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Dame Tu Lente, Que En El Horizonte Distingue El Surtidor Del Ballenato Y La Bandera Inglesa Entre La Niebla.

Una hora duerme el gallo,
Dos el caballo,
Tres el hermeneuta,
Cuatro el cuatrero,
Cinco el que pone el culo con ahínco,
Seis el jifero,
Siete el caminante,
Ocho el chocho,
Nueve el caballero,
Diez el Dragón,
Once el dipsómano,
Doce el adocenado,
Trece el supersticioso,
Catorce el lansquenete,
Quince el rugbista,
Dieciséis la virgen,
Diecisiete el bastardo,
Dieciocho la huérfana,

Pero el Porco Bravo no duerme nunca. Hace guardia bajo las estrellas y se prepara para ganar una Edición tras otra, hasta que sólo queden cenizas y silencio en el barro de la Anglogalician.



Es este ciervo inglés bajo la luna roja incendiado de queimada y en su cielo lacrimoso vertical inquebrantable
un papel desastrado con el calendario de su próxima derrota.

Quemando Cabrones En Los Prados De Walpurgis

Hasta que el viejo churriburri chisgarabís, por bitola o por arte de birlibirloque, acertótolis con la Anglogalician y con el busilis, y ochenta y ocho bocas a cada trique y traque barraque hicieron albórbolas y al bultuntún en la burjaca de la coulrofobia.


Hoy, mañana, cuando quiera, empezaré a complotar la alineación por el principio, por el final o por la mitad, por donde menos os guste. E invocaremos en la siguiente Edición después de la próxima a criznejas, capulís, colodrillos, jaharrados, cazumbres, colcorros, bahorrinas, mondarajas, bermas, venáticos, manantías, largurutos, incircuncisas, desgarbilados, arrodujados, alesnadas, folciformes, máculas lúteas, aladares, tamos, ampones, calandrajos, empapuzas, podrigorios y otros ectoplasmas que son mañosos en el arte de tocar el badajo de la campana. Bronca, cabrón.

Siglo mío, Bestia mía, ¿Quién podrá mirar en tus ojos y regar con su semen las vértebras de estos dos equipos destinados al acantilado de las hogueras?



Relentlessly narcissistic, repetitive, head-ache inducing and mindbendinglyself-indulgent.

Maizal De Sombras







Léeme Los Labios, Algoritmo: La Vida Es Prurito, Impóstame Un Reaccionario.

- I’m setting booty trumps.
- You mean booby traps.
- That’s what I said, booty trumps.


Nunca llega uno a pensar lo bastante mal de las personas. No huelga recordar, en estos tiempos de tiranía del cuñadismo, que somos seres deficientes, todos algo tullidos. Hay quien compensa sus taras con virtudes, quien las solapa a fuerza de voluntad y quien las padece con vocación de sometimiento o con desdicha. Atrapados entre lo irrecuperable y lo inalcanzable, vamos reproduciendo las milongas de siempre, que pertenecen en su mayor parte al infravalorado género de la fantasía sicalíptica, aunque luego te vendan la moto de que si logré esto o lo otro, que si estuve en Yardley Gobion o que si fundé un culto ctónico. Si nos destacamos como especie es porque somos falibles, hacemos cosas mal donde ningún animal se equivoca jamás. Y, como excreción humana que son las historias, ninguna resulta del todo fiable.



I] Epona de Artai, reina de los ártabros, se dirigía al Nerio para celebrar los fastos de Imbolc cuando se topó con una romana patrulla. Aunque se había pactado el armisticio, el joven Lucio Nardo, al mando del destacamento, notó cómo sus legionarios se enardecían ante la belleza sin par de Epona, así que, tras consultar el Rolex de cornalina que le había regalado el mismísimo Julio César durante un breve crucero de placer por las Cíes, y viendo que iban bien de tiempo, ordenó el ataque contra la escolta real, que cayó fulminada bajo los pila. Durante la trifulca, Epona y sus dos doncellas trataron sin éxito de quitarse la vida, pues el propio Nardo las desarmó y las amordazó con gracia, y seguidamente sufrieron las tres dilatado suplicio. Cuando las romanas vergas quedaron satisfechas, siguieron su camino sin tomarse la molestia de comprobar si las mujeres vivían o no tanto. Nueve meses después, Epona alumbró un crío inusitadamente moreno y velludo, y lo llamó Glaucio, porque su olor le recordaba al de sus profanadores, y lo educó en las costumbres de los latinos, a los que ya estaban rendidos todos los pueblos de la Callaecia.



