Pasear y beber por Londres no es cosa menor, dicho de otra manera, es cosa mayor. Así que se impone desde hace un tiempo revisitar las arcaicas guías y recomendaciones que se hacen desde las páginas de este mainblog para aquellos que se acerquen a la gran Sodoma del espíritu anglogalicioso y pretendan disfrutar de la Gomorra de la cask ale, los pork pies y los sandwiches guarros con pepinillos.
Muchas cosas han cambiado desde que esas viejas crónicas fueron escritas, Dios ya no salva a la Reina si no al Rey, hay que echar mano del pasaporte para pisar la isla, y los viejos billetes del tamaño de sábanas han sido sustituidos por pequeños billetes plastificados. Toda una revolución que puede confundir a los torpes y aturullados visitantes que no son porcobravos, y que se animen a cruzar el charco anglogalicioso.
Para testear lo que sigue igual y lo que cambió en la capital del Imperio, hablamos con Nicholas Hawksmoor, viajero impenitente y arquitecto druídico, que llegó recientemente de una visita relámpago a la capital del Imperio más rápida que lo que tarda el Main en bajarse una pinta. Nos citamos en un pub de su elección. Acudimos a su encuentro y nos lo encontramos sentado a la barra, manteniendo una conversación con un interlocutor aparentemente ausente. Le interrumpimos, fija su mirada en su nueva compañía y nos concede audiencia. Empezamos por la galeguidade ó pau:
- Nicholas... ¿qué?
- Bueno, que te voy a contar, todo esto está muy bien, pero la fiesta nos la pueden quitar de los fuciños, como se suele decir.
- ¿De que me estás hablando, Nicholas?
-Ya sabes, hoy estás aquí, mañana allí,…, pero me estabas preguntando por Londres, ¿no? Pues eso, sigue igual pero distinto. El centro de Londres es un bloody parque de atracciones (ya lo era en realidad) para turistas, cada vez hay menos vida de gente normal en la calle, menos pequeños negocios, las franquicias y la gentrificación se lo comen todo, y en lo que a nosotros nos importa, las multinacionales de la cerveza se están comiendo a los free house pubs, ya se los han comido in fact, y la variedad de cervezas y cask ales distintas que puedes probar y descubrir es mucho menor que antes del Brexit, del virus chino y del fucking Charles III.
- ¿Es esto el Ragnarök del british beer style entonces? tampoco será todo tan apocalíptico, Nicholas.
- Los beerholes míticos siguen ahí y las breweries de toda la vida, Fuller's, Samuel Smith,… también, pero la impresión que te llevas es que se pierden cervezas y sitios a mayor velocidad del que surgen los nuevos, no hay cambio generacional, donde antes había un pub de Fuller's, por ejemplo el Old Bank of England, con su interior de madera tallada, sus tonos oscuros, sus parroquianos recien salidos de las oficinas de la City… se ha convertido en un pub de moda, con acabados en inox, clientes con pinta de instagramers y cerveza de, oh sorpresa, Asahi. Ahora pedir una pinta de bitter de cask se ha convertido en una rareza, un modo de resistencia.
- Pero las catedrales del porcobravismo siguen ahí, ¿no?, las has vistado, supongo…
- Por supuesto, cada viaje es una peregrinación y hay que rendir visita a los lugares de poder para recargar energias y llenar los chakras de cerveza templada y olor a meados. Llegué a Londres por Liverpool Street Station y la primera estación del Via Crucis fue el Princess Louise, el mejor sitio para reconciliarse con la city y el british style: madera, moqueta, reservados, urinario en el sotano y toda la Samuel Smith que puedas imaginar…, la primera en la frente, y a partir de ahí la búsqueda de los lugares ya conocidos, donde fuimos felices con una pìnta en la mano y un puñado de parroquianos locals borrachos compartiendo nuestro alcoholismo. The Ship Tavern, Cittie of Yorke, los “oldies”: Ye Olde Mitre, Ye Olde Cheshire Cheese (si por alguna extraña y siniestra razón sólo puedes ir a un único pub en Londres, que sea este), Ye Olde Cock Tavern, y creo recordar que ese día acabamos en The Coal Hole.
- Ni tan mal entonces, ya me esperaba una relación de Costas, Nero's, Burguer Kings, Mc Donalds, Nandos y Pret a Mangers…
- Siempre hay que tener a tu interlocutor en vilo, ponerle en lo peor y después ir abriendo un hueco a la esperanza, que las cosas vayan mejorando hasta el culmen final, el camino del héroe, desde la caída hasta la redención, es de primero de Oratoria, que yo me eduqué con los clásicos.
- Continúa pues, oh Demóstenes de la Anglogalician, el relato épico de tu viaje por los rincones oscuros de la capital británica. ¿Donde os alojasteis? ¿Centro? O un poco alejados, ¿Camdem,Hyde Park, Victoria Station,...?
- Los precios de alojamiento se han vuelto mas imposibles aún, pero por una casualidad del destino, encontramos un chollazo cerca de Covent Garden, así que allí nos dirigimos. Era en la zona que ahora se llama “The Seven Dials”, 7 calles que convergen en una pequeña plaza circular y que es el centro del hipsterismo londinense actual, un barrio en el que podrías vomitar arcoíris, no apto para rudos estibadores, de ahí el pesimismo de mi introducción. Pero nos permitía estar cerca de muchos pubs míticos sin estar en el subway metidos todo el día. Por ejemplo estábamos a 20 yardas de The Cross Keys, que visitamos esos dias con regularidad, todo un escondrijo de normalidad en medio de ese entorno surreal que es el centro de Londres, y al lado del mejor sitio de fish&chips de Londres: The Rock&Sole Plaice, donde puedes elegir hasta 4 tipos do peixe do bó para tu ración.
