header-photo

Cuando Suenen Las Sirenas Talaremos Todos Los Mástiles

Siembra muertos y cosecharás fantasmas. Cada año cava su propia historia. A este le tocó la china. Nunca creí que a tantos segase la guadaña. Dichosos aquellos que pueden olvidar su mejor año.


El precio de adentrarse en la Anglogalician es no encontrar el camino de regreso. Algunos lo ignoraron. Quedaron rezagados. En ramas, pozos y cunetas. El rumor es la antesala de la mentira. Ahora ya nadie recuerda sus nombres. Sabemos que cuando te piden paciencia te están pidiendo que te rindas. No es ni será nuestro estilo. El cansancio de derribar puertas es mejor que la desesperación de no abrirlas. Subiremos de nuevo por el camino rojo cantando la canción del diablo.


La pelota que arrojamos lejos para que traiga de vuelta nos hace sentir poderosos. La arrogancia que precede al hostiazo. La Bestia que va y viene cabalgando desde 2007, sonríe socarrona por el hecho de saber que es a nosotros a quienes lleva en sus fauces. Los Porcos Bravos atisbaron la verdad en los ojos de una yegua nocturna. Quien sabe motivar a su Mesnada la moviliza. Los Stags aún están trabajando en ello. Su último lustro es un lastre. Dicen que su vitrina de trofeos en el cricket club la hizo un carpintero escocés tan pequeña que marcó los límites de su éxito aun antes de que empezáramos a jugar.


Ellos acusan que ni siquiera la victoria en bucle me sacia. Que aún estamos celebrando y ya estamos preparando la próxima. Y la próxima de la próxima. Debe ser. Descarguen todo el peso en quien puede soportarlo. Pero hagan algo de una puta vez. Los números de las ediciones pasadas son la herencia que nos sigue y sólo vale sumar. Nos lo enseñaron los lobos y los cuervos. Lo susurró el hada verde. Para nosotros ya no hay marcha atrás. Nada nos queda sino luchar.