[II] Es sabido que Prisciliano le daba a Prócula, la niña de Delfidio y Eucrocia. Ya por entonces, la fama de fértiles de los galaicos corría por la Península, y la noche misma de la puesta de largo de la nena, en un evento organizado por la alta sociedad burgalesa, los progenitores, que eran muy partidarios del mozo, facilitaron el ayuntamiento de los jóvenes con la idea de que engendraran y, cumplidores ellos, así lo hicieron. Prisciliano, sin embargo, al descubrir el plan de los padres para echarle el lazo y considerando la holgura de sus propias ambiciones, se dijo que ni de broma, y desarrolló un fármaco que, en la dosis apropiada, provocaba el aborto en las muchachas primerizas, pues a las bregadas y a las demasiado viejas –las que rondaban ya la veintena- las mataba sin paliativos. Le dio a Prócula el potingue sin advertirlo ella, y en los días siguientes se fue distanciando de la chavala, que padeció el desamor y nunca más quedó preñada debido a los efectos secundarios del tratamiento. Prisciliano siguió su camino, conoció mundo y sembró lo que pudo, y también hizo enemigos que, más pronto que tarde, procedieron a su cancelación en base a una serie de tuits en los que tocaba cuestiones espinosas, entre ellas la interrumpción voluntaria del embarazo.



[III] Cuando Sancho Ordóñez, universe urbe Gallecie princeps, llamado el Craso, recibió en casa de su abuelita al galeno de ‘Abd al-Raḥmān III, un judío aurgitano que respondía al nombre de Abū Yūsuf asday ben Shapruţ, ordenó a los lacayos que sirvieran el más explosivo de sus elixires. Toda Aznárez, infatigable reina pamplonica que protegía en lo posible a su atocinado nieto, se hallaba indispuesta y no pudo presidir la velada, como hubiera sido conveniente para refrenar la intemperancia de Ordóñez. Por mera cortesía, ben Shapruţ accedió a beber un poco, pero la falta de costumbre hizo que se emborrachara tanto como su anfitrión. Festejaron juntos, cantaron en varios idiomas y se durmieron sobre pieles de oso junto al hogar, bien alimentado por los fámulos hasta el alba. Con el primer canto del gallo, el hebreo entreabrió un ojo y ante él se dibujó el cogote hinchado del djalaliqa. Inmediatamente después del dolor de cabeza, sintió una solidísima y palpitante erección. Ajeno a las resacas, aquello le resultó nuevo y menos embarazoso que placentero. Sin pretenderlo, basculó la cadera contra el orondo trasero de Sancho, que asomaba bajo la camisa arrugada, y antes de que cantara de nuevo el gallo se había lubricado el mástil y lo había aparcado entre aquellas nalgas pálidas y mórbidas: “Adamadas nalgas”, pensó con regocijo. Al pronto, despertó también el norteño y nada dijo, y tampoco más tarde volvieron a mencionar el suceso, ni el médico preguntó por las propiedades asombrosas de aquel brebaje al que decían Jägermeister, ni el noble se lo volvió a obsequiar nunca. Todo se enfundó debidamente, viajaron a Córdoba y convivieron un tiempo como paciente y médico y, meses más tarde, cabalgando Sancho hacia León con diez arrobas menos y un destino mediocre que cumplir, se mostraba ausente, y sus lugartenientes temieron que recuperara el peso que con harto sufrimiento había perdido, pues todas las noches se recogía en su pabellón con un cuenco de unto y un esclavo sarraceno con fama de gran cocinero.