Bueno, pues teníamos también a tiro de piedra mi favorito de la ciudad, The Lamb&the Flag, y a The Harp y a The Coach&Horses, not bad tampoco.
- Esto va mejorando. Siga, siga, go on, please.
- Ya puestos te contaré que también vistamos la orilla sur del Támesis. Cruzamos el London Bridge muy temprano en el día y nos dirigimos al Borough Market antes de que fuera asediado por los turistas. Ya lo sé, nosotros también somos turistas, pero nosotros somos los buenos y ellos los malos, como siempre, y de ahí no me bajo. Después de la pertinente visita al mercado continuamos con la obligada visita a The Market Porter, y luego visitamos a unas pocas yardas de distancia The George Inn, descubrimiento de este viaje para mi, un precioso pub situado en unas antiguas cuadras, con 2 pisos y un increible beer garden central. Después nos dirigimos a la beer mile.
-¿Beer mile? ¿Eso que es? No figura en la sagrada lista-de-lugares-que-visitar-en-londres del porcobravismo...
- Aquí entramos en el territorio del frikismo cervecero. Una vez que estás en el South Bank, tiras hacia el sureste siguiendo las vías del tren y llegas a una zona donde las vias van elevadas sobre un viaducto de ladrillo, debajo del cual siempre se han ubicado pequeñas industrias y almacenes. Ahora es el epicentro de las nuevas cervecerias londinenses, alguna tienen allí sus fábricas y otras, las mas grandes y exitosas, taprooms, sitios donde vender su cerveza directamente al consumidor. Sobre 15 breweries se pueden visitar allí a día de hoy. Desde algunas recien creadas (Mash Paddel Brewery, Southbank Brewery Co.) a otras ya consolidadas y conocidas como The Kernel, Gipsy Hill, Anspach&Hobday, Moor, Bianca Road, London Barrel Project…
Entiendo que el porcobravismo se nutre de tradiciones y de cervezas tradicionales, pero como he dicho antes, tiene que llegar el relevo de lo que se está muriendo y estas new breweries lo son, también hay que señalar que además de las consabidas cervezas “modernas” ipas, sours, dipas, neipas, shitpas y similares, estas breweries siguen cultivando las bitters, porters, stouts, pale ales, etc, y por supuesto siguen produciendo en cask, así que la continuidad de la cerveza inglesa tradicional ale está garantizada.
Una vez recorrida la milla verde cervecera, lo mejor es dirgirse al norte, volver a la orilla del Támesis y reencontrarse con la historia con el trío de ases de pubs ribereños por antonomasia: The Angel, The Mayflower y, cruzando el río en metro, The Prospect of Whitby. Sólo tengo que decir que yo en la terraza del Mayflower, con una pinta en la mano y contemplando la ciudad desde el dulce río soy feliz, en pocos sitios de esta manera.
Para acabar el día, y mientras las sombras se van adueñando de la ciudad, volviendo de vuelta a nuestra guarida, paramos en The Porterhouse, pub sucursal de la cervecera dublinense de su mismo nombre. Es una mezcla de pub paddy, sala de conciertos y club. Tres pisos de distintos ambientes y conciertos en vivo todos los días. El final perfecto para los que se recogen pronto para dormir y el sitio perfecto para empalmar con el ambiente nocturno para los que trasnochan y se lanzan a la London by night. Pero eso es otra historia que merece otra conversación más sicalíptica.
Toda la razón, Nicholas, eso merece otro interrogatorio y otra entrada, pero ni la haré yo ni lo responderás tú. Y con esto te dejamos a solas en la barra de The Crazy Bird, distante a un puñado de sacrificios humanos de tu obra más polémica, con tu pinta en la mano, mientras sigues hablando solo como si alguien te hiciera caso en el ocaso de una tradición de beber que fue modo de vida.
Y ahora, justo ahora, vuelves a ser un niño, mendigando para siempre en el umbral de la eternidad.
239 comentarios:
«A máis antiga ‹Máis antiga 201 – 239 de 239 Máis recente › A máis nova»
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¿Por qué la piontas 200 no tiene avatar ad hoc?
dixo...
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3 de agosto de 2023, 19:24
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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3 de agosto de 2023, 21:27
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Orson (Falstaff at Midnight)
dixo...
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3 de agosto de 2023, 23:48
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Jack Moore
dixo...
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4 de agosto de 2023, 18:43
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MESTIZABRAS
dixo...
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4 de agosto de 2023, 18:50
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Ferrotiño
dixo...
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6 de agosto de 2023, 09:41
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Prisciliano
dixo...
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6 de agosto de 2023, 10:25
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O Derradeiro Xabarín Ceibe
dixo...
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6 de agosto de 2023, 11:22
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Jacobo Maíz
dixo...
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6 de agosto de 2023, 11:42
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The man in the high castle
dixo...
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15 de agosto de 2023, 12:38
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Irrete Betarra
dixo...
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20 de agosto de 2023, 23:06
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Liam Neeson
dixo...
