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En El Bosque De Las Bayonetas. Un Eco Que Va Y Vuelve Desde El Infinito Al Infinito

Das ist nicht nur nicht richtig, es ist nicht einmal falsch! 



 
En su trabajo seminal “Pareidolias y apofenias. Danza a pelo en torno a la genealogía del aburrimiento” (Ediciones del Bagazo, 2019), el criptoboyardo Asclepio Taburdio dedicaba un capítulo al eremitismo como motor de una gnoseología nouménica que desvela la esencia de lo humano en el pathos más pedestre, o, como escribía el filósofo galizalbionés con su estilo antiacadémico, “cuando un pedo trasciende el ámbito de lo anecdótico y llega a ocupar una tarde de reflexión, el ser humano se aparta del amor propio y se acerca, aunque sea de lado, un poco más a su verdadera naturaleza”. Esta, nos dice Taburdio, presenta todos los rasgos de lo fútil. Sería en la aspiración de trascender esa futilidad que el hombre se instituye como homo economicus, traicionando los dones otorgados por Dios con la esperanza de emanciparse de una realidad que lo iguala por lo bajo con el resto de la Creación. Se trata pues de presentar la Historia como un descomunal ejercicio de vanidad, dado que la naturaleza humana carece de toda relevancia fuera de sí misma. Así, la valoración positiva del proceso civilizatorio se erige en maniobra de ocultación de la intrascendencia que subyace en el acto creativo, proyección ilusoria que encubre la falencia intrínseca de toda iniciativa conducente a “hacer del mundo un lugar mejor”. Taburdio pone en tela de juicio, además, la sinceridad de tal objetivo, fundado sobre la premisa de que hay “algo que enmendar”, y se pregunta por el origen de esa “traición cainita”, que metaforiza apoyándose en el mito bíblico porque no se trata ya tanto de una afrenta al padre -sea físico o espiritual-, cuanto de una traición entre hermanos. El esfuerzo emancipatorio se habría fundado entonces no tanto “contra” la naturaleza como sobre la pretensión de “apartar a los iguales”, subvirtiendo las jerarquías orgánicas para instituir las consabidas estructuras de poder. El análisis del filósofo termina por caer en un derrotismo apocalíptico de cuño baudrillariano, pese a la distancia entre ambos autores, que niega toda posibilidad de redención y se aferra al ideal improbable de un mundo pretérito que desconocía el anhelo aspiracional. La parábola del árbol del conocimiento funciona allí como dato empírico al que se accede no a través de la arqueología o la filología, sino desde la comprehensión del sentido: como percepción, como emoción y como destino. Y desde ahí se denuncia la hipocresía de la Historia y el brutal proceder del ser humano, sin parangón en la naturaleza, hasta el punto que “de entre todas las criaturas solo esta antepone su potencial destructivo a la dulce satisfacción de las necesidades”.

La obra de Taburdio, autor también de los ensayos “Taxonomía de la pereza” y “La teratología alevosa. Las sinrazones del biopoder”, así como de una breve e inquietante obra de ficción, “Walter Pandiani en el baño de señoras”, se ha convertido en un éxito de ventas y ha suscitado alguna que otra polémica en los círculos concéntricos de la opiniología hipersticiosa. A pesar del título inaccesible del libro y la deriva a menudo delirante de su pensamiento, el Enorme Aparato Mediático (EAM) de Galizalbión se ha apresurado a compararlo con el hebreo Harari y su superventas sobre la evolución humana. Muy probablemente, el motivo de este apoyo inopinado tuvo que ver con el hecho de que entre los innumerables ejemplos que utiliza para sus análisis de la condición humana se encuentra uno de los eventos más queridos por el público local, la Anglogalician Cup (AGC). En “Pareidolias y apofenias…”, el autor acomete una prolija descripción de dicha competición, incluyendo todos los proyectos paralelos que han ido surgiendo a su alrededor. Por supuesto, hay quien le reprocha haber tirado de oportunismo, a quién no se tacha de populista hoy en día. Pero la indagación hermenéutica que lleva a cabo Taburdio en torno a la AGC, cuya génesis es considerada por él como un ejemplo inapelable de la formulación benjaminiana del aburrimiento supremo, “el pájaro de sueño que incuba el huevo de la experiencia”, no resulta a la postre mera anécdota, sino que ocupa un espacio central en el desarrollo del libro.



