Quien lleva un borracho dentro, quien lleva un borracho que al despuntar el día abre sus alas largas
En el último capítulo hablábamos de una manada de animales hipoxifílicos adictos a los espacios mal ventilados. En la larga marcha hacia el reverso de la lógica, sus cuerpos patafísicos se arrastraban sostenidos por aquella mitomanía nostálgica de idealismos que parecía fértilmente sembrada de cadáveres de figuras parentales pero luego no tanto. No tanto porque esos padres, putativos en su mayoría, se resistían a morir calladamente, como se ha demostrado, pero con enconada insistencia, debido a tentadoras promesas de tiempos por venir que les valían tanto como un cielo eterno de cerveza o un paraíso lleno de huérfanas-para-siempre. "Sigue sigue que yo te aviso", les cantaba el demiurgo exhalándoles contra el occipucio con hálito vehemente. A los animales y a los padres.
Pero no es cosa de volver sobre temas aborrecidos. Veníamos a escribirles otro cuento, a cuento de lo que se cuenta en los corrillos, entre birras y carrilleras. Los sueños sueños son y dormir no mata a nadie, pero a todos nos ha hecho perder algún tren. Puede que señalar con el dedo esté mal, pero también te pueden marcar con un abrazo, un beso piadoso o la mota negra, y eso ya es más discutible. El tema es, sí, lo han adivinado, la erección de la novena estación del viacrucis anglogalicioso, aquella que se refiere a la tercera caída del Main, justo antes de que lo despojasen de sus vestiduras y, harto de cerveza, consumase la pública autoinmolación que precedió al primer renacimiento de la Cup.
El anuncio de la ejecución del nuevo grupo escultórico de lansquenetes por parte de un conocido artista local se ha convertido en la noticia cultural del mes en Tractorville, donde todas las decisiones del Enorme Aparato Mediático (EAM) son sometidas al escrutinio de la ciudadanía aunque ignoren sus votos. El elegido ha sido, de nuevo, Ladillao Cubeiro Cantalupo, tallista especializado en evoraria, experto en nada, feble porculeado, discípulo de Grant Wood, aspirante a Henri Gaudier-Brzeska y pontificador de todo.
Debido a esto, la futilidad intelectual de Vigo, siempre olisqueando la última Mierda que quiso ser Sirena y no supo nadar, ha vuelto a ceder a Ladillao, ganador entre otros del Premio Úbeda al Pastiche Pírrico o el Camilojosécela a la Ingesta de Paralipómenas o el Premio Bomba Alemana en Sheffield, este último otorgado por sus innegables habilidades swallow cum, al Rodillarato, para que cumpla su destino final de Gerasimov del Main.
Nos entrevistamos con Ladillao en O Farol de Bueu, bebiendo cualquier cosa con etiqueta roja, demanda expresa del artista, rojo él mismo de tez y de entrañas y senescente lepidóptero en las saunas de Miskatonic.
MB: ¿Cómo estás Ladillao Catamito ¿Qué tal se te ha dado el último año aparte de escozor?
LC: Hola Mike, pues estoy encantado de seguir con vosotros en esto. Ya son creo que cinco años y tres de los nueve grupos que forman este viacrucis maravilloso en cuya creación estoy teniendo el honor de participar. No tengo palabras para agradecer la confianza que el Main ha depositado en mí. Si no fuera por él... La verdad que el año no ha ido tan bien como esperaba, se ve que no todo el mundo tiene vuestra sensibilidad para el arte y, claro, no es que me hayan llovido los encargos para caer de culo: los murales con capuchas blancas, las cruces gamadas y las hoces que martillean no están tan de moda como los árboles ardiendo o los exiliados.
MB: ¿Con qué nos vas a sorprender en esta ocasión?
LC: Pues no quiero contar mucho... pero lo que puedo asegurar es que será una gran obra y no dejará indiferente a nadie. Estoy particularmente orgulloso de la figura central, ese Main a punto de sucumbir y abandonarlo todo, vencido por el peso de la Cup y esas juventudes vestidas negras desfilando con antorchas buscando una mezcla de Redención y Venganza.
MB: Ciertamente su pasión ha inspirado a muchos. Con esta habrás esculpido dos de las tres caídas del Main, ¿cómo es retratar en un momento de duda a un personaje tan inefable como él? ¿Crees que la expresividad trágica que mostrabas en su rostro en el anterior grupo respondía a sus sentimientos durante aquel trance?