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22 de agosto de 2023, 12:53
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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31 de agosto de 2023, 09:41
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Deacon Sangriento
dixo...
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31 de agosto de 2023, 17:41
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Calixto Lence
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18 de setembro de 2023, 20:09
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Calixto Lence
dixo...
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18 de setembro de 2023, 20:10
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Bill Pollas
dixo...
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19 de setembro de 2023, 09:35
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Cisco o las Declinaciones Magnéticas
dixo...
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22 de setembro de 2023, 23:08
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John Bull
dixo...
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29 de setembro de 2023, 08:22
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John Bull
dixo...
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29 de setembro de 2023, 08:36
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Clive Lefas
dixo...
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16 de outubro de 2023, 19:26
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The Puto Pato Glücklich
dixo...
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20 de outubro de 2023, 18:45
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Into the pigsty of Anglogalician Rode the Six Hundred
dixo...
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25 de outubro de 2023, 12:45
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Blas Trallero Lezo
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27 de outubro de 2023, 22:38
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Emilio "Mapache"
dixo...
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1 de novembro de 2023, 12:09
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O Swine-Herd de Galizalbión
dixo...
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4 de novembro de 2023, 09:51
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Sebastián Querol
dixo...
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7 de novembro de 2023, 22:33
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Jack Tar
dixo...
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10 de novembro de 2023, 18:11
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La escopeta de Ernest Hemingway
dixo...
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11 de novembro de 2023, 22:23
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Aleister Saint Germain
dixo...
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13 de novembro de 2023, 13:24
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Andrew Lang celebró en 1891 “las aventuras del príncipe Floristán en un Londres de cuento de hadas”. Ese Londres fantástico, el de los dos relatos iniciales de nuestro libro, fue soñado por Stevenson en 1882.
dixo...
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13 de novembro de 2023, 20:52
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O Derradeiro Xabarín Ceibe
dixo...
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21 de novembro de 2023, 22:07
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Nil Ostias
dixo...
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22 de novembro de 2023, 20:16
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She didn’t want these people in her house
dixo...
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22 de novembro de 2023, 22:30
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La disparidad original de los niños difracta, en consecuencia, el principio unitario, igualitario de la comunicación educativa.
dixo...
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29 de novembro de 2023, 00:14
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O Xoves Hai Cocido
dixo...
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30 de novembro de 2023, 20:37
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las castas y las geomancias
dixo...
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10 de decembro de 2023, 18:16
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Gay man
dixo...
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12 de decembro de 2023, 19:51
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john pollas
dixo...
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22 de maio de 2024, 10:57
«A máis antiga ‹Máis antiga 201 – 239 de 239 Máis recente › A máis nova»Nunca puede uno estar seguro de nada. Vivimos en un mundo loco, muchacho, en una civilización muy peculiar. Los policías juegan a ladrones y los ladrones juegan a policías. Los políticos son predicadores y los predicadores son políticos. Los recaudadores de impuestos recaudan para su propio bolsillo. Los Malos quieren que tengamos más dinero y los Buenos luchan para impedírnoslo. No nos conviene, ¿comprendes? Si pudiésemos comer todo lo que quisiéramos, cagaríamos demasiado y tendríamos que limpiarnos con las manos
Ingredientes :
Para 4 personas :
4 ostras n.°3
25 g de zanahoria
25 g de rama de apio
50 g de chalotas
50 cl de vino blanco
40 cl de caldo de pescado
50 cl de nata líquida
Curry
Comino
Sal gorda (para decorar el plato)
Preparación
Preparación de las ostras: abrir con cuidado las ostras, reservar el jugo y las conchas. Filtrar poco a poco el jugo de las ostras. Limpiar las conchas y colocarlas sobre sal gruesa. Cortar las ostras por la mitad a lo largo para facilitar su degustación. Volver a colocar las ostras en sus conchas.
Preparación de la salsa de curry: trocear las zanahorias, los tallos de apio y las chalotas. Echar todo en una cacerola con el vino blanco y reducir a la mitad. Añadir el caldo y el agua de las ostras y dejar reducir a la mitad. Añadir la nata, el curry y el comino y dejar reducir hasta lograr una consistencia espesa (a punto de napa). Emulsionar la salsa de curry y comino con una batidora de mano.
Entibiar las ostras 1 minuto al horno.
Verter con delicadeza la salsa muy caliente sobre las ostras.
Tenía que haber dedicado más tiempo a las lenguas extranjeras y no a la esgrima, a la danza y a la pelea de osos. ¡Me habría gustado tanto dedicarme a las artes!
Yo con el olor a cerveza trato de quitarme de encima el olor a muerto. Y sólo el olor a muerto te quitará de encima el olor a cerveza, como a todos los bebedores a quienes me toca cavarles la fosa.
BANANIZAR: Quitar o no dar importancia a las bananas.
BATATXE: Cuerpo indisoluble formado a su vez por otros dos: Batania e Iratxe.
BORRACHELA: Embriaguez producida por la ingesta masiva de cervezas.
Londres, esa cloaca con un millón de equipos, y sólo un campeón de Europa.
Pretende ser un hombre sin etiquetas, que no tiene ni dios ni ley ni patria ni rey ni frontera ni bandera, que va a pecho descubierto y desnudo por el mundo.
Pretende.
Pero no lo consigue.
Por fin bebeu, un gran grolo que detivo un longo intre nas súas meixelas inchadas. Pechou os ollos mentres o whisky ardente daba un paseo a tiróns ata o seu estómago, logo respirou afogadamente o escuro aire e fíxome un brinde. -Saúde- dixo, con retraso.