No voy a extenderme sobre los argumentos expuestos por Taburdio, por motivos evidentes de espacio y porque ahí está el libro para quien quiera saber más. Pero sí vale la pena rescatar algunas de las aportaciones con las que el filósofo arroja luz sobre distintos aspectos del entramado de la AGC que hasta la fecha habían permanecido en un plano secundario, algunos obviados, otros poco atendidos y el resto omitidos intencionadamente conforme a los intereses del EAM. Estas son las lecturas de Taburdio que más me han llamado la atención:

  • En el plano descriptivo, que compone una escrupulosa relación cronológica de acontecimientos en la que el filósofo se recrea con evidente fascinación, salta a la vista el contraste entre el pasado y el presente de la Causa, cuya Historia puede rastrearse en las publicaciones del EAM. De un lado, los exégetas de los albores sacan pecho y lo enfilan hacia un futuro glorioso. El primer retoño literario, del 10 de febrero de 2008, un ejercicio de minimalismo firmado por blackemperor, celebra lo mucho por venir; el Main se hizo Verbo al día siguiente y realizó su primer vaticinio: “Promete”, aseveraba, quizás pensando en fabricar cerveza; un francés preguntó el día 12 si se aceptaba su lengua y el silencio administrativo le tendió la mano; un afrancesado, Citoyen, afiló los primeros cuchillos el 13 de marzo y, en lo sucesivo, la nave se fue dotando mientras a lo lejos se perfilaba un horizonte titilante. Del otro, donde nos encontramos ahora mismo usted y yo, doce años más quemados, solo existe la negación del futuro, el lamento y la enfermedad. En efecto, el escorbuto y la peste han hecho mella en la tripulación, La Hispaniola ha cambiado el rumbo y navega hacia el Ragnarök, los cadáveres de blackemperor y Citoyen, entre otros muchos, cuelgan de los mástiles enmohecidos pero, paradójicamente, mas vigorosos y enhiestos que nunca. Taburdio no explica nada, solo observa. No interpreta el significado de ese viraje hacia lo distópico.
  • Según el autor, la AGC es, sí o sí, un torneo de rugby. Que los participantes crean o quieran creer que están practicando fútbol, no anula la certeza de este hecho que es, siempre según el filósofo, impepinable. Aduce ciertamente una cantidad ingente de pruebas (fisionómicas, fisiológicas, etiológicas, patafísicas, antropológicas, uniformológicas, vexilológicas…), que avalan esta afirmación, la cual vendría además a confirmar la intuición de la mayoría de los observadores externos, que siempre han creído que la competición giraba en torno a un deporte de verdad. Es esta una vieja discusión que Taburdio quiere zanjar de una vez por todas, aunque termina por adoptar una postura cáustica que poco ayuda a sostener sus argumentos: “Que lo hagan mal y desconozcan las reglas, no quiere decir que no estén jugando al rugby”.
  • El Main existe y, antes de elegir a sus apóstoles y crear el blog de la AGC, había escrito ya medio millar de artículos proféticos, ciento diecisiete mil trece comentarios y ocho volúmenes de novelas póstumas que narran las peripecias de un vigués por el Morrazo, todo ello fruto del disgusto que le produjo la entrada de capital americano en el Liverpool F.C. en 2007. El hastío hizo el resto. Taburdio niega haber tenido contacto directo con Él, pero demuestra su existencia recurriendo a los argumentos ontológicos cartesianos que probaban la de Dios, resumidos así: “En la idea del Main está comprendido el ser absolutamente perfecto; el existir de algo lo hace más perfecto que la idea de su existencia; la existencia necesaria y eterna está comprendida en la idea de un ser absolutamente perfecto; luego el Main existe”.
  • Todas las referencias míticas a las que apela recurrentemente el imaginario anglogalicoso, desde la Cábala a la mitología nórdica, desde Baal a Virginie Despentes, son una cortina de humo que oculta las verdaderas fuentes de las que emana todo el conocimiento que el Main racanea a sus discípulos, a saber: Manuel Blanco y la teriantropía; Macedonio Fernández y la nada; Marcel Mauss y su enfermera. El primero, más conocido por su segundo apellido, Romasanta, le enseñó a canalizar la angustia existencial que produce el saberse anómalo, las posibilidades infinitas de la apofenia y el potencial del marketing sostenido por una buena narrativa. “La AGC, con algunos ingredientes añadidos, bien podría considerarse una paráfrasis de la vida de Romasanta”, afirma Taburdio. Del segundo, que asoma la pluma con su habitual humildad entre los comentaristas del blog, tomó las verdades últimas, la alergia a la razón práctica y el arte de camuflar entre risas el desprecio hacia los desvelos de la humanidad. Fernández, apunta el autor, es el profeta silenciado del aburrimiento. El solipsismo de la AGC, el eterno regreso a la nada, el humor como tablero de juego infinito, surgieron de “un ayuntamiento inconfeso que prendió a ambos lados del Atlántico”. Por último, un intelectual francés, contra toda sospecha, alimenta la biomecánica antiutilitarista de la AGC. Mauss se ganó la credibilidad del Main por un solo motivo: la inspiración de su teoría de las técnicas corporales procede de los ademanes delicados de la enfermera que lo atendió mientras una grave dolencia lo mantuvo postrado. Es, pues, siempre siguiendo a Taburdio y dejando de lado otras sustanciosas aportaciones, la fuente del eros y el thanatos de la AGC. Aquella enfermera, huérfana y tractor a un tiempo, árbitro entre la vida y la muerte, es, en último término, la única realidad tangible, realidad que se hace idea, como no, a consecuencia del ennui

