Yo no procederé con la lógica obsoleta porque esto fuera proceder contra glaucura, y mi alma se siente glauca como los iris de una hetaira en el conticinio, en la intempesta de tu mágica siringa.
Hacia el fracaso del ojo interior
“A finales del año pasado mi amigo se desnudó, se pintó la cabeza y la cara de color bermellón, se metió un pepino en el ano y se ahorcó”. Así podría haber empezado Kenzaburo Oé su libro El grito silencioso si fuese un escritor actual americano, o español; del occidente unificado de hoy, en suma. ¡Qué manera tan potente hubiese sido esa de empezar una novela! (piensa ese escritor americano, o español, o un gallego talentoso de estos que sobran en el blog). ¡Qué cúmulo de cosas grotescas e incomprensibles, misteriosas! Qué sobredosis de escatología, en los dos sentidos de la palabra, confluyendo sobre una pregunta: ¿Por qué? Casi puede verse a tal novelista prototípico encendiendo un pitillo, satisfecho, recostándose en su sofá y pensando: “Ya he creado el anzuelo perfecto. Ahora tiraré de él”. Por suerte Oé no es ese hombre occidental -aunque a veces camine por el vértice que separa su propia cultura de la nuestra, sobre la falla que nos separa y nos une, para interrogarse con más dureza aún- y en consecuencia, la frase irrumpe sólo tras cuatro páginas densas de angustia estancada y, aunque llamativa y portadora, en efecto, de una pregunta, pertenece ya a la corriente, al insano grumo tumoral que parece la novela en sí misma.
En el lapso que tarda en llegar, se nos ha presentado a Mitsusaburo, “Mitsu”, que será nuestro guía (12) a través de la cenicienta planicie de más de trescientas páginas. Ahí está, a nuestro lado, en plena crisis insomne y acechado por terrores existenciales aún sólo entrevistos; caminado como sonámbulo por su casa, golpeándose con las cosas medio ciego. En su extenuante lucha establece busca “el sentimiento de la ardiente esperanza perdida”, que, explica, “no es un sentimiento de carencia, sino un anhelo positivo de esperanza ardiente en sí”. Pero esa búsqueda no sirve como muro de contención, y cae: “(…) dentro de mi cuerpo doliente, el desolado veneno amargo crece, como si fuera a salirme por oídos y ojos, nariz y boca, ano y uretra igual que la gelatina sale lentamente de un tubo”. Iremos, sí, de la vacilante mano de ese hombre estrujado como un tubo de dentífrico podrido, y yo alcanzo mejor el poder visual de esa evocación ahora que releo. Veo progresivamente mejor al Mitsu que decide una mañana oscura descender al hueco que los operarios han cavado junto a su casa para hacer un pozo negro, y que se queda allí, en el fondo de ese pozo, con un perro que ha encontrado en la calle. Y sólo entonces, en una especie de trasunto grotesco del nirvana, enterrado hasta el culo en el agua que parece “jugo de carne exprimido” y con un perro desconocido en los brazos, piensa en el amigo muerto, piensa en el stag apaleado de la XV, aparece la imagen externa: “A finales del año pasado…”. Pero para entonces las preguntas ya se han multiplicado y enredado como un nudo. La posibilidad de una novela de tiralíneas se ha esfumado, ahogada como un cachorro en un balde de agua sucia. El juego, si es que se puede hablar de juego, es otro.
Yo había tomado El grito silencioso, en realidad, sin mucha intención de pasar de una ojeada rápida y para descansar unos días de la apasionante pero muy densa lectura de The One-Eyed God. Odin and the (Indo-)germanic Männerbünde (JIES Monograph 36), de Ian Kershaw. Entré pues en la historia que Oé propone como quien sale a pasear, aunque sea por los suburbios de una cloaca industrial. Por caminar, podría decirse, y pronto me encontré extraño y perdido en un libro que es a primera toma, y pese a su relativa complejidad estructural, una especie de grumo canceroso, una gelatina informe en la que una mente entrenada en la pretendida claridad occidental chapotea hasta hundirse. Un tipo de desolada “simpatía”, opuesta a la ligereza que buscaba, fue pues una de las razones por las que me fascinó el relato, ya que en ese tiempo yo mismo circulaba por los incomprensibles rituales de un año que más parecía una masacre: la asfixiante y poco compasiva aridez de la historia y sobre todo de su estilo se parecían a mi confusión y a mi vida, a su aparente falta de guión coherente y a mi intento –en cierto modo ritual, y por ello también tragicómico- de sacar el culo fuera del fétido líquido aprovechando el comienzo de un nuevo año.
Éramos hermanos, en efecto, yo y el pobre Mitsu. Nos iba igual de mal. Volviendo, yo mismo, lo seguí a él de retorno a su pueblo natal del despojado interior japonés; lo vi cargar con su penosa vida de casado, su no menos penosa vida interior, su inevitable crisis de la mediana edad y el remordimiento -compartido con su mujer, si tales cosas se comparten, no por ello más leve- de un hijo monstruoso internado en un sanatorio (13). No le iba mucho mejor a Taka, su otro hermano menor, regresado de América con ideas nuevas y confusas de cambio, y megalómano portador de un concepto de la justicia histórica y la revolución que el sentido de culpa convertía en grave tara personal. Nos falta el hermano kamikaze Uguki, pero este se enroló en el porcobravismo más radical a lomos de un zero y aporta cero a esta historia. Personajes patéticos todos ellos, aquejados de invención sistemática del recuerdo y otras psicopatías marginales, Mitsu resulta sin embargo muy asumible por un lector tipo, al que en el fondo refleja en su observadora pasividad, en su contención racional que lo aboca a la inacción mientras el mundo en torno a sí (y dentro de sí) colapsa. Pero si Mitsu somos nosotros, Taka somos nosotros también: deformado gemelo especular; torpe y cruenta sublimación de todo lo que el primero es incapaz de hacer, aunque no de pensar, o al menos comprender. Quizá de desear.
El tuerto Mitsu es además la simbólica presa de un “ojo interior”: “(…) le di una finalidad a ese ojo que se había quedado sin función”, reflexiona: “hice que se volviera hacia la oscuridad de mi cráneo, una oscuridad llena de sangre y de un calor más intenso que el del resto de mi cuerpo. Mi ojo se convirtió en un centinela al que puse de guardia en el bosque de mi noche interior, y me forcé así a adiestrarme para vigilar lo que ocurre dentro de mí”. Un ojo interior que acabará por revelarse también inútil y que como veremos más adelante, tiene su potencial contenido simbólico, como todo lo demás en la AngloGalician Cup.
En todo caso, los hermanos comparten con el resto de los entes que pululan por la pesadilla su condición de seres mixtos, no sólo por su habitación del margen cultural o su natural imperfección, sino por pertenecer a una cultura, la del Japón de posguerra, que tras siglos relativamente sellada acaba de ser finalmente vencida, abierta en canal, contaminada y puesta en duda desde el exterior, pero sobre todo desde el interior. El uno, bondadoso a su críptica manera y que, acaso como resistencia, se declara seguidor del Henry Miller más optimista, no puede evitar sin embargo ser un absoluto e irritante cenizo. El otro es una especie de ridículo guerrero contracultural, malamente autogestionado, cuyos mejores momentos se parecen tanto a la gloria como un desagüe fecal.
Ambos son japoneses de nuevo cuño y su destino y lugar, igual que el de un país en el proceso heroico de posguerra y reconstrucción, parece estar por decidir. No muy distintos, aunque en un segundo plano, son la silenciosa y alcoholizada mujer de Mitsu -comida por la culpa, necesitada de algún tipo de esperanza, ya sea de la peor clase-, el sacerdote budista del pueblo o los habitantes de este, peones de una cultura milenaria y cerrada que ahora se disuelve, como los frescos de una tumba en su final contacto con el aire (14).