[IV] Para llegar desde Borgoña a la corte de Valladolid, Felipe y Juana desembarcaron en La Coruña, y desde allí se encaminaron hacia Castilla, acompañados por una espléndida comitiva de la que formaba parte un soldado llamado Corbin Barjean. Pasado Verín, y antes de alcanzar la posta de La Gudiña, el cortejo se vio asaltado por una caterva de ladrones, que calcularon de mala manera sus posibilidades y perecieron todos, pero en el lance fue herido Barjean. Impedido, quedó alojado en una humilde posada cerca de La Mezquita, con orden de partir en cuanto se recuperara. Allí recibió las atenciones cada vez más pródigas de una solícita muchacha, Remedios Larouco, única hija de los posaderos, que a fuerza de restañar heridas, mitigar fiebres y escuchar delirios en arpitano, se enamoró perdidamente. Larouco no era tonta, y la doncellez no se la entregó al borgoñón, pero haciendo honor a su nombre supo arreglárselas, y Barjean le correspondió rociándola con sus mejores humores. A su partida, el guripa sembró la despedida de promesas que pudo cumplir, pues el Hermoso la diñó ese mismo verano y la católica Isabel andaba interesada en plantar nuevos propietarios que impulsaran la instalación de eólicos en los montes del antiguo Reino de Galicia. Barjean obtuvo la licencia y unas fanegadas de tierra áspera que a nadie interesaban. Despreciando la tradición autóctona, decidió edificar su propia casa, donde enseñó a Remedios un mal castellano trufado de galicismos y la fecundó más veces de las que hubiera querido, pues la prole le salió afrancesada y más dada a fomentar el turismo rural que el desarrollo industrial de la región.



[V] Extracto de una carta inédita de Pedro José García dirigida a Clara Balboa Sarmiento, hallada durante unas obras en la casa parroquial aneja a la iglesia de San Juan Bautista de Cerdedo: «(…) no digo ya de la corrupción del semen por causa de su generación libidinosa, como insistía Lardito desque leyera a Warra, Escoto y Aureolo, y todo aquello de la convenientissima mediatrix y la redención preservativa y tantas cosas más concebidas para soterrar sospechas, que no faltó nunca quien sostuviera que madre de Dios sería, pero también un poco puta. Pero también me pregunto si estos niños afeminados que hacen labores de monaguillo y nos socorren en los momentos de debilidad para descargarnos de melancolías [“beatos mariconcillos”, les decía fray Benito], no darán lugar en el futuro a una raza decadente que se servirá de la simiente como alimento y estímulo de pasiones desviadas, sin darle ocasión de prender y dar su fruto, y estarán ahí todo el rato con sus páginas porno y sus bailecitos, ora obscenos, ora vergonzantes, y canciones y series en las que todos fornican y nadie queda encinta, como tampoco cagan ni padecen ardor de estómago ni, mucho menos, se aburren jamás. Entonces me pregunto a qué tantas Luces y si no acogerán las sombras que produzca ese invento que en Francia llaman quinqué más maldades de las que podíamos imaginar a la luz de las velas (…)».


[VI] Recién llegado a París, Eugenio Rufino Serrano de Casanova eligió el lupanar más miserable de Pigalle para darse un homenaje. Como a tantos puteros, las rameras le gustaban feas y hediondas, de las que compensan la falta de atractivo con una total ausencia de remilgos. No esperaba el veterano carlista encontrarse en semejante tugurio con paisanos a la caza de idénticas hieles, salvo quizás algún Borbón, que no fue el caso. Pero sí estaban el cántabro Claudio López y López y el marido de su sobrina, Eusebi Güell i Bacigalupi, que bebían absenta en la dudosa compañía del hijo bastardo de Juan Bernardo O’Gavan, un tal Bernard Marie, que se ganaba la vida trasegando clientela hacia los paraísos de la sífilis y vendiéndoles luego cápsulas de yoduro potásico de fabricación propia. Aunque nunca los habían presentado, Serrano reconoció a López, al que tenía en la nómina de patrocinadores de su IG, y recordó haber coincidido con Güell en un split de la Kings League. Como al tercero lo conocía sobradamente, se arrimó al grupito con desenvoltura y pensando en lo beneficioso que podía ser compartir vicios inconfesables con gente tan de bien y mejor. La incomodidad de López y López era más que patente, pero el ambiente se distendió al surgir la cuestión abolicionista, que todavía escocía en ciertos sectores. El de Neda no tenía mucha opinión al respecto, pero su natural habilidad social le aconsejó posicionarse a favor de la trata, y al poco estaba pronunciando una arenga apasionada sobre los “valientes patriotas que no escoraron ante la pérfida Albión”. Animado por las palabras de Serrano, el preboste pasó de insinuar pequeñas ganancias a poner cifras sobre la mesa, y el gallego tuvo que disimular su excitación. “Eugène, cette salope lui fait des yeux doux”, dijo de pronto Bernard disipando el éxtasis crematístico. Eugenio Rufino no perdió la compostura, aunque interiormente se sulfuró, y excusándose pasó a un reservado donde procedió a distender sin miramientos las columnas de Morgagni de la meretriz, que imaginó bodega de algún barco de la Compañía Trasatlántica en la que aún se podía encajar un negro más.