Un mundo de cenizas medirá el sentido deicida de mi herencia

414 comentarios:

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  1. John Ford dixo...
  2. Y nosotros reconocemos en El bosque del lobo a esa Galicia eternamente atravesada por la miseria y por la muerte, eternamente de luto. Por mencionar algunos ejemplos: está ese escalofriante corro de viejos murmurantes alrededor del cuerpo de un joven al que están velando, como si de un ritual satánico se tratara; está la excéntrica juerga en la taberna donde un lyncheano enano con bombín baila con La Sansona, una prostituta giganta y entrada en carnes, y que termina con todos ebrios al sopor de las historias de hombres lobo que cuentan unos ancianos; está esa suerte de pitonisa o santera que vive en una cueva en el bosque y que, rodeada de una vela, un mortero y un gallo muerto, aconseja a Freire sobre el mal que le corroe mientras provee al pueblo de remedios poco científicos; y está, por supuesto, la típica persecución del pueblo armado con horcas y antorchas tras el temido lobishome.

    Pedro Olea desplaza así la lente deformante desde la psicosis individual a la psicosis colectiva, y la verdadera bestia ya no es tanto el licántropo como el pueblo. Es la colectividad la que aparece aquí exagerada hasta el esperpento (tuertos con ojos de cristal, tullidos, enanos, curanderas), así como la atmósfera brumosa y humedecida del bosque gallego -espacio ritual donde Freire comete todas sus fechorías- que aparece cargado de misterio, y casi pareciera que es el propio lugar el que induce a Freire a la locura. Estos son elementos circunstanciales externos al protagonista –el espacio físico y el espacio social- que, al ser enfatizados, quedan exagerados con respecto al naturalismo con que es recogido el personaje de Freire (véase más adelante); y sirven así de crítica a la sociedad: es la multitud enajenada la que excluye la diferencia, la que requiere de leyendas negras exageradas que expíen y disminuyan el peso de sus propios pecados. Años más tarde, David Lynch llevaría a cabo algo similar en The elephant man (1980), donde el mito real de Joseph Merrick era convertido en un juicio sobre la sociedad que le rodeaba. La virtud añadida de la película de Lynch es que no sólo obligaba al espectador a condenar un aspecto social –la dignidad sometida al físico de las personas-, sino que de alguna manera te hacía sentirte partícipe y culpable de lo que allí ocurría.