No pegues en el avispero, mas si lo haces, ¡da de firme!
A la vuelta de unos baños helados y del cucurucho de menta,
les seguimos contando.
les seguimos contando.
La XVI en el horizonte de un cripto-Japón cada vez más neofeudal.
252 comentarios:
«A máis antiga ‹Máis antiga 201 – 252 de 252 Máis recente › A máis nova»
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Manfredo Mensfeldt Cardonnel Findlay
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18 de setembro de 2019, 19:59
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Odio los números capicúas
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20 de setembro de 2019, 10:25
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Yajirobe Inoshishi
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20 de setembro de 2019, 10:47
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Yajirobe Inoshishi
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20 de setembro de 2019, 10:48
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Julien Viaud
dixo...
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21 de setembro de 2019, 22:53
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impresionismo y nostalgia
dixo...
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21 de setembro de 2019, 22:54
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La Máquina del Tiempo del Doctor Muerte
dixo...
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22 de setembro de 2019, 12:23
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el sonido de una botella rompiéndose contra un creaneo en el pub más mugriento de Galiza
dixo...
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22 de setembro de 2019, 12:48
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Gog en su iceberg
dixo...
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22 de setembro de 2019, 17:41
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Una Frase Lapidaria Como Vacuna Ante Este Cúmulo De Despropósitos
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22 de setembro de 2019, 17:55
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It will be a long time, if ever, before there is born
dixo...
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22 de setembro de 2019, 18:13
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Hammer Of Gods
dixo...
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22 de setembro de 2019, 18:14
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The Shaggy Sodden King of that Kingdom
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22 de setembro de 2019, 18:49
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0 Comentarios
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22 de setembro de 2019, 19:17
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Joost van der Westhuizen
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22 de setembro de 2019, 23:19
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Prisciliano
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23 de setembro de 2019, 19:29
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¿Mero ejercicio cerebral? ¿Sucesivas vueltas de tuerca? ¿Artificio? Pues claro. Un artificio en el más noble sentido de la palabra, el que representan las pinturas rupestres, el arte y la literatura.
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23 de setembro de 2019, 21:51
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La psiquiatría muestra cada más un interés mayor en la otra cara de la moneda, en averiguar por qué están cuerdos los cuerdos
dixo...
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23 de setembro de 2019, 21:54
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Vate con un bate
dixo...
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23 de setembro de 2019, 21:56
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Kôbô Abe
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23 de setembro de 2019, 22:07
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La soledad, la angustia ante la muerte, la búsqueda de la belleza y la atracción por la psicología femenina, expresado todo ello en un estilo simbólico y lírico, fueron los temas centrales de sus obras, entre las que destacan El rumor de la montaña, El maestro de Go y Lo Bello y lo Triste. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1.968.
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23 de setembro de 2019, 22:27
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The Puto Pato Glücklich
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23 de setembro de 2019, 22:33
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El Sármata Borracho que fue Samurái Vagabundo
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21 de outubro de 2019, 20:56
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¿Tienen puerta las puertas?
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29 de outubro de 2019, 17:11
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es un bebedor estable. Lo aprendió de los bebedores polacos, que comienzan lentamente y continúan lentamente durante toda la noche
dixo...
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5 de novembro de 2019, 22:57
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A 4 patas
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10 de novembro de 2019, 18:28
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Eugene Philip Coetzee
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10 de novembro de 2019, 21:49
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Maullaban los obuses
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11 de novembro de 2019, 10:47
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Malek Deva
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12 de novembro de 2019, 21:18
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Aleister Saint Germain
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12 de novembro de 2019, 21:21
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Te presto mi flauta si me la tocas con cuidado
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17 de novembro de 2019, 11:24
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R. Bolaño
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20 de novembro de 2019, 15:38
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Manfredo Mensfeldt Cardonnel Findlay
dixo...
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25 de novembro de 2019, 23:42
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La profundidad de lo bovino
dixo...
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26 de novembro de 2019, 19:27
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Himno japonés al kraken
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26 de novembro de 2019, 23:54
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Koito con Katana
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27 de novembro de 2019, 11:58
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Acusar y señalar ya no es suficiente
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28 de novembro de 2019, 16:58
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Charcutero Desaliñado
dixo...
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3 de decembro de 2019, 18:09
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Kobayashi Issa
dixo...
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9 de decembro de 2019, 22:24
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Follando por detrás
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9 de decembro de 2019, 22:25
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esta felicidad no te atraía más que un samurái enfermo
dixo...
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9 de decembro de 2019, 22:32
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Bermejo va a Japón y es capicúa
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15 de decembro de 2019, 11:12
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Buskerista Zanfogriento
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17 de decembro de 2019, 18:24
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Katana
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17 de decembro de 2019, 20:55
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y ponerse en la boca aquel smith and wesson 44 imitación
dixo...
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19 de decembro de 2019, 21:59
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Also Sprach Hildisvíni
dixo...
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20 de decembro de 2019, 07:44
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Also Sprach Hildisvíni
dixo...
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20 de decembro de 2019, 07:46
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Así nosotros dejamos de ser por un momento Y estos, los Maestros del Alma, sobreviven.
dixo...
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22 de decembro de 2019, 23:34
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Vate con un bate arma el belén
dixo...
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25 de decembro de 2019, 12:41
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Ash Cinzas
dixo...
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27 de decembro de 2019, 22:15
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Zerolo VIII
dixo...
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15 de setembro de 2022, 16:38
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Zerolo IX
dixo...
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15 de setembro de 2022, 16:40
«A máis antiga ‹Máis antiga 201 – 252 de 252 Máis recente › A máis nova»Gog ee une así al Main, quien coloca a los antiguos «Männerbünde» como la fuente de toda verdadera autoridad política. Tal sociedad de hombres va a concebirse, primero, como una asociación exclusivamente masculina y, después, como el lugar de reagrupamiento de una élite. La forma de asociación «viril» por excelencia es, para Gog, la de la Orden. Los ejemplos que proporciona son principalmente la Orden de los Templarios, la de los Caballeros Teutónicos y la Orden Negra de los Porcos Bravos
La noción de Orden permite comprender todo aquello que separa el elitismo que Gog encomia el elitismo esencialmente ético del elitismo liberal o meritocrático. Pertenece a la élite no el «mejor» en el sentido darwiniano del término o el más efectivo en el sentido de Percy BrokenA-ss, sino aquel cuyo ethos domina sobre el pathos, aquel que posee «el sentido de superioridad respecto de todo lo que no es simple apetito de vivir», y quien ha hecho suyo «del principio de ser él mismo un estilo activamente impersonal, del amor a la disciplina, una disposición heroica fundamental».
¿un equipo sin alma y sin horizontes?
LA INTENSIDAD LO TAPA TODO
Os Porcos Bravos tienen el alma tan negra como su Main
Ganarán la XVI
- Los músculos que se han vuelto virtualmente superfluos en la vida moderna, aunque sigan siendo vitales para el cuerpo humano, son obviamente inútiles desde el punto de vista práctico, y una musculatura conspicua es tan innecesaria como lo es una educación clásica para la mayoría de los hombres prácticos. Los músculos se han ido convirtiendo en algo similar al griego clásico. Para resucitar un idioma muerto se requería la disciplina del acero; para transformar el silencio de la muerte en la elocuencia de la vida, la ayuda del acero era esencial.
