticado.
O meu é arrincar cabezas -
Repartir morte, pois
O único traxecto do meu voo pasa
Directamente polos ósos dos vivos.
Non hai argumentos que xustifi quen o meu dereito:
O sol está detrás de min.
Nada cambiou dende que empecei.
A miña ollada non permite ningún cambio.
E vou mante–las cousas tal e como están.
El alma puede cobrar existencia gracias a la tiranía. El tirano nos lo arrebata todo, de suerte que estamos obligados a creer que nos deja algo. Llamamos alma a este algo.
Nunca ha entendido a las chicas jóvenes que se acuestan con hombres mayores. La piel suave y resistente de los jóvenes es mucho más agradable. Los hombres de su edad le dan asco, cuando los huevos les cuelgan y parecen cabezas de tortugas escleróticas. Si tuviera que tocarlos podría vomitar. Odia a los hombres que no tienen fuelle cuando follan, o que tienen que ponerse boca arriba a los cinco minutos porque no pueden más y dejan que su pareja termine sola. Odia su barriga hinchada y sus pequeños muslos grises.
Las mujeres evolucionan con la edad. Intentan entender lo que les está pasando. Los hombres se estancan, heroicamente, y luego retroceden de golpe. Cuantos más años cumplen, más vinculan el amor y el sexo a la infancia. Necesitan decir palabras de niños a chicas que parecen crías, hacer guarradas de patio de colegio. A nadie le apetece oír hablar del deseo de un viejo, es demasiado vergonzoso.
¡Eh, tú, no te confundas! Que yo no soy un perdedor. Que yo he sido lo más grande, que yo me he encamado con tías que ni imaginas que existen, de esas que no andan, sino levitan, que a mí me conocía toda la ciudad, me reverenciaban, se dejaban la piel de las rodillas implorando una palabra mía. Que no te equivoques. Que fui parte de aquello. Que yo vi nacer el punk, que era el más duro entre los duros, que este diente que me falta, ¿lo ves?, me lo partió un Lansquenete du Main de un cabezazo. Que nosotros, no como vosotros, éramos contestatarios, éramos divertidos, follábamos y follábamos y sabíamos qué era lo bueno, lo bonito, lo especial. Escucha estos acordes, ¿lo oyes?, no se ha vuelto a hacer nada igual. Ahora todo es feo, triste, comprable. A nosotros no nos compraba nadie
an Pieters Sweelink. El extraño nombre del músico holandés hace que todo lo bello parezca extraño y lejano. Descubro sus variaciones para clavecín en una antigua tonada.
Youth has an end
. En la vaga niebla de sonidos antiguos surge un punto de luz: el mensaje del alma va a ser escuchado. La juventud es finita: el fin está aquí. Nunca será. Bien lo sabes. Entonces, ¿qué? ¡Escríbelo, carajo, escríbelo! ¿Es que sirves para otra cosa?
—¿Por qué?
—Porque de otro modo no podría verte.
Deslizamiento—espacio—edades—follaje de estrellas—y cielo menguante—silencio—y silencio más profundo—silencio de la aniquilación—y su voz.
Non hunc sed Barabbam!
Desprevención. Un apartamento desnudo. Luz perezosa del día. Un piano largo y negro: ataúd de música. Un sombrero de mujer con flores rojas, y un paraguas, plegado, se equilibran en el borde del piano. Sus brazos: casco, gules, y una lanza roma en un campo, sable.
Tornada: Ámame, ama mi paraguas.
She raises her arms in an effort to hook at the nape of her neck a gown of black veiling. She cannot: no, she cannot. She moves backwards towards me mutely. I raise my arms to help her: her arms fail. I hold the websoft edges of her gown and drawing them out to hook them I see through the opening of the black veil her lithe body sheathed in an orange shift. It slips its ribbons of moorings at her shoulders and falls slowly: a lithe smooth naked body shimmering with silvery scales. It slips slowly over the slender buttocks of smooth polished silver and over their furrow, a tarnished silver shadow…. Fingers, cold and calm and moving…. A touch, a touch.
Small witless helpless and thin breath. But bend and hear: a voice. A sparrow under the wheels of Juggernaut, shaking shaker of the earth. Please, mister God, big mister God! Goodbye, big world!……
Aber das ist eine Schweinerei!
Una se había hecho lamer el coño una vez por un perro. A la pregunta de si se había hecho ensartar por él, contestó:
«Lo habría hecho de buena gana, pero no era lo bastante grande».
El Ulises cuenta la historia de un día en la vida de Dublín, el 16 de junio de 1904, fecha en la que James Joyce dio un memorable paseo por la ciudad, dando comienzo a su relación con Nora Barnacle, con quien compartiría el resto de su vida. Joyce era enemigo acérrimo del matrimonio y no podía soportar el provincianismo de Irlanda ni la influencia de la Iglesia católica.
Huyó de su Dublín natal con Nora, refugiándose en diversas ciudades de Europa. Escribió el Ulises en Trieste, Zurich y París entre 1914 y 1921. En su opinión, todo escritor alberga en sí una única novela que publica en entregas sucesivas a lo largo de su vida. La novela única de Joyce consta de tres partes perfectamente diferenciadas, el Retrato del artista adolescente, el Ulises y Finnegans Wake. Una firme línea de continuidad une a estas obras, mostrando la evolución de la prosa de Joyce, que va de la luminosa precisión del Retrato al magma incandescente de Finnegans Wake, obra a la que dedicó 17 años de su vida.
La estructura del Ulises tiene su origen en la huella que dejó en Joyce la lectura de Las aventuras de Ulises, novela juvenil de Charles Lamb, que cayó en sus manos cuando tenía 12 años. Después de publicada la novela, el autor pergeñó una tabla de correspondencias entre los capítulos del Ulises y diversos episodios de la Odisea. Aunque después minimizó su importancia, las referencias al poema homérico se deben tener en cuenta. Hay tres personajes centrales, Leopold Bloom, de 38 años, agente publicitario de origen judío; su mujer, Molly, cantante de ópera, de 33 años, y Stephen Dedalus, artista y escritor, de 22. Sus equivalentes en el plano mítico son Ulises, Penélope, su mujer, y Telémaco, su hijo.
La novela se divide en tres partes. La primera, o Telemaquiada, da cuenta de las actividades matutinas de Dedalus, protagonista del Retrato del artista adolescente. En la segunda, Andanzas de Odiseo, se refieren las peripecias de Leopold Bloom por Dublín. La tercera, Nostos o El regreso a Ítaca, marca el retorno de Bloom a Eccles Street, acompañado de Dedalus y culmina con el apoteósico monólogo de Molly Bloom
Más que de argumento habría que hablar de una multiplicidad de acciones que se entrecruzan y ramifican a lo largo de las 18 horas que dura la novela. El número de personajes secundarios es delirante. La acción comienza a las 8 de la mañana en dos capítulos distintos de la novela, uno en la Torre Martello, en Sandycove, en las afueras de Dublín, y otro en el domicilio conyugal de Bloom. Joyce inventó una técnica narrativa propia para cada capítulo, de modo que cabe hablar de dieciocho unidades novelísticas distintas. Solo el primer capítulo de cada sección se sirve de la técnica convencionalmente conocida como narración. Los dos capítulos adicionales de los segmentos inicial y final de la novela recurren a técnicas que Joyce bautizó como catecismo y monólogo, ambos hallazgos asombrosos.
La técnica llamada catecismo es un mecanismo narrativo que se sirve de preguntas y respuestas que mueven con extraordinaria agilidad el texto. En cuanto al llamado monólogo interior, se trata de la mayor aportación de Joyce al arte de narrar. El autor deja que los pensamientos de los personajes fluyan sin ningún control externo. El monólogo de Molly Bloom, que ocupa el capítulo final de la novela, consta de ocho frases larguísimas que carecen por completo de puntuación. De una belleza sublime, este segmento está considerado una de las cumbres de la literatura universal. El cuerpo central de la novela consta de 12 capítulos, a cual más audaz.
A la narración que abre el primero sigue un desfile delirante de estilos, idiosincráticamente designados por su autor como narcisismo, incubismo, entimémica, peristáltica, dialéctica, laberinto, fuga, gigantismo, (de)tumescencia, desarrollo embrionario y alucinación. Tras cada uno de ellos se encierra un universo propio. Dentro del laberinto que es el Ulises operan solapados nueve sistemas de referencia que remiten respectivamente a un episodio de la Odisea, una disciplina artística o científica, un símbolo, un órgano del cuerpo humano, un color, una técnica estilística, un lugar de Dublín, y una hora del día. Para Joyce su novela era un organismo dotado de vísceras, nervios, músculos y fluidos lo cual le hizo asignar a sus fragmentos elementos anatómicos como el útero, el esqueleto, carne, sangre, órganos genitales y aparato locomotor.
Texto infinitamente elástico y proteico, en el Ulises, el río de la lengua reproduce el flujo incesante de la vida, dando cuenta tanto de los sucesos del mundo exterior como de las evoluciones y fluctuaciones del cuerpo y de la mente. Por encima de todo, el verdadero protagonista del Ulises es el lenguaje, que Joyce maneja a su capricho. Hay tramos que pueden resultar agotadores o intransitables, pero son imprescindibles. Con frecuencia la prosa destella con una fuerza, precisión, belleza y lirismo que cortan la respiración. El texto le confiere gran importancia a las cuestiones de orden fónico. Estamos ante una novela cuyo lenguaje en muchos momentos es, para utilizar una expresión de Ezra Pound, “poesía al borde de la música”. Para Edmund Wilson el componente musical de la novela tenía más peso que el narrativo. Ernst Robert Curtius aconsejaba leer el Ulises como si se tuviera delante una partitura, lo cual se ajusta perfectamente a la experiencia que supone afrontar un texto así: no es necesario saber descifrarla para sentir la grandeza de la música.
Todo lo que empieza como comedia acaba como tragedia.
Todo lo que empieza como comedia acaba como tragicomedia.
Todo lo que empieza como comedia acaba indefectiblemente como comedia.
Todo lo que empieza como comedia acaba como ejercicio criptográfico.
Todo lo que empieza como comedia acaba como película de terror.
Lo que empieza como comedia acaba como marcha triunfal, ¿no?
Todo lo que empieza como comedia indefectiblemente acaba como misterio.
Todo lo que empieza como comedia acaba como responso en el vacío.
Todo lo que empieza como comedia acaba como monólogo cómico, pero ya no nos reímos.
As I come out of Ralli’s house I come upon her suddenly as we both are giving alms to a blind beggar. She answers my sudden greeting by turning and averting her black basilisk eyes.
E col suo vedere attosca l’uomo quando lo vede
. I thank you for the word, messer Brunetto.
They spread under my feet carpets for the son of man. They await my passing. She stands in the yellow shadow of the hall, a plaid cloak shielding from chills her sinking shoulders: and as I halt in wonder and look about me she greets me wintrily and passes up the staircase darting at me for an instant out of her sluggish sidelong eyes a jet of liquorish venom.
A soft crumpled peagreen cover drapes the lounge. A narrow Parisian room. The hairdresser lay here but now. I kissed her stocking and the hem of her rustblack dusty skirt. It is the other. She. Gogarty came yesterday to be introduced.
Ulysses
is the reason. Symbol of the intellectual conscience…. Ireland then? And the husband? Pacing the corridor in list shoes or playing chess against himself. Why are we left here? The hairdresser lay here but now, clutching my head between her knobby knees…. Intellectual symbol of my race. Listen! The plunging gloom has fallen. Listen!
—I am not convinced that such activities of the mind or body can be called unhealthy—
She speaks. A weak voice from beyond the cold stars. Voice of wisdom. Say on! O, say again, making me wise! This voice I never heard.
She coils towards me along the crumpled lounge. I cannot move or speak. Coiling approach of starborn flesh. Adultery of wisdom. No. I will go. I will.
—Jim, love!—
Soft sucking lips kiss my left armpit: a coiling kiss on myriad veins. I burn! I crumple like a burning leaf! From my right armpit a fang of flame leaps out. A starry snake has kissed me: a cold nightsnake. I am lost!
—Nora!—
Soy un gigante perdido en medio de un bosque quemado
Son pocos los futbolistas que mueren en el terreno de juego, si consideramos cuántos saltan a ellos cada semana, en el mundo entero. Y muere gente en todas partes, en las oficinas, en las carreteras, en las obras, en sus casas. Para los allegados es terrible, sí, pero el mundo no se para, como nunca se ha parado por los miles de millones de muertos de la historia. Ahora hay pretensiones desmesuradas: que no se jueguen partidos, que se suspenda esto y lo otro, que asista algún Ministro al entierro, que todo el mundo participe del duelo. Es como si una parte de la sociedad hubiera tomado al pie de la letra los emotivos versos de Auden —popularizados por la película Cuatro bodas y un funeral — que empiezan así: «Parad todos los relojes, cortad el teléfono, no dejéis que ladre el perro ante su sabroso hueso, silenciad los pianos y con amortiguado tambor sacad el ataúd, que vengan las plañideras». Es el lamento por la pérdida del amigo, la expresión de la íntima necesidad de que nada siga al interrumpirse la vida de un ser querido. Pero después Auden añade: «Él era mi Norte, mi Sur, mi Este y Oeste, mi semana de trabajo y mi domingo de descanso, mi mediodía, mi medianoche, mi hablar, mi canto…». Pasa a lo personal , el único ámbito al que en realidad pertenecen las muertes. No se puede obligar a guardar luto a los demás, y eso es lo que hoy se hace en España a veces, so pena de ser tenido por un desalmado, un insensible, un duro de corazón. Es como si en algunas cosas hubiera una exigencia de unanimidad —un totalitarismo de fondo—: «Ha ocurrido esta desgracia. Que todo se pare, y nadie quede sin llorar públicamente». En ocasiones así uno se pregunta qué se ha hecho de la vieja sobriedad española, del pudor, la entereza, la austeridad famosa, la involuntaria elegancia de las gentes de este país. Claro que, si recordamos el histerismo colectivo sobrevenido a la reservada y estoica Inglaterra cuando murió Lady Di, habrá que concluir que el fenómeno es universal. Quizá es que hoy se detesta y teme tanto la muerte que la única forma de enfrentarse a ella sea convertirla en un espectáculo y una celebración. Aunque sea a costa del finado; y para los vivos, claro está.
Sabía que se torturaba en las checas y eran comunes los paseos. Lo discutía con Dos Passos y su amigo Ernest Hemingway, que estaban alojados en ese circo ambulante y literario en el que se había convertido el Hotel Florida. Dos Passos callaba. Y Hemingway hablaba de sacrificios en abstracto, por salvar la democracia. Marta Gellhorn, con la que Hem se corría buenas juergas nocturnas, pestañeaba y decía que las torturas no asientan ninguna democracia. Una mañana en la ciudad del Turia, una partida de comunistas golpeó insistentemente en la puerta de su nuevo domicilio. Venían con la orden de arrestarle. - Se debe tratar de una confusión, querida. - Frase largamente repetida por aquellos días. La mujer ansiosa, le buscó enseguida por dependencias oficiales y oficiosas, y se encontró con él en un par de ocasiones. Pepe volvió a repetirle que se estaban siguiendo unos cauces oficiales, pero que no estaba preocupado dado que no tenían nada contra él. Por supuesto, que retornará a casa lo más pronto posible. A partir de ahí, su pista se difuminó. Nunca se encontró su cuerpo.
Un Dos Passos, que volvió a la República unos días después, al hablar con la esposa de su íntimo amigo, no da crédito a esas acusaciones. ¿Espía?- Imposible. - Ante la pasividad y largos silencios de su colega Hemingway, que no solamente no apoya sus reivindicaciones, sino que justifica como "justo y necesario" ese crimen, surge el hielo definitivo que quebrará la amistad entre dos espíritus bastante similares, con sed de aventuras y riesgo. No como se dice en algunas recensiones, que un puritano Dos Passos, que conocía a la esposa de Hem, le reprochase su relación con la explosiva Gellhorn. Seguramente fuese un cúmulo de muchas circunstancias. El caso de José Robles, un idealista, al que la barbarie de la retaguardia frentepopulista, le refrenó en su entusiasmo. Ni siquiera le consolaba el hecho irrefutable, de que en el otro lado se cometiesen atrocidades. De ahí a que espiase, mediaba un abismo. Robles fue sin duda víctima de las sospechas paranoides de unos soviéticos, que un año más tarde vivirían su propio imfierno con la yezhovina, donde represaliaron a millones de los suyos. La maquinaria enfermiza de los comunistas engendraba semejantes desmanes y monstruos.
En las chekas solían haber copias de cuadros de Kandisky y de Josef Albers; el que les presento y que fue captado por el fotógrafo, se titula Homenaje al cuadrado y pertenece a una serie de pinturas sobre el mismo tema que realizó Josef Albers.
Estaba demostrado, según teorías de psicólogos alemanes, que los sentidos de los prisioneros se trastornaban si los tenían presentes delate de la vista durante interminables jornadas. A esta tortura se le denominó Métodos Psicotécnicos, y estaban destinados a hacer hablar a quienes permanecían allí detenidos.
Consistía en la decoración de la cheka con unos dibujos geométricos que conseguían marear y obsesionar visualmente al recluso.
El parecido de los dibujos con ciertas obras de la Bauhaus, especialmente con algunas de Kandinsky de la década de 1920 (Tres sonoridades amarillas, de l926) o con las de otros pintores abstractos, como Moholy Nagy o Johannes Itten, es sorprendente.