Londres es la ciudad que más tópicos acumula por kilómetro cuadrado, por milla, para ser más exactos.
El pastel de hígado ha pasado a mejor vida, bueno, al menos entre la gente más joven. ¿Todo el mundo desayuna judías pequeñitas con salsa de tomate, huevos revueltos, salchichas y panceta? No es tan exagerado. ¿Todos los zumos se hacen a partir de polvitos? ¿Te pasarás todo el tiempo que estés en Londres comiendo en indios y bebiendo Beefeater? Éste es un asunto que tiene que ver más con no gastarte mucha pasta, que con la calidad de la comida. ¿O no?
Vamos a preguntar. Porque también existen los ingleses que comen bien, y beben mejor. Si vas a un pub te puedes poner ciego (de platos) al estilo que ellos manejan, como si fuera nuestro menú del día, pero 100% british.
En ocasiones, una estancia iluminada puede reflejarse en
una ventana, pero es imposible que unos ventanales se reflejen
en mitad de una estancia.
Este título es una forma de violencia sexual que sufrimos las mujeres de forma cotidiana y hasta ahora invisible, y que no podemos normalizar.
Fue un tal Main quien me dijo –quizá fue en un pub de Victoria Station– que en Londres no había niebla antes de que Whistler la pintase
Si algo aporta el semen a la cocina es textura, llegando a espesar las salsas de forma única, sin llegar a utilizar harina ni maicena. Reduce el sabor salado de las comidas, dándoles un toque dulce al estilo salsa teriyaki. Lo que más me sorprendió es que, a pesar de no notar el sabor ni el olor del semen, la sartén se quedó muy pegajosa, con esa capa escamosa y blanca que todos conocemos.
By the late-medieval period, Sodom is associated with a state of desire, a state of nature, or, more appropriately, a state of anti-nature. The Sodomite is a creature whose same-sex desire expresses a rebellion against both God and the divinely mandated natural order. Same-sex desire is a state of rebellion, for which the only response can be genocidal mass murder. Indeed, same-sex desire is something that warrants the omnicidal sterilizing of the earth.
Cyril Tourneur nació de la unión entre un dios desconocido con una prostituta. La prueba de su origen divino se evidencia en el ateísmo heroico por el cual sucumbió. Su madre le transmitió el instinto de la revolución y la lujuria, el miedo a la muerte, el estremecimiento de la voluptuosidad y el odio a la realeza; de su padre tuvo el deseo de coronarse, el orgullo de reinar, y la dicha de crear; ambos le dieron su afición por la noche, la luz roja y la sangre.
La fecha de su nacimiento es ignorada. Pero apareció en un día negro, en un año pestilencial. Ninguna protección celeste veló por la joven enamoradiza preñada por un dios, ya que tenía el cuerpo mancillado por la peste algunos días antes de parir y la puerta de su pequeña casa estaba marcada por una roja cruz. Cyril Tourneur vino al mundo con el tañido de campanas para enterrar a los muertos; y como su padre había desaparecido en el cielo común a los dioses, una carreta verde acarreó a su madre a la fosa común de los hombres. Se sabe que la tiniebla era tan tupida que el sepulturero debió iluminar la puerta de la casa apestada con una antorcha de resina. Otro cronista asegura que la niebla sobre el Támesis (donde se sumergían los cimientos de la casa) fue cruzada por un rayo escarlata y que desde las fauces de la campana de alarma se escaparon voces de los cinocéfalos. En todo caso, parece fuera de cualquier duda que se manifestó una estrella llameante y furiosa encima del triángulo del tejado, hecha de rayos fuliginosos, retorcidos, desatados, y que el recién nacido le mostró el puño por un tragaluz, mientras que esta agitaba sobre él sus rizos informes de fuego. Así entró Cyril Tourneur en la vasta concavidad de la noche cimeria.
Es imposible saber lo que pensó o lo que hizo hasta la edad de los treinta años, cuáles fueron los síntomas de su divinidad latente, o cómo se persuadió de su propia realeza. Una oscura y asustada nota contiene la lista de sus blasfemias. Allí él declaraba que Moisés no había sido más que un juglar y que un tal Heriots era más hábil que este. Que los comienzos de la religión no hicieron más que mantener a los hombres aterrorizados. Que Cristo merecía la muerte más que Barrabás, pese a que Barrabás había sido ladrón y asesino. Que si emprendiera la escritura de una nueva religión, la establecería sobre un método mejor y más admirable, y que el Nuevo Testamento era de un estilo repugnante. Que tenía el mismo derecho de acuñar moneda como la reina de Inglaterra, y que conocía a cierto Poole, prisionero en Newgate, gran experto en la fundición de metales, y con la ayuda de este pretendía un día moldear en oro su propia imagen. Un alma piadosa ha borrado del pergamino otras afirmaciones más terribles. Pero esas palabras fueron recogidas por una persona vulgar. Las acciones de Cyril Tourneur indican un ateísmo más vindicativo. Se le representa vestido con un largo manto negro, portando sobre la cabeza una gloriosa corona con doce estrellas, el pie apoyado en el globo celeste y elevando el globo terrestre en su mano derecha. Recorría las calles en las noches de peste y tormenta. Era pálido como los cirios consagrados y sus ojos brillaban débilmente como los quemadores de incienso. Algunos afirman que tenía sobre el costado derecho la marca de un sello extraordinario; pero fue imposible de verificarlo después de su muerte, porque nadie vio sus restos.