El acero me enseñó con exactitud la correspondencia entre el espíritu y el cuerpo: así, las emociones endebles se me antojaban músculos flácidos, el sentimentalismo, un estómago fofo, y la impresionabilidad excesiva, una piel blanca y en exceso sensible. Unos músculos fuertes, un vientre plano y una piel dura, razonaba yo, corresponden respectivamente a un intrépido espíritu de lucha, una disposición intelectual desapasionada y un temperamento robusto.
- Con dieciocho años, me sentía incapacitado para el fallecimiento prematuro que yo ansiaba. Me faltaban los músculos adecuados para una muerte trágica.
- Tenía pendiente, algún día, conseguir algo, destruir algo. Fue ahí donde intervino el acero; fue el acero el que me proporcionó la pista que necesitaba.
- Igual que los músculos van aumentando su parecido con el acero, así también el mundo nos va dando forma poco a poco; y aunque ni el acero ni el mundo pueden llegar a poseer un sentido de su propia existencia, una infundada analogía nos hace alimentar, involuntariamente la ilusión de que ambos poseen dicho sentimiento.
- Por mucho que el filósofo, en la soledad de su cuarto, medite sobre la idea de la muerte, seguirá siendo incapaz, mientras esté disociado del coraje físico que constituye el requisito previo para la conciencia, de empezar siguiera a comprenderla. Debo dejar claro que estoy hablando de coraje “físico”; aquí no entro para nada en la “conciencia del intelectual” o en el “coraje intelectual”.
- Los músculos que yo había formado, que existían, podían dar carta blanca a la imaginación de otros, pero ya no admitían que la mía propia los fuera royendo.
- La victoria, en lo que respecta a la mente, proviene del equilibrio conseguido ante la siempre inminente destrucción.
- Es como intentar saber de qué manera experimenta la existencia el nativo de otro país; en tal caso, lo único que se puede hacer es explicar conceptos inclusivos, abstractos, tales como género humano, humanidad universal, etcétera, y hacer deducciones en función de estos criterios hipotéticos.
- En una época, yo había sido la clase de muchacho que se asoma a la ventana esperando día tras día que le sucedieran toda clase de cosas inesperadas. Aun cuando podía ser incapaz de cambiar el mundo, no podía menos de esperar que el mundo cambiara por sí solo. Para un chico de estas características, con todas las ansiedades inherentes, la transformación del mundo era una necesidad prioritaria; era algo que me nutría diariamente; algo sin lo cual no habría sabido vivir. La idea de cambiar el mundo era tan necesaria para mí como dormir y hacer tres comidas al día. Era el útero que alimentaba mi imaginación.
- No hay momento más deslumbrante que aquel en que nuestras fantasías acerca de la muerte y el peligro y la destrucción del mundo se transforman en deber.
- Del mismo modo que el mejor disfraz para hacer invisibles las palabras es el músculo, así el mejor disfraz para hacer invisible el cuerpo es el uniforme. Sin embargo, el uniforme militar está concebido de tal manera que nunca sienta bien a un cuerpo escuálido o barrigudo.
La juventud tiene dos grandes compañeros: los amigos y los libros.
- La mayor diferencia entre los libros y los amigos reside en que estos últimos cambian, pero los libros no.
- “La persona tiene que ser excéntrica. En el pasado, la mayor parte de los samuráis lo eran. Su excentricidad los llevaba a actos de arrojo y valor.”
- El arte envejece y muere cuando queda cómodamente limitado en el recinto del arte en sí. En este sentido, va contra mis principios considerar como algo supremo sólo el arte. Éste, en efecto, si no respira continuamente el oxígeno que está fuera de sus límites, se agota enseguida. El arte, como la literatura, para vivir necesita sacar alimento y material de cosas llenas de vida. Porque la vida es la madre de la literatura y, al mismo tiempo, su gran enemiga; sí, una vida que se esconde en el corazón del artista y que, simultáneamente, es la perpetua antítesis del arte. Yo, desde hacía muchos años, había descubierto una filosofía de la vida en las páginas de Hagakure y, por eso, creía que este mundo claro y refrescante era un elemento que amenazaba y enturbiaba el mundo de la literatura.
- La economía se ha recuperado; reina la paz,; la juventud bosteza.
- Hoy en día, si uno va a una cafetería con música de jazz y habla con adolescentes y veinteañeros, el tema que domina de principio a fin en sus conversaciones no es otro que la ropa y los complementos del vestido. Voy a contar lo que me pasó a mi. Una vez que entré en uno de esos locales, nada más sentarme, me abordó un chico que estaba sentado en la mesa de al lado y me soltó esta sarta de preguntas: “Sus zapatos son medida, verdad, en qué zapatería los encargó?”, “y los gemelos de su camisa, ¿dónde los compró?”, “¿dónde consiguió la tela del traje que lleva?”, “¿cómo se llama el sastre?”.
- Se habla mucho de lo afeminados que se han vuelto los hombres hoy, resultado, parece ser, de la creciente democratización a la americana que se observa en la sociedad japonesa y de la difusión de nociones como “las señoras, primero” y cosas así. Pero este fenómeno no es nuevo: viene de antes.
- “La chispa del idealismo que brillaba en los ojos de los jóvenes se ha apagado y ahora sólo puede verse un pálido reflejo en esa ‘mirada furtiva de ladronzuelo’. Son, en definitiva, jóvenes que sólo buscan el provecho propio y que están prisioneros de las pequeñeces de la vida cotidiana.”
Gog es la Madama Butterfly del blog
Una boñiga que vaga como alma en pena por el blog
"Doctor Death: Seeker Of Souls" - 73' -
Gog es algo seco e irredento en sus postulados intelectuales que exigen un esfuerzo de la hostia, pero con más, muchísima más pegada que muchos de sus compañeros de blog.
Pero en ese momento entró el secretario del club. Era un hombre de larga barba canosa y chaleco manchado de sopa, con el aspecto de un poeta victoriano pero que, en realidad, escribía libritos de recuerdos melancólicos de los perros que había tenido. Siempre fiel había sido uno de los éxitos de 1912.
Hay hombres que nos inspiran el deseo irresistible de molestarlos: aquellos cuyas virtudes no compartimos.
e relembro uma brisa triste pelas oliveiras.
Solo se suponía que iba a ser tu profeta, y se suponía que tú serías mi dios.
Pero Gog Y Main se pasaron con el sake, se fueron de geishas, y se quedaron sin kimono
This is the foul fiend Gog. He begins at curfew and walks till the first cock. He gives the web and the pin, squints the eye and makes the harelip, mildews the white wheat and hurts the poor creature of earth.
Swithold footed thrice the 'old.
He met the nightmare and her ninefold,
Bid her alight,
And her troth plight.
And aroint thee, witch, aroint thee!
Yutaka Taniyama, matemático brillante e prototipo de científico despistado e creativo, quitouse a vida o 17 de novembro de 1958 cando tiña trinta e un anos.
Un fragmento da súa nota de suicidio:
Ata onte non tiña a intención definitiva de suicidarme. Máis de un debe ter notado que ultimamente estou canso tanto física como mentalmente. Eu mesmo non o entendo de todo, pero non é o resultado dun incidente particular, nin unha cuestión específica. Simplemente quero dicir que perdín a confianza no futuro. Quizais o meu suicidio poida perturbar ou ser un duro golpe para certas persoas. Espero sinceramente que este incidente non ensombreza a vida desta persoa. En calqueira caso, non podo negar que esta é unha especie de traizón. Excusade o meu comportamento. É o último acto que fago ao meu modo, como veño facendo a miña maneira toda a miña vida.