Lo curioso del método, lo malvado, fué el experimento que se hizo con los prisioneros de las "chekas", adentrándose deliberadamente en las regiones inexploradas del inconsciente humano.
Añadir una anécdota que no es muy sabida sobre el planteamiento de Kandisky y la combinación de dibujos y colores, este fue de mera casualidad, descubrió las posibilidades de la abstracción al comprobar casualmente el interés plástico de una propia obra vista de costado en el caballete. Le gustó tanto que parece ser que se hizo manifiesto que la objetividad de la obra, en vez de acrecentar la belleza, la perjudicaba.
Si no eres "suficientemente adicto a la causa", se dicta la orden de "purga". O fe ciega o nada.
Y gana la nada.
Ya se sabe que uno se preocupa de que no le mate su enemigo principal, pero descuida a su enemigo secundario, y es este el más peligroso.
¡Ay, solamente cuando sacrificamos nuestra vida, se puede pedir el sacrificio de otras vidas!
La causa general y justa me obliga solo con mi moderación y sin fervor. No estoy sometido a hipotecas ni a compromisos penetrantes e íntimos. La cólera y el odio van más allá del deber de la justicia, y son pasiones que solo sirven a quienes no se atienen lo bastante a su deber por la mera razón. Todas las intenciones legítimas son de suyo moderadas; de lo contrario, devienen sediciosas e ilegítimas. Esto es lo que me hace ir por todas partes con la cabeza alta, con el semblante y el corazón abiertos
Cualquier poder, si no se basa en la Purga Constante, es débil
DEAR VON RUNICKE,
I cannot tell you how pleased I am you are alive. I was told your number was up for certain, and a letter was supposed to have come in from Field Ambulance saying you had gone under.
Well, it's good work. We had a rotten time, and after succeeding in doing practically the impossible we collected that rotten crowd and put them in their places, but directly dark came they legged it. It was too sad.
We lost heavily. It is not fair putting brave men like ours alongside that crowd. I also wish to thank you for your good work and bravery, and only wish you could have been with them. I have read of bravery but I have never seen such magnificent and wonderful disregard for death as I saw that day. It was almost uncanny -- it was so great. I once heard an old officer in the Royal Welch say the men would follow you to Hell; but these chaps would bring you back and put you in a dug-out in Heaven.
Good luck and a quick recovery. I shall drink your health to-night.
En mis inicios en el interés por las cosas políticas yo sentía especial querencia por los puretismos. Así, mi ya conocida querencia hedillista y ramirista (de Ledesma Ramos) que coincidió en el tiempo con la lectura férvida de aquellos libros troskos/poumistas con cubierta de papel de embalar que editaba Júcar a fines de los 70. A medida que maduraba, mis puretismos se iban diluyendo en aras de la realidad (ayudó bastante mi acercamiento a la figura de Suárez y sus «rassemblements» herederos en parte de los gaullistas y presagiando en precario, como es precaria España, las amalgamas partidistas putinianas). Acabé descubriendo que, aparte algunas personas honradas (Pedro Conde, Narciso Perales), el hedillismo era bastante menos «puro» de lo que parecía (con incluso elementos gore derivados enseguida hacia la ultraderecha de FN o de la Falange raimundista, como el inefable Assiego, que, tras dirigir un ¿sindicato? rompehuelgas en Vallecas -ASNT, financiado por un senil pero «siempre en la brecha» Giménez Caballero-, quemaba bosques en Castilla pagado por el PSOE para desacreditar a Aznar cuando éste era presidente regional).Y en cuanto al troskismo, mi interés creciente por China, mi sarampión perestroiko (que tú conociste de primera mano hasta en sus aspectos más grotescos) y mi posterior y ya definitiva atención a la conjunción nacional/comunista que acabaría cristalizando en el sincretismo putiniano, llevándome a profundizar en la figura de Stalin y en las miserias de Trotsky (incluido ese adn trosko/poumista en los perfiles fundacionales de la CIA, como ejemplo aquel reparto gratuito del REBELION EN LA GRANJA a lo MEIN KAMPF por aquello de iniciar una demonización del soberanismo ruso que aún continúa, corregida y aumentada, aunque peor redactada, porque, reconozcámoslo, no es lo mismo un Orwell que un Risto Mejode o un chafardero de Roures o Mediaset). Los sincretismos de China y Rusia, que ya prolijamente explico en alguno de los links precedentes, me han llevado del puretismo a lo contrario, a atender a los grandes creadores de amalgamas, un Suárez, un De Gaulle, un Putin o aquel complejo dictador Getulio Vargas que, en sus años finales, se montó un dúplex partidista (el Laborista y el Social Demócrata) con los que su delfín Joao Goulart (el presagio brasileño de Suárez) desarrolló, hasta su derrocamiento manu militari en el 64 por orden de Johnson, la experiencia política más interesante de Brasil (un centroizquierda no conformista con crecientes contactos con el comunismo, prochino en ese país en aquel momento, que anticipa en parte tanto el rigodón de Suárez con Carrillo como los momentos más radicales del CDS haciendo la oposición a Felipe desde la izquierda a mediados de los 80, o, mucho más sustancial, la fagocitación que Putin hace del comunismo en su ambivalente relación con un PCFR cada vez más perdido).Bueno, dejo las batallitas pero creo que algunos datos y reflexiones de las que aporto aquí pueden tener una cierta utilidad.
No es necesario hacer del pobre un fetiche solo porque es pobre, ni alentar en él la creencia de que es de una esencia superior, y que por una condición que no es, por cierto, fruto ni de su mérito ni de su voluntad, haya conquistado el derecho de hacer a los otros el mal que los otros le han hecho a él. La tiranía de las manos callosas (que luego en la práctica es siempre la tiranía de unos pocos que si alguna vez tuvieron callos ya no los tienen más) no sería menos dura, menos malvada, menos fecunda en males duraderos, que la tiranía de las manos enguantadas. Más bien, sería menos ilustrada y más brutal.
SOBRESOCIALIZACIÓN
24. Los psicólogos usan el término «socialización» para designar el proceso por el cual los niños son
entrenados para pensar y actuar como demanda la sociedad. Se dice que una persona está bien socializada
si cree y obedece el código moral de su sociedad y encaja bien como parte del funcionamiento de ésta.
Puede parecer con poco sentido decir que muchos izquierdista están sobresocializados, desde que el
izquierdista es percibido como un rebelde. Sin embargo, la posición puede ser defendida: muchos no son
tan rebeldes como parecen.
25. El código moral de nuestra sociedad es tan exigente que nadie puede pensar, sentir y actuar de una
forma completamente moral. Por ejemplo, se supone que no podemos odiar a nadie, sin embargo casi todo
el mundo odia a alguien alguna vez, bien se lo admita a sí mismo o no. Alguna gente está tan altamente
socializada que intenta pensar, sentir y actuar moralmente, imponiéndose una severa carga. Con objeto de
eludir sentimientos de culpa, continuamente tienen que engañarse sobre sus propios motivos y encontrar
explicaciones morales para sentimientos y acciones que en realidad no tienen un origen moral. Usamos el término sobresocializado para describir a tales personas. Durante el periodo Victoriano mucha gente
sobresocializada sufrió serios problemas psicológicos como resultado de reprimir o del intento de represión
de sus sentimientos sexuales. Freud aparentemente basa sus teorías en gente de este tipo. Hoy en día el
foco de la socialización se ha trasladado del sexo a la agresión.
26. La sobresocialización puede conducir a una baja autoestima, a sentimientos de impotencia, al
derrotismo, a la culpa, etc. Uno de los más importantes recursos por los cuales nuestra sociedad socializa a
los niños es haciéndolos sentir avergonzados del comportamiento o del habla que es contraria a las
expectativas de la sociedad. Si esto es excesivo o si un chico en particular es especialmente sensible a
tales sentimientos, acaba por sentirse avergonzado de Sí MISMO. Además el pensamiento y el
comportamiento de la persona sobresocializada están más restringidos por las expectativas de la sociedad
de lo que lo están los de aquellas personas levemente socializadas. La mayoría de la.gente ajusta en una
cantidad significativa de comportamiento travieso. Mienten, cometen robos despreciables, violan las normas
de tráfico, holgazanean en el trabajo, odian a alguien, dicen cosas rencorosas o usan trucos para ponerse
por delante de otro sujeto. La persona sobresocializada no puede hacer estas cosas, o si las hace le
generan un sentimiento de vergüenza y autoaborrecimiento. La persona sobresocializada incluso no puede
experimentar, sin culpabilidad, pensamientos o sentimientos que son contrarios a la moralidad aceptada; no
puede tener ideas «impuras». Y la socialización no es sólo un problema de moralidad; estamos socializados
para confirmar muchas normas de comportamiento que no están bajo el encabezamiento de la moralidad.
Así la persona sobresocializada está retenida con una correa psicológica y pasa su vida corriendo por los
railes que la sociedad ha tendido para él. En mucha gente sobresocializada esto resulta en un sentido de
coacción e impotencia que puede ser una severa pena. Sugerimos que la sobresocialización está entre las
crueldades más serias que los seres humanos se infligen unos a otros.
27. Deducimos que un segmento muy importante e influyente de la izquierda moderna está sobresocializado
y que su sobresocialización es de gran importancia en la determinación de la dirección del izquierdismo
moderno. Los izquierdistas del tipo sobresocializado tienden a ser intelectuales o miembros de la clase
media alta. Nótese que los intelectuales universitarios, sin incluir necesariamente a los especialistas en
ingeniería o la ciencia «hard», constituyen el segmento más altamente socializado de nuestra sociedad y el
ala más izquierdista.
28. El izquierdista del tipo sobresocializado trata de huir de su correa psicológica y reafirmar su autonomía
rebelándose. Pero normalmente no es suficientemente fuerte como para rebelarse contra los valores más
básicos de la sociedad. Generalmente hablando, las finalidades de los izquierdistas de hoy NO están en
conflicto con la moral establecida. Antes bien, la izquierda toma un principio de la moral establecida, lo
adopta a su manera y entonces acusa a la corriente mayoritaria de la sociedad de violar ese principio.
Ejemplos: igualdad racial, igualdad de los sexos, ayudar a la gente pobre, paz como opuesto a la guerra,
generalmente pacifistas, libertad de expresión, amabilidad a los animales. Aún más fundamental, la
obligación de la persona de servir a la sociedad y la obligación de la sociedad de hacerse cargo de la
persona. Todos estos han sido valores profundamente arraigados de nuestra sociedad (o al menos por
mucho tiempo de su clase media y alta). Hay bastantes personas de la clase media y alta que se resisten a
algunos de estos valores, pero normalmente su resistencia está más o menos encubierta. Tal resistencia
aparece en los medios de masas sólo con una extensión muy limitada. El principal impulso de la
propaganda en nuestra sociedad es en favor de los valores declarados. La principal.razón de que estos
valores hayan resultado, por así decirlo, como los valores oficiales de nuestra sociedad es que le son útiles
al sistema industrial. La violencia se desaprueba porque transtorna el funcionamiento del sistema. El
racismo se desaprueba porque los conflictos étnicos también lo transtornan, y la discriminación malgasta el
talento de los miembros de un grupo minoritario que pueden ser útiles para el sistema. La pobreza debe ser
«curada» porque la clase baja causa problemas al sistema y el contacto con ésta abate la moral de las otras
clases. Las mujeres son animadas a tener carreras porque su talento es valioso para el sistema y, aún más
importante, por medio de trabajos regulares las mujeres están mejor integradas en el sistema y se atan
directamente a él antes que a sus familias. Esto ayuda a debilitar la solidaridad familiar. (Los líderes del
sistema dicen que quieren fortalecer la familia, pero lo que realmente quieren decir es que procuran que la
familia sirva como herramienta eficaz para socializar a los hijos de acuerdo con sus necesidades.
Razonamos en los párrafos 51, 52 que el sistema no puede permitir a la familia o a otro grupo social de
pequeña escala ser fuerte y autónomo). Estos valores son explícitamente o implícitamente expresados o
presupuestos en mucho del material presentado por los medios de comunicación de corriente de opinión
mayoritaria y por el sistema educativo. Los izquierdistas especialmente del tipo sobresocializado,
normalmente no se rebelan contra estos principios, sino que justifican su hostilidad a la sociedad afirmando
(con algún grado de verdad) que esta no está viviendo conforme a ellos.
29. He aquí una ilustración de la manera en como el izquierdista sobresocializado enseña su apego real a
las actitudes convencionales de nuestra sociedad mientras pretende estar en rebelión contra ellas. Muchos
promueven acciones afirmativas, para mover a la gente negra dentro de los trabajos prestigiosos, para
mejorar la educación en los colegios negros e invertir más dinero en tales colegios; la forma de vida de la
«clase baja» negra la conservan como una desgracia social. Quieren integrar al hombre negro dentro del
sistema, hacer de él un ejecutivo de negocios, un juez, un científico, simplemente como la gente blanca de
clase medio alta. Responderán que la última cosa que quieren es hacer del hombre negro una copia del
hombre blanco; en vez, quieren preservar la cultura negroide. ¿Pero en qué consiste esta
preservación? Puede consistir simplemente en comer el estilo de comida negra, escuchar música negra,
vestir ropa al estilo negro e ir a una iglesia o mezquita negras. En otras palabras, sólo pueden expresarse
en los problemas superficiales. En todos los aspectos ESENCIALES más izquierdistas del tipo
sobresocializado quieren armonizar al hombre negro respecto a los ideales de clase media del hombre
blanco. Quieren hacer al padre negro «responsable», quieren que las bandas negras se vuelvan no
violentas, etc. Pero estos son exactamente los valores del sistema tecnológico-industrial. El sistema no
puede preocuparse menos de la clase de música que un hombre escucha, qué clase de ropa lleva o en qué
religión cree, mientras estudie en el colegio, tenga un trabajo respetable, ascienda la escala social, sea un
padre «responsable», sea no violento y así sucesivamente. En efecto, porque muchos pueden negarlo, el
izquierdista sobresocializado quiere integrar al hombre negro en el sistema y hacer que adopte sus valores.
30. Ciertamente no postulamos que los izquierdistas, incluso del tipo sobresocializado, NUNCA se rebelen
contra los valores fundamentales de nuestra sociedad. Claramente algunas veces lo hacen. Algunos
izquierdistas sobresocializados han ido demasiado lejos hasta rebelarse contra uno de los principios más
importantes de la sociedad moderna atrayendo la violencia física. Por su propia cuenta, la violencia es para
ellos una forma de «liberación». En otras palabras, cometiendo violencia atraviesan las restricciones
psicológicas que han sido experimentadas en su interior. Porque están sobresocializados estas restricciones
han sido más limitantes para ellos que para otros; por lo tanto necesitan liberarse de ellas. Pero normalmente justifican su rebelión en términos de valores de la corriente de opinión principal. Si se comprometen en la violencia postulan el estar luchando contra el racismo o algo parecido.
31. Comprendemos que se pueden poner de realce muchas objeciones al pequeño esbozo precedente. La
situación real es compleja, y algo como una descripción completa ocuparía varios volúmenes, incluso si los
datos necesarios estuvieran disponibles. Afirmamos sólo haber indicado muy aproximadamente las dos
tendencias más importantes en la psicología del izquierdismo moderno. 32. Los problemas del izquierdismo
son indicativos de los problemas de nuestra sociedad como conjunto. Baja autoestima, tendencias
depresivas y derrotismo no están restringidos a la izquierda. Aunque son especialmente notables en ésta,
están extendidos en nuestra sociedad. Y la sociedad de hoy trata de socializarnos a un mayor alcance que
cualquier sociedad previa. Incluso los expertos nos dicen cómo comer, cómo hacer el amor, cómo educar a
nuestros hijos y así sucesivamente.
AUTONOMÍA
42. La autonomía como parte del proceso de poder puede que no sea necesaria para todas las personas.
Pero mucha gente necesita un grado mayor o menor de autonomía al trabajar por sus finalidades. Su
esfuerzo debe ser tomado por su propia iniciativa y debe estar bajo su propia dirección y control. Sin
embargo mucha gente no tiene que ejercer esta iniciativa, dirección y control como personas individuales.
Normalmente basta con actuar como miembro de un grupo PEQUEÑO. Así si media docena de personas
discuten una finalidad y hacen un esfuerzo exitoso unidas para alcanzarla, su necesidad por el proceso de
poder estará cumplida. Pero si trabajan bajo órdenes rígidas que no les dejan espacio para decisiones
autónomas e iniciativa, entonces su necesidad por el proceso de poder no estará cumplida. Lo mismo
ocurre cuando las decisiones están tomadas en bases colectivas, si el grupo que toma las decisiones es tan
grande que el papel de cada persona es insignificante. Se puede argumentar que la mayoría de la gente no
quiere tomar sus propias decisiones y quieren jefes para pensar por ellos. Hay un elemento de verdad en
esto. La gente quiere.tomar sus propias decisiones en pequeños asuntos, pero tomar decisiones en
problemas difíciles y fundamentales requiere encararse con conflictos psicológicos, y la mayoría de la gente
los odia. Por consiguiente tienden a apoyarse en otros para tomar decisiones difíciles. La mayoría de la
gente son seguidores naturales, no jefes, pero quieren tener acceso directo y personal a sus jefes y
participar en cierta extensión en la toma de decisiones difíciles. Pero no se sigue que les guste que les
impongan decisiones sin tener oportunidad de influir en ellas. Al menos a ese nivel necesitan autonomía.