Tomó como amante a una prostituta de Bankside, que frecuentaba las calles de la ribera y únicamente a ella quiso. Era muy joven y su rostro inocente y claro. El rubor se le aparecía como una llama vacilante. Cyril Tourneur le dio el nombre de Rosamunde, y tuvo con esta una hija a la que amó. Rosamunde murió trágicamente, habiéndose fijado en ella un príncipe. Se sabe que bebió de una copa transparente un veneno de color esmeralda. Fue entonces que la venganza en el alma de Cyril se mezcló con el orgullo. Noctámbulo, recorría el paseo público, a lo largo del cortejo real, agitaba en su mano una antorcha de crines encendidas con el fin de iluminar al príncipe envenenador. El odio a toda autoridad le subía desde la boca y las manos. Se hizo espía de los caminos principales, no para robar sino para asesinar reyes. Los príncipes que desaparecieron en ese tiempo fueron iluminados por la antorcha de Cyril Tourneur y muertos por él. Se emboscaba en los caminos de la reina, cerca de los pozos de guijarros y de los hornos de cal. Escogía a su víctima en el cortejo y se ofrecía a iluminarla por los barriales. Entonces la conducía hasta la boca del pozo, apagaba la antorcha y la arrojaba. Los guijarros caían como lluvia luego de la caída. En seguida, Cyril, inclinado en el borde, hacía caer dos enormes piedras para acabar con los gritos. Y, el resto de la noche, acompañaba al cadáver que se consumía en la cal, cercano al sombrío horno rojo.
Cuando Cyril Tourneur hubo saciado su odio hacia los reyes, fue atenazado por el odio a los dioses. El aguijón divino que tenía dentro de sí lo incitó a crear. Pensó que podría fundar una generación con su propia sangre, y propagarse como dios en la tierra. Vio a su hija, y la encontró virgen y deseable. Para realizar su propósito de cara al cielo, no halló ningún lugar más significativo que un cementerio. Juró desafiar la muerte y crear una nueva humanidad en medio de la destrucción constituida por órdenes divinas. Rodeado de viejos huesos, quiso engendrar jóvenes huesos. Cyril Tourneur poseyó a su hija sobre el lecho de una fosa común.
El final de su vida se pierde en un oscuro resplandor. No se sabe qué mano nos transmite La tragedia del ateo y La tragedia del vengador. Cierta tradición pretende que entonces el orgullo de Cyril Tourneur aumentó. Hizo erguir un trono en su jardín negro, y se había acostumbrado a quedarse allí, coronado de oro, bajo el rayo. Algunos lo vieron y huyeron aterrorizados por los largos penachos azulados que revoloteaban en su cabeza. Leía un manuscrito de poemas de Empédocles, que nadie después ha visto. A menudo expresó su admiración por la muerte de Empédocles. Y el año en el cual desapareció fue de nuevo pestilencial. El pueblo de Londres se había retirado hacia los barcos amarrados en medio del Támesis. Un aterrador meteorito apareció bajo la luna. Era un globo de fuego blanco, animado por una siniestra rotación. Se dirigió hacia la casa de Cyril Tourneur, que pareció pintada con reflejos metálicos. El hombre vestido de negro y coronado de oro esperó sobre su trono la venida del meteorito. Allí estaba, como antes de las batallas teatrales, un sombrío toque de trompetas. Cyril Tourneur fue cubierto por una luz hecha de sangre rosácea, volátil. Las trompetas, elevadas por la noche, sonaban como en el teatro, en una fúnebre fanfarria. Así fue precipitado Cyril Tourneur hacia un dios desconocido en el taciturno torbellino del cielo.
La megalópolis de paso a colinas, lagos, prados, bosques. Donde Greymalkin Lane se cruza con la carretera 126 se halla una vieja taberna… Es el local favorito de los chicos de las escuelas locales. Hace doce años, cuando Nicholas Hawksmoor la compró, era un tugurio infecto. Nadie supo de dónde vino o por qué decidió quedarse, pero cuando acabó el invierno la había convertido en un lugar acogedor.
See the filthy, tattered rags they wrap around them. Smell them as they pass. Hear of their nameless immorality. Witness their shameless indecency, and picture them among your own people — Ugh! It makes you shudder!
He did not come in the dawning. He did not come at noon;
And out of the tawny sunset, before the rise of the moon,
When the road was a gypsy’s ribbon, looping the purple moor,
A red-coat troop came marching—
Marching—marching—
King George’s men came marching, up to the old inn-door.
They said no word to the landlord. They drank his ale instead.
But they gagged his daughter, and bound her, to the foot of her narrow bed.
Two of them knelt at her casement, with muskets at their side!
There was death at every window;
And hell at one dark window;
For Bess could see, through her casement, the road that he would ride.
They had tied her up to attention, with many a sniggering jest.
They had bound a musket beside her, with the muzzle beneath her breast!
“Now, keep good watch!” and they kissed her. She heard the doomed man say—
Look for me by moonlight;
Watch for me by moonlight;
I’ll come to thee by moonlight, though hell should bar the way!
She twisted her hands behind her; but all the knots held good!
She writhed her hands till her fingers were wet with sweat or blood!