[VII] Leonor miraba el paisaje desde la ventana de su suite en Sanxenxo. “Menos mal”, pensó, “que me operé las glándulas de los ojos, si no seguro que estaba ahora mismo quitándome las legañas”. A su espalda, entre sábanas, Ramón se desperezó, y a la reina le entraron ganas de desayunar. Siempre había querido follarse a un actor porno, pero aún no estaba segura de si le había satisfecho del todo la experiencia. Aquella vieja gloria, aunque conservaba su atractivo y un pollastre que rendía de maravilla, olía ya un poco a viejo, y además no convenía que la relacionaran con un tipo así. La noche anterior, en el Club Náutico, había tenido que hacer piruetas para llevárselo al hotel sin que nadie se diera cuenta. También, recordaba ahora, le había prometido que le regalaría el Rolex que le había dado el abuelo años atrás. Y de pronto le daba rabia desprenderse de aquel bonito recuerdo. Un promotor de Vigo lo había encontrado en una excavación por allí cerca, y en una de sus juergas el abuelo se lo había ganado apostando a ver quién meaba más lejos. “Señor Nomar”, dijo la reina volviéndose, “va usted a tener que darme mucho más de ese amigo suyo si quiere salir de aquí con un reloj nuevo”. Ramón consultó la hora en el móvil, calibró una vez más el temperamento de la monarca y empezó a ponerse los pantalones. “Su Alteza me perdonará, pero yo tengo que derrotar a unos ingleses al otro lado de la ría en apenas dos horas y no puedo faltar. Puede quedarse con el reloj”. Ella lo miró demudada por la sangre que le atiborraba la cabeza, y era obvio que no se trataba de sangre azul. “Princesa”, zanjó Ramón algo acojonado, “ha sido un verdadero placer y podemos repetir cuando quieras, pero no todo tiene un precio”.


Mi golocidalove con sus melimeleos sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y gormullos que demuestran que The Anglogalician é un Entroido

Nubes Color Curry, 2024 Más Los Que Vengan, En Esta Isla Gris De Olvido


Desde las costas brumosas de Galicia, donde el Atlántico se encuentra con el espíritu de un pueblo indómito, hasta los venerables páramos de Inglaterra, cuna del fútbol y de epopeyas deportivas, emprendimos un viaje que trasciende lo meramente físico. No era un simple desplazamiento, sino un acto casi ritual: un enfrentamiento entre dos culturas, dos formas de entender el juego y, quizás, la vida misma.

La travesía no era solo geográfica, sino histórica y simbólica. Galicia, con su espíritu marinero y su imborrable conexión con lo celta, se disponía a cruzar el mar como en las antiguas gestas, llevando consigo no solo las botas de fútbol, sino también el orgullo de toda una nación. Inglaterra, tierra de estadios míticos y leyendas inmortales, nos esperaba con su hierba impoluta y su densa atmósfera impregnada de tradición.


En ese partido, bajo el cielo ceniciento que ambos pueblos compartimos, no solo rodaría un balón: se medirían el ímpetu gallego y la flema inglesa, la improvisación frente a la disciplina. Y allí, en un epicentro de emociones que solo el deporte puede provocarr, buscaríamos algo más que la victoria: el honor de representar a nuestra tierra más allá de sus límites..

El partido se saldó con una contundente victoria por parte de los gallegos, quienes ofrecieron un espectáculo antológico, casi místico diría, y, por supuesto, inolvidable e irrepetible. Una vez terminada la batalla, y bajo una espesa lluvia que te calaba hasta los huesos, los dos pueblos se dirigieron a un céntrico pub, donde les esperaba un suculento festín y litros y litros de néctar lupulado. Y es que incluso en el corazón de Albión no llueve eternamente.



La Charcutería Del Abismo Nos Regala Un Cuarto De Siglo.


Aúllan nigrománticos los perros de la guerra, y en las cochiqueras gruñen indiferentes los marranos mientras los jabalíes señorean los sotobosques ingleses. Tienen un feliz presagio los círculos de los cuervos. Mirlos y tordos revolotean anocturnados en las ramas de los abetos. Otro año es fin de año en los abismos de la AngloGalician.