43. Es cierto que algunas personas parecen tener poca necesidad de autonomía. Su impulso por el poder
es débil o lo satisfacen identificán-dose con alguna organización poderosa a la cual pertenecen. Y enton-ces
hay irreflexivos, tipos de animal que parecen estar satisfechos con un sentido puramente físico de poder (el
buen soldado de combate, que obtiene su sentido de poder desarrollando habilidades de lucha que está
bastante contento de usar en obediencia ciega a sus superiores).
44. Pero la mayoría de la gente pasa a través del proceso de poder-teniendo una finalidad, haciendo un
esfuerzo AUTóNOMO y alcanzándola adquiere esa autoestima, autoconfianza y un sentido de poder.
Cuando uno no tiene oportunidades adecuadas para pasar a través del proceso de poder, las
consecuencias son (dependiendo de la persona y de la manera en que el proceso de poder se ha
desorganizado) aburrimiento, desmoralización, baja autoestima, sentimientos de inferioridad, derrotismo,
depresión, ansiedad, culpabilidad, frustración, hostilidad, abuso del cónyuge y de niños, hedonismo
insaciable, conducta sexual anormal, desórdenes del sueño, desórdenes alimenticios, etc. Algunos de los
síntomas enumerados son similares a aquellos que muestran los animales en cautividad. Para explicar
como surgen estos síntomas de la privación respecto al proceso de poder: el sentido común del
entendimiento de la naturaleza humana le dice a uno que la falta de finalidades cuyo logro requieren
esfuerzo conduce al aburrimiento y este, continuado largamente, a menudo lleva a la frustración y a la
depresión. El fracaso a la hora de obtener finalidades conduce a la frustración y a bajar la autoestima. La
frustración lleva al enfado, y este a la agresión, a menudo en la forma de abuso del cónyuge o de niños. Se
ha demostrado que la frustración continuada comúnmente dirige a la depresión, y esta tiende a causar
ansiedad, culpabilidad, desórdenes del sueño, desórdenes alimenticios y malos sentimientos sobre uno
mismo. Aquellos que tienden a la depresión buscan el placer como un antídoto; en consecuencia
recurriendo al hedonismo insaciable y al sexo excesivo, con perversiones queriendo significar conseguir
diversiones nuevas. El aburrimiento también tiende a causar excesiva búsqueda del placer ya que, a falta de
otras, la gente usa con frecuencia éste como una finalidad. Ver diagrama. Lo precedente es una
simplificación, la realidad.es más compleja y por supuesto la privación con respecto al proceso de poder no
es la ÚNICA causa de los síntomas descritos. Por cierto, cuando mencionamos la depresión no queremos
decir necesariamente la que es lo suficientemente severa como para ser tratada por un psiquiatra. A
menudo están comprometidas formas de depresión suaves. Y cuando hablamos de finalidades no
queremos decir necesariamente que estas sean de periodo largo y muy pensadas. A través de la larga
historia de la humanidad para mucha o la mayor parte de la gente, las finalidades precarias de la existencia
(simplemente proporcionarse a uno y a su familia la comida del día a día) ha sido por completo suficiente.
LOS MOTIVOS DE LOS CIENTíFICOS
87. La ciencia y la tecnología nos proporcionan los ejemplos más importantes de actividades sustitutorias.
Algunos científicos pretenden estar motivados por la «curiosidad»; esa idea es simplemente absurda.
Muchos científicos trabajan en problemas altamente especializados que no son el objeto de ninguna
curiosidad normal. Por ejemplo, ¿tiene un astrónomo, un matemático o un entomólogo curiosidad por las
propie dades del isopropiltrimetilmetano? Por supuesto que no. Sólo un químico tiene curiosidad sobre tal
cosa, y la tiene sólo porque la química es su actividad sustitutoria. ¿Tiene un químico curiosidad sobre la
apropiada clasificación de una nueva especie de escarabajo? No. Esa pregunta es sólo del interés del
entomólogo, y lo está porque la entomología es su actividad sustitutoria. Si el químico y el entomólogo
tuvieran que esforzarse seriamente para obtener las necesidades físicas, y si el esfuerzo ejercitara sus
habilidades de una manera interesante pero en algún empeño no científico, entonces les traería sin cuidado
el isoprepilmetilmetano o la clasificación de los escarabajos. Supongamos que la falta de fondos para la
educación de postgraduado hubiera dejado al químico convertirse en un corredor de seguros en vez de en
químico. En ese caso hubiera estado muy interesado en problemas de seguros pero no le hubiera importado
nada a cerca del isopropilmetilmetano. En cualquier caso, no es normal.poner en la satisfacción de la mera
curiosidad la cantidad de tiempo y esfuerzo que los científicos ponen en su trabajo. La explicación de la
«curiosidad» por la motivación científica simplemente no se mantiene en pie.
88. La explicación del «beneficio para la humanidad» tampoco funciona mucho mejor. Algunos trabajos
científicos tienen una relación inconcebible con el bienestar de la raza humana la mayor parte de los
arqueólogos o lingüistas comparativos por ejemplo. Algunas de las otras áreas de la ciencia presentan
obviamente posibilidades peligrosas. Sin embargo los científicos de estas áreas son simplemente tan
entusiastas sobre su trabajo como aquellos que desarrollan vacunas o estudios de la polución del aire.
Consideremos el caso del Dr. Edward Teller, el cual tenía un obvio compromiso emocional con la promoción
de centrales nucleares. ¿Este compromiso contenía un deseo de beneficiar a la humanidad? De ser así,
entonces, ¿por qué el Dr. Teller no adquiría este compromiso con otras causas «humanitarias»? ¿Si era tan
humanitario por qué ayudo a desarrollar la bomba H? Como con otras muchas proezas científicas, cabe
preguntar cómo las centrales nucleares benefician actualmente a la humanidad. ¿La electricidad barata
compensa la acumulación de desperdicios y el riesgo de acci-dente? El Dr. Teller enseñó sólo una parte de
la cuestión. Su compromiso emocional claramente no despierta de un deseo de «beneficio a la humanidad»
sino de una realización personal que consigue con su trabajo y viendo como este es puesto en práctica.
89. Lo mismo podría decirse de todos los científicos en general. Con posibles raras excepciones, sus
motivos no son ni la curiosidad ni el deseo de beneficiar a la humanidad sino la necesidad de atravesar el
proceso de poder: tener una finalidad (un problema científico que resolver), hacer un esfuerzo
(investigación) y conseguir la finalidad (solución del problema). La ciencia es una actividad sustitutoria
porque los científicos trabajan principalmente por la realización que consiguen del trabajo en si.
90. Por supuesto, no es así de sencillo. Otros motivos juegan un papel para muchos científicos. El dinero y
la posición social por ejemplo. Algunos pueden ser personas del tipo que tienen un insaciable impulso por la
posición social (ver párrafo 79) y esto puede proporcionar mucha de la motivación por su trabajo. Sin duda,
la mayoría, como la mayoría de la población en general, son más o menos susceptibles a los anuncios y a
las técnicas de empresa y necesitan dinero para satisfacer el deseo de bienes y servicios. Así, la ciencia no
es una actividad sustitutoria PURA. Pero es en gran parte una actividad sustitutoria.
91. Así mismo, la ciencia y la tecnología constituyen un movimiento de masas poderoso, y muchos
científicos gratifican su necesidad por el poder a través de la identificación con este movimiento de masas
(ver.párrafo 83). 92. Así la ciencia camina en la ceguera, sin mirar el verdadero beneficio de la raza humana
o a cualquier otro modelo, obedeciendo únicamente a las necesidades psicológicas de los científicos, de los
funcionarios del gobierno y de los ejecutivos de corporaciones los cuales poseen los fondos para la
investigación.
LA NATURALEZA DE LA LIBERTAD
93. Vamos a argumentar que la sociedad tecnológico-industrial no puede ser reformada de tal modo, como
para prevenirla del progresivo estrechamiento de la esfera de la libertad humana. Pero, porque «libertad» es
una palabra que puede ser interpretada de muchas maneras, debemos dejar claro primero en qué clase de
libertad estamos interesados.
94. Con «libertad» nos referimos a la oportunidad de atravesar el proceso de poder, con finalidades reales,
no las finalidades artificiales de las actividades sustitutorias, y sin interferencias, manipulaciones o
supervisión de nadie, especialmente de ninguna gran organización. Libertad significa tener control (tanto
como una persona o como miembro de un grupo PEQUEÑO) de los problemas de la vida y de la muerte de
la existencia de uno; comida, vestido, refugio y defensa contra cualquier temor que pueda haber en nuestro
medio. Libertad significa tener poder, no el poder de controlar a otra gente sino el poder de controlar la
propia vida. Uno no tiene libertad si cualquier otro (especialmente una gran organización) tiene poder sobre
ti, no importa la benevolencia, la tolerancia y la permisividad con que el poder pueda ser ejercido. Es
importante no confundir libertad con la mera permisividad (ver párrafo blowjob).
LA RESTRICCIÓN DE LA LIBERTAD ES INEVITABLE EN LA SOCIEDAD INDUSTRIAL
114. Como explicamos en los párrafos 65-67, 70-73, el hombre moder-no está encadenado por la red de
normas y regulaciones, y su condena depende de las acciones de personas remotas a ellos en cuyas
decisiones no pueden influir. Esto no es accidental o, el resultado de las arbitrariedades de arrogantes
burócratas. Es necesario e inevitable en cualquier sociedad tecnológicamente avanzada. El sistema con
objeto de funcionar TIENE QUE regular el comportamiento humano de cerca. En el trabajo, la gente tiene
que hacer lo que le digan que haga, de otra manera la producción sería arrojada al caos. Las burocracias
TIENEN QUE estar organizadas de acuerdo con reglas rígidas. El permitir algún ingenio personal sustancial
a los burócratas de nivel bajo desorganizaría el sistema y llevaría a cargos de injusticia debido a las
diferencias en la manera individual en que ejercerían su ingenio. Es verdad que algunas restricciones de
nuestra libertad se podrían eliminar, pero HABLANDO EN GENERAL la regulación de nuestras vidas por
parte de grandes organizaciones es necesaria para el funcionamiento de la sociedad tecnológico-industrial.
El resultado es un sentimiento de impotencia por parte de la persona media. Puede sin embargo, que las
regulaciones formales tiendan a ser reemplazadas por herramientas psicológicas que nos hagan querer
hacer lo que el sistema requiera de nosotros (propaganda, técnicas educacionales, programas de «salud
mental», etc.). (Ver párrafo 73).
115. El sistema TIENE QUE forzar a la gente a comportarse de maneras que son crecientemente remotas al
modelo natural de comportamiento humano. Por ejemplo el sistema necesita científicos, matemáti-cos e
ingenieros. No puede funcionar sin ellos. Se presiona mucho a los niños para sobresalir en estos campos.
No es natural para un ser humano adolescente el consumir el grueso de su tiempo sentado en una mesa
absorbido por el estudio. Un adolescente normal quiere pasar su tiempo en contacto activo con el mundo
real. Entre la gente primitiva las cosas para lo que eran entrenados estaban en armonía con los impulsos
humanos naturales. Entre los indios americanos, por ejemplo, los chicos eran entrenados en ejercicios
activos al aire libre -simplemente la clase de cosas que les gusta hacer. Pero en nuestra sociedad los niños
son empujados a estudiar materias técnicas, que la mayoría hacen refunfuñando.
116. Debido a la constante presión que el sistema ejerce para modificar el comportamiento humano, hay un
incremento gradual en el número de personas que no pueden o no podrán ajustarse a los requerimientos de
la sociedad: sanguijuelas del bienestar, jóvenes miembros de bandas, cultistas, rebeldes
antigubernamentales, saboteadores medioambientales radicales, imperfectos y resistentes de varias clases.
117. En cualquier sociedad tecnológicamente avanzada la suerte de las personas depende de decisiones
que ellas no pueden influir personalmente en ninguna gran extensión. Una sociedad tecnológica no se
puede romper en comunidades pequeñas y autónomas, porque la producción depende de la cooperación de
un gran número de personas y máquinas. Dicha sociedad tiene que estar altamente organizada y las
decisiones TIENEN que hacerse para afectar a un gran número de gente. Cuando una decisión, afecta
digamos, a un millón de personas, entonces cada una de las personas tiene, como media, sólo una
millonésima parte en tomar la decisión. Lo que normalmente pasa en la práctica es que la decisión es
tomada por funcionarios públicos o.ejecutivos de corporaciones, o por especialistas técnicos, pero cuando
incluso el público vota una decisión el número de votantes ordinaria-mente es demasiado grande como para
que el voto de cualquier persona resulte significativo. Encontramos defensores del sistema que citan casos
en que las elecciones han sido decididas por uno o dos votos, pero tales casos son raros. Así muchas
personas son incapaces de influenciar mesurablemente la decisión mayoritaria que afecta a sus vidas. No
hay manera concebible de remediar esto en una sociedad tecnológicamente avanzada. El sistema trata de
«solventar» este problema mediante el uso de propaganda para hacer a las personas QUERER las
decisiones que han sido hechas para ellas, pero incluso si esta «solución» fuera completamente exitosa
haciendo a la gente sentirse mejor, sería vejatoria.
118. Los conservadores y algunos otros abogan por una mayor «autonomía local». Una vez las
comunidades locales tuvieron autonomía, pero fue cada vez menos posible porque se hicieron más
complicadas y dependientes del sistema de gran escala como servicios públicos, redes de ordenadores,
sistemas de autopistas, medios de comunicación de masas y el sistema de salud moderno. También opera
en contra de la autonomía el hecho de que la tecnología aplicada en una localidad muchas veces afecte a
gente de otras comunidades lejanas. Así los pesticidas o los productos químicos usados cerca de un riachuelo pueden contaminar los suministros de agua de cientos de millas río abajo, y el efecto invernadero
afecta a todo el planeta.
119. El sistema no existe y no puede existir para satisfacer las necesidades humanas. En vez, es el
comportamiento humano el que tiene que ser modificado para encajar en las necesidades del sistema. Esto
no tiene nada que ver con la ideología política o social que pueda pretender guiar el sistema tecnológico. Es
culpa de la tecnología, porque el sistema no está guiado por la ideología sino por las necesidades técnicas.
«Hoy en día, en las regiones tecnológicamente avanzadas, el hombre lleva vidas muy similares a pesar de
las diferencias geográficas, religiosas o políticas. Las vidas diarias de un oficinista cristiano de un banco en
Chicago, un oficinista budista en un banco de Tokio, y uno comunista en Moscú son mucho más parecidas
que la vida de cualquiera de ellos con un hombre que viviera hace mil años. Los parecidos son el resultado
de una tecnología común...» L. Sprague de Camp, The Ancien Engineers, ediciones Ballantine, página 17.
Las vidas de los tres oficinistas de banco no son IDÉNTICAS. La ideología tiene ALGÚN efecto. Pero todas
las sociedades tecnológicas, a fin de sobrevivir, tienen que evolucionar APROXIMADAMENTE a lo largo de
la misma trayectoria. Por supuesto el sistema satisface muchas necesidades humanas, pero hablando en
general, hace esto sólo en la medida en que le beneficia el hacerlo. Son las necesidades del sistema.las
que son supremas, no las de los seres humanos. Por ejemplo, el sistema provee a la gente con comida
porque no puede funcionar si todo el mundo está muerto de hambre; atenta contra las necesidades
psicológicas de la gente siempre que pueda ser CONVENIENTE el hacerlo, porque no puede funcionar si
demasiada gente se vuelve depresiva o rebelde. Pero el sistema por buenas razones, sólidas y prácticas,
tiene que ejercer presión constante sobre la gente para moldear su comportamiento hacia sus necesidades.
¿Demasiada basura acumulada? El gobierno, los medios, el sistema educacional, los medioambientalistas,
todo el mundo nos inunda con masas de propaganda sobre el reciclado. ¿Necesita más personal técnico?
Un coro de voces exhorta a los chavales a que estudien ciencias. Nadie se para a preguntar si es inhumano
el forzar a los adolescentes a consumir el grueso de su tiempo estudiando materias que la mayoría odian.
Cuando echan de su trabajo a trabajadores especializados y son sustituidos por técnicos avanzados y
tienen que sufrir «retenciones», nadie pregunta si es humillante para ellos el que los echen de esa manera.
Se da por supuesto que todo el mundo tiene que reverenciar la necesidad técnica y por buenas razones: si
las necesidades humanas fueran puestas antes que la necesidad técnica habría problemas económicos,
paro, escaseces o peor aún. El concepto de «salud mental» en nuestra sociedad está largamente definido
por el alcance del comportamiento de una persona esté de acuerdo con las necesida-des del sistema y que
lo haga sin mostrar signos de tensión.
