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He Put Her In A Pumpkin Shell And There He Kept Her Very Well. Un Instante Solamente, Y Ya Ese Puente Quedó Atrás. Eso Es Todo

¿Cuándo termina lo que ya ha terminado? ¿Es posible olvidarse del tiempo y de la nada?

Pertenecer a la Horda goliarda significa comprometerse, significa creer en lo que se dice y decir aquello que se cree. Puede que también signifique que seamos definidos como unos celtas sentimentales, irresponsables, fariseos, extremistas, BHC's, y anticuados por parte de esos mandarines progresistas para quienes madurez quiere decir escepticismo, fútbol quiere decir diversión y responsabilidad quiere decir exceso de romanticismo.

Aunque sea evidentemente cierto que la mayoría de las cosas son muy dependientes de un determinado número de otras mierdas, esto no significa que la Anglogalician sea un enorme contexto holístico en el cual todo afecta a todo. Este holismo desenfrenado es uno de los más insidiosos dogmas intelectuales de la competición y debe ser combatido. La ficción es tan preciosa como el entrenamiento y el uniforme. Pero la mentira no.

Dado que el Ser, condición de posibilidad de todo ente, siempre permanece fuera, en una exterioridad radical e inapropiable, nos queda al menos consolarnos con figuras que simbolizan esa sustracción ontológica: cerveza, sexo culpable, extravío, caída y una prolongada y frustrante lista de excusas. O llevarlos de visita a los calabazales de Yardley Gobion. Y que abonen los campos de amapolas. 



Habría que brindar por los que andan caminos lejanos en tan inhóspitos días y tan desamparadas noches. Especialmente por los que tienen una pata de palo y prisa. De ellos serán las sendas del Weer Balking pero no las cruces de hierro.

Y quizás con la oscuridad se pose el cuervo del vendaval en la desnuda tierra de los partidos que no fueron, y amanezcamos en abril, si el Samaín quiere, escupiendo el comienzo de otra crónica llena de peltre y polvo y de apellido irrefutable. 



Viajamos con nuestras imaginaciones y recuerdos, y lo que vamos creando o soñando son memorias y nostalgias. Quizá sea verdad que el fin último de toda cultura es la invención y la melancolía.

Y el que llega, ¿es acaso el muñeco que arde?