They stretched and strained in the darkness, and the hours crawled by like years
Till, now, on the stroke of midnight,
Cold, on the stroke of midnight,
The tip of one finger touched it! The trigger at least was hers!
How the British Regulars fired and fled,—
How the farmers gave them ball for ball,
From behind each fence and farmyard-wall,
Chasing the red-coats down the lane,
Then crossing the fields to emerge again
Under the trees at the turn of the road,
And only pausing to fire and load.
On the east coast in winter, above or below the tide-line, man walks in water or mud; there is no dry land. Mud is another element.
One comes to love it, to be like a wading bird, happy only at the edges of the world where land and water meet, where there is no shade and nowhere for fear to hide.
Podríamos sentir el eco dickensiano (de Nuestro común amigo, por ejemplo) mientras visualizamos en algún rincón de la memoria el avance siniestro de la barca en la que bogan Gaffer y Lizzie Hexam, entre el puente de Southwark, que es de hierro, y el puente de Londres, que es de piedra, al tiempo que sus ojos escudriñan las negras aguas en busca de cadáveres. Podríamos oír, quizás en aquel instante en que la serenidad se hizo menos brillante, pero más profunda, la voz de Marlow relatando al comienzo de El corazón de las tinieblas, una de las obras maestras de Joseph Conrad, la azarosa historia del río insomne que surca la yola en la que él y sus compañeros se dirigen a su desembocadura.
Ahora el Támesis ha cambiado. Hace ya muchas décadas que ha dejado de ser esa febril vía de comunicación llena de vida y bullicio que mi generación sólo ha conocido a través de la literatura y de viejas películas en blanco y negro. En la época de la Thatcher los ejecutivos rampantes descubrieron que era cool (aunque entonces aún no se decía así) hacerse con algún apartamento en los bloques que estaban proliferando más allá de San Pablo y la Torre, en St. Katharine´s Dock o, más lejos, en la amplia lengua de tierra de la Isle of Dogs, donde en un tiempo se encontraban algunos de los muelles más famosos de la Tierra. Allí se construyeron con fiebre de nuevo rico —eran los años de tonto-el-último, de un ¡enriquecéos! que también llegó a nuestros eriales mesetarios en forma de cutre cultura de pelotazo— rascacielos de oficinas y complejos comerciales que pronto dejaron ver sus cimientos financieros de barro. Hubo crisis y durante algunos años el visitante se paseaba entre aquellas catedrales del dinero con la sensación de caminar por una ciudad de la que habían huido casi todos sus pobladores.
The Russian commanders are said to have initially believed that the British soldiers must have been drunk
"El Inspector Dan" empezó su andadura en la revista "Pulgarcito" en 1947 (atención a las fechas) para más tarde publicarse de forma independiente entre 1951 y 1954, constituyendo la serie completa un total de 71 cuadernillos en formato apaisado. Las viñetas, un poco apretadas y abigarradas de texto, dada la vocación novelesca del título, fueron aligerándose con el paso del tiempo permitiendo que Giner pudiera desplegar con más desenvoltura toda su magia visual.
La serie estaba en cierto modo emparentada con las " Aventuras del FBI" de la editorial Rollan, porque ambas eran de tema policíaco, aunque con ambientación y tramas bien distintas. Porque "El Inspector Dan" tenía un marcado carácter sobrenatural, de misterio y hasta de terror y como principal escenario el brumoso Londres de los relatos de Sir Arthur Conan Doyle, Edgar Wallace o los folletines góticos aunque a veces podía trasladar su acción a los castillos de Escocia o a los Estados Unidos de América. El estilo de Giner era marcadamente expresionista, muy influenciado por la escuela alemana y el cine negro americano y las películas de terror de la Universal, y probablemente también por los cómics de "The Spirit", por aquel entonces no muy bien conocidos en España.
No es extraño pues que, como muy acertadamente señaló uno de los fans incondicionales del Inspector Dan, el dibujante Jose María Beá, la serie española llegara a anticiparse a las creaciones de la E.C. Comics del norteamericano William Gaines, ya que bebía de las mismas fuentes. Los ambientes creados por el genial Eugenio Giner con su virtuoso uso del claroscuro eran los propios del género gótico y del "noir": callejones umbríos, siniestros laboratorios, laberínticas catacumbas, pantanos infernales... Y los protagonistas tenían que medir sus fuerzas contra auténticas encarnaciones del Mal: sabios chiflados, asesinos en serie, momias, vampiros y otros seres de filiación diabólica. Incluso el mismísimo Satanás en persona llegó a intervenir en alguna de las historias.
Los protagonistas principales son el propio Inspector Dan de la Scotland Yard, su ayudante y más que probable novia, la bellísima Stella, el jefe de ambos el Coronel Higgins y el veterano inspector Simmons, "El Águila Tuerta de Scotland Yard", un personaje bastante excéntrico y con un alto concepto de sí mismo, que asegura someter a los criminales gracias al poder de su mirada hipnótica.
En lo temporal, todo parece indicar que los episodios transcurren en la década de los años 20 del pasado siglo y en períodos posteriores, aunque haya muchas reminiscencias todavía del pasado victoriano. Además de tratarse tal vez de la primera historieta española de aventuras en abordar abiertamente la temática del terror y del misterio, muchos jóvenes lectores de nuestro país se familiarizaron gracias a ella con escenarios hasta entonces insólitos del Reino Unido, como el barrio de Whitechapel, el Museo Británico, o espacios para competiciones deportivas como el Albert Hall, el estadio de Wembley o el autódromo de Tottingan.