120. Los esfuerzos por hacer sitio a un sentimiento de proyecto y autonomía en el interior del sistema no
son mejor que una broma. Por ejemplo: en una compañía, en vez de tener cada uno de sus empleados que
montar sólo una sección del catálogo, cada uno tiene que montar el catálogo entero, y esto se supone que
les tiene que dar un sentimien-to de proyecto y realización. Algunas compañías han intentado dar a sus
empleados más autonomía en su trabajo, pero por razones prácti-cas esto normalmente sólo puede ser
hecho en una extensión muy limitada y, en cualquier caso, a los empleados no se les da autonomía como
para ultimar finalidades-sus esfuerzos «autónomos» no pueden ir nunca directamente detrás de finalidades
que seleccionan personalmente, sino sólo detrás de las finalidades del jefe, tales como la supervivencia y el
crecimiento de la compañía. Cualquier compañía pronto saldría de los negocios si permitiera actuar a sus
empleados de otro modo. De igual manera, en cualquier empresa en el interior de un sistema socialista, los
trabajadores tienen que dirigir sus esfuerzos detrás de las finalidades de la empresa, de otra manera ésta
no servirá su propósito como parte del sistema. Una vez más, por razones puramente técnicas no es posible
para muchas personas o grupos pequeños tener mucha autonomía en la sociedad industrial. Incluso
el.pequeño propietario de un negocio comúnmente sólo tiene una autonomía limitada. Aparte de la
necesidad de las regulaciones del gobierno, está restringido por el hecho de que tiene que ajustarse dentro
del sistema económico y someterse a sus requerimientos, por ejemplo cuando alguien desarrolla una nueva
tecnología, la persona del pequeño negocio a menudo tiene que usarla tanto si quiere como si no, con
objeto de seguir siendo competitivo.
—Camaradas —dijo con voz tranquila—, ¿sabéis quién es el
responsable de todo esto? ¿Sabéis quién es el enemigo que ha
venido durante la noche y tirado abajo nuestro molino? ¡Snowball!
—rugió repentinamente con voz de trueno—. ¡Snowball ha hecho esto! Por pura maldad, creyendo que iba a arruinar nuestros planes y vengarse por su ignominiosa expulsión, ese traidor se arrastró hasta aquí al amparo de la oscuridad y destruyó nuestro trabajo de casi un año. Camaradas, en este momento y lugar, yo sentencio a muerte a Snowball. Recompensaré y nombraré «Héroe Animal de Segundo
Grado» y gratificaré con medio bushel de manzanas, al animal que lo traiga muerto. Todo un bushel, al que lo capture vivo.
Los animales quedaron horrorizados al enterarse de que
Snowball pudiera ser culpable de tamaña acción. Hubo un grito de indignación y todos comenzaron a idear la manera de atrapar a Snowball, si alguna vez lo encontraban. Casi inmediatamente se descubrieron las pisadas de un puerco en la hierba, a poca distancia de la loma. Las huellas pudieron seguirse algunos metros, pero parecían llevar hacia un agujero en el seto. Napoleón las olió bien y declaró que eran de Snowball. Opinó que Snowball probablemente
había llegado procedente de la «Granja Foxwood».
—¡No hay tiempo que perder, camaradas! —gritó Napoleón
una vez examinadas las huellas—. Hay mucho trabajo que realizar.
Esta misma mañana comenzaremos a rehacer el molino y lo
reconstruiremos durante todo el invierno, haga lluvia o buen
tiempo. Le enseñaremos a ese miserable traidor que él no puede deshacer nuestro trabajo tan fácilmente. Recordad, camaradas; no debe haber ninguna alteración en nuestros planes, que serán
llevados a cabo sea como sea. ¡Adelante, camaradas! ¡Viva el
molino de viento! ¡Viva «Granja Animal»!
Fue un invierno duro. Al tiempo tormentoso siguieron nevadas y después una fuerte helada que duró hasta bien entrado febrero. Los animales siguieron trabajando con todas sus fuerzas en la reconstrucción del molino de viento, sabiendo que el mundo exterior los observaba y que los envidiosos seres humanos se alegrarían y celebrarían que el molino no estuviera terminado a tiempo.
Por rencor, los seres humanos fingían no creer que la destrucción del molino de viento fuera obra de Bola de Nieve: decían que se había caído porque las paredes eran demasiado delgadas. Los animales sabían que no era así. De todas formas, decidieron no dar esa vez a las paredes un espesor de cincuenta centímetros como antes sino de un metro, lo que significaba recoger cantidades de piedra mucho mayores. Durante mucho tiempo la cantera estuvo cubierta de nieve, lo que impedía utilizarla. Avanzaron algo después, durante la seca helada, pero era un trabajo cruel y los animales habían perdido algo de optimismo. Siempre tenían frío y por lo general también hambre. Los únicos que nunca se desanimaban eran Boxeador y Trébol. Chillón pronunciaba excelentes discursos sobre la alegría de servir a los demás y la dignidad trabajo, pero los otros animales encontraban más inspiración en la fortaleza de Boxeador y en su infalible grito de «¡Trabajaré más duro!».
En enero faltaron alimentos. Se redujo drásticamente la ración de maíz y se anunció que se compensaría con una ración adicional de patatas. Entonces se descubrió que la mayor parte de la cosecha de patatas se había congelado por que no la habían protegido con una capa de paja suficientemente gruesa. Las patatas se habían ablandado y habían perdido color y pocas eran comestibles. Durante días enteros los animales no tuvieron para comer más que paja y remolacha. El hambre parecía mirarlos a la cara.
Era de vital importancia ocultar ese hecho al mundo exterior. Envalentonados por la caída del molino de viento, los seres humanos inventaban nuevas mentiras sobre la Granja Animal. Decían otra vez que todos los animales se estaban muriendo de hambre y de enfermedades, que se peleaban todo el tiempo y que habían recurrido al canibalismo y al infanticidio. Napoleón sabía muy bien que si trascendía la verdadera situación alimentaria sufrirían desastrosas consecuencias, y decidió utilizar al señor Whymper para difundir la impresión contraria. Hasta ese momento los animales habían tenido poco o ningún contacto con Whymper en sus visitas semanales, pero entonces se instruyó a unos pocos animales seleccionados, sobre todo ovejas, para que durante el encuentro comentaran de pasada que les habían aumentado las raciones. Además, Napoleón ordenó llenar de arena casi hasta el tope los graneros poco menos que vacíos y cubrir eso con los granos y la harina que quedaban. Con un pretexto cualquiera llevaron a Whymper a recorrer el depósito para que viera los graneros. El hombre, engañado, siguió informando al mundo exterior de que no había escasez de alimentos en la Granja Animal.
Sin embargo, hacia finales de enero era evidente que necesitarían conseguir más cereales en algún sitio. En esa época Napoleón rara vez aparecía en público; pasaba todo el tiempo encerrado en la casa, cuyas puertas estaban custodiadas por perros de aspecto feroz. Cuando salía lo hacía de manera solemne, con una escolta de seis perros que lo rodeaban de cy gruñían si alguien se acercaba. Muchas veces ni siquiera aparecía los domingos por la mañana y daba las órdenes a través de otro cerdo, casi siempre Chillón.
Un domingo por la mañana Chillón anunció que las gallinas, que acababan de poner, debían entregar los huevos. Napoleón había aceptado, por intermedio de Whymper, un contrato por cuatrocientos huevos semanales. El precio fijado alcanzaría para comprar cereales y harina suficientes para mantener la granja hasta que llegara el verano y mejoraran las condiciones.
Cuando se enteraron, las gallinas manifestaron ruidosamente su indignación. Ya se les había advertido de que quizá tendrían que hacer ese sacrificio, pero no habían tomado la posibilidad muy en serio. Estaban preparándose para empollar la nidada de primavera y protestaron argumentando que quitarles los huevos en ese momento era un crimen. Por primera vez desde la expulsión de Jones se produjo algo parecido a una rebelión. Lideradas por tres jóvenes negras menorquinas, las gallinas pusieron todo su empeño en frustrar los deseos de Napoleón. Su método consistía en volar hasta las vigas y poner allí los huevos, que se rompían al estrellarse contra el suelo. La respuesta de Napoleón fue rápida y despiadada. Ordenó que se dejara de alimentar a las gallinas y decretó que cualquier animal que diera un solo grano de maíz a una gallina sería castigado con la muerte. Los perros garantizaron que se cumplieran esas órdenes. Las gallinas resistieron cinco días, al cabo de los cuales capitularon y volvieron a sus ponederos. Entretanto habían muerto nueve de ellas. Enterraron sus cadáveres en el huerto y se anunció que habían muerto de coccidiosis. Whymper no se enteró del asunto y los huevos fueron entregados como estaba previsto: una vez a la semana el furgón de un tendero iba a la granja a buscarlos.
urante todo ese tiempo no se había sabido nada de Bola de Nieve. Circulaba el rumor de que estaba escondido en una de las granjas vecinas, en Monterraposo o en Campocorto. A esas alturas Napoleón se llevaba un poco mejor que antes con los otros agricultores. Sucedió que había en el patio un montón de madera apilada allí diez años antes, después de talar un hayal. Estaba bien seca, y Whymper aconsejó a Napoleón que la vendiera; tanto el señor Pilkington como el señor Frederick estaban impacientes por comprarla. Napoleón dudaba entre los dos y no terminaba de tomar una decisión. Se advirtió que cada vez que parecía a punto de llegar a un acuerdo con Frederick, se anunciaba que Bola de Nieve estaba escondido en Monterraposo; cuando se inclinaba por Pilkington, se decía que Bola de Nieve estaba en Campocorto.
De pronto, a principios de la primavera, se descubrió algo alarmante. ¡Bola de Nieve frecuentaba la granja en secreto por las noches! Los animales estaban tan perturbados que casi no podían dormir en los establos. Todas las noches, se decía, llegaba al amparo de la oscuridad y causaba todo tipo de daños. Robaba el maíz, volcaba los cubos de la leche, rompía los huevos, pisoteaba los semilleros, roía la corteza de los árboles frutales. Cada vez que algo andaba mal, lo habitual era atribuírselo a Bola de Nieve. Si se rompía una ventana o se tapaba un desagüe, alguien tenía la certeza de que Bola de Nieve había llegado por la noche para hacerlo, y cuando se perdió la llave del depósito toda la granja se convenció de que Bola de Nieve la había tirado en el pozo. Curiosamente, siguieron creyéndolo aun después de que la llave apareciera debajo de una bolsa de harina. Las vacas confesaban unánimemente que Bola de Nieve entraba en los establos y las ordeñaba mientras dormían. Se decía también que las ratas, tan problemáticas durante el invierno, se habían confabulado con Bola de Nieve.
Napoleón dispuso investigar a fondo las actividades de Bola de Nieve. Acompañado por sus perros, recorrió los edificios de la granja inspeccionándolos minuciosamente, seguido a una respetuosa distancia por el resto de los animales. Cada cierto número de pasos Napoleón se detenía y olfateaba el suelo buscando rastros de las pisadas de Bola de Nieve, que según él podía detectar por el olor. Olfateó cada rincón del granero, del establo de las vacas, de los gallineros, de la huerta, y encontró rastros de Bola de Nieve en casi todas partes. Pegaba el hocico al suelo, olisqueaba con fuerza y con voz terrible exclamaba: «¡Bola de Nieve! ¡Ha estado aquí! ¡Lo huelo perfectamente!», y al oír las palabras «Bola de Nieve» todos los perros soltaban gruñidos aterradores y mostraban los colmillos.
Los animales se asustaron mucho. Sentían que Bola de Nieve era una especie de influencia invisible que impregnaba el aire y los amenazaba con todo tipo de peligros. Por la noche, Chillón los reunió a todos, y con cara de preocupación les dijo que tenía noticias muy serias.
—¡Camaradas —gritó, dando unos saltitos nerviosos—, se ha descubierto una cosa terrible! ¡Bola de Nieve se ha vendido a Frederick, de la granja Campocorto, que está tramando atacarnos y arrebatarnos la granja! Bola de Nieve le servirá de guía cuando comience el ataque. Pero hay algo peor. Creíamos que la rebelión de Bola de Nieve había sido causada simplemente por su vanidad y por su ambición. Pero nos equivocábamos, camaradas. ¿Sabéis cuál fue el verdadero motivo? ¡Bola de Nieve estuvo confabulado con Jones desde el principio! Fue todo el tiempo agente secreto de Jones. Lo demuestran unos documentos que dejó y que acabamos de descubrir. En mi opinión, camaradas, eso explica muchas cosas. ¿Acaso no vimos con nuestros propios ojos cómo intentaba, por fortuna sin éxito, llevarnos a la derrota y a la destrucción durante la batalla del Establo de las Vacas?
Los animales habían quedado estupefactos. Era una maldad que superaba con creces la destrucción del molino de viento. Pero tardaron varios minutos en asimilar la noticia. Todos recordaban, o creían recordar, haber visto a Bola de Nieve atacando en primera línea durante la Batalla del Establo de las Vacas; cómo los había unido y animado en todo momento y cómo no había cejado nunca, ni siquiera cuando los perdigones de la escopeta de Jones lo habían herido en el lomo. Al principio les costó un poco entender cómo cuadraba eso con el apoyo a Jones. Hasta Boxeador, que rara vez hacía preguntas, estaba perplejo. Se echó en el suelo, metió debajo del cuerpo los cascos delanteros, cerró los ojos y con un gran esfuerzo logró formular sus pensamientos.
—Eso no me lo creo —dijo—. Bola de Nieve peleó con valentía en la Batalla del Establo de las Vacas. Lo vi con mis propios ojos. ¿Acaso no lo condecoramos inmediatamente con la insignia de «Héroe animal de primera clase»?
—Eso fue un error, camarada. Ahora sabemos, porque está escrito en los documentos secretos que hemos encontrado, que en realidad trataba de llevarnos a la derrota.
—Pero resultó herido —dijo Boxeador—. Todos lo vimos sangrar.
—¡Eso era parte del acuerdo! —gritó Chillón—. El tiro de Jones apenas lo rozó. Os podría mostrar sus propias palabras si fuerais capaces de leerlas. El plan era que Bola de Nieve, en el momento crítico, diera una señal de huida y dejara el campo de batalla al enemigo. Y a punto estuvo de lograrlo; os diré incluso, camaradas, que si no hubiera sido por nuestro heroico líder, el camarada Napoleón, se habría salido con la suya. ¿No recordáis cómo, en el preciso momento en que Jones y sus hombres se metían en el corral, Bola de Nieve dio de repente media vuelta y huyó, seguido por muchos animales? ¿Y no recordáis, también, que fue justo en ese momento, cuando cundía el pánico y todo parecía perdido, que el camarada Napoleón arremetió al grito de «¡Muerte a la humanidad!» y hundió los colmillos en la pierna de Jones? Eso lo recordáis, ¿verdad, camaradas? —exclamó Chillón, brincando de un lado para otro.
Al describir Chillón la escena de manera tan gráfica, los animales tuvieron la impresión de que la recordaban. En cualquier caso, recordaban que en el momento crítico de la batalla Bola de Nieve había huido. Pero Boxeador todavía estaba un poco intranquilo.
—No creo que Bola de Nieve fuera un traidor al principio —fue su conclusión—. Lo que hizo después ya es diferente. Pero creo que en la Batalla del Establo fue un buen camarada.
—Nuestro líder, el camarada Napoleón —anunció Chillón, hablando pausadamente pero con firmeza—, ha afirmado categóricamente, digo categóricamente, camarada, que Bola de Nieve fue agente de Jones desde el principio; sí, incluso desde mucho antes de que se pensara en la rebelión.
—¡Ah, eso es diferente! —dijo Boxeador—. Si lo dice el camarada Napoleón, debe de ser cierto.
—¡Ese es el verdadero espíritu, camarada! —exclamó Chillón, aunque no pasó inadvertida la muy fea mirada que lanzó a Boxeador con aquellos ojitos brillantes. Dio media vuelta para irse y entonces se detuvo y añadió algo impresionante—: Aconsejo a todos los animales de esta granja que tengan los ojos muy abiertos. ¡Hay motivos para pensar que algunos de los agentes secretos de Bola de Nieve se esconden entre nosotros en este momento!
Cuatro días después, al atardecer, Napoleón ordenó que todos los animales se reunieran en el corral.
Cuando estuvieron todos juntos, Napoleón salió de la casa luciendo las dos medallas (porque hacía poco se había nombrado «Héroe animal de primera clase» y «Héroe animal de segunda clase»), con sus nueve enormes perros brincando alrededor y soltando gruñidos que daban escalofríos a los animales. Todos agacharon la cabeza en silencio, como si supieran que algo terrible iba a suceder.
Después de observar con severidad a su público, Napoleón lanzó un gemido agudo. De inmediato, los perros saltaron, agarraron de la oreja a cuatro de los cerdos y los arrastraron, chillando de dolor y terror, hasta los pies de Napoleón. Las orejas de los cerdos sangraban; los perros habían probado la sangre y por un instante pareció que iban a enloquecer. Ante el asombro de todos, tres de ellos se arrojaron sobre Boxeador. Boxeador los vio venir, levantó un enorme casco, pilló a uno en el aire y lo inmovilizó contra el suelo. El perro chilló pidiendo clemencia y los otros dos huyeron con el rabo entre las patas. Boxeador miró a Napoleón para saber si debía aplastar al perro y matarlo o dejarlo ir. Napoleón pareció cambiar de semblante y bruscamente ordenó a Boxeador que soltara el perro; Boxeador levantó el casco y el perro se escabulló, magullado y aullando.
Enseguida se acabó el tumulto. Los cuatro cerdos esperaron, temblando, con la culpa escrita en cada arruga de la cara. Entonces Napoleón les pidió que confesaran sus delitos.