Esa persoa da que fala na nota era a súa parella, Misako Suzuki, coa que estaba a piques de casar. Devastada pola morte de Taniyama suicidarase ela tamén un mes máis tarde deixando a súa propia nota de despedida:
Prometímonos que non importaría cara onde nos dirixíramos, nunca nos separaríamos. Agora que se foi, eu tamén teño que partir a reunirme con el
E agora un texto de Goro Shimura, no cal este glosa a figura do malogrado Taniyama:
Taniyama foi siempre amable cos seus colegas. Foi o apoio moral de moitos matemáticos que o coñeceron e estiveron en contacto con el, incluíndo por suposto a min mesmo. Probablemente, nunca foi consciente do papel que estaba xogando. Aprecio a súa noble xenerosidade máis agora que cando estaba vivo. Porén, ninguén foi capaz de darlle todo o apoio cando o necesitaba desesperadamente. Síntome realmente abraiado pola dor máis amarga.
Penso en Taniyama. Esa nota de suicidio na cal non hai rastro dos excesos retóricos propios de tal xénero literario. Case como se esta fora a formalización dun acto burocrático calquera, unha nota dirixida a algún funcionario da administración. Se acaso, destaca ese exceso de contención que os occidentais temos asociado á cultura nipona. "Perdín a confianza no futuro", a forma elegante de expresar a sombra que nos ronda a todos dende que adquirimos o don da palabra. Coma se a existencia posibilitara algún tipo de confianza nos tempos que están por vir, dos cales so sabemos unha única cousa con certeza. Taniyama posiblemente perdera, máis que no futuro, a confianza no sentido. Quizais peor aínda, que non tivera forzas para vivir con ese coñecemento co que todos convivimos: a ausencia de propósito e de sentido características da existencia. Ambas cousas pertencentes ao dominio da linguaxe e non da vida. Entre a beleza abstracta dos seus teoremas posiblemente albiscara algo parecido a unha trascendencia insoportable.
[1] El hecho de que el presidente del gobierno sudafricano a partir de 1948, fecha que coincide con el inicio del apartheid, fuera un clérigo de la iglesia reformada holandesa, Daniel Francois Malan, es una cuestión importante a tener en cuenta a la hora de comprender la visión antropológica y moral de esa decisión política, un aspecto que se deja de lado con relativa frecuencia. En el caso que analizamos es fundamental.
[2] Reportaje “Sudáfrica, las fotos de la vergüenza” de Rodrigo Padilla, publicado en el suplemento dominical XL Semanal, 27 de junio de 2010.
[3] Un ejemplo de ello es el durísimo artículo de John Carlin, titulado “Discovering a sense of national unity”, contra los abusos y las contradicciones del líder de la Liga Juvenil del CNA, Julius Malema, por su discurso marxista-leninista y su colección de coches Mercedes Benz, Audi y Range Rover, entusiasta del déspota Robert Mugabe, el tirano de Zimbwue, así como por resucitar la popular canción racista “kill the farmer, kill the Boer” (suplemento Weekend Journal del Washington Post, 11 de junio de 2010).
[4] El carácter singular de Sudáfrica viene definido por su multiculturalidad, realidad que se expresa en el concepto de Rainbow Nation. Reflejar esta identidad fue lo que se procuró en el diseño de la nueva bandera nacional y es lo que aparece en el escudo oficial: “Unity in diversity” (“Unidad en la diversidad”).
[5] Niël Barnard (1949) fue director del South Africa´s National Intelligence Service de 1980 a 1992. Sin experiencia previa en servicios de inteligencia, fue nombrado máximo responsable a la edad de treinta años. Sus anteriores responsabilidades estuvieron en el Departamento de Seguridad Nacional (DONS) y en la Oficina de la Seguridad del Estado (BOSS). Trabajó bajo las órdenes del presidente P. W. Botha, y posteriormente para F. W. de Clerk. Su primer encuentro con Mandela en prisión tuvo lugar en 1988. Fue el planificador y diseñador en la sombra del proceso de transición política en Sudáfrica. Como anécdota, cabe señalar que nunca vio con buenos ojos el hecho de poner en un pedestal a Mandela, por parte de los medios de comunicación, siendo consciente de su atractivo y carisma. La imagen de “mito” contrastaría con las posibilidades reales de actuación como presidente a la hora de poner en marcha las reformas deseadas.
[6] Como se ha escuchado en algunos medios, simplificar la situación Afrikáners-CNA como un conflicto entre conservadores y progresistas es la típica visión miope y politizada de cierta opinión pública, incapaz de ver con objetividad matices que dan forma a conflictos complejos que tienen otras causas, no únicamente la ideológica. En este aspecto, es curioso que John Carlin no mencione en ninguna de las 334 páginas de su exitoso libro Playing the Enemy las razones por las que Mandela fue acusado de terrorismo, así como de los atentados de los que fue directamente responsable, o de la entusiasta opinión que profesaba hacia el comunismo, la misma ideología que levantó el Muro en Berlín, que animaba la guerrilla de Che Guevara o que mantiene hoy la dictadura de Castro, y que poco o nada tiene que ver con la libertad o los derechos humanos.
... Levantará contra el Main las naciones de Gog y Magog y marchará por toda la tierra hasta rodear el campamento de los santos. Entonces, caerá fuego del cielo y los consumirá. El diablo será arrojado a un estanque de azufre junto al falso profeta y la Bestia. A continuación, ocurrirá el Juicio de las Naciones o Juicio Universal: todos los muertos resucitarán y comparecerán frente al Main, quien los juzgará según sus acciones.
Tenía la sensación de que ésta era la realidad esencial. Pero esa experiencia no me sugería nada parecido a un sentimiento de divinidad, de comunión, de hermanad humana. No era panteísta ni humanista, sino algo mucho más amplio, frío y abstruso. Que la realidad es la interacción eterna. No hay mal ni bien, belleza ni fealdad, simpatía ni antipatía. Sólo interacción, la eterna soledad de uno, el total aislamiento de todo lo demás parecía lo mismo que la interacción de todo
-Tengo entendido que hay más víctimas -compañeros míos de sacrificio- de lo que yo pensaba.
-Víctimas?
-O como quiera que llame usted a la gente a la que se hace sufrir sin haberles dado antes posibilidad alguna de elegir.
-Creo que esa es una excelente definición del ser humano
No quiero que suceda lo que ya sucedió,
lo que va a suceder.
No me ven ni me oyen.
Penetran a través de mí: soy humo
o ellos son humo.
Oigo sonar la transparencia helada
de las copas; pronuncian
palabras que no querría escuchar,
confundidos sus cuerpos en el éxtasis.
"Alma, mi amor, siempre me herirás".
Me abro las venas, me desangro,
como el afluente en el río caudal,
por el torrente de mi música.
Ella restañará la herida,
contendrá, piadosa, la hemorragia.
“Alma, mi amor", y nadie escucha mis palabras.
Este hotel fue derruido
en 1870, en 1920, en 1991.
O acaso nunca haya existido.
Los incendiarios son el uno por ciento, los borrachos de mal carácter, también el uno por ciento, los retrasados mentales, el uno por ciento; los maniáticos sexuales, el uno por ciento; los megalómanos, el uno por ciento; los estafadores empedernidos, el uno por ciento; las mujeres frígidas, uno por ciento; los terroristas, uno por ciento; paranoicos, uno por ciento...
-Desearía que dejaras de soltar estupideces.
-Bien, escúchame con calma. Los que sufren vértigo, los drogadictos, los histéricos, los asesinos maniáticos, los sifilíticos, los deficientes mentales..., suponiendo que hay el uno por ciento de cada uno de ellos, sobre el total representarían un veinte por ciento... De ser posible enumerar otras ochenta anormalidades, y por supuesto se puede, se constituiría una prueba estadística de que la humanidad es cien por cien anormal
Entendemos el drama del protagonista de Rashomon, pero no entendemos cuándo y por qué se ríen los japoneses.