El remedio que por aquí estilamos contra la gula de estos fastos, es el cocimiento de marisco y laurel, como tengo preceptuado en mis marcas atlánticas. ¡Ítem, la hostia a tiempo es saludable y los animales agradecen el tempero, como si fueran personas infusas!
Arrancó el cachicán:
- Pero en Inglaterra...
Saltó el petimetre, abriendo de nuevo el cisma:
- ¡La pérfida Albión!
Otra vez se enzarzaron. El gallo polainero trazó la más pomposa de sus ruedas. Intentaba combatir la tradición de Yule y la ha eyaculado de bravuconería. Las espadas se acortaron hasta hacerse cachicuernas, y la culterana undécima se nacionalizó con la gaita del jácaro. Hello, hello, we are the Porcos Bravos.

¡Los galaicos nunca pierden su carácter!

En este tiempo decembrino venían de par por la acera, con amplias pañosas y enchisterados, una gavilla de respetables carcamales frioleros: Apenas asomaban las narices por el embozo. Mike Barja hizo un quiebro postinero recortándolos en corto. A cuerno pasado, asió la punta de un embozo y con clásica rebolera salió a por doce uvas, liándose en la pañosa de la momia, primero alelada, después iracunda. Corrieron los otros burlones y en tropel, cayendo sobre los viejos, les enterraron las chisteras hasta los dientes. En esta trifulca perdió la capa el que aún quedaba con ella. Tremantes de furia senil gritaban dos adamados, arrancándose los abollados sombreros de ciervos de Sheffield:
- ¡Por Willy S!
-Eximio comisario político-
- ¡Os vamos a denunciar a los Lansquenetes del Odio!


El farol colgado del chuzo, en la esquina de una esquina, respondía con un guiño ebrio. Roncaba el administrador del blog soñando horizontes más progresistas. La turba de viejos iracundos deshacían el acordeón de las chisteras bajo el alero, donde un gato gordo mayaba a la luna: Renegaban alternativamente, con la misma bilis y los mismos germanismos del vocablo:
- ¡Esto no quedará impune!
- ¡La puta entrada de fin de año cada racimo de uvas es peor!
- ¡Nosotros estuvimos en Yardley Gobion!

Los dogmáticos asomaban en las esquinas, solazándose con la furia de los viejos catarrosos, que atravesaban la nada, aspados los brazos, negros uniformes y grotescos ademanes. Los alegres camaradas se enfilaron al The Feckless Fucker. Disimulando el jadear de la carrera, se metieron en su pub de referencia, donde nunca faltaban porcos bravos orixinais, huérfanas, guitarras y cerveza:
- ¿Y a qué hora va a ser el baño de mañana?
- Y yo, ¿Cómo voy si no tengo tractor?
- Acaba de emborracharte, paga las 11 copas, y llamamos al senescal logístico


Este afán suicida, temerario, es la vida Anglogaliciosa al filo, y pasa a través de todos los instantes, se folla 17 años, articulándolos de un modo arbitrario, y vale tanto como el resorte de alambre que un muñeco de trapo esconde en el buche de serrín. Polvo y paja, más peltre enamorado.


Y en 2025, ¿Os Porcos Bravos otra vez campeones de Europa?


Sorry For The Noise. En El Frente De Sheffield, Primera Línea De Fuego.