Eran los mismos cuatro cerdos que habían protestabolir Napoleón las reuniones de los domingos. Sin más coacción confesaron que habían estado secretamente en contacto con Bola de Nieve desde su expulsión, que habían colaborado con él en la destrucción del molino de viento y que habían acordado con él traspasar la Granja Animal al señor Frederick. Añadieron que Bola de Nieve había admitido ante ellos, en privado, que llevaba muchos años siendo agente secreto de Jones. Al terminar la confesión, los perros se apresuraron a destrozarles la garganta, y Napoleón, con voz terrible, preguntó si algún otro animal tenía algo que confesar.
Las tres gallinas que habían sido las cabecillas de la tentativa de rebelión por la venta de los huevos se adelantaron y declararon que Bola de Nieve se les había aparecido en un sueño y las había incitado a desobedecer las órdenes de Napoleón. También a ellas las mataron brutalmente. Después se presentó un ganso y confesó haber ocultado y comido por la noche seis mazorcas durante la cosecha del año anterior. A continuación, una oveja confesó haber orinado en el abrevadero, instada, dijo, por Bola de Nieve, y otras dos ovejas confesaron haber asesinado a un viejo carnero, un seguidor de Napoleón especialmente fiel, persiguiéndolo alrededor de una fogata mientras sufría un ataque de tos. Los mataron a todos en el acto. Y la historia de confesiones y ejecuciones continuó hasta que hubo un montón de cadáveres a los pies de Napoleón y el aire olió a sangre, algo desconocido en ese lugar desde la expulsión de Jones.
Al terminar todo, los restantes animales, excepto los cerdos y los perros, se alejaron juntos. Estaban impresionados y abatidos. No sabían qué era más horrible, si la traición de los animales que se habían aliado con Bola de Nieve o el cruel castigo que acababan de presenciar. En los viejos tiempos había habido a menudo escenas de derramamiento de sangre tan terribles como esas, pero a todos les parecía que era mucho peor ahora que ocurría entre ellos. Desde la partida de Jones ningún animal había matado a otro animal.
Ni siquiera se había matado a una rata. Habían ido hasta la pequeña loma donde se levantaba a medio terminar el molino de viento y de común acuerdo se habían echado acurrucándose como para darse calor: Trébol, Muriel, Benjamín, las vacas, las ovejas y una bandada entera de gansos y gallinas; todos, de hecho, menos la gata, que había desaparecido de repente cuando Napoleón iba a ordenar que se reunieran los animales.
Durante un rato nadie habló. Solo Boxeador permanecía de pie. No paraba de moverse y de menear la larga cola negra contra los costados, soltando de vez en cuando un relincho de sorpresa. Finalmente dijo:
—No lo entiendo. Nunca hubiera creído que podrían ocurrir estas cosas en nuestra granja. Debemos de tener algún defecto. Para mí, la solución es trabajar más duro. A partir de ahora me levantaré una hora más temprano todas las mañanas.
Se alejó con su pesado trote hacia la cantera. Al llegar allí recogió dos cargas de piedra sucesivas y las arrastró hasta el molino antes de retirarse a dormir.
Sin hablar, los animales se apiñaron alrededor de Trébol. La loma donde estaban les daba una perspectiva amplia del campo circundante. Tenían la mayor parte de la Granja Animal al alcance de la vista: la larga pradera que se extendía hasta la carretera, el henar, la arboleda, el bebedero, los campos arados cubiertos de verde y apretado trigo y los tejados rojos de los edificios de la granja por cuyas chimeneas brotaba humo. Era una tarde clara de primavera. Los horizontales rayos de sol doraban la hierba y los setos floridos. A los animales nunca la granja les había parecido un lugar tan deseable; con cierta sorpresa recordaron que les pertenecía, que eran dueños de cada centímetro cuadrado. Trébol miró ladera abajo y se le llenaron los ojos de lágrimas. Si hubiera podido expresar sus pensamientos, habría sido para decir que no era eso lo que habían querido al ponerse a trabajar, hacía años, por el derrocamiento de la raza humana. No eran esas escenas de terror y masacre lo que buscaban la noche en que el Viejo Comandante los había incitado a la rebelión. Si hubiera tenido alguna imagen del futuro, habría sido la de una sociedad de animales liberados del hambre y del látigo, todos iguales, cada uno trabajando de acuerdo a su capacidad, los fuertes protegiendo a los débiles, como ella había protegido a la nidada de patitos perdidos con la pata delantera la noche del discurso del Comandante.
En cambio —no sabía por qué—, habían llegado a un momento en el que nadie se atrevía a decir lo que pensaba, en el que perros feroces y gruñidores andaban por todas partes y en el que había que presenciar cómo despedazaban a camaradas que había confesado crímenes atroces. No era su intención rebelarse ni desobedecer. Sabía que, a pesar de la situación actual, las cosas estaban mucho mejor que en tiempos de Jones, y que sobre todo había que impedir el regreso de los seres humanos. Pasara lo que pasase, permanecería fiel, trabajaría duro, obedecería las órdenes que le dieran y aceptaría el liderazgo de Napoleón. Aun así, no era en eso donde ella y todos los otros animales habían puesto su esfuerzo y sus esperanzas. No era para eso que habían construido el molino de viento y se habían enfrentado a los perdigones de la escopeta de Jones. Tales eran sus pensamientos, aunque le faltaran las palabras para expresarlos.
Por último, como manera de compensar la ausencia de palabras, se puso a cantar «Bestias de Inglaterra». Los otros animales, sentados a su alrededor, la imitaron y cantaron tres veces la canción con voz muy melodiosa pero acompasada y triste, como jamás habían hecho antes.
Acababan de cantarla por tercera vez cuando Chillón, acompañado por dos perros, se les acercó con aire de tener algo importante que decir. Anunció que, por un decreto especial del camarada Napoleón, quedaba abolida «Bestias de Inglaterra». A partir de ese momento estaba prohibido cantarla.
Los animales quedaron desconcertados.
—¿Por qué? —exclamó Muriel.
—Ya no es necesaria, camarada —dijo Chillón secamente—. «Bestias de Inglaterra» fue el canto de la Rebelión. Pero la Rebelión ya ha acabado. La ejecución de los traidores esta tarde fue el acto final. El enemigo tanto externo como interno está derrotado. En «Bestias de Inglaterra» expresamos nuestro anhelo de una sociedad mejor en los días venideros. Y esa sociedad está consolidada. Es evidente que ya no hace falta la canción.
Aunque estaban asustados, algunos de los animales podrían haber protestado, pero en ese momento las ovejas se pusieron a balar como de costumbre: «¡Cuatro patas, sí; dos patas, no!». Los balidos se prolongaron durante varios minutos y acabaron con el debate.
De ese modo, nunca más se volvió a oír «Bestias de Inglaterra». Para sustituirla, Mínimus, el poeta, había compuesto otra canción que comenzaba así:
Granja Animal, Granja Animal,
¡nunca por mí sufrirás ningún mal!
Se la cantaba todos los domingos después de izar la bandera. Pero los animales sentían que de alguna manera ni las palabras ni la melodía estaban a la altura de «Bestias de Inglaterra».
Unos días más tarde, cuando hubo pasado el terror causado por las ejecuciones, algunos de los animales recordaron —o creyeron recordar— que el sexto mandamiento decretaba: «Ningún animal matará a otro animal». Y aunque nadie quería decirlo delante de los cerdos o los perros, se tenía la sensación de que la matanza producida no cuadraba con eso. Trébol le pidió a Benjamín que le leyera el sexto mandamiento, y cuando Benjamín, como de costumbre, dijo que no quería inmiscuirse en esos asuntos, buscó a Muriel. Muriel le leyó el mandamiento, que decía: «Ningún animal mata otro animal sin motivo». De alguna manera, las dos últimas palabras se habían borrado de la memoria de los animales. Ahora veían que no se había violado ese mandamiento, ya que sin duda había un buen motivo para matar a los traidores aliados con Bola de Nieve.
Durante todo el año, los animales trabajaron aún más duro que el año anterior. Reconstruir el molino de viento para la fecha fijada, con paredes dos veces más gruesas que antes, además de atender el trabajo habitual de la granja, implicaba un tremendo esfuerzo. Por momentos los animales sentían que trabajaban más horas y no se alimentaban mejor que en tiempos de Jones. Los domingos por la mañana Chillón, sujetando con la pata una larga tira de papel, les leía listas de cifras demostrando que la producción de todo tipo de alimentos había aumentado un doscientos por ciento, un trescientos por ciento o un quinientos por ciento, según el caso. Los animales no veían ninguna razón para no creerle, sobre todo porque ya no recordaban con claridad cuáles habían sido las condiciones antes de la Rebelión. De todos modos, había días en los que preferirían menos cifras y más comida.
Ahora todas las órdenes llegaban a través de Chillón o de algún otro cerdo. A Napoleón se lo veía en público como mucho cada dos semanas. Cuando aparecía, no solo contaba con su séquito de perros sino con un gallito negro que marchaba delante de él y actuaba como una especie de trompeta, soltando un «¡quiquiriquí!» antes de que hablara Napoleón. Incluso se decía que en la casa ocupaba habitaciones distintas a los demás. Comía solo, atendido por dos perros, y usaba siempre la vajilla Crown Derby que había estado en la vitrina del aparador del salón. También se anunció que se dispararía siempre la escopeta el día del cumpleaños de Napoleón, además de hacerlo en los otros dos aniversarios.
Ahora nadie llamaba a Napoleón simplemente «Napoleón». Siempre se lo designaba de manera ceremoniosa como «nuestro líder, el camarada Napoleón», y a los cerdos les gustaba inventarle títulos como «Padre de todos los animales», «Terror de la humanidad», «Protector del redil», «Amigo de los patitos» y otros similares.
En sus discursos, Chillón hablaba con lágrimas en las mejillas sobre la sabiduría de Napoleón, la bondad de su corazón y el profundo amor que sentía por todos los animales de todas partes, incluso y sobre todo por los desdichados que aún vivían en la ignorancia y la esclavitud de otras granjas. Se había convertido en costumbre reconocer a Napoleón el mérito de cada logro y cada golpe de suerte. Era habitual oír a una gallina comentar a otra: «Bajo la dirección de nuestro líder, el camarada Napoleón, he puesto cinco huevos en seis días»; o a dos vacas, mientras bebían en el abrevadero, exclamar: «¡Gracias al liderazgo del camarada Napoleón, qué bien sabe esta agua!». El sentimiento general de la granja se expresaba muy bien en un poema titulado Camarada Napoleón, compuesto por Mínimus, que decía lo siguiente:
¡Amigo de los huérfanos!
¡Fuente de felicidad!
¡Señor de la bazofia! ¡Ay, cómo se enciende mi alma
cuando contemplo
tu tranquila e imperiosa mirada,
como el sol en el cielo,
camarada Napoleón!
¡Tú eres el dador
de todo lo que tus criaturas aman, barriga llena dos veces al día; paja limpia donde revolcarse;
todo animal grande o pequeño
duerme en paz en su establo,
tú velas por todos,
camarada Napoleón!
Si tuviera un lechón,
antes de que creciera
y fuera como una botella o un rodillo,
aprendería a serte
leal y fiel,
sí, y su primer chillido sería:
¡«camarada Napoleón»!
Napoleón aprobó ese poema e hizo que se grabara en la pared del establo principal, en el extremo opuesto a donde estaban los siete mandamientos. Se remató con un retrato de Napoleón, de perfil, ejecutado por Chillón con pintura blanca.
Entretanto, con la intervención de Whymper, Napoleón realizaba complicadas negociaciones con Frederick y Pilkington. La pila de madera aún estaba sin vender. De los dos, Frederick era quien más interés mostraba por comprarla, pero no ofrecía un precio razonable. Al mismo tiempo, circulaban nuevos rumores según los cuales Frederick y sus hombres andaban conspirando para atacar la Granja Animal y destruir el molino de viento, cuya construcción había despertado en él una feroz envidia. Se sabía que Bola de Nieve seguía escondido en la granja Campocorto. A mediados del verano los animales se alarmaron al oír que tres gallinas se habían presentado y habían confesado que, inspiradas por Bola de Nieve, se habían conjurado para asesinar a Napoleón. Fueron ejecutadas de inmediato, y se tomaron nuevas precauciones para proteger a Napoleón. Cuatro perros vigilaban su cama por la noche, uno en cada esquina, y encargaron a un cerdo joven llamado Pitarroso la tarea de probar todos sus alimentos antes de que él se los comiera, por si estaban envenenados.
Por esa época se supo que Napoleón había dispuesto vender la pila de madera al señor Pilkington, y que también formalizaría un acuerdo permanente para el intercambio de ciertos productos entre la Granja Animal y Monterraposo. Las relaciones entre Napoleón y Pilkington, aunque canalizadas solo a través de Whymper, eran ahora casi amistosas. Los animales desconfiaban de Pilkington como ser humano, pero lo preferían a Frederick, a quien temían y odiaban. A medida que avanzaba el verano y se acercaba la terminación del molino, había cada vez más rumores de un inminente ataque a traición. Se decía que Frederick pensaba acometer con veinte hombres armados y que ya había sobornado a los jueces y a la policía: si lograba apoderarse de los títulos de propiedad de la Granja Animal, ellos no intervendrían. Por otra parte, desde Campocorto se filtraban historias terribles acerca de las crueldades que Frederick infligía a sus animales. Había azotado a un viejo caballo hasta matarlo, había hecho pasar hambre a sus vacas, había matado a un perro arrojándolo a un horno, por las tardes se divertía haciendo pelear a gallos con trozos de hojas de afeitar atados a las espuelas.
Confondere la merda con la cioccolata è un privilegio delle persone
estremamente colte.
Pues, ¿qué hice yo? No más que lo que hacen los artífices de novelas útiles y de poemas épicos instructivos. Propónense un héroe, o verdadero o fingido, para hacerle un perfecto modelo, o de las armas, o de las letras, o de la política, o de las virtudes morales, que de las evangélicas hartos tenemos, si los queremos imitar. Recogen de éste, de aquél, del otro y del de más allá todo aquello que les parece conducente para la perfección de su idolillo, en aquella especie o línea en que le quieren sacar redondeado. Aplícanselo a él con inventiva, con proporción y con gracia, fingiendo los lances, pasos y sucesos que juzgan más naturales para encadenar la historia con las hazañas y las hazañas con la historia, y cátate aquí un poema épico, en prosa o verso, que no hay más que pedir.
Iba a exaltarme el atrabilis, pero la eché una losa encima, porque estos negocios mejor se tratan con flema. Ora bien, reverendísimo mío, no se puede negar que entre nuestros predicadores hay algunos, hay muchos que son todo lo que vuestra reverendísima dice, y algo más, si pudiera ser. Pero, ¿lo son todos nuestros predicadores? Que eso quiere decir una proposición tan indefinida. ¿Y lo son solamente nuestros predicadores?
No es de disimularse que la extrema diferencia y respectiva importancia pide otro tino, doctrina y delicadeza en nuestro caso; y confío que en esta parte hará el público imparcial la justicia que acostumbra en el discernimiento de tan necesarias calidades, y otras de erudición, sal, amenidad, y sobre todo el nativo desembarazo y castiza propiedad que agracian toda la obra. Tampoco se desentenderá, al observar algo cargada la dosis de sales cáusticas y corrosivas, de que no se curan con agua rosada las gangrenas.
El alimento que forma parte de un desayuno irlandés típico es el llamado «Black Pudding». En España tenemos la morcilla, que es algo que se le parece mucho.
Ahora bien, a diferencia de la morcilla el Black Pudding se prepara con sangre de cerdo, con grasa de cerdo y un cereal, generalmente avena o cebada. Lo más diferenciador de este desayuno con morcilla de Irlanda en comparación con la morcilla de otros países es el alto contenido de cereal, junto con el uso de ciertas hierbas como el poleo.
Los judiones mariscados son un plato rotundo y extremista, sólo apto para viejos amantes a los que no les importa conocer las sucias rendiciones, las humillaciones sin cuento, las torpes derrotas que nos pesan tanto en la mochila de vivir. Es un guiso potente y nutricio, de digestión lenta y sabores espesos sólo adecuado para antiguos amantes a los que les da igual descubrir las feas cicatrices, las adiposidades no disimuladas, las arrugas y canas que ahora alejan los cuerpos de cualquier disfraz de juventud.
Tal vez porque el fresco amor que brillaba en las playas de los veinte, aquel que susurraba palabras dulces abrigado en la noche y en esa desnudez tan absoluta se agrió un día con reproches y cambios hasta convertirse en algo peor que nada. Más sin rencor ni añoranza, el paladar del deseo y la curiosidad del nómada recuperó otros sabores y nueva suerte en ese filo de abismo, precipicio a dos pasos, grieta de cárcava que es sentir que no hay otro presente que el de hoy, al filo de los cincuenta, ni hay más amor que el hambriento, ni más prueba de complicidad que compartir judiones y cama, pringue y siesta, libros admirables y caricias sin gota de penumbra.
Hecho el sofrito de ajo, cebollas tiernas y un poco de pimiento verde añado los dados de tomate, las gambas peladas y el aji amarillo. Antes, tras su noche a remojo, cocí los judiones junto a una cabeza de ajo entera, dos hojas de laurel, puerro y apio y el caldillo de los caparazones de esos "insectos" de mar llamados gambas. Entonces, escurridos del guiso, añado al rico sofrito estas judias y tapo para seguir guisando a fuego lento las legumbres y que el portento del suntuoso sofrito penetre en sus cotiledones. En el último minuto de fuego sumo al plato la cola en crudo y en pequeños trozos de un bogavante y una picada de almendras y avellanas tambien crudas, pan frito, tomate asado y aceite de oliva.