    En este sentido, cabe asimilar también la película de Olea con The curse of the werewolf, dirigida en 1961 por Terence Fisher quien, con un aire mucho más fantástico –el propio de la productora británica Hammer-, nos presentaba la tragedia de un licántropo que terminaba arrinconado por las antorchas al igual que Benito Freire. La curiosidad que nos aporta esta película es que fue ambientada en España y que, únicamente por este motivo, fue censurada por la dictadura. Puede verse de nuevo cómo al franquismo no le interesaba la difusión de este tipo de relatos cuando estaban ambientados dentro de las fronteras españolas. Podemos imaginar que la visión que transmitían estas películas recordaba bastante a aquella “leyenda negra” que había caracterizado la imagen del país en el extranjero desde el siglo XVI; leyenda negra que, por otro lado, no contribuía para nada a la pretendida venta de España como destino turístico. En el caso de El bosque del lobo, donde el retrato social es especialmente crudo, probablemente se logró superar la censura debido a que España se encontraba ya en el tardofranquismo.

    La mayor virtud de El bosque del lobo es la sutileza con que Olea y Porto utilizan esa leyenda negra, ese mito exagerado, no para construir un relato fantástico sobre él, sino para observarlo científicamente como antropólogos. Para no caer en la propia trampa del mito, se esconden los verdaderos nombres del caso de Romasanta y no se persigue ser fiel a la historia real; antes bien, ficcionalizan la leyenda desmitificándola

  3. Mr Roof dixo...
  4. Leña al mono

  5. Futuristas y ultraístas y estos todavía hijos espúreos, inferiores a aquellos dixo...
  6. Las pobres diaconisas de la carne alquilona tienen el alma hueca y los párpados bajos; de cuando en cuando estallan en risa retozona
    sacudiendo a compás sus gayos calandrajos.

  7. THE NOTORIOUS 404 error, “Not Found,” dixo...
  8. Error 404
    Parece ser que hay un problema con la página que estás buscando. Una de las posibilidades es que hayas escrito una dirección que no existe en la barra de tu navegador. De no ser así, el enlace que has seguido está roto y necesita ser arreglado. La mejor opción llegados a este punto es que emplees el buscador de la página o, si lo prefieres, los botones de la cabecera.

  9. Otto dixo...
  10. Das ist eine Kuckucksuhr!

  11. Bardas Focas dixo...
  12. Yo quería abordar el mito canónico pero sin ningún respeto formal

  13. Le Main tiene un pájaro azul en una jaula roja dixo...
  14. 11,016 Days = 30 Years, 1 Month, 28 Days

    11,016 Days = 264,384 Hours
    11,016 Days = 15,863,040 Minutes
    11,016 Days = 951,782,400 Seconds
    11,016 Days = 1,573 Weeks (plus 5 Days)