Con los Stags pasa lo mismo que con los baterías de Gog y las Hienas Telepáticas. Conviene no cogerles cariño. Viene a cuento por su convocatoria en la XVIII, un lurte de caras nuevas, chavales blondos enviados al frente para mayor gloria del Imperio. No aprendan sus nombres. Para la próxima edición tendrán otros jugadores y otros tatuajes. Por parte galega, os Porcos Bravos se presentaron en la plomiza Sheffield con un equipo de pompas y circunstancias. Sólo un jugador repetía respecto a la alineación titular de la XVII. El resto, veteranos con la mirada de los 1000 metros y, noveles adoctrinados en la Causa desde la más tierna edad. Formados los equipos en el patio de la cárcel se iniciaron las hostilidades. Los locales, más acostumbrados a dar pelotazos contra la pared, se pusieron pronto por delante. Los galaicos, se fajaban como podían, pero por cada hostia que metían, recibían tres. Así la cosa, entre nervios y gritos, se puso 3 a 1 para los hijos de la Pérfida, y las casas de apuestas ya dieron todo el pescado por vendido mientras la grada entonaba el God Save The King. Con lo que no contaban, y eso que están más que escarmentados, era con el genio táctico du Main. Éste bostezó, hizo los primeros cambios, adelantó la posición de Nacho en un jaque de manual, consiguió que Gascoigne hablase fugazmente con acento gallego, descuidó su defensa hasta límites kamikazes. El grito de batalla fue: sí vamos a morir, que sea en su área. Y cambia la marea. La Black Death empieza a cosechar ingleses. Ya todas las ocasiones visten de negro. Y van cayendo los goles. Del tres a uno al 3-5. No hay quinto malo y lo marca Sergio, que a medida que aumenta su legión de detractores, aumenta su número de goles. El equipo Stag está grogui. Os Porcos se permiten entonces mover el balón con una calidad que no se veía en las Islas desde el famoso passing game del todopoderoso Liverpool de los 80's. Carrillo, Moldes, Gael, Billy, y Xandre que ya juega con sombrero, están honrando la camiseta que llevan y haciendo un partidazo. Quedan 4 minutos para el pitido final y parece que el juego ahora se llama perseguir sombras. Pero hete aquí que Sava, a la postre Larry Bowles del chorromoco, decide añadir un gol a su intachable partido. El problema es que confunde la portería. Los de Sheffield aceptan el regalo y embisten con furia de casaca roja contra el marco de un Barry Milk que vuelve a ganarse el sueldo y a jugarse el físico. El tramo final es de locos. De la penitenciaría al manicomio. Shabba puede empatar en la última jugada. No lo hace. El silencio que sigue al pitido del árbitro es grito suficiente. El anfitrión trata de asimilar la nueva derrota. Su lenguaje corporal lo dice todo. No se lo esperaban, no. La Manada ha vuelto a clavar el estandarte del Cuervo en suelo inglés por cuarta vez en su historia, segunda consecutiva.

A lo lejos, alguien empieza a silbar Always look on the bright side of  life; mientras el Main, que está entregando la Cup a sí mismo, nos advierte: "Sin euforias. Esto ya pasó. Hay que empezar a ganar la XIX".

 

Se tiene lo que se nombra.

La otra crónica, la escrita según el tradicional método galeguidade ao pao, informa:



Sheffield Stags 4 - Porcos Bravos 5
The Sheffield Stags: Gallo (Gk);Thomo; Shabba; Nunu; Schofe (1); Machen; Irish; Rob Walker; Harrison Hall; Ben Thompson; Tim (2) y Tom.

Os Porcos Bravos: Santi Barrilete (Gk); Xandre (3); Frank; Gael; Nacho (1); Serge (1); Sava (o.g.); Xurxo Moldes; Carrillo y Billy.

 


Venue: Estrenamos campo. O igual es una jaula. Se ubica en Norfolk Park Road, donde la carretera se convierte en bosque. Apropiadamente se llama Goals. Nos toca jugar en el módulo 9, que allí nombran Estádio da Luz, con bandera portuguesa y todo. Las porterías son un chiste y las dimensiones un drama. Orballa sobre justos y perdedores.

Attendance: Medio millar de privilegiados que esperaban un pícnic y asistieron a nueve goles y un funeral. Galiza tuvo tres embajadores de lujo en las galerías.

Uniformes: Los stags visten de rojo amapola, color que merece mejor suerte.

Os Porcos Bravos estrenan con victoria su uniforme negro profundo de la marca alemana Jako. Son ustedes libres de hacer todos los juegos de palabras que quieran. Crítica y público coinciden en que es el más bonito que han exhibido nunca.

Premios: El Laurence Bowles al mejor jugador porcobravo es para Sava. Levantó a un irlandés, remontó el partido, anotó un gol.

El Derek Dooley's Left Leg al mejor jugador inglés, es para Gallo, que repite lo del año pasado. Que un portero que ha encajado 16 goles en dos partidos itere galardón, les puede sorprender, pero quietos parados.

Árbitro: Badenoch Sunak. Muy conservador en la aplicación del reglamento, pero aprobado en líneas generales. 


Los Datos: El signo del 4, y no son las cuatro plumas, marca el matadero.