Un estilo tradicional de entretenimiento en vivo denominado Manzai (漫才), que presenta un payaso serio (tsukkomi) y un payaso tonto (boke), donde el primero ayuda al otro a mostrar su comicidad haciendo contraste con expresiones faciales o corporales, el vestuario o la ubicación en escena. El tsukkomi ridiculiza al boke a través de rutinas cómicas basadas en diálogos rápidos y jerga local.
También juegan con palabras que suenan similares, como Shinchan que cambia Oyatsu (merienda) por Otsuya (funeral).
En humor escrito usan escrituras incorrectas de los kanjis para por ejemplo cambiar tan solo un trazo en un kanji para decir algo completamente distinto. Por ejemplo de 王子 a 玉子. Parecen casi iguales no? Pues el primero quiere decir principe y el segundo huevo.
Hemos dicho neo-Dada; y debemos preguntarnos si uno de los motivos por los que el Zen ha congeniado con Occidente no será el hecho de que las estructuras imaginativas del hombre occidental han adquirido agilidad merced a la gimnasia surrealista y al auge del automatismo. ¿Hay mucha diferencia entre este diálogo: "¿Qué es el Buda? — Tres libras de lino" y este otro: "¿Qué es el violeta? —Una doble mosca"? Formalmente, no. Los motivos son distintos, pero es una realidad que vivimos en un mundo dispuesto a aceptar con una culta y maligna satisfacción los atentados a la lógica.
¿Habrá leído Ionesco los diálogos de la tradición Zen? No es evidente, pero no sabríamos qué diferencia de estructura existe entre un mundo y esta réplica del Salón del Automóvil: "¿Cuánto cuesta este coche? — Depende del precio". Hay aquí la misma aporética circularidad que hay en los koan; la respuesta propone nuevamente la pregunta y así sucesivamente hasta el infinito mientras la razón no firme su capitulación aceptando el absurdo como tejido del mundo. El mismo absurdo del que están saturados los diálogos de Beckett. Con una diferencia, naturalmente: que la burla de Ionesco y de Beckett rezuma angustia y, por tanto, no tiene nada que ver con la serenidad del prudente Zen. Pero aquí está precisamente el sabor de novedad del mensaje oriental, el indudable porqué de su éxito: ataca todo un mundo con los mismos esquemas ilógicos a que se está habituando a través de una literatura de la crisis y le advierte que precisamente, en el fondo de los esquemas ilógicos, en su plena asunción, está la solución de la crisis, la paz. Cierta solución, cierta paz: no la nuestra, diría, no la que buscamos, pero al fin, para aquel que tenga los nervios agotados, una solución y una paz.
Sea como fuere, sean o no autorizados los filones, el Zen, al conquistar Occidente, ha invitado a reflexionar incluso a las personas críticamente más aguerridas. El psicoanálisis se ha adueñado a veces en América de los métodos del Zen, la psicoterapia en general ha encontrado en algunas de sus técnicas una particular ayuda.8 Jung se interesó por los estudios del profesor Suzuki,9 y esta aceptación con perfecta serenidad del no-sentido del mundo resolviéndolo en una contemplación de lo divino puede parecer una vía de sublimación de la neurosis de nuestro tiempo. Uno de los motivos a los que recurren más a menudo los maestros del Zen al acoger a sus discípulos es el del vacío de la propia conciencia de todo aquello que puede turbar la iniciación. Un discípulo se presenta a un maestro del Zen para pedirle que lo ilumine, el maestro lo invita a sentarse y le ofrece a continuación un cuenco de té de acuerdo con el complejo ritual que preside la ceremonia. Cuando la infusión está preparada, la vierte en el cuenco del visitante y continúa aun cuando el líquido comienza a desbordar. Al fin, el discípulo, alarmado, trata de detenerlo advirtiéndole que la taza "está llena". Entonces el maestro contesta: "Como este cuenco, tú rebosas opiniones y razonamientos. ¿Cómo puedo enseñarte el Zen mientras no hayas vaciado tu cuento?" Observemos que ésta no es la invitación de Bacon a desembarazarse de los idola ni la de Descartes a librarse de todas las turbaciones y complejos, mejor dicho, de la inteligencia silogizante como turbación y como complejo; hasta el punto de que el movimiento siguiente no consistirá en el experimento empírico ni en la búsqueda de las nuevas ideas, sino en la meditación sobre el koan; así pues, en una acción netamente terapéutica. No hay por qué asombrarse de que los psiquiatras y los psicoanalistas hayan encontrado aquí indicaciones convincentes.
Peces Luchadores: Batallas sin honor ni humanidad.
Una visión negra y farsesca, tremendamente sangrienta, tumultuosa y por momentos también confusa debido a su desaforado fervor por el exceso.
Chirashi (esparcir), es el arte de dejar caer las cosas de manera aparentemente azarosa, pero de un modo que resulta muy satisfactorio, el arte del caos satisfactorio. Es la versión humana de los procesos caóticos de la naturaleza, como las líneas de costa y las piedras erosionadas, que también nos proporcionan un placer inexplicable, el súmmum de lo japonés.
porque nosotros tenemos varias almas dentro de nosotros, ¿comprende?, una confederación que se pone bajo el control de un yo hegemónico
Y las almas se venden y las almas se compran,
y las almas en las torturas infernales forjadas
para alimentar a los poderosos monstruos.
Nuestros ancestros pensaban que había que romper los huesos de los muertos para que sus almas pudieran salir
Llueve sobre mi alma pero llueven ojos muertos
En nuestra watar, nuestra tierra, vive un pueblo antiguo conocido como badawi, los “habitantes del desierto”. Consideran un honor las apuestas de sangre. Sostienen que solo ellas acaban con la habb, la gota negra vertida en el corazón humano que el arcángel Gabriel sacó del pecho de Mahoma. Vuestra alteza ha hecho una apuesta de sangre ante el tablero, se ha jugado una vida humana, la forma de justicia más elevada que existe. Mahoma dice: “El reino soporta la kufr, la infidelidad al islam, pero no tolera la zulm, es decir, la injusticia”.
El alma de un mago se forja en el crisol de la magia
¡AVISO! Lugar lleno de sucias ratas inmundas con experiencia en los estercoleros del alma
Pero, por favor, qué ñoñada es esa. ¿De dónde viene esa idea del alma? Y además, si existiese, de qué serviría mi alma en la Alameda. Hasta parece una linda aliteración… Pero hablamos de acción, y para ello hay que poner el cuerpo. Y ponerle el cuerpo como si nos guiara el alma o alguna otra weá. Poner el cuerpo es poner el pecho, los brazos, las manos, las uñas, las piernas, el estómago y el hígado, la sangre y la bilis, la saliva, la garganta, los dientes, los ojos, las orejas, la nariz, la lengua, los hoyos, los esfínteres y todas las tripas. Hay que poner todo en juego. Bueno, y el alma también. Aunque no sepamos dónde está. Aunque no interese si realmente existe. Hay que ponerle cuerpo y alma.
No demuestres tu mala educación
y no preguntes:
con este signo vences, con el otro
te acuchillan señores vestidos de levita
y sombrero de copa
mientras que la carroza, a falta de caballos
va tirada
por una tarántula gigante
como se acostumbraba en el Japón
cuando era el año de mil trescientos treinta y uno.
tú, alma mía, vaca coronada de nardos y violetas.