LC: Bueno, a ver, las cosas del arte no son como las de la vida. Hay que tomarse ciertas licencias y en este caso, para penetrar el pellejo correoso del porco de a pie y otros posibles seguidores de la Causa, consideré que debía idealizar un tanto su humanidad, no manifiesta, como sabemos, en busca de un gesto, una mueca de derrota que en el rostro glabro del Main no asoma jamás. O yo no lo he visto nunca. Esta vez será un poco distinto, pero sí, claro, hay que acercar el personaje a la gente.
MB: Aún así, ¿sigues explotando la veta del realismo?
LC: Con fruición. Desde que me especialicé en bebedores no encuentro motivos para apartarme ni lo más mínimo de la realidad. Todo lo que buscaron en el hombre los genios que ha habido en la historia está ahí, en el sufrimiento del bebedor.
MB: ¿Eres bebedor?
LC: Todos llevamos un borracho dentro.
MB: ¿Desde cuándo sigues la AGC?
LC: Bueno, a decir verdad es ella la que me sigue a mí, no sé cómo explicarte. Hace diez o nueve años coincidí con una pandilla muy amena en una tasca en Camposancos, ahí en la desembocadura del Miño. No eran de allí, solo se emborrachaban de bar en bar. Me contaron que pertenecían a una organización o algo así, al principio no entendía, había un trofeo, viajes a Inglaterra y un líder al que llamaban Main. A partir de ese día, como por arte de magia, en cada bar que pisaba me encontraba con uno de ellos, hasta que al fin me presentaron al Main y enseguida se interesó por mi trabajo como escultor. Me parecía un delirio su proyecto, pero al cabo de un tiempo me convenció para tallar aquella quinta estación, la de Willy Sifones ayudándole a levantar la Cup.
MB: Un momento memorable en la historia de la AGC. ¿Cómo ves la parte deportiva de todo esto?
LC: Bueno, el rugby no me gusta mucho, y los ingleses no tengo nada contra ellos, pero no sé por qué no compiten contra alguien de A Coruña o algo así, sería más fácil seguir la parte deportiva.
MB: En realidad juegan al fútbol, y van a Inglaterra por el fructífero intercambio cultural, además del caché que da lo de ser una competición internacional...
LC: Sí claro, fútbol, rugby, polo... No sé, la cultura inglesa está bien. Me gustó mucho The General, y aquella de los drogatas era buena, tenía ritmo. Lo siento, no me interesan ni los deportes ni Inglaterra, y el alcohol me afecta mucho por la mañana. Habré visto uno o dos partidos y siempre me dio la sensación de que se pasaban el balón con las manos. Lo habré imaginado.
MB: Volviendo a la escultura, ¿cómo llevas las críticas? Se han oído algunas muy duras vertidas desde altos órganos del EAM
LC: Si no hubiera críticas estaríamos haciendo algo mal. Sin duda las críticas son respetables, pero el tiempo demuestra que a veces la gente tiene falta de perspectiva.
MB: Perdona si insisto, pero se habla mucho de amiguismo y un grupo de artistas empapados en absenta han firmado un manifiesto contra el arte hiperdecadente señalándote como su principal representante...
LC: No te preocupes, entiendo que la gente tiene derecho a presenciar un debate público. Escarnio e maldicer. Yo soy un artista y de momento gozo de la confianza del EAM. Cuando no necesiten de mis servicios me iré por donde vine, con tristeza pero con la conciencia tranquila. Si toca recordar tiempos mejores habrá que resignarse. En cuanto al manifiesto se lo pueden meter por el culo. Cuando los juicios morales y las negativas rituales eyaculadas por el mundo del artisteo se acaben seguiremos limpiándonos el ano con hojas de maíz. Su problema es que se creen que el arte importa algo, que nosotros debemos hacer algo por el arte, como si fuera una divinidad o Hacienda. Hay que perseguirlo, sufrir por él, rendirse ante su pureza que nos hace trascender. Todo eso es mierda. Hay miles de artesanos mediocres para millones de personas con mal gusto. Esa es la realidad del arte, lo demás es turismo y especulación. Yo acabaré en una cuneta, cuando la Manada me cale.
MB: Aun así, sabes como yo que existe un alto tribunal del Rodillarato del que pende el EAM que se ocupa precisamente de garantizar la calidad de sus producciones.
LC: ¿Cuál es la pregunta?
MB: ¿Son ciertas las acusaciones? ¿Es un corralito la AGC? ¿Te la cascas con el Entartete Kunst? ¿Hay algo en el arte que produzcan los ingleses que sea mínimamente serio? ¿Son Cisco&Miño dos genios o son relleno para el pavo?