Cuarta victoria a domicilio del equipo gallego tras las de 2009, 2013 y, 2019. ¿Y si lo que era excepcional se convierte en rutina?

Nunca un equipo había tenido cuatro partidos de ventaja en The Anglogalician.

Nunca un equipo había ganado 4 ediciones seguidas.

Nunca un equipo había encadenado 2 victorias en territorio enemigo.

Nunca, hasta ahora.

Os Porcos Bravos se alejan. 11 triunfos a 7.

Contando además con la particularidad que diez ediciones se han disputado en Inglaterra por sólo ocho na Galiza.

Grimorio Nórdico Para Aguzar Calabazas De Alcrebite

A quien la Causa pesa no es digno, y quien piensa que duerme está despierto.




Ingresar en los Porcos Bravos cuesta un precio: crúor, sudor, jirones de uno mismo. Muchos jóvenes quieren ser, pero muy pocos están dispuestos a pagar este precio. En las sociedades primitivas todo el simbolismo de la entrada en el mundo viril se hace con un sacrificio espectacular al que acuden las tribus enteras. Hay sangre, suplicio, y el muchacho debe dominar el dolor, aguantar la crueldad del rito. Después ya es un hombre y tiene todos los derechos de los hombres. Pero en la actualidad, en esta sociedad occidental decadente, no hay ningún hecho externo que señale esta entrada en el mundo de los adultos. La lucha, si llega a haberla, es sorda y solitaria. Una desgarradora convicción de que el dinero lo puede todo, que las redes sociales son la verdadera realidad, invade al individuo consciente cuando esta lucha ha terminado.




¿Veis esa niebla? Eso es lo que han sudado, lo que han respirado y eyaculado otros Porcos Bravos en la acre Inglaterra antes que nacierais. Hoy vosotros vais a envolveros en esa niebla. No veréis el sol. No tendréis aire propio hasta que volváis a casa con la puta copa. Recuerdas el código. Mundo binario. Mundo pasado, pasado y gris, pero nunca periclitado. ¿Cuántos años tienes? ¡Hostias! a tu edad esto no era ni falta, yo a los dieciséis estaba defendiendo el búnker, yo ya había ganado 5 ediciones, ¡Calla y corre! si te parece voy a hacerlo yo, pero no pares coño ¡cubre a aquel! pero si defiendes como una niña, pero ¿cómo cojones fallas eso?, pero que mierda de pase es ese...




Atacan los Stags a lo kamikaze. El árbitro está a punto de pitar el final del partido, y necesitan como mínimo el gol del empate. Llueve. Un puñado de rapaces sostienen como pueden la línea negra del equipo gallego. Arrecian la lluvia y la furia inglesa.

-¿Estamos jodidos, Main?
Sonríe.
-No mientras respiremos.

Por Aquí Limita Galiza Con Inglaterra, Mar Mediante.


Viajes que son relámpagos, resacas que nunca se acaban. Maletas que se arrastran, pasaportes que vuelven a ser necesarios. Los fantasmas celtas y toda la gente de la intemperie aposentan aquí y pagan portazgo. Nos hallamos marchando bajo la lluvia, cantando hacia al campo de batalla pero ya no tenemos claro cual de ellos toca hoy. El partido fue un domingo pero se terminó el sábado. La odisea fue intensa y llena de aventuras; si no pudieron con nosotros lestrigones ni cíclopes, no iban a poder los casacas rojas. Aprendimos a distinguir el acento de Sheffield del de Nottingham en 10 días que castigaron el hígado pero nos hicieron bicampeones de Europa. The Anglogalician es luz de la que no se ve el fuego que la alumbra; un cielo nórdico cuya claridad procede de la combustión en bucle de un infierno nada ajeno.



Un inmenso crujido, un prolongado trueno, y después, un gran silencio. Debemos descifrar con nuestra alma el paisaje gris que la orfandad reconquista con la boca. Cada cual tiene sus trabajos y sus días. Al ciervo le cayeron cinco, y al insignificante diez.La horizontalidad transhistórica de la tradición nos recuerda que la competición de la Cup no es un trío. Pero la verticalidad metafísica en la merdosa era de lo transfronterizo apuesta por la conquista de lo inédito, y no de lo sempiterno.