Se ha de servir caliente y al instante, saborear sin mimo y derrochar el tiempo de la comida a conciencia mirándose a los ojos sin reservas. Se ha de tener a mano buen pan para pringar la salsa y un vino que merezca luego gastar las calorías sin recato. El sueño vendrá después sin culpa, agotadas las fuerzas y las ganas. Más tarde, mientras el día sigue iluminando con su antigua luz de marzo los cuerpos abrazados, se puede leer a medias y en voz alta a f.m o a Mike Barja o a Rodrigo Cota. Compartida la dureza de la vida, saciadas las hambres primitivas y bien civilizadas, está bien compartir la belleza que hay en algunos libros escritos cuando nacisteis o algo después y que conservan sin afeite ni moda la fresca juventud, la dulce madurez, de lo bien hecho, casi a salvo del tiempo.
Aye, ye have the Gaelic fine.
LA REVOLUCIÓN ES MÁS FÁCIL QUE LA REFORMA
140. Esperamos haber convencido al lector de que el sistema no puede ser reformado de tal manera como
para reconciliar libertad y tecnología. La única salida es librarnos del sistema tecnológico industrial en su
conjunto. Esto implica la revolución, no necesariamente un levanta-miento armado, pero ciertamente un
cambio radical y fundamental en la naturaleza de la sociedad.
141. La gente tiende a asumir que como una revolución envuelve un mayor cambio de lo que lo hace una
reforma, es más difícil producirla. Realmente, bajo determinadas circunstancias, la revolución es más
sencilla que la reforma. La razón es que un movimiento revolucionario puede inspirar una intensidad de
compromiso que un movimiento reformista no puede. Un movimiento reformista meramente ofrece arreglar
un problema social en particular. Un movimiento revolucionario ofrece resolver todos los problemas de golpe
y crear un nuevo mundo entero. Proporciona la clase de ideal por el cual la gente correría grandes riesgos y
haría grandes sacrificios. Por esta razón sería más fácil el derribar todo el sistema tecnológico que poner
restricciones efectivas y permanentes en el desarrollo de la aplicación de cualquier segmento de tecnología,
tal cómo la ingeniería genética; bajo condicio-nes adecuadas un gran número de gente se puede dedicar
apasionadamente a una revolución contra el sistema tecnológico-industrial. Tal y como señalamos en el
párrafo 132, los reformistas pretendiendo limitar ciertos aspectos de la tecnología estarían trabajando para
evitar un resultado negativo. Pero los revolucionarios trabajan para ganar una recompensa poderosa-y, por
eso, más duramente y más persistentemente que lo hacen los reformistas.
142. La reforma está siempre restringida por el temor a las consecuencias dolorosas si los cambios van
demasiado lejos. Pero una vez la fiebre revolucionaria ha tomado asidero en una sociedad, la gente
voluntariamente experimenta trabajo arduo ilimitado por la razón de su revolución. Esto se vio claramente en
las Revoluciones Francesa y Rusa. Puede ser que en tales casos sólo una minoría de la población esté
realmente comprometida, pero esta minoría es suficientemente grande y activa como para convertirse el la
fuerza dominante en la sociedad.
CONTROL DEL COMPORTAMIENTO HUMANO
143. Desde el comienzo de la civilización, las sociedades organizadas han tenido que presionar a los seres
humanos a causa del funcionamiento del organismo social. Los tipos de presión varían enormemente de
una sociedad a otra. Algunas son físicas (dieta pobre, trabajo excesivo, polución ambiental), algunas son
psicológicas (ruido, hacinamiento, forzar el comportamiento humano al molde que la sociedad requiere). En
el pasado, la naturaleza humana ha sido aproximadamen-te constante, o de cualquier modo ha variado sólo
cerca de ciertos lindes. Consecuentemente, las sociedades han sido capaces de empujar a la gente sólo
hasta ciertos límites. Cuando se sobrepasa el límite de la resistencia humana, las cosas empiezan a ir mal:
rebelión, o crimen, o corrupción, o evasión del trabajo, o una tasa menguante de nacimiento o alguna otra
cosa, por lo que la sociedad también se colapsa, o su funcionamiento se vuelve demasiado ineficiente o es
(rápidamente o gradualmente, a través de consecuencias, desgaste o evolución) reemplazada por alguna
otra forma más eficiente de socie-dad.
144. Así, la naturaleza humana ha puesto ciertos límites en el pasado al desarrollo de las sociedades. La
gente podía ser empujada a un punto y no más allá. Pero hoy esto puede estar cambiando, porque la
tecnología moderna está desarrollando formas de modificar a los seres humanos.
145. Imagina una sociedad que somete a la gente a condiciones que los hacen terriblemente infelices,
entonces les da drogas para quitarle su infelicidad. ¿Ciencia ficción? Ya está ocurriendo en cierta extensión
en nuestra sociedad. Es bien sabido que la tasa de depresiones clínicas se ha incrementado enormemente
en las décadas recientes. Creemos.que esto es debido al colapso del proceso de poder, como explicamos
en los párrafos 59-76. Pero incluso si estamos equivocados, el incremento de la tasa de depresiones es
ciertamente el resultado de ALGUNAS condiciones que existen en la sociedad de hoy. En vez de extirpar las
condiciones que hacen que la gente esté deprimida, las sociedad moderna les da drogas antidepresivas. En
realidad, los antidepresivos son un medio de modificar el estado interno de un individuo de tal manera que le
permita tolerar las condiciones sociales que de otra manera encontraría intolerables. (Sí, sabemos que la
depresión es con frecuencia de origen puramente genético. Aquí nos estamos refiriendo a esos casos en los
que el medio juega un papel predominante).
146. Las drogas que afectan a la mente son sólo un ejemplo de los métodos de control del comportamiento
humano que la sociedad moderna está desarrollando.
147. Para empezar, están las técnicas de vigilancia. Las videocámaras ocultas se usan en la actualidad en
la mayoría de los almacenes y en otros muchos lugares, los ordenadores se usan para recoger y procesar
enormes cantidades de información sobre personas. La información así obtenida aumenta enormemente la
efectividad de la coacción física (es decir *ley de aplicación). (Si piensas que una ley de aplicación más
efectiva es inequívocamente buena porque suprime el crimen, entonces recuerda que el crimen como lo
define el sistema no es necesariamente lo que Tú llamarías crimen. Hoy en día fumar marihuana es un «crimen», y, en algunos sitios de EE.UU., también es la posesión de una pistola sin registrar. Mañana, la
posesión de CUALQUIER arma de fuego, registrada o no, puede ser contemplado como delito, y lo mismo
puede suceder con métodos desaprobados de criar a los niños, tales como los azotes. En algunos países,
expresiones de disidencia política son un crimen, y no hay certeza de que esto no ocurra en los EE.UU., ya
que ninguna constitución o sistema político dura para siempre. Si una sociedad necesita el establecimiento
de una ley de aplicación amplia y poderosa, entonces algo grave ocurre con esa sociedad; tiene que haber
gente sujeta a presiones severas si tantos se niegan a seguir las reglas, o seguirlas sólo porque están
forzados. En el pasado muchas sociedades se las han arreglado con pocas o ninguna ley de aplicación
formal). También están los métodos de propaganda, para los cuales los medios de comunicación de masas
proporcionan vehículos efectivos. Se han desarrollado técnicas eficientes para ganar elecciones, vender
productos, influir en la opinión pública. La industria del entretenimiento sirve como importante herramienta
psicológica del sistema, posiblemente incluso cuando se están repartiendo grandes cantidades de sexo y
violencia. El entretenimiento proporciona al hombre actual un medio de escape. Mientras es absorbido por la
televisión, los videos, etc. se puede olvidar la tensión, la ansiedad, la.frustración, la insatisfacción. Mucha
gente primitiva, cuando no tiene ningún trabajo que hacer, está lo bastante contenta como para sentarse
durante horas por un tiempo sin hacer nada, porque están en paz consigo mismos y con su mundo. Pero la
mayoría de la gente moderna debe estar constantemente ocupada o entretenida, de otro modo se
«aburren», es decir se vuelven inquietos, incómodos, irritables.
150. Como mencionamos en el párrafo 6 millones, la sociedad industrial parece estar entrando en un periodo de
severa tensión, en parte a causa de los problemas del comportamiento humano y en parte debido a los
problemas económicos y ambientales. Y una proporción considerable de estos dos últimos resultan de la
manera en que se comportan los seres humanos. La alienación, la baja autoestima, la depresión, la
hostilidad, la rebelión; niños que no estudian, las bandas de jóvenes, el uso de drogas ilegales, el robo, el
abuso de niños, otros crímenes, el sexo inseguro, los embarazos de adolescentes, el crecimiento de la
población, la corrupción política, el odio racial, la rivalidad étnica, el amargo conflicto ideológico (por ejemplo
pro-elección contra pro-vida), el extremismo político, el terrorismo, el sabotaje, los grupos
antigubernamentales, los grupos de odio. Todo esto amenaza la sola supervivencia del sistema. Por tanto se
verá FORZADO a usar todos los medios prácticos de control del comportamiento humano.
LA RAZA HUMANA EN UNA ENCRUCIJADA
161. Pero nos hemos adelantado en nuestra historia. Una cosa es desarrollar en el laboratorio una serie de
técnicas psicológicas o biológicas para manipular el comportamiento humano y otra el integrar estas
técnicas dentro del funcionamiento de un sistema social. El segundo problema es el más difícil de los dos.
Por ejemplo, mientras que las técnicas de educación psicológicas funcionan indudablemente bastante bien
en los «colegios laboratorio» donde son desarrolladas, no es necesariamente fácil el aplicarlas
efectivamente a lo largo de nuestro sistema educativo. Todos sabemos como son muchos de nuestros
colegios. Los profesores están demasiado ocupados quitando a los niños cuchillos y pistolas como para
someterlos a las últimas técnicas para convertirlos en primos de los ordenadores. Así, a pesar de todos sus
avances técnicos referentes al comportamiento humano, el sistema hasta la fecha no ha sido notablemente
afortunado en controlar a los seres humanos. La gente cuyo comportamiento es bastante bueno bajo el
control del sistema son aquellos del tipo que puede ser llamado «burgués». Pero hay un número creciente
de personas quienes de un modo u otro son rebeldes al sistema: sanguijuelas del bienestar, bandas de
jóvenes, cultistas, satanistas, nazis, medioambientalistas radicales, milicianos, etc.
162. Actualmente, el sistema está ocupado en una lucha desesperada para superar ciertos problemas que
amenazan su supervivencia, entre los cuales los más importantes son los del comportamiento humano. Si
prospera en adquirir el control suficiente sobre éste lo bastante deprisa, probablemente sobrevivirá. De otra
manera fracasará. Pensamos que el problema será resuelto, lo más probable, dentro de las próximas.décadas, digamos de 40 a 100 años.
163. Supongamos que el sistema sobrevive a la crisis de las próximas décadas. Para entonces tiene que
tener resuelto, o al menos sometido a control, los principales problemas a los que se enfrenta, en particular
aquel de la «socialización» de los seres humanos; esto es, hacer a la gente lo suficientemente dócil como
para que su comportamiento no lo amenace por más tiempo. Llevándose eso a cabo, no parece que habría
ningún nuevo obstáculo al desarrollo de la tecnología, y presumiblemente avanzaría hacia su conclusión
lógica, que es el control total sobre todo en la Tierra, incluyendo seres humanos y el resto de organismos
importantes. El sistema se puede convertir en una organización unitaria y monolítica, o puede estar más o
menos fragmentado y constituir un número de organizaciones que coexistan en una relación que incluya
elementos tanto de cooperación como de competición, exactamente como ocurre hoy con el gobierno, las
corporaciones y otras grandes organizaciones que tanto cooperan como compiten las unas con las otras.
Casi toda la libertad humana habrá desaparecido, porque los individuos y los grupos pequeños serán
impotentes respecto de las grandes organizaciones armadas con supertecnología y un arsenal de
herramientas psicológicas y biológicas avanzadas para manipular a los seres humanos, además de
instrumen-tos de vigilancia y coacción física. Sólo un pequeño número de gente tendrá algún poder real y
probablemente incluso estos tendrán una libertad muy limitada, porque su comportamiento también será
regulado; exactamente como ocurre hoy con nuestros políticos y ejecutivos de corporaciones que pueden
mantener sus posiciones de poder sólo en tanto que su comportamiento permanezca dentro de ciertos
límites bastante estrechos.
164. No imagines que el sistema parará de desarrollar nuevas técnicas para controlar a los seres humanos
y a la naturaleza una vez halla terminado la crisis de las próximas décadas y el incremento del control no
sea necesario por más tiempo para su supervivencia. Al contrario, una vez hallan terminado los tiempos
duros, el sistema incrementará el control más rápidamente, porque no le estorbarán las dificultades del tipo
que ha experimentado actualmente. La supervivencia no es el motivo principal del control. Como explicamos
en los párrafos 87-90, los técnicos y los científicos continúan con su trabajo en gran parte como una
actividad sustitutoria, satisfacen su necesidad de poder resolviendo problemas técnicos. Continuarán
haciendo esto con entusiasmo inmoderado y entre los problemas más interesantes y desafiantes de resolver
para ellos serán aquellos del entendimiento del cuerpo y la mente humana e intervenir en su desarrollo. Por
«el bien de la humanidad», por supuesto.
165. Pero supongamos, por otra parte, que la tensión de las décadas.venideras pueda ser demasiado para
el sistema. Si se colapsa puede haber un periodo de caos, un «tiempo de problemas» tales como aquellos
que la historia ha experimentado en varias épocas en el pasado. Es imposible predecir que surgirá de ese
tiempo de problemas, pero, sea como sea, a la raza humana se le dará una nueva oportunidad. El mayor
peligro es que la sociedad industrial pueda empezar a reconstituirse por sí misma dentro de los primeros
años después del colapso. Desde luego habrá mucha gente (especialmente del tipo hambrientos de poder)
que estará ansiosa por volver a poner en marcha las fábricas.
166. Por lo tanto aquellos que odian la servidumbre a la que el sistema industrial está reduciendo a la raza
humana se enfrentarán a dos tareas. En primer lugar, tenemos que trabajar para aumentar la tensión social
dentro del sistema así como incrementar la probabilidad de que se colapse o sea debilitado lo suficiente
para que una revolución contra él sea posible. En segundo lugar, es necesario desarrollar y propagar una
ideología que se oponga a la tecnología y al sistema industrial. Tal ideología puede convertirse en las bases
de una revolución contra la sociedad industrial siempre y cuando el sistema se debilite lo suficiente. Y tal
ideología ayudará a asegurar que, siempre y cuando la sociedad industrial se colapse, sus restos sean
hechos pedazos irreparables, por lo que no podrá ser reconstruida. Las fábricas deben ser destruidas, los
libros técnicos quemados, etc.
SUFRIMIENTO HUMANO
167. El sistema industrial no se colapsará puramente como resultado de una acción revolucionaria. No será
vulnerable al ataque revolucionario a no ser que sus propios problemas internos de desarrollo lo lleven a
dificultades muy serias. Por lo que si el sistema se colapsa lo hará también espontáneamente o a través de
un proceso que es en parte espontáneo pero ayudado por los revolucionarios. Si el colapso es repentino,
mucha gente morirá, ya que la población mundial se ha vuelto tan overblown que no puede alimentarse a sí
misma por más tiempo sin tecnología avanzada. Incluso si el colapso es lo suficientemente gradual para que
la reducción de la población pueda suceder más a través de la reducción de la tasa de nacimiento que a
través del ascenso de la tasa de muerte, el proceso de desindustrialización probablemente será muy caótico
e implicará mucho sufrimiento. Es ingenuo pensar que probablemente la tecnología puede reducirse por
etapas arreglándoselas suavemente, de un modo ordenado, especialmente desde entonces los tecnófilos
lucharán tercamente es cada escalón. ¿Por lo tanto es cruel trabajar para el colapso del sistema? Puede,
pero puede que no. En primer lugar, los revolucionarios no serán capaces de colapsar el sistema a no ser
que éste ya esté con bastantes problemas para que haya una buena oportunidad de su eventual colapso
por si mismo de todas maneras; y cuanto más crezca, más desastrosas serán las consecuencias del
colapso, por lo que puede ser que los revolucionarios, acelerando el comienzo, estarán reduciendo la
extensión del desastre.
168. Uno tiene que contrapesar el luchar y morir contra la pérdida de la libertad y la dignidad. Para muchos
de nosotros, la libertad y la dignidad son más importantes que una vida larga o el evitar el sufrimiento físico.
Además, todos tenemos que morir alguna vez y puede ser mejor morir luchando para sobrevivir, o por una
causa, que vivir una vida larga pero vacía y carente de sentido.