En el último capítulo hablábamos de una manada de animales hipoxifílicos adictos a los espacios mal ventilados. En la larga marcha hacia el reverso de la lógica, sus cuerpos patafísicos se arrastraban sostenidos por aquella mitomanía nostálgica de idealismos que parecía fértilmente sembrada de cadáveres de figuras parentales pero luego no tanto. No tanto porque esos padres, putativos en su mayoría, se resistían a morir calladamente, como se ha demostrado, pero con enconada insistencia, debido a tentadoras promesas de tiempos por venir que les valían tanto como un cielo eterno de cerveza o un paraíso lleno de huérfanas-para-siempre. "Sigue sigue que yo te aviso", les cantaba el demiurgo exhalándoles contra el occipucio con hálito vehemente. A los animales y a los padres.
Pero no es cosa de volver sobre temas aborrecidos. Veníamos a escribirles otro cuento, a cuento de lo que se cuenta en los corrillos, entre birras y carrilleras. Los sueños sueños son y dormir no mata a nadie, pero a todos nos ha hecho perder algún tren. Puede que señalar con el dedo esté mal, pero también te pueden marcar con un abrazo, un beso piadoso o la mota negra, y eso ya es más discutible. El tema es, sí, lo han adivinado, la erección de la novena estación del viacrucis anglogalicioso, aquella que se refiere a la tercera caída del Main, justo antes de que lo despojasen de sus vestiduras y, harto de cerveza, consumase la pública autoinmolación que precedió al primer renacimiento de la Cup.
El anuncio de la ejecución del nuevo grupo escultórico de lansquenetes por parte de un conocido artista local se ha convertido en la noticia cultural del mes en Tractorville, donde todas las decisiones del Enorme Aparato Mediático (EAM) son sometidas al escrutinio de la ciudadanía aunque ignoren sus votos. El elegido ha sido, de nuevo, Ladillao Cubeiro Cantalupo, tallista especializado en evoraria, experto en nada, feble porculeado, discípulo de Grant Wood, aspirante a Henri Gaudier-Brzeska y pontificador de todo.
Debido a esto, la futilidad intelectual de Vigo, siempre olisqueando la última Mierda que quiso ser Sirena y no supo nadar, ha vuelto a ceder a Ladillao, ganador entre otros del Premio Úbeda al Pastiche Pírrico o el Camilojosécela a la Ingesta de Paralipómenas o el Premio Bomba Alemana en Sheffield, este último otorgado por sus innegables habilidades swallow cum, al Rodillarato, para que cumpla su destino final de Gerasimov del Main.
Nos entrevistamos con Ladillao en O Farol de Bueu, bebiendo cualquier cosa con etiqueta roja, demanda expresa del artista, rojo él mismo de tez y de entrañas y senescente lepidóptero en las saunas de Miskatonic.
MB: ¿Cómo estás Ladillao Catamito ¿Qué tal se te ha dado el último año aparte de escozor?
LC: Hola Mike, pues estoy encantado de seguir con vosotros en esto. Ya son creo que cinco años y tres de los nueve grupos que forman este viacrucis maravilloso en cuya creación estoy teniendo el honor de participar. No tengo palabras para agradecer la confianza que el Main ha depositado en mí. Si no fuera por él... La verdad que el año no ha ido tan bien como esperaba, se ve que no todo el mundo tiene vuestra sensibilidad para el arte y, claro, no es que me hayan llovido los encargos para caer de culo: los murales con capuchas blancas, las cruces gamadas y las hoces que martillean no están tan de moda como los árboles ardiendo o los exiliados.
MB: ¿Con qué nos vas a sorprender en esta ocasión?
LC: Pues no quiero contar mucho... pero lo que puedo asegurar es que será una gran obra y no dejará indiferente a nadie. Estoy particularmente orgulloso de la figura central, ese Main a punto de sucumbir y abandonarlo todo, vencido por el peso de la Cup y esas juventudes vestidas negras desfilando con antorchas buscando una mezcla de Redención y Venganza.
MB: Ciertamente su pasión ha inspirado a muchos. Con esta habrás esculpido dos de las tres caídas del Main, ¿cómo es retratar en un momento de duda a un personaje tan inefable como él? ¿Crees que la expresividad trágica que mostrabas en su rostro en el anterior grupo respondía a sus sentimientos durante aquel trance?