Hubo un breve renacimiento del Inspector Dan, a principios de los años 70, a cargo del dibujante Julio Vivas, quien volvió a insuflar nueva vida a los personajes creados por Giner en unas cuantas historias memorables. Antes de su definitiva desaparición en las brumas del tiempo, de un pasado que hoy algunos recuerdan con nostalgia.
En Wimbledon, internado en el psiquiátrico Atkinson Morley, antes de morir, Lowry se sometió a una de las curas de burro psiquiátricas que había en la época para el alcoholismo: “terapia de aversión optativa”. Dicha terapia lo sometía a encierros con dosis de alcohol y medicamentos para provocar náuseas a la ingesta alcohólica. Se suponía que la mente debía asociar el desagrado con el alcohol y así disociar el gusto por el asco, y eso, sumado a un cambio de aptitud de Lowry que romantizaba la bebida como elixir de creación, según el médico, podría servir para que dejara de beber y recuperarse para la vida y la creación. Antes de entrar en la terapia, el psiquiatra de la sanidad pública británica, doctor Raymond, que le hizo chequeos después de una seguidilla de médicos en tres países, consiguió convencerlo de tomar la droga de la verdad, la metedrina. Esta droga provocaba una suerte de hipnosis con la que el paciente podía ofrecer respuestas verdaderas a todo lo que se le preguntara para precisar el diagnóstico, porque bajo su efecto perdería la voluntad. Margerie había intentado por todos los medios hacerle aceptar que un psicoanálisis de Jung le permitiría verse cara a cara con sus demonios y hacer un barrido psicológico que limpiara el inventario de mentiras y miedos que alimentaba su compulsión por la bebida (y acaso su violencia contenida, volcánica, después de intentar matarla e intentar suicidarse). La otra opción, contemplada por ella, era la lobotomía, que lo hubiera convertido en un genio vegetativo, pero por presión de otro médico y un amigo de Lowry, fue descartada y aceptó la terapia de aversión.
El efecto de la droga de la verdad consiguió que Lowry hablara sin parar durante cinco horas de todo lo que en realidad lo aterrorizaba y alimentaba sus miedos y su adicción: se remontó a la violenta moral paterna de la infancia, que provenía de un super yo represor y ultraconservador -como su padre y madre victorianos-, su curiosidad homosexual reprimida, la inseguridad por su virilidad y las exiguas dimensiones del miembro, su desempeño menguado seguramente por el alcohol, sus plagios culposos cuando aún era un autor en formación y el temor eterno a ser defenestrado por los plagiados en su ópera prima y en su novela perdida (Ultramarina, En lastre hacia el mar blanco), su necesidad de una mujer que resolviera todos sus asuntos materiales y que ocupara el lugar simbólico de la madre y que proyectó primero en Jan Gabrial, quien renunció a cuidar al genio borracho traicionando el pacto marital y que después lo enganchó a Margerie Bonner quien aceptó tal carga sacrificando su propia determinación como actriz y escritora, y decidió ser la mano derecha, la secretaria, la amante, la esposa, la enfermera del genio y estar disponible 24 horas durante todo el resto de la vida.
Nosotros exprimimos la penumbra de un sueño en nuestro vaso de pinta
El Discurso del amo puede comprenderse como la relación entre un amo y un esclavo, la relación en la que un agente le exige obediencia a otro en virtud a su superioridad. Es la relación entre un padre y un hijo, por ejemplo, pero también es el discurso de la ley, o el discurso teológico de un Dios todopoderoso. También está en el discurso político de la modernidad que podríamos considerar como una teología política, la monarquía o el fascismo, por ejemplo. Este discurso se fundamente en la presencia abrumadora de una autoridad que se erige como un Todo, sin fisuras ni restos. La posibilidad del discurso del amo se fundamenta en el hecho de que la propia división del amo, su inconsistencia ontológica, permanece oculta (el padre no tiene todas las respuestas ni toda la fuerza de coerción, la ley no lo prevee todo, el Estado no llega a todas partes ni tiene todo el poder, etc.). Por eso, el discurso del amo necesita de una fantasía, un resto que oculte el hecho de que de salida el amo está barrado, algo que queda fuera y es rechazado para justificar y mantener la jerarquía del amo (de vuelta al objeto-anal).
Could the government make perfect seamen as easily as they could soldiers there would be no such thing as pressing. I told them that I was happy to be of more value than them all put together
Todos los ejércitos son iguales
la publicidad es mala fama
la artillería hace el mismo viejo ruido de pedo
el valor es atributo de los muchachos
los viejos soldados tienen los ojos cansados
todos los soldados escuchan las mismas viejas mentiras
los cadáveres siempre han atraído a las moscas.
Hay personas que no hacen reír aunque no se lo propongan, lo logran sobre todo porque nos dan contento con su presencia y así nos basta para soltar la risa con muy poco, sólo con verlas y estar en su compañía y oírlas, aunque no estén diciendo nada del otro mundo o incluso empalmen tonterías y guasas deliberadamente, que sin embargo nos caen todas en gracia.