170. «¡Oh!» dicen los tecnófilos, «¡la ciencia va ha arreglar todo eso! ¡Venceremos el hambre, eliminaremos
el sufrimiento psicológico, haremos a todo el mundo saludable y feliz!» Sí, seguro. Eso es lo que dijeron
hace 200 años. Se supone que la Revolución Industrial iba a eliminar la pobreza, hacer a todo el mundo
feliz, etc. El resultado actual ha sido completamente diferente. Los tecnófilos son desesperadamente
ingenuos (o se engañan a sí mismos) en su comprensión de los problemas sociales. No se dan cuenta (o
eligen ignorar) el hecho de que cuando se introducen grandes cambios, incluso los aparentemente
beneficiosos, en una sociedad, llevan a una larga secuencia de otros cambios, muchos de los cuales son
imposibles de predecir (párrafo polla). El resultado es el colapso de la sociedad. Por lo que es muy probable
que, en sus intentos por acabar con la pobreza y la enferme-dad, el ingeniero dócil, las personalidades
contentas y todo eso, los.tecnófilos crearán sistemas sociales que son terriblemente agitados, incluso más
que el presente. Por ejemplo, los científicos presumen de que acabarán con el hambre creando nuevas
plantas alimenticias genéticamente. Pero esto permitirá a la población humana continuar expandiéndose
indefinidamente, y es bien sabido que el hacinamiento conduce a incrementar la tensión y la agresión. Esto
es meramente un ejemplo de los problemas PREDECIBLES que se presentarán. Enfatizamos que, como ha
mostrado la experiencia pasada, el progreso técnico conducirá a otros nuevos problemas que NO pueden
predecirse por anticipado (párrafo coño). De hecho, después de la Revolución Industrial, la tecnología ha
estado creando nuevos problemas a la sociedad bastante más rápidamente de lo que ha estado resolviendo
los viejos. Así llevará a los tecnófilos un periodo largo y difícil de ensayo y error el resolver los microbios de
su Mundo Feliz (si alguna vez lo consiguen). En el tiempo intermedio habrá un gran sufrimiento. Por lo que
no está claro que la supervivencia de la sociedad industrial implicará menos sufrimiento que su colapso. La
tecnología tiene a la raza humana en un aprieto del cual no es probable que haya ninguna salida fácil.
177. Huelga decir que los escenarios arriba esbozados no agotan todas las posibilidades. Sólo indican la
clase de resultados que nos parecen más probables. Pero podemos imaginar escenarios inverosímiles que
son más aceptables que los que acabamos de describir. Es arrolladoramente probable que, si el sistema
tecnológico-industrial sobrevive los próximos 40 a 100 años, habrá desarrollado para ese tiempo ciertas
características generales: las personas (al menos aquellas del tipo «burgués», que están integradas en el
sistema y lo hacen funcionar y quienes, por lo tanto, tienen todo el poder) serán más dependientes que
nunca de las grandes organizaciones, estarán más «socializados» que nunca y sus cualidades físicas y
mentales a una extensión significativa (posiblemente a una muy grande) serán aquellas.diseñadas para
ellos antes que el resultado del azar (o la voluntad de dios, o lo que sea); y lo que quede de naturaleza
salvaje será reducido a restos preservados para el estudio científico y mantenidos bajo la supervisión y
dirección de estos (por lo tanto no será nunca más verdaderamente salvaje). A la larga (digamos a pocos
siglos de ahora) es probable que ni la raza humana ni ninguno de los otros organismos importantes existan
tal y como los conocemos hoy, porque una vez empiezas a modificar organismos a través de la ingeniería
genética no hay razón para parar en ningún punto en particular, por lo que las modificaciones
probablemente continuarán hasta que el hombre y otros organismos hallan sido transformados
completamente.
178. El caso puede ser cualquier otro, pero es seguro que la tecnología está creando un nuevo ambiente
físico y social radicalmente diferente al espectro de medios a los que la selección natural ha adaptado a la
raza humana física y psicológicamente. Si el hombre no se adapta a ese nuevo ambiente, siendo
rediseñado artificialmente, entonces lo hará a través de un proceso largo y doloroso de selección natural. Lo
primero es bastante más probable que lo segundo.
179. Sería mejor deshacerse de todo el fétido sistema y aguantar las consecuencias.
ESTRATEGIA
180. Los tecnófilos nos están llevando a un viaje totalmente imprudente a lo desconocido. Mucha gente
entiende algo de lo que el progreso tecnológico nos está haciendo sin embargo toma una actitud pasiva
porque piensa que es inevitable. Pero FC no piensa que lo sea. Pensamos que se puede parar, y daremos
aquí algunas indicaciones de como arreglárselas para pararlo.
181. Como afirmamos en el párrafo 166, las dos tareas principales para el presente son promover la tensión
social y la inestabilidad en la sociedad industrial y desarrollar y propagar una ideología que se oponga a la
tecnología y al sistema industrial. Cuando el sistema esté suficientemente inestable y con tensión, puede
que sea posible una revolución contra la tecnología. El modelo sería similar al de la Revolución Francesa y
Rusa. La sociedad francesa y la rusa, algunas décadas anteriores a sus respectivas revoluciones,
mostraron un incremento de los signos de tensión y debilidad. Mientras tanto, se desarrollaron ideologías
que ofrecían una nueva visión del mundo que eran bastante diferentes a la vieja. En el caso ruso, los
revolucionarios trabajaban activamente para minar el viejo orden. Entonces, cuando el viejo sistema fue
puesto bajo suficiente tensión adicional (por medio de una crisis financiera en Francia y en Rusia por una
derrota militar) fue barrido por los revolucionarios. Lo que proponemos es algo en la misma línea.
182. Se objetará que la Revolución Francesa y Rusa fracasaron. Pero muchas revoluciones tienen dos
finalidades. Una es destruir una forma vieja de sociedad y la otra es establecer la nueva forma imaginada
por los revolucionarios. La revolución Francesa y Rusa fracasaron (afortunadamente) en crear la nueva
clase de sociedad que soñaban, pero fueron bastante afortunadas destruyendo la vieja sociedad. No
tenemos ilusiones a cerca de la facilidad de crear una nueva forma de sociedad ideal. Nuestra finalidad es
sólo destruir la forma existente.
183. Pero una ideología, con objeto de ganar apoyo entusiasta, tiene que tener un ideal positivo así como
uno negativo; tiene que estar A FAVOR de algo así como CONTRA algo. El ideal positivo que proponemos
es la Naturaleza. Esto es, naturaleza SALVAJE: aquellos aspectos del funcionamiento de la Tierra y sus
cosas vivientes que son independientes de la administración humana y libres de su interferencia y control. Y
con la naturaleza salvaje incluimos la naturaleza humana, con lo que queremos decir aquellos aspectos del
funcionamiento de la persona que no están sujetos a regulaciones por la organización social sino que son
productos del azar, o del libre albedrío, o dios (dependiendo de tus opiniones religiosas o filosóficas).
184. La naturaleza hace de contraideal perfecto a la tecnología por varias razones. La naturaleza (aquélla
que está fuera del poder del sistema) es lo opuesto de la tecnología (que busca expandir infinitamente el
poder de este). Mucha gente estará de acuerdo con que la naturaleza es hermosa, desde luego tiene un
tremendo encanto popular. Los ambientalistas radicales YA sostienen una ideología que exalta la naturaleza
y se opone a la tecnología. Una ventaja adicional de la naturaleza como contraideal a la tecnología es que,
en mucha gente, inspira la clase de reverencia que está asociada con la religión, de modo que la naturaleza
quizá puede ser idealizada en bases religiosas. Es cierto que en muchas sociedades la religión ha servido
como soporte y justificación del orden establecido, pero también es cierto que a menudo ha proporcionado
una base para la rebelión. Así, puede ser útil introducir un elemento religioso en la rebelión contra la
tecnología, the more so porque hoy la sociedad occidental no tiene una base religiosa fuerte. En nuestros
días, también se usa como un soporte barato y transparente para el egoísmo intolerante y miope (algunos
conservadores la usan de esta manera), o incluso es explotada cínicamente para hacer dinero fácil (por
muchos evangelistas), o ha degenerado a un irracionalismo tosco (sectas protestantes fundamentalistas,
«cultistas»), o está simplemente estancada (catolicismo, línea principal del protestantismo). La cosa más
cercana a una religión fuerte, extendida y dinámica que occidente ha visto en tiempos recientes ha sido la
casi religión del izquierdismo, pero hoy está fragmentado y no tiene finalidades claras, unificadas e
inspiradas. Así, hay un vacío religioso en nuestra sociedad que igual puede llenarse por una religión
enfocada en la naturaleza en oposición a la tecnología. Pero sería un error intentar confeccionar
artificialmente una para llenar este papel. Algo semejante a una religión inventada probablemente sería un
fracaso. Tomemos la religión «Gaía» por ejemplo. ¿Sus partidarios creen REALMENTE en ella o
simplemente están actuando? Si están actuando, será al final un fracaso. Probablemente es mejor no
intentar introducir la religión en el conflicto de la naturaleza contra la tecnología a no ser que REALMENTE
creas en ella y encuentres que despierta una respuesta profunda, fuerte y genuina en otra mucha gente. No
es necesario por el motivo de la naturaleza establecer alguna utopía quimérica o ningún nuevo tipo de orden
social. Ella cuida de sí misma; fue una creación espontánea que existía mucho antes que cualquier
sociedad humana, y por incontables siglos muchas sociedades humanas diferentes coexistieron con ella sin
hacerle excesivo daño. Sólo con la Revolución Industrial el efecto se hizo realmente devastador. Para
aligerar la presión sobre la naturaleza no es necesario crear una clase especial de sistema social, sólo es
necesario deshacerse de la sociedad industrial. Por supuesto, esto no resolverá todos los problemas. La
sociedad industrial ya ha hecho un daño tremendo y las heridas tardarán mucho tiempo en curarse.
Además, incluso las sociedades preindustriales pueden hacer un daño significativo a la naturaleza. Sin
embargo, deshacerse de la sociedad industrial sería un gran trato. Aligeraría la peor presión por lo que las
heridas podrían empezar a curarse. Quitaría la capacidad a la sociedad organizada de continuar
incrementando su control sobre la naturaleza (incluyendo la humana). Cualquier clase de sociedad puede
existir después de la desaparición del sistema industrial, lo cierto es que mucha gente vivirá cerca de la
naturaleza, porque en la ausencia de tecnología avanzada no hay otra forma en que la gente PUEDA vivir.
Para alimentarse tienen que ser campesinos o pastores o pescadores o cazadores etc. Y, hablando en
general, la autonomía local debería tender a incrementarse, porque la falta de tecnología avanzada y
comunicaciones rápidas limitarán la capacidad de los gobiernos u otras grandes organizaciones de
controlarlas.
185. Y en cuanto a las consecuencias negativas de eliminar la sociedad industrial bueno, no puedes
comerte el pastel y al mismo tiempo tenerlo. Para ganar una cosa tienes que sacrificar otra.
186. Mucha gente odia el conflicto psicológico. Por esta razón odia cualquier pensamiento serio sobre
cuestiones sociales difíciles, y les gusta que tales asuntos les sean presentados en términos simples: ESTO
es todo bueno y AQUÉLLO es todo malo. Por lo tanto, la ideolo-gía revolucionaria debe desarrollarse en dos
niveles.
187. En el nivel más sofisticado debe dirigirse a personas que sean inteligentes, pensativas y racionales. El
objetivo debe ser crear un.núcleo de personas que se opondrían al sistema industrial con bases racionales y
sensatas, con total apreciación de los problemas y ambigüedades implicadas, y el precio que hay que pagar
para deshacerse del sistema. Es particularmente importante atraer a gente de este tipo, ya que son gente
capaz y contribuirán a influir a otras. Esta gente debe ser dirigida a un nivel tan racional como sea posible.
Nunca deben deformarse los hechos intencionadamente y debe eludirse el lenguaje inmoderado. Esto no
quiere decir que no se puede apelar a las emociones, pero se debe tener cuidado para evitar falsificar la
verdad o hacer alguna otra cosa que destruyera la respetabilidad intelectual de la ideología.
188. En el segundo nivel, debe propagarse de una forma simplificada que permita a la mayoría poco
pensante ver el conflicto de la tecnología contra la naturaleza en términos que no sean ambiguos. Pero,
incluso en este segundo nivel, la ideología no se debe expresar en un lenguaje demasiado malo,
inmoderado o irracional que aliene a las personas del tipo pensativo y racional. Algunas veces la
propaganda mala e inmoderada alcanza ganancias de periodo corto impresionantes, pero será más
ventajoso a largo plazo el mantener la lealtad de un pequeño número de personas inteligentes y
comprometidas que despertar las pasiones de una multitud poco pensante e inconstante que cambiará su
actitud tan pronto como alguien venga con un truco de mejor propaganda. De cualquier manera, puede ser
necesaria propa-ganda del tipo populacho entusiasta cuando el sistema esté cerca del punto de colapsarse
y haya una lucha final entre ideologías rivales para determinar cuál se convertirá en dominante cuando la
vieja visión del mundo se hunda.
189. Antes de esa lucha final, los revolucionarios no deben esperar tener una mayoría de personas a su
lado. La historia está hecha por minorías activas y resueltas, no por la mayoría, que rara vez tiene una idea
clara y consistente de lo que realmente quiere. Hasta que llegue el momento del empujón final para la
revolución, la tarea será menos ganar el apoyo superficial de la mayoría que el construir un núcleo pequeño
de gente profundamente comprometida. Ya que para la mayoría, será suficiente el hacerles conscientes de
la existencia de la nueva ideología y recordárselo frecuentemente; aunque por supuesto sería deseable
tener un apoyo mayoritario hasta el punto de que esto se pueda hacer sin debilitar al núcleo de gente
comprometida seriamente.
190. Cualquier clase de conflicto social ayuda a desestabilizar el sistema, pero uno debe ser cuidadoso
sobre la clase de conflicto que estimula. La línea de conflicto se debe dibujar entre la masa de gente y la
élite que sostiene el poder en la sociedad industrial (políticos, científicos, ejecutivos de negocios de alto
nivel, funcionarios gubernamentales, etc.). NO se debe dibujar entre los revolucionarios y la masa de gente.
Por ejemplo, sería mala estrategia el condenar a los americanos por sus hábitos de consumo. En vez, al
americano medio debe retratársele como a una víctima de los anuncios de la industria de mercado, que lo
han absorbido para comprar mucha basura que no necesita y que es una compensación muy pobre a
cambio de su libertad perdida. Cualquier aproximación de las dos es consecuente con los hechos. Es
meramente una cuestión de actitud si culpas a la industria publicitaria de manipular al público o al público
por permitir ser manipulado. Por una cuestión de estrategia generalmente uno debe evitar culpar al público.
191. Uno se lo debe pensar dos veces antes de estimular cualquier otro conflicto social que el de la élite que
sustenta el poder (la cual maneja la tecnología) y el público en general (sobre los que la tecnología ejerce su
poder). Por un lado, otros conflictos tienden a distraer la atención del problema importante (entre el poder de
la élite y la gente normal, entre la tecnología y la naturaleza); por otro lado, a la larga otros conflictos pueden
tender a estimular la tecnologización, porque cada lado en tal conflicto quiere usar el poder tecnológico para
aventajar a su adversario. Esto se ve claramente en la rivalidad entre naciones. También aparece en
conflictos étnicos dentro de éstas. Por ejemplo, en América muchos líderes negros están ansiosos por ganar
poder para los afroamericanos situando personas negras en la élite tecnológica. Los quieren ahí para que
haya muchos funcionarios gubernamentales, científicos y ejecutivos de corporaciones negros, y así
sucesivamente. En ese sentido, están ayudando a que la subcultura afroamericana sea absorbida por el
sistema tecnológico. Hablando en general, uno debe estimular sólo aquellos conflictos sociales que puedan
encajar en el marco del conflicto del poder de la élite contra la gente normal, de la tecnología contra la
naturaleza.
192. Pero la forma de oponerse al conflicto étnico NO es a través de la militancia partidaria de los derechos
de las minorías (ver párrafos pene y vagina). En vez, los revolucionarios deben enfatizar que éstas también sufren
más o menos desventajas, y que son de una trascendencia periférica. Nuestro enemigo real es el sistema
tecnológico-industrial y en la lucha contra él las distinciones étnicas no tienen importancia.
193. La clase de revolución que tenemos en mente no implica necesariamente un alzamiento armado contra
algún gobierno. Puede o no suponer violencia física, pero no será una revolución POLÍTICA. Su foco estará
en la tecnología y en la economía, no en la política. Se puede concebir (remotamente) que la revolución
pueda consistir sólo en un cambio masivo de actitudes hacia la tecnología resultando en una desintegración
relativamente gradual y sin dolor. Pero, si esto pasa, seremos muy afortunados. Es bastante más probable
que la transición a una sociedad no tecnológica sea muy difícil y esté llena de conflictos y desastres.
194. Probablemente los revolucionarios deben incluso EVITAR asumir poder político, sea por medios
legales o ilegales, hasta que el sistema industrial tenga la suficiente tensión hasta un punto peligroso y haya
probado ser un fracaso a los ojos de mucha gente. Supongamos por ejemplo que algún partido «verde»
ganara el control del congreso de Estados Unidos en una elección. Para evitar traicionar o aguar su propia
ideología deberían tomar medidas vigorosas para volver el crecimiento económico en reducción económica.
Al hombre medio los resultados le parecerían desastrosos: habría paro masivo, falta de comodidades, etc.