Todo lo que no sea ganar es un fracaso, repetía le Main en tierras inglesas. Y le creímos una vez más bajo el vuelo de los cuervos. Cuando volvimos, habíamos experimentado la nación. Solo donde hay lealtad ha lugar esa poderosa revelación. Sólo donde hay sangre, hay redención. Protegidos en tamañas verdades, vencimos el Esqueje tan pronto tocó defender nuestro suelo. Ganar, ganar, y volver a ganar.

Gracias a los Old Comtemptibles y a los Sheffield Stags por ser tan dignos rivales en los ásperos caminos de las mañanas frías.

Como pasa con los hombres, unos equipos navegan bien y otros no.

Regreso A La Inglaterra Feérica

Nos reclaman idiomas y banderas, pero si viajamos, si todavía viajamos, si aún bebemos en tabernas que arden, es porque queremos dejar rastro.

 



Programa Oficial de la XVIII Edición.

20 de Setembro

06.47 de la Mañana. Bajamos a Oporto para subir a por la XVIII.
El avión sale a las 09.30 de la ciudad lusa y la llegada a Leeds está prevista para las 12. Le decimos hola a Inglaterra por primera vez desde 2019.

13.13. Amarramos en el Bingley Arms, Bardsey, pub que reclama ser el más antiguo de Inglaterra. Eso ya lo hemos oído antes con otras voces, en otros locales. Lo nuestro será llegar, beber, juzgar, e irse.

15.04. Harrogate, ciudad balneario. Arx celebris fontibus. 150.000 almas si movemos bien los marcos y un buen puñado de tascas ostentosas. El hotel será céntrico y las pasiones periféricas.



21 de Setembro.

11.34. Sé fiel a Sheffield. Volvemos a la ciudad del Acero un puto lustro después. Ya no reina Isabel II, que señoreó nuestros 9 viajes anteriores, y la desconfianza postbrexit se nota para mal en los preparativos. Estrenamos hotel, que semeja va a hacer bueno al mítico Harley.

14.57. La Brigada Jimmy Dunnel encara Bramall Lane. Será nuestra cuarta vez en la guarida de los Blades. Nos volveremos a encontrar 14 años de bostezos después, con los rams del Derby County. Estos dos rivales saben lo que es ganar la liga y la FA Cup, aunque ya les llovió desde aquella.

14.59. La Brigada Creswick Prest asiste en Dronfield al apasionante Sheffield FC- Garforth Town. El equipo local, que es el club de fútbol más antiguo del mundo (1857), entablará lazos institucionales con la Anglogalician. Los visitantes, otrora equipo minero forjado en un pub, presume de aquel día de filosofía con Sócrates.

19.08. Nos reagrupamos, o quizás no, en el Cambridge Street Collective. Un chorromoco multidisciplinar de cocinas y culturas, posiblemente patrocinado por la Agenda 2030. En caso de duda, el otro punto de encuentro es el pub Rutland Arms, más postureo siniestro para la buchaca.



22 de Setembro. Hoy es el Día en que alimentamos a la Bestia

El PARTIDO. 11 de la mañana.
Estrenamos campo. Se juega en el Goals, what the fuck?, no se rompieron la cabeza bautizándolo. Puede que las dos porterías sean inodoros, para mantener la tradición sajona de la extravagancia. Bueno, da igual siempre que haya Luz en el estadio. Os Porcos Bravos no llevan el todopoderoso equipo de la XVII, sería un 2 fijo, ni por asomo. La cosa está jodida para os galegos, pero esto no acaba hasta que sale la gorda y canta. -¿Los stags?- Podemos esperar cualquier cosa de ellos y sus colonias.

14.36. Ya es otoño en el corte inglés de Yorkshire. Tercer Tiempo a quemarropa en el Bar Kelham. Después, a honrar la placa del Fat Cat, y a quemar la noche cervecera de Sheffield.



23 de Setembro

En algún momento indeterminado del alba partimos en tren cara a Mánchester y sus 115 sombras. Hoy la competición sopla diecisiete velas.

Mañana de pintas y silencios por los imprescindibles Peveril of the Peak y Briton's Protection. El resto de la ciudad será camellos, tractores, y pañuelos.
Despegamos a las 18.50.
21.17. Aterrizamos en Oporto. Volvemos en bus para casa.

Sobre cada pared y ventana del trayecto
Nunca es demasiado tarde para los cuervos
Le Main ha escrito estas palabras:
«17 años de PAZ».



E coma sempre, o de sempre, Galicia Über Alles !