Nunca me presentó a nadie y odiábamos el mundo
Luego se acabaron las amistades
Las antologías
Se jodió todo
Tiros a bocajarro
Rostros y huevos por los aires
Viajes en el tiempo
Mamadas imposibles
Sólo quería liarse con una asiática preciosa que le odiara
Algo diferente
Alimentaba sin detenerse esa posibilidad
Así empezó todo
Conducir con las rodillas no dejaba de ser un mensaje
No podía leer mucho porque enseguida se flipaba
Trasladaba sus obsesiones por este blog con cierto horror
Nos hicimos daño cuánto pudimos y más
No nos equivocábamos
Y eso fue lo mejor de nosotros
A mí el cuerpo siempre me pedía salmos tutelares y furibundos
Dos memorias necesité para borrarle el valor
Pero una secreta intensidad jalonaba lo más terrible:
Yo era una máquina del vodka sin hielo
Justo cuando la novia centelleó me escribía el último poema en la lata de la perra
Miré a la muchacha
Miré a la perra
Miré la pólvora
Lo miré a él
Miré a mi madre
Guardé la katana
Leí esta entrada
Miré la ciudad
Metí a los conciudadanos y a mi futuro padrastro en la furgoneta
Gracias a la erección conduje con cuidado.
un
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destruye al verdadero oponente
que por lo
general
es él
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El alma dice el ser, es aquello que, focal de la supervivencia del ser, cae fecal como un excremento y se amontona en su excremento. Ante mí he visto caer de muchos féretros no sé qué materia negra, qué inmortal orina de esos mudos de vida, que migajas de materia, en migajas, gota por gota, se abolían. El nombre de esa materia es caca, y caca es la materia del alma cuyos charcos vi cómo distribuían delante de mí algunos féretros. El hálito de los huesos y éste es el abismo del Main, el hálito corporal de la mierda que es el opio de supervivencia eterna. Toda la mierda surgida del amontonamiento de tantos féretros es un opio arrancado al alma aún no calibrada suficientemente en el abismo de su fecalidad, lo focal de su fecalidad. El alma ama hasta la muerte, hasta el olor inmortal de su muerte, y no hay muerte ni tumba acusables de oler mal. El olor del culo eterno de la muerte es la energía oprimida de un alma a la que el hombre ha negado la vida
Introduzco el brazo en el bosque y un silencio de seres vivos trepa por él hasta mi hombro. Cuando vayas al carnicero, dile que te corte por aquí, por aquí, por aquí... Escucho un navajazo de luz que siega el trapecio. Mi lengua cae pétrea en un vaso de cristal. Quema el burbujeo de mentes en mi estómago. Esparrancado me siento sobre el nido del avestruz, entre cascarones vacíos. Aguardo a que la lava se quede quieta y fría: hablo con el muñeco resultante que dice ser mi alma. Dicta. Escribo a oscuras y muerto de sueño. El desierto llueve en esos ojos que no sé si duermen ya o estoy despierto. Soy tu pesadilla.
Un samurái del flipper, un recital de pop japonés, un ostentoso caucásico en el ascensor, y muchos otros cruces entre dos culturas que disputan un lugar para el sujeto (para el alma del sujeto) entre el malentendido y el detalle capturado a modo de haijin.
Japón empieza y termina
……………………………con Japón.
……………………………
Nadie sabe
……………………………la historia
… Polvo de estrellas japonés
en la Vía Láctea.
Cuando tenía nueve años mi hermana mayor me convenció de que recubriera con celofán la cama de nuestros padres. Después me dijo que tenía que comer un pack de yogures del modo más asqueroso que pudiera y me grabó mientras reptaba por la cama, las manos y las rodillas húmedas, la cara manchada por la textura grumosa. Alentado por sus risitas, comencé a lamer el celofán mientras emitía una suerte de gruñido. Fue un momento obsceno y una tarde hermosa.
Ni siquiera es original que enseñe con parábolas, narraciones fingidas con que pretende explicarnos su tan cacareado Reino de los Cielos, pues Krishna y los budistas
también recurrieron a ese género y asimismo los jainistas, de quienes provienen las parábolas del hijo pródigo y el sembrador. En cuanto a las de Cristo, cuando no son adivinanzas infantiles son brumosas, insensatas, inmorales y arbitrarias, llenas de violencia e
injusticia, de mentirosos, asesinos, opresores, ingratos, torturadores y traficantes de esclavos que él no reprueba. En vano bus ca uno en ellas una mínima compasión o comprensión o humanidad. ¡Qué más arbitrariedad e injusticia que la que consagra esa parábola de los labradores de la viña que cuenta Mateo en 20:1-16! En ella un patrón les
paga igual a los labradores que contrató al amanecer que a los que contrató al atardecer,
y cuando estos últimos se lo reprochan, a uno de ellos le contesta: "Amigo, no te hago
ninguna injusticia. ¿Acaso no conviniste conmigo en un denario? Toma lo tuyo y vete.
Quiero dar a este último lo mismo que a tí. ¿No puedo hacer con lo mío lo que quiero?
¿O es que vas a ver con malos ojos que yo sea bueno? Así los últimos serán los primeros y los primeros los últimos". Esta parábola empieza diciendo: "El Reino de los Cielos
es semejante a un patrón que salió al amanecer a contratar obreros para su viña". Pues si
ése el Reino de los Cielos sale sobrando pues es igual al mísero reino injusto de este
mundo que pesa sobre nosotros día a día y que es obra del patrón, de Dios, que lo creó
dándole a cada quien según su divina y real gana, haciendo a unos bueyes y a otros
hombres, a unos esclavos y a otros amos, a unos ricos y a otros pobres, a unos bellos y a
otros feos, a unos tontos y a otros inteligentes. La de los labradores de la viña es la parábola de la injusticia, la del horror de este mundo, pero resume a cabalidad las enseñanzas de Cristoloco, un impostor confundidor que nunca buscó iluminar ni ennoblecer.
Cura a un ciego en Jericó, resucita a un muerto en Naín, hace andar a un paralítico en
Cafarnaún, expulsa a unos demonios en Gerasa, se mete a las sinagogas a predicar sin
que se lo pida nadie. Va, viene, sube, baja, cita a Isaías, los Salmos, el Éxodo, el Levítico, el Deuteronomio como tele evangelista con micrófono. Con los fariseos se enzarza
en tremendas discusiones acerca de la Ley y los Profetas, y con argucias de sofista y una
casuística digna del jesuíta más pérfido los vence. De haber vivido hoy lo habrían contratado como abogado Enron y Halliburton.
Es el Mesías en quien se cumplen todas las profecías. Pero no uno local que viene a
salvar a Israel sino el mismísimo redentor de todo el género humano. Él es el Hijo.
—¿El Hijo de quién?
—Pues del Padre.
—¿De Yavé?
—Ah, compadre, ahí sí me la está poniendo muy peliaguda. Dejémoslo simplemente
en el Hijo. O si prefiere, el Señor.
—¿Pero no se le dice pues "Señor" también al Padre?
—Sí, pero es que son dos. Dos "Señores" distintos en un solo Dios verdadero.
—Con la paloma del Espíritu Santo arriba y en medio de ellos.
—Exacto.
