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El sueño de Polífilo y los Porcos Bravos, por Rodrigo Cota


Una de las obras más enigmáticas que ha dado la literatura universal es ‘Hypnerotomachia Poliphili’, publicada por primera vez en 1499 y traducida al español como ‘El sueño de Polífilo’. Se atribuye de manera un tanto arbitraria a un tal Francesco Colonna, quien al parecer era un monje dominico.

Lo interesante de esa obra es que nadie la entiende. Desde su publicación hasta hoy, cada cierto tiempo a alguien le da por escribir un ensayo intentando descifrar la ‘Hypnerotomachia Poliphili’: tratados esotéricos, iniciáticos, sicológicos, espirituales y hasta arquitectónicos. Ninguno de ellos sin embargo ha conseguido ni por aproximación explicar de qué va el sueño del pobre Polífilo.

Y es que Franceso Colonna o quien quiera que fuese el autor, se preocupó mucho de que su obra fuera incomprensible. Para eso la escribió, para que nadie la entendiera y para que cinco siglos después siga apareciendo gente tratando de desvelar secretos que no existen. Ése fue su logro: escribir un libro que perdura gracias a que es absoluta y premeditadamente impenetrable. En realidad, Francesco Colonna era un vacilón.

Otro ejemplo más elemental y conocido de un caso similar es el de Nostradamus y sus profecías. Nostradamus vivió en la misma época que Colonna y fue otro gran vacilón que escribió esas cuartetas en las que mucha gente cree leer el futuro. Y un tercer ejemplo, con lo que vamos entrando en materia, es el más reciente de la Anglogalician Cup y los Porcos Bravos. Se trata de una evolución de los casos anteriores, ya que aquí son los propios Porcos Bravos los que intentan explicarse a sí mismos sin conseguirlo, recurriendo a todo tipo de estrategias erráticas, siempre fallidas, que en muchos casos vienen de apresuradas exploraciones en Google a la procura de citas que se ajusten a un discurso generalmente contradictorio, inconexo y cambiante. Independientemente de que el recurso excesivo a la cita ajena suele ser prueba de ausencia de pensamiento propio, los Porcos Bravos caen en la trampa sibilina de su líder, el llamado Main Porco, quien como Colonna o Nostradamus ha creado una amalgama pseudofilosófica carente de sentido, de lógica y de esencia pero que aparenta tenerlo todo ello y en abundancia.

Quien más se ha aproximado a explicar el asunto ha sido Adrián Rodríguez. Se reunió con ellos para hacerles un reportaje en Diario de Pontevedra y redujo toda su propuesta intelectual a una fanfarria metafísico-futbolística, describiéndolos simplemente como un grupo de blancos, heterosexuales y cerveceros, que es lo que son. A Adrián Rodríguez le faltó añadir la etiqueta de misóginos, que también lo son. Obviamente, muchos pusieron el grito en el cielo al verse retratados como simples pensadores tabernarios que tratan de entender su propia historia entre pintas de cerveza creyéndose que algún día lo conseguirán.

Causa cierta ternura asistir a ese esfuerzo de los Porcos Bravos por comprenderse a sí mismos, discutiendo entre ellos sobre quiénes son y negándose a reconocerse como una simple pandilla de amigotes que juegan uno o dos partidos de fútbol al año y beben cosechas enteras de cebada fermentada. Pero, por si está usted pensando que esto es una crítica a los Porcos Bravos o al Main Porco, otro gran vacilón, he de negarlo rotundamente. De la esterilidad ha salido la fecundación in vitro. La esterilidad, pues, provoca hijos de la misma manera que un buen día alguien, analizando la ‘Hypnerotomachia Poliphili’ puede acabar descubriendo el sentido de la vida aunque sea por error, tal como Fleming se encontró con la penicilina.

Main Porco ha lanzado una propuesta al viento como Nostradamus lanzó sus cuartetas, con la idea de que nadie las descifrara, pues nada hay que descifrar en ellas, pero dándoles el formato y el aspecto de algo serio y descifrable. La falta de profundidad se esconde tras un lenguaje propio, una verborrea muy literaria y más o menos críptica, diseñada para que los seguidores de la secta traten de interpretarla como si detrás hubiera realmente algo que interpretar. Eso acrecienta el prestigio del líder y socava la autoestima del seguidor-adepto, obnubilado por una pantalla de fuegos de artificio perfectamente orquestada y alimentada por el propio Main Porco.

Pero como decíamos, no sabemos hoy cuáles serán los frutos a medio plazo. Puede que alguien, algún día, tratando de entender toda esta historia carente de sentido, acabe descubriendo la penicilina.