  15. Las crónicas de un Sochantre armado con un sacho dixo...
  16. Esto me dijo un marinero cojo y fumador en pipa y amigo del ron y de las historias: tal un personaje de Stevenson. Yo le recordé haber tomado unos chatos en Málaga con los del Consuelo y María, otro velero noyés, hace ya algún tiempo, y haber visto en Gijón otro noyés, el Nuevo Manuel. Pero mi señor Enrique los conocía todos, el Olga, el Terra Nosa, el Leo, el Maniños, el Santiago Alvarez, el Adoración, el Manuelita, el Amparo, el San José, el Puente de Burgos, el María Dolores... Cada vela de Noya que llegaba a sus labios se ganaba una sonrisa: la sonrisa de un viejo marinero, compañero leal. Y en mi memoria se iba haciendo la luz, y de la sombra surgía una Noya nueva y distinta, profundamente significativa: una pequeña villa hanseática quizás, una pequeña Lubeca, y en la ensenada de Freixo todos los veleros anclados, esperando la primavera para subir al Cantábrico gris y salobre, nuncios de ella como las golondrinas viajeras. Freixo, entonces, sería como un luminoso Van Gógh, con el mismo caliente color de aquella pintura, las mismas profundas luces y la misma inquieta melancolía. Ya, para siempre, me queda Noya en el magín: Noya de los Veleros.
    Pero aún recuerdo algo más de Noya: Santa María a Nova. Hablo del cementerio. Bien enterrado está en la iglesia Pedro Carneiro, veciño da Porta da Corredoira, con su sombrerete; pero a mí, por lo que tengo; incluso d’orsianamente, de amigo de la Obra Bien Hecha y compañero de hombres de oficio, me gustaría —y aquí declaro amores de la razón que he profesado siempre— en la quintana de Santa María un enterramiento, bajo una losa con los signos de los oficios: una que ya hubiera sido usada más de una vez y tuviera labrado el pico del cantero, la tijera del sastre, la barca del marinero...
    Bajo esa losa, entre la tierra que vino de Jerusalén como la del Campo Santo de Pisa... ¿Pisa? ¿Y no hay en Santa María a Nova aquel templete de las alegorías: la luna y las rosas, el animal herido y el cazador, como en el Campo Santo de Pisa el Trionfo della Morte? Eso es: Noya, una Pisa atlántica, blanca, rosa, oro... Quizás en Noya aconteció lo que en Pisa: cuando la tierra santa de Jerusalén se mezcló en el Campo Santo con la arcilla común, «una flor nueva brotó, no parecida a ninguna otra flor que los hombres hubieran visto antes»: la anémona, con sus anillos de extraño y mezclado color: violados, blancos, purpurinos, verdes... O quizás toda Noya es esa flor, prendida en la cintura del Barbanza.

  17. Liverpool are now champions of England, Europe and the world dixo...
  18. I think they drunk a lot of beer the last week, but they were here with no beer in their blood and to win this game

  19. Colin Frasca Reyerta conocido como Connor O' Farrell dixo...
  20. ¿radiante? ambicioso cursi pendenciero hoy rasco mi último favor concedido, mi último deseo índice todo ensortijado por mi ano, hasta donde la uña se rompa, y entonemos inmundicias literarias por la boca, como por el cielo, ya cambia de mano hipócrita lector, que tu lectura huele a mierda.

  21. Hans Mjolnir dixo...
  22. Uno de los problemas centrales de la Anglogalician, y especialmente de la defecación prospectiva, futurológica, es la superación de la correlación entre Objeto y Sujeto y el Main y la consecuente incapacidad para suspender la discontinuidad entre el noúmeno (la cosa-en-sí, la intuición intelectual no-sensorial) y el fenómeno (la cosa representada en relación a las formas sensoriales del espacio y el tiempo).

    En la presente charla se propone una forma de metafísica extrema que, expresada como Ocultismo Noumenal, agrupe un conjunto de conocimientos y prácticas antifilosóficas y especulativas, tales como la teoría de la hiperstición, la idea de la tecnogénesis, el transhumanismo crítico, la ontología orientada a objetos, la psicogeografía y la magia ritual, a fin de penetrar y dominar los secretos del noúmeno para, en última instancia, disolver la discontinuidad noumena/phenomena y plantear la superación del antropocentrismo y el humanismo tradicional como requisito básico para la evolución del pensamiento porco bravo.

  23. Le Main tiene un pájaro azul en una jaula roja dixo...
  24. Este atribulado 2020 encara su recta final y hay que empezar a ordenar chorromocos.

    La entrada del mainblog mejor situada para ganar el muy prestigioso premio "Slag Krummell" del año es, siempre por ahora:
    La magistral: "En El Bosque De Las Bayonetas. Un Eco Que Va Y Vuelve Desde El Infinito Al Infinito"

  25. Eurídice Blasco dixo...
  26. La Anglogalician como la Gran Bestia misógina.

  27. Teratológico: búsqueda de los casos anómalos; entre estos, el uso y función de la cita en la actualidad. dixo...
  28. La loa al Main sigue siendo el átomo del discurso teologal y de todos sus avatares

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