—¡Ah, compadre, qué feliz me hace! Hablo en prosa y soy teólogo
Se abre el telón y aparece una chica desnuda. O casi desnuda ya que esconde el vello púbico. Es una joven oriental pero voluptuosa, más allá del tópico y anterior al canon anoréxico de belleza. Tiene los brazos atados a la espalda, a la altura de los codos. Está de rodillas sobre un tatami. Permanece cabizbaja. Un hombre vestido con un traje púrpura y un sombrero blanco se acerca a ella. Se inclina, gotas de sudor se deslizan por su frente, va a violarla. Ella no opondrá mucha resistencia. Al contrario, se dejará violar, como si fuera una penitente sacudida por orgasmos a medianoche. O quizás se desprenda de sus ataduras con la cuchilla de afeitar que esconde entre los dedos, y mate al hombre de un tajo certero en la garganta… ¿Cómo se llama la película? Podría llamarse de mil maneras, porque son todas iguales, o muy parecidas: todas pertenecen al cine érotico-violento de la década de 1970, conocido como sexploitation. Sólo que estamos en Japón, donde el género dio en llamarse pinku eiga, “cine rosa”.
A decir verdad, las diferencias entre el pinku y el cine erótico occidental son muchas, y no hay una correspondencia exacta entre uno y otro. En Japón existía (y existe) una ley que impide mostrar los genitales en pantalla. Esto incluye a la pornografía, lo cual hace que el porno a veces se confunda con el eros, y que el producto sea un gran espectáculo de sexualidad prohibida. Sin la carga moral del cristianismo y con los censores mirando por encima del hombro, el “cine rosa” explora regiones que son demasiado perversas para el gusto europeo –la tortura del cuerpo femenino, en particular– pero lo hace sin mostrar un desnudo completo. Son películas que apenas duran una hora, hechas en una semana y con un mínimo de escenas de cama. En los años 70, su época dorada, estas cintas se rodaron con presupuestos relativamente altos y compartieron con Occidente la cultura del destape. De ahí provienen las semejanzas. Muchas son hoy objetos de culto mundial.
Los pechos desnudos fueron vistos por vez primera en los cines de Japón en 1962 y una nueva generación de directores salvajes, como Seijun Suzuki, traductor nipón de la Nouvelle Vague, no tardó en aparecer. Pero hubo que esperar hasta 1968 para que los grandes estudios se volcaran en un género que hasta entonces había estado en manos independientes. Ese año las dos productoras más importantes de Japón, Toei y Nikkatsu, comenzaron a financiar largas series de películas pinku. Las más exitosas fueron las que tenían que ver con bandas callejeras femeninas (Zubeko Bancho, sobre todo) y con mujeres encarceladas (la llamada Scorpion, sobre todo). La venganza, la justicia femenina ante al poder gratuito y sádico de los hombres, es el tema recurrente. Por eso hay quien a todo esto lo llama post-feminismo. Los filmes “setenteros” de Toei son conocidos bajo el nombre de Pinky violence, mientras que Nikkatsu creó su propia etiqueta comercial: Roman porno.
No hay suficientes pepinos en el mundo para
Meterselos por el culo a la anglogalician bermellona
y seguir rugiendo por sus cráteres, remezón de bardos cíclopes.
La relación que puede establecerse entre figura del lobo y la tradición guerrera del mundo céltico y por ende, del mundo indoeuropeo de la Edad del Hierro-especialmente entre celtas y germanos-será estrecha y de gran relevancia. Siendo un animal cuya carga simbólica dará a estos pueblos elementos esenciales de su cultura. Elementos que podremos recoger de manera altamente significativa en el universo de las mannerbünde y alrededor de sus ritos de iniciación, magia guerrera y divinidades tutelares. Debiéndose destacarse aquí la idea de una suerte de licantropía de la guerra en la que a través de dichos rituales mágicos y de iniciación, los miembros de las mannerbünde pretendería acceder o despertar fuerzas “ínferas” o atávicas extraídas del fondo salvaje del alma humana. Fuerzas capaces de transportarles a una suerte de “furor guerrero” en el que el arrebato violento y el empuje arrollador, así como la indiferencia al dolor y la fatiga e incluso una aparente invulnerabilidad y fuerza sobrehumana, serán los rasgos más característicos. Todo ello a su vez expresado a través de vestiduras y máscaras hechas con pieles de lobos u osos, aullidos, pinturas negras, gestos y aspavientos de furia y rabia bestial, así como cierta predilección por la actividad nocturna. Imagineria ritual y mágica que trataría de provocar una suerte de miedo paralizante en el adversario.
El mundo alto medieval escandinavo habría mantenido la referencia a este tipo de guerreros de las culturas de la Edad del Hierro, a través de las figuras del Berserk y el Ulfhednar, los cuales encontraremos retratados en las sagas vikingas como guerreros de furor salvaje, desatado e irrefrenable. Siendo que en ocasiones, normalmente en las sagas más recientes, dicho tipo de guerreros aparecerán señalados como personajes siniestros y peligrosos. Como sujetos afectados por una suerte de maldición y que por tanto, conviene mantener alejados de la comunidad, como si fueran “verdaderos” Hombres-Lobo. Licántropos a los que cuando sobreviene el “furor”, su agresividad y salvajismo no distingue entre amigos o enemigos.
En este sentido, es nuestro parecer que el folclore europeo sobre Hombres-Lobo y licantropía-folclore rastreable a lo largo y ancho de Europa y desde la Grecia clásica hasta la Galiza del XIX-muy posiblemente tendrá su origen y esencia en el mundo iniciático y mágico de las cofradías guerreras de la Edad del Hierro.
El concepto de mannerbünde así como el escandinavo druth o el “germánico” comitatus, los usaremos como referencia a las llamadas “cofradías guerreras” del mundo indoeuropeo. Cofradías que podremos explicar como: “agrupación estable de guerreros comandada por un jefe (…) que no sólo los dirigía en combate, sino que era también su líder en las cuestiones políticas y económicas, y seguramente también en las religiosas” .
Este mismo concepto de mannerbünde lo encontramos también en la céltica irlandesa en los guerreros fianna que acompañan al héroe Fionn y en las manadas de porcos bravos que han jurado lealtad al Main.
¿No se trata de eso?
El jazz es una puta mierda.
Nuestra finalidad en este planeta es evolucionar.
La Edad de Oro del jazz se ha terminado.
Dejadla marchar.
Demasiados necrófilos en el jazz.
Exponen los argumentos por mí.
Algunas personas pueden decir que estamos definidos por nuestras limitaciones.
No creo en las limitaciones pero si crees que estás limitado eso es algo que te definirá.
Las definiciones son retrospectivas.
Y si te estás enfadando es, probablemente, porque sabes que el jazz está muerto.
¿Por qué enfadarse si lo que estoy diciendo no te parece verdad?
No puedo hablar por los demás, pero yo no toco jazz.
Toco música posmoderna de Nueva Orleans.
Louis Armstrong y Danny Barker tocan música tradicional de Nueva Orleans.
Ellis Marsalis y James Black tocan música moderna de Nueva Orleans.
Kidd Jordan y Clyde Kerr tocan música de vanguardia de Nueva Orleans.
Donald Harrison toca música neoclásica de Nueva Orleans.
Yo toco música posmoderna de Nueva Orleans.
Soy parte de un linaje.
Soy parte de una línea consanguínea.
Mis antepasados no tocaban jazz, tocaban música de Nueva Orleans tradicional, moderna y de vanguardia.
Yo no toco jazz.
No permito que otros definan quién soy.
Soy un músico posmoderno de Nueva Orleans.
Creo música para el corazón y para la cabeza, para la belleza y la cartera.
Quien permite que los demás le definan es hombre muerto.
Con el debido respeto a los maestros, fueron víctimas de una mentalidad colonialista.
Los negros han sido condicionados durante siglos a agradecer las migajas.
Como músico posmoderno, es mi deber hacerlo mejor que mis predecesores.
Para cuestionar, reexaminar y redefinir qué es lo que hacemos.
Ellos lo aceptaron porque tenían que hacerlo.