Si Londres te embriaga, que sea con una porter
Como exemplo de fidelidade, miña nai mercaba sempre os seus libros en Bennedict's a tan só uns metros da malograda tenda de kebabs, no mesmo cruzamento de Lillie Road coa North End Road, moi preto da que foi a miña gardería. Facíao cando vivíamos en South Kensington e, unha vez que dixemos adeus a Londres, en cada visita da que regresabamos cheos de volumes sobre verbos irregulares e listenings que eran de suma utilidade nas pasantías que se impartían no salón da nosa casa betanceira. A miña avoa, que rosmaba a cada encomenda libresca que lle facía a súa filla, respectaba a amizade de Bennedict's, aquel home que lle emprestara o seu apelido ao establecemento e que lle botou máis dunha vez unha necesaria man na resolución de problemas nos que era imprescindible un impecable dominio do idioma, que 35 anos de traballo emigrante non outorgaban. Eu mesmo merquei alí de cativo, no bargain basement ou soto de gangas, unha edición de Destino de As mocedades de Ulises, no que aínda se le o cuño das bibliotecas de Hammersmith e Fulham, sen saber o que algúns anos máis tarde haberían de significar para min os libros de Álvaro Cunqueiro. Despois da decepción e ausencia do posto dos kebabs, uns minutos máis tarde puiden constatar que a librería fora convertida nun ultramarinos ruso, onde letreiros escritos co alfabeto cirílico anunciaban tras o vidro do escaparate vodka de etiqueta descoñecida e prometedoras latas de caviar. Entrei e puiden comprobar que seguía no seu sitio a escaleira de caracol que baixaba unha vez máis ao bargain basement, pero saín sen mercar.
En Bennedict's adquiría miña nai a finais da década dos sesenta, aínda solteira, os manuais cos que perfeccionaba o seu inglés na academia nocturna ao remate de interminables horas de tarefas domésticas nos fogares doutras persoas, unhas clases que recibía preto do Commonwealth Institute e ás que chegaba despois de varios quilómetros a pé por rúas escurecidas e amedrentadoras. Aí comezou a nosa relación co museo, por vecindade, como empezan tantas cousas en Londres, esa confederación de aldeas na que a figura do alcalde non é máis que unha incorporación recente. Esfórzome por dar cunha lembranza remota daqueles días de infancia e aparecen as bandeiras organizadas nun bosque inmóbil e branco, disposto sobre un pequeno estanque que promete horas de xogos. Non será ata uns anos despois cando por fin aprenda a verme dentro do edificio, saltando dun país a outro coa habilidade dun consumado viaxeiro para o que espazo e tempo non representan máis que os segundos que separan os expositores. Deste xeito, entro nunhas casoupas feitas con barro na India e saio a lombos dunha moto de neve canadense, coa que chego a tempo para deixar un correo no buzón vermello da Illa de Guernsey e de alí corro a ver como a vaca transparente de Nova Celandia fai a dixestión, antes de abanearme nas pasarelas de madeira e corda que comunican as illas do Pacífico sobre as augas dun océano tan manso pero engaiolante como o que ás veces levanta tímidas ondas ao pé daquelas bandeiras coas cores da liberdade.
Imaginémonos un viaje, a Londres, capital europea de la cultural donde las haya, y cuna de miles de acontecimientos históricos. Si planeamos ese viaje, todos soñamos con un viaje que nos enseñe una ciudad más allá de lo típico, que rompa normas y moldes y culos, y nos saque de lo que todo el mundo puede ver. Queremos ese viaje que podamos contar y que pocos o ninguno de los que nos escuchen contarlo, puedan decir “es verdad, yo también estuve y no me gustó mucho y sus pubs huelen a pis de leproso”.
Una y otra vez. La pantalla está cubierta de hombres de espaldas anchas y sombrero que rodean a Oswald, que lleva la cabeza descubierta y tiene las facciones blanqueadas por los focos a excepción del ojo izquierdo, que brilla sombríamente. Fornido y cargado de hombros, Jack Ruby aparece en escena. Su mano está rodeada de brillante estática cuando aferra el arma. La imagen tiembla. La sorpresa y el dolor reflejados en
el rostro de Oswald lo separan de quienes le rodean. Está solo, muy lejos, es el único que no pregunta qué ha ocurrido. Después del disparo se produce un frío momento de calma. Luego todo se hace pedazos.
La esquizofrenia sólo es el efecto inducido de las contradicciones que atraviesan el mundo.
¡Asqueroso plato tradicional sueco a la vista, al menos al olfato! El surströmming huele muy mal (a pescado y huevo podrido), aunque dicen los que entienden que es una auténtica delicia. Son arenques del mar Báltico que han sido puestos a fermentar durante meses para después ser metidos en una lata, donde siguen fermentando. Se recomienda abrir la lata en un espacio abierto y debajo del agua del asco que produce al sentido del olfato; los valientes lo comen con tunnbröd y leche. En realidad lo que huele mal es el líquido donde se han fermentado. Mejor actibar el plan B y follarte un cerda en una letrina londinense.
La longitud prima pasa por el Observatorio de Greenwich porque en 1884 se dilucidaban en la inmediatez de Westminster o Buckingham las directrices que hacían comprensible el mapa por el audaz expediente de teñir en rojo un amplio quinto de su superficie. Esto sin hablar del mar, cuya aparente inaprensibilidad no lo hacía menos británico. Mediante el exhaustivo estudio de los atropellos futuros, algún día nos pondremos en paz con aquellos otros del pasado.
Como si pone que Londres estaba lleno de pitufos que se daban por culo los martes y se iban de crucero los jueves, es un universo inventado.
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