Incluso si los peores efectos se pudieran evitar a través de una administración superhumanamente hábil,
aún así la gente tendría que empezar a renunciar a los lujos a los que se han vuelto adictos. Crecería la
insatisfacción, el partido «verde» sería echado del despacho y los revolucionarios habrían sufrido un serio
retraso. Por esta razón no deben intentar adquirir poder político hasta que el sistema se halla convertido en
tal confusión que cualquier apuro será visto como resultado del fracaso del sistema industrial y no de la
política de los revolucionarios. La revolución contra la tecnología probablemente tendrá que ser desde fuera,
una revolución desde abajo no desde arriba.
195. La revolución tiene que ser internacional y mundial. No se puede llevar a cabo en bases de nación por
nación. Cuando se sugiere que los Estados Unidos, por ejemplo, debe reducir el progreso tecnológico o el
crecimiento económico la gente se vuelve histérica y empieza a gritar que, si nos quedamos atrás en
tecnología, los japoneses se pondrán por delante. ¡Santos robots! ¡El mundo se saldrá de su órbita si los
japoneses alguna vez venden más coches que nosotros! (El nacionalismo es un gran promotor de la
tecnología). Más razonablemente, se discute que, si las naciones relativamente democráticas se quedan
atrás en tecnología mientras las peligrosas naciones dictatoriales como China, Vietnam y Corea del Norte
continúan progresando, a la larga los dictadores pueden dominar el mundo. Por esto es porque el sistema
industrial debe atacarse en todas las naciones simultáneamente, en la extensión en que esto sea posible.
Exacto, no hay garantía de que el sistema industrial se pueda destruir aproximadamente al mismo tiempo en
todo el mundo, y es incluso concebible que en el intento de derrocar lo puede dirigirse en vez a ser
dominado por dictadores. Ese es el peligro que hay que correr. Y vale la pena correrlo, ya que la diferencia
entre un sistema industrial «democrático» y uno controlado por dictadores es pequeña, comparada con la
diferencia entre un sistema industrial y uno no industrial. La estructura tecnológica y económica de una
sociedad son bastante más importantes que su estructura política a la.hora de determinar la manera en que
vive el hombre medio. Ver párrafos 95, 119. Puede incluso discutirse que un sistema industrial controlado
por dictadores sería preferible, porque normalmente se han demostrado ineficientes, por lo tanto
presumiblemente es más probable que se colapse. Mira Cuba.
196. Los revolucionarios pueden considerar una medida favorable que la economía mundial tienda a atarse
en un conjunto unificado. Acuerdos de libre comercio como *NAFTA y GATT son probablemente
perjudiciales a medio y corto plazo, pero a largo plazo tal vez pueden ser ventajosos porque fomentan la
interdependencia económica entre naciones. Será más fácil destruir el sistema industrial en bases
mundiales si la economía está tan unificada que el colapso en cualquier nación principal lleve al colapso en
todas las naciones industrializadas.
197. Alguna gente toma la línea de que el hombre moderno tiene demasiado poder, demasiado control
sobre la naturaleza; pretenden una actitud más pasiva por parte de la raza humana. En el mejor de los
casos se están expresando poco claramente, porque no distinguen entre el poder para las GRANDES
ORGANIZACIONES y el poder para las PERSONAS y los PEQUEÑOS GRUPOS. Es un error pretender la
impotencia y la pasividad, porque la gente NECESITA poder. El hombre moderno como entidad colectiva
ésta es, el sistema industrial tiene un inmenso poder sobre la naturaleza, y nosotros (FC) consideramos esto
funesto. Pero las PERSONAS y los GRUPOS PEQUEÑOS DE PERSO-NAS actuales tienen bastante
menos poder del que nunca tuvo el hombre primitivo. Hablando en general, el poder abrumador del hombre
actual sobre la naturaleza se ejerce no por las personas o por los pequeños grupos sino por grandes
organizaciones. Hasta el punto de que la PERSONA media actual puede ejercer el poder de la tecnología
pero sólo dentro de estrechos límites y sólo bajo la supervisión y el control del sistema. (Necesitas una
licencia para todo y con ella vienen reglas y regulaciones). La persona sólo tiene aquellos poderes
tecnológicos que el sistema elige proporcionarle. Su poder PERSONAL sobre la naturaleza es pequeño.
198. Las personas y los grupos pequeños primitivos en realidad tenían un poder considerable sobre la
naturaleza, o puede que sea mejor decir poder dentro de la naturaleza. Cuando el hombre primitivo
necesitaba comida sabía como encontrar y preparar raíces comestibles, como seguir la pista a la caza y
atraparla con armas hechas en casa. Sabía como protegerse del calor, del frío, de la lluvia, de los animales
peligrosos, etc. Pero hizo relativamente poco daño a la naturaleza porque el poder COLECTIVO de la
sociedad primitiva era insignificante comparado con el poder COLECTIVO de la sociedad industrial.
199. En vez de pretender la impotencia y la pasividad, uno debe argumentar que el poder del SISTEMA
INDUSTRIAL debe romperse, y que esto INCREMENTARÁ ampliamente el poder y la libertad de las
PERSONAS y los PEQUEÑOS GRUPOS.
200. Hasta que el sistema industrial haya sido destruido minuciosa-mente, ésta debe ser la úNICA finalidad.
Otras finalidades distraerían la atención y la energía de la principal. Más importante, si los revolucio-narios
se permiten tener cualquier otra finalidad, se verán tentados a usar la tecnología como una herramienta para
alcanzar esa otra finalidad. Si ceden a esa tentación, caerán directamente en la trampa tecnológica, porque
la tecnología moderna es un sistema unificado y estrechamente organizado, por lo que, con objeto de
conservar ALGO de tecnología, uno se encuentra obligado a conservar LA MAYOR PARTE, por lo tanto se
termina sacrificando sólo sumas testimoniales de esta.
201. Supongamos por ejemplo que los revolucionarios tomaran la «justicia social» como finalidad. Siendo
como es la naturaleza humana, la justicia social no se daría espontáneamente, tendría que ser forzada. Con
este objeto los revolucionarios tendrían que retener las organizaciones y el control central. Para eso
necesitarían transporte rápido de larga distancia y comunicación, y por tanto toda la tecnología necesaria
para sostenerlos. Para alimentar y vestir a la gente pobre tendrían que usar tecnología agrícola y de
manufactura. Y así sucesivamente. Por lo que el intento de asegurar la justicia social les forzaría a retener la
mayor parte del sistema tecnológico. No es que tengamos nada contra la justicia social, pero no debe
permitirse que interfiera en el esfuerzo de acabar con el sistema tecnológico.
202. Sería desesperado intentar atacar el sistema sin usar ALGUNA tecnología moderna. Si nada más
tienen que usar los medios de comunicación para propagar su mensaje. Pero deben usar tecnología
moderna para UN sólo propósito: atacar el sistema tecnológico.
203. Imagina un alcohólico sentado con un tonel de vino en frente. Supón que empieza a decirse, «el vino
no es malo si se usa con moderación, porque pequeñas cantidades son incluso buenas...» Bueno ya sabes
lo que va a pasar. No olvides nunca que la raza humana es simplemente como un alcohólico con un tonel de
vino.
204. Los revolucionarios deben tener tantos niños como puedan. Hay una fuerte evidencia científica de que
las actitudes sociales son en una extensión significativa heredadas. Nadie sugiere que una actitud social es
el resultado directo de la constitución genética de una persona, pero parece que los rasgos de la
personalidad son en parte heredados y que algunos de ellos tienden, dentro del contexto de nuestra
sociedad, a hacer a una persona más probable de sostener esta o aquella actitud social. Se ha planteado
alguna objeción a estas recomendaciones, pero son débiles y parecen estar motivadas ideológicamente. En
cualquier acontecimiento, nadie niega que como media los niños tienden a.sostener actitudes sociales
similares a las de sus padres. Desde nuestro punto de vista no importa mucho si las actitudes pasan
genéticamente o a través de la formación en la infancia. En cualquier caso pasan.
205. El problema es que mucha de la gente que está inclinada a rebelarse contra el sistema industrial está
también preocupada sobre el problema de la población, por lo tanto creen oportuno tener pocos o ningún
niño. De esta forma pueden estar cediendo el mundo a gente que mantiene o al menos acepta el sistema
industrial. Para asegurar la resistencia de la próxima generación de revolucionarios la actual debe
reproducirse abundantemente. Haciéndolo empeorará el problema de la población sólo ligeramente. Y el
problema importante es acabar con el sistema industrial, porque una vez haya pasado la población mundial
necesariamente decaerá; mientras, si el sistema industrial sobrevive, continuará
desarrollando nuevas técnicas de producción de comida que pueden permitir a la población mundial
incrementarse casi indefinidamente.
211. En la última parte de la Edad Media, había cuatro civilizaciones importantes que estaban igualmente
«avanzadas»: Europa, el mundo islámico, India, y el Lejano Oriente (China, Japón, Corea). Tres de estas
civilizaciones permanecieron más o menos estables y sólo Europa se dinamizó. Nadie sabe porque Europa
lo hizo en este periodo, los historiadores tienen sus teorías, pero sólo son especulaciones. De todas formas,
está claro que el desarrollo rápido hacia una forma tecnológica de la sociedad sólo ocurre bajo condiciones
especiales. Por lo que no hay razón para dar por sentado que una regresión tecnológica duradera no puede
ocurrir.
La
sangre les hervía de rabia a los animales cuando se enteraron de las
cosas que se hacía a sus camaradas y, algunas veces, clamaron para
que se les permitiera salir y atacar en masa la «Granja Pinchfield»,
echar a los seres humanos y liberar a los animales. Pero Squealer les
aconsejó que evitaran los actos precipitados y que confiaran en la
estrategia de Napoleón.
Sin embargo, el resentimiento contra Frederick continuó en
aumento. Un domingo por la mañana Napoleón se presentó en el granero y explicó que en ningún momento había tenido intención de vender la pila de madera a Frederick; él consideraba
incompatible con su dignidad tener trato con bribones de esa
calaña. A las palomas, que aún eran enviadas para difundir noticias referentes a la Rebelión, les fue prohibido pisar Foxwood y también fueron forzadas a abandonar su lema anterior de «Muerte a la
Humanidad» reemplazándolo por «Muerte a Frederick». A fines de verano fue puesta al descubierto una nueva intriga de Snowball.
Los campos de trigo estaban llenos de malezas y se descubrió que, en una de sus visitas nocturnas, Snowball mezcló semillas de cardos con las semillas de trigo. Un ganso, cómplice del complot, había confesado su culpa a Squealer y se suicidó inmediatamente
ingiriendo unas hierbas tóxicas. Los animales se enteraron también de que Snowball nunca había —como muchos de ellos habían
creído hasta entonces— recibido la orden de « Héroe Animal de Primer Grado». Era simplemente una leyenda difundida poco
tiempo después de la «Batalla del Establo de las Vacas» por
Snowball mismo. Lejos de ser condecorado, fue censurado por
demostrar cobardía en la batalla. Una vez más, algunos animales escucharon esto con cierta perplejidad, pero Squealer logró
convencerlos de que sus recuerdos estaban equivocados.
En el otoño, mediante un tremendo y agotador esfuerzo —
porque la cosecha tuvo que realizarse casi al mismo tiempo—, se
concluyó el molino de viento. Aún faltaba instalar la maquinaria y
Whymper negociaba su compra todavía, pero la construcción estaba
terminada. A despecho de todas las dificultades, a pesar de la
inexperiencia, de herramientas primitivas, de la mala suerte y de la
traición de Snowball, ¡el trabajo había sido terminado
puntualmente en el día fijado! Muy cansados pero orgullosos, los
animales daban vueltas y más vueltas alrededor de su obra maestra,
que a su juicio aparecía aún más hermosa que cuando fuera
levantada por primera vez. Además, el espesor de las paredes era el
doble de lo que había sido antes. ¡Únicamente con explosivos sería
posible derrumbarlo esta vez! Y cuando recordaban cómo
trabajaron, el desaliento que habían superado y el cambio que
produciría en sus vidas cuando las aspas estuvieran girando y las
dinamos funcionando, cuando pensaban en todo esto, el cansancio
desaparecía y brincaban alrededor del molino, profiriendo gritos de
triunfo. Napoleón mismo, acompañado por sus perros y su gallo, se
acercó para inspeccionar el trabajo terminado; personalmente
felicitó a los animales por su proeza y anunció que el molino sería
llamado «Molino Napoleón».
Dos días después convocaron a los animales para una reunión especial en
el establo. Quedaron mudos de sorpresa cuando Napoleón anunció que había
vendido la pila de madera a Frederick. Al día siguiente llegarían las carretas de
Frederick y empezarían a llevársela. Durante todo el período de supuesta
amistad con Pilkington, Napoleón había estado en realidad haciendo tratos
secretos con Frederick.
Se había roto toda relación con Monterraposo; se habían enviado mensajes
insultantes a Pilkington. Se había instruido a las palomas para que evitaran la
Granja Campocorto y cambiaran su lema de «Muerte a Frederick» por
«Muerte a Pilkington». Al mismo tiempo, Napoleón aseguró a los animales
que las historias de un inminente ataque a la Granja Animal eran
completamente falsas, y que los cuentos sobre la crueldad de Frederick con
sus propios animales se habían exagerado mucho. Quizá todos esos rumores
eran creación de Bola de Nieve y sus agentes. Ahora parecía que Bola de
Nieve no estaba, después de todo, escondido en la Granja Campocorto; de
hecho, nunca había andado por allí en su vida: vivía, aparentemente con
considerable lujo, en Monterraposo, y en realidad llevaba años viviendo a
costa de Pilkington.
Los cerdos estaban extasiados con la astucia de Napoleón. Aparentando
amistad con Pilkington, había obligado a Frederick a aumentar su precio en
doce libras. Pero la verdadera superioridad mental de Napoleón, dijo Chillón,
se demostraba en el hecho de que no confiaba en nadie, ni siquiera en
Frederick. Frederick había querido pagar la madera con algo llamado cheque,
que al parecer era un trozo de papel con una promesa de pago escrita en él.
Pero Napoleón era demasiado listo para aceptar esas cosas. Había exigido el
pago con billetes reales de cinco libras, que deberían entregarse antes de
retirar la madera. Frederick ya había pagado, y la suma recibida bastaba para
comprar la maquinaria que haría funcionar el molino de viento.
Mientras tanto se llevaban la madera a toda prisa. Cuando no quedó nada
se celebró otra reunión especial en el establo para que los animales
examinaran los billetes de Frederick. Sonriendo beatíficamente y luciendo las
dos condecoraciones, Napoleón reposaba en un lecho de paja sobre la
plataforma, con el dinero al lado, cuidadosamente apilado en un plato de
porcelana de la cocina de la casa. Los animales desfilaron pasando despacio
por delante, mirando con atención. Boxeador acercó la nariz para oler los
billetes y su aliento hizo vibrar y crujir los delgados papeles blancos.
Tres días más tarde se produjo un revuelo terrible. Whymper, con el rostro
mortalmente pálido, apareció pedaleando a gran velocidad en la bicicleta, que
dejó en el patio antes de entrar precipitadamente en la casa. Un instante
después brotó de las habitaciones de Napoleón un rugido furioso. La noticia de
lo que había pasado corrió por la granja como un incendio descontrolado. ¡Los
billetes eran falsos! ¡Frederick había conseguido la madera por nada!
Napoleón reunió a los animales de inmediato y con voz terrible anunció la
sentencia a muerte de Frederick. Cuando se lo capturara, dijo, lo hervirían
vivo. Al mismo tiempo, les advirtió que después de esa traición se podía
esperar lo peor. Frederick y sus hombres podían lanzar su tan esperado ataque
en cualquier momento. Apostaron centinelas en todos los accesos a la finca.
Además, enviaron cuatro palomas a Monterraposo con un mensaje conciliador
que —esperaban— serviría para volver a establecer buenas relaciones con
Pilkington.
El ataque se produjo a la mañana siguiente. Los animales estaban
desayunando cuando los vigías llegaron corriendo con la noticia de que
Frederick y sus seguidores ya habían entrado por la puerta con barrotes de la
finca. Los animales salieron con valentía a su encuentro, pero esa vez no
lograron una victoria fácil como en la Batalla del Establo de las Vacas. Había
quince hombres con media docena de escopetas, que abrieron fuego en cuanto
estuvieron a unos cincuenta metros. Los animales no podían enfrentar las
explosiones terribles ni las picaduras de los perdigones, y a pesar de los
esfuerzos de Napoleón y Boxeador para animarlos, pronto tuvieron que
retroceder. Ya había unos cuantos heridos. Se refugiaron en los edificios de la
granja y miraron con cautela por las rendijas y los agujeros de los nudos. Toda
la enorme pradera, incluido el molino de viento, estaba en manos del enemigo.
Por el momento, hasta Napoleón parecía perdido. Iba y venía en silencio, moviendo la cola rígida. Miradas tristes apuntaban hacia Monterraposo. Si
Pilkington y sus hombres los ayudaran, todavía podrían ganar la batalla. Pero en ese momento regresaron las cuatro palomas que habían enviado el día
anterior; una de ellas traía un trozo de papel firmado por Pilkington. En él, escritas a lápiz, había estas palabras: «Te lo mereces».
Mientras tanto, Frederick y sus hombres se habían detenido junto al molino. Los animales los miraron y empezaron a murmurar, consternados. Dos
de los hombres habían sacado una palanca y un mazo.
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