Dado que mis antepasados me abrieron la puerta, no tengo que aceptarlo.
Louis accedió y peleó para que Miles pudiera darle la espalda.
Es lo que llaman evolución.
Es la mentalidad colonialista la que glorifica ser tratado como un esclavo.
No hay nada romántico en la pobreza, supervivientes músicos de jazz.
A la mierda con esa idea.
No es cool.
Tuve la suerte de conocer, tuve la suerte de conocer a un gran escritor de aqueste blog.
Y era japonés. Y era japonés. Un puto japo.
Luego, me cansé de cantar e incendié un bosque.
Cuando llegó el oso a decirme
que había ciertas
ligeras
diferencias
entre una metáfora efectiva
y una mala acción
y que yo merecía
la muerte,
fue como si me hablara
en japonés.
¿Qué habría follado ese oso para hablarme así, tan insolente y con aliento a salmón en reversa?
La cólera del Main no era nada.
Y recuerden cómo acabó.
Yo le dije a Jesús: Toma el volante del tractor.
Porque yo estaba
ebrio
pero a pesar de todo, también
lleno de fe.
Él se quiso llevar al reino de los cielos
a un semáforo, creo,
y a dos botes de
basura. Tal vez no en ese
orden.
Lo relevante aquí no es culparlo de todo, sino cumplir con la misión que me asignó riendo:
Diles, hijo, que sé cuánto se gastan en cremas anti-arrugas.
Nada vale la pena.
I believe there's a place where the restless souls wander. Burdened by the weight of their own sadness, they wait for a chance to set the wrong things right. Only then can they be reunited with the ones they love. Sometimes, a crow shows them the way. Because sometimes, love is stronger than death.
Los hombres siempre han experimentado la necesidad de reunirse entre ellos. Mucho más que las mujeres. Y siempre se han llevado mejor entre los de su sexo, que las mujeres entre ellas. Hay actividades a los que a los hombres bien integrados en la sociedad y en la pareja, desean estar solos entre ellos. Las mujeres quedan excluidas de algunas actividades. Ni una sola ricahembra en las partidas de poker de los jueves por la noche, ni una sola en las tenidas masónicas y muy pocas en los partidos políticos a pesar de las cuotas socialistas, forzadas, y por tanto, falsas. El "vínculo masculino" es una realidad, pero no en el sentido erótico-homofílico que le atribuye el movimiento gay. Me he sentido muy bien con mis camaradas, hemos corrido riesgos, realizado charadas, recorrido los tres santuarios de cierta virilidad (el cuartel, el burdel y el penal), incluso en ocasiones hemos compartido la misma prostituta o cada uno con la suya en camas contiguas. ¿Machismo? ¡Venga hombre! Costumbres de hombres, toscas si se quiere; luego, esos mismos hombres aman a sus mujeres, son tiernos con ellas, les encantan sus hijos y respetan la norma social. Entre ellos, también abundan los cultos, los sofisticados y los profesionales de envidiable reputación. Y, entre ellos, a ninguno se le ha ocurrido, dedicarle al otro una mirada de deseo Y estoy seguro que algún gay que lea estas líneas se dirá: "Imposible. Cuando un hombre está cerca de otro hombre, demasiado cerca, prende la llama". Pues no. La llama prende para quien es homosexual, homófilo, gay y demás.
Un libro de Lionel Tiger, "Entre hombres", califica a las relaciones habituales entre hombres como "innatas, irreversibles y predeterminadas". Tiger explica que los lazos intermasculinos son particularmente fuertes y sitúa el origen de tales lazos en períodos prehistóricos cuando los cazadores debían apoyarse unos a otros para lograr sus fines. Desde entonces, hasta hace poco, estos vínculos no han hecho más que reforzarse. Fíjense en los internados masculinos, otro espacio situacional homófilo, y compárenlos con los femeninos. En estos reinan las rivalidades, los celos y un individualismo en todos los ámbitos. En los internados masculinos el espíritu de corps, la camaradería, los deportes de equipo, se manifiestan casi automáticamente. Entre las mujeres internadas (no sólo en colegios "para señoritas" sino también en cárceles) aparecen pronto lazos de ternura, sensualidad y, paralelamente, de celos. Por lo general, la amistad entre mujeres no es duradera. En realidad, el amor es algo intenso, pero la amistad implica duración. Ni siquiera la homosexualidad masculina y el lesbianismo tienen la misma matriz ni las mismas características.
Hay decenas de estructuras que refuerzan los lazos intermasculinos: la historia apenas ha contemplado, salvo a título de excepción, la presencia de sociedades secretas femeninas; las masculinas son la regla, ayer y hoy. Las corporaciones, gremios y hermandades laborales, han sido también "cosa de hombres". Y en la mayoría de clubs sociales, la mujer es minoritaria o está ausente. Todo esto no puede extrañar: son los restos de las Männerbünde indoeuropeas, las sociedades específicamente masculinas. La la proximidad entre hombres, no contribuye a aumentar la homosexualidad. Al menos mientras el paradigma de normalidad está claro y sea indiscutible.
Pero llega un tiempo en que el paradigma cae y es sustituido por otro, viable o no. Es entonces cuando -como ocurre con el ejército norteamericano- el hecho de que a uno se le caiga el jabón en la ducha, es lo más intranquilizador que le puede ocurrir. Lo "normal" no es eso: la excitación por ver un culo masculino en posición de ser tomado por asalto excita sólo a un 3-4% de la población masculina, al resto le sugieren bromas, indiferencia, pudor o groserías. El mundo masculino no es como lo ven los gays desde su prisma hipersexualizado.
Las sociedades de hombres no elevan a la categoría de modalidad erótica el espíritu de corps, la camaradería, la solidaridad entre sus miembros, la proximidad y el roce entre los cuerpos desnudos, brillantes y deslizantes. A un gay, parece que sí. Pero no son los gays quienes han construido esas instituciones: las Männerbünde, las FFAA, las sociedades secretas no se han construido para ser observadas con la "mirada gay", ni son reductibles a ella. Son otra cosa que nada tiene que ver con la homofilia, son una necesidad social. No es raro que los activistas gays desprecien a las FFAA. Dice Albert Mira en su "Diccionario para entendernos": "El militar de oficio no se distingue por su sofisticación intelectual: no se trata de una cualidad que el entorno pueda alentar". Y dos líneas después da su solución: "Quizás de lo que se trate sea de homosexualizar el ejército antes de reclutar en sus filas a homosexuales". Error. El problema no es dotar a las FFAA de una connotación erótica o sexual, sino de que cumplan sus fines y esto se realiza mediante la práctica del entrenamiento despersonalizador (borrar el yo individual para permitir la aparición del espíritu de cuerpo), de la disciplina (enseñar a que los automatismos y las reacciones instintivas y reflejas actúen ante determinados riesgos y circunstancias sin pasar por el cerebro), la jerarquía (la existencia de centros de imputación perfectamente definidos y de cadenas de mando tangibles y precisas), el sentido del honor y lealtad (para con los camaradas de armas, para con las misiones encomendadas, para con el valor superior de la Patria y la Comunidad a la que se jura defender hasta la muerte). El ejército no es un espacio homófilo si es que damos a la palabra homófilo connotaciones sexuales. El ejército es una institución habilitada para la defensa nacional. No es malo recordarlo. Como es bueno recordar que una carnicera está ahí para servir filetes, no para que admiremos las carnes incorporadas a su anatomía. Uno no puede ir de obseso por la vida. Y toda esta historia de los "espacios situacionales", da la sensación de que pertenece a ese tipo de visiones panhomófilas que se corresponden poco con la realidad.
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