LC: Bueno, a ver, las cosas del arte no son como las de la vida. Hay que tomarse ciertas licencias y en este caso, para penetrar el pellejo correoso del porco de a pie y otros posibles seguidores de la Causa, consideré que debía idealizar un tanto su humanidad, no manifiesta, como sabemos, en busca de un gesto, una mueca de derrota que en el rostro glabro del Main no asoma jamás. O yo no lo he visto nunca. Esta vez será un poco distinto, pero sí, claro, hay que acercar el personaje a la gente.
MB: Aún así, ¿sigues explotando la veta del realismo?
LC: Con fruición. Desde que me especialicé en bebedores no encuentro motivos para apartarme ni lo más mínimo de la realidad. Todo lo que buscaron en el hombre los genios que ha habido en la historia está ahí, en el sufrimiento del bebedor.
MB: ¿Eres bebedor?
LC: Todos llevamos un borracho dentro.
MB: ¿Desde cuándo sigues la AGC?
LC: Bueno, a decir verdad es ella la que me sigue a mí, no sé cómo explicarte. Hace diez o nueve años coincidí con una pandilla muy amena en una tasca en Camposancos, ahí en la desembocadura del Miño. No eran de allí, solo se emborrachaban de bar en bar. Me contaron que pertenecían a una organización o algo así, al principio no entendía, había un trofeo, viajes a Inglaterra y un líder al que llamaban Main. A partir de ese día, como por arte de magia, en cada bar que pisaba me encontraba con uno de ellos, hasta que al fin me presentaron al Main y enseguida se interesó por mi trabajo como escultor. Me parecía un delirio su proyecto, pero al cabo de un tiempo me convenció para tallar aquella quinta estación, la de Willy Sifones ayudándole a levantar la Cup.
MB: Un momento memorable en la historia de la AGC. ¿Cómo ves la parte deportiva de todo esto?
LC: Bueno, el rugby no me gusta mucho, y los ingleses no tengo nada contra ellos, pero no sé por qué no compiten contra alguien de A Coruña o algo así, sería más fácil seguir la parte deportiva.
MB: En realidad juegan al fútbol, y van a Inglaterra por el fructífero intercambio cultural, además del caché que da lo de ser una competición internacional...
LC: Sí claro, fútbol, rugby, polo... No sé, la cultura inglesa está bien. Me gustó mucho The General, y aquella de los drogatas era buena, tenía ritmo. Lo siento, no me interesan ni los deportes ni Inglaterra, y el alcohol me afecta mucho por la mañana. Habré visto uno o dos partidos y siempre me dio la sensación de que se pasaban el balón con las manos. Lo habré imaginado.
MB: Volviendo a la escultura, ¿cómo llevas las críticas? Se han oído algunas muy duras vertidas desde altos órganos del EAM
LC: Si no hubiera críticas estaríamos haciendo algo mal. Sin duda las críticas son respetables, pero el tiempo demuestra que a veces la gente tiene falta de perspectiva.
MB: Perdona si insisto, pero se habla mucho de amiguismo y un grupo de artistas empapados en absenta han firmado un manifiesto contra el arte hiperdecadente señalándote como su principal representante...
LC: No te preocupes, entiendo que la gente tiene derecho a presenciar un debate público. Escarnio e maldicer. Yo soy un artista y de momento gozo de la confianza del EAM. Cuando no necesiten de mis servicios me iré por donde vine, con tristeza pero con la conciencia tranquila. Si toca recordar tiempos mejores habrá que resignarse. En cuanto al manifiesto se lo pueden meter por el culo. Cuando los juicios morales y las negativas rituales eyaculadas por el mundo del artisteo se acaben seguiremos limpiándonos el ano con hojas de maíz. Su problema es que se creen que el arte importa algo, que nosotros debemos hacer algo por el arte, como si fuera una divinidad o Hacienda. Hay que perseguirlo, sufrir por él, rendirse ante su pureza que nos hace trascender. Todo eso es mierda. Hay miles de artesanos mediocres para millones de personas con mal gusto. Esa es la realidad del arte, lo demás es turismo y especulación. Yo acabaré en una cuneta, cuando la Manada me cale.
MB: Aun así, sabes como yo que existe un alto tribunal del Rodillarato del que pende el EAM que se ocupa precisamente de garantizar la calidad de sus producciones.
LC: ¿Cuál es la pregunta?
MB: ¿Son ciertas las acusaciones? ¿Es un corralito la AGC? ¿Te la cascas con el Entartete Kunst? ¿Hay algo en el arte que produzcan los ingleses que sea mínimamente serio? ¿Son Cisco&Miño dos genios o son relleno para el pavo?
Dar la mano siempre ha sido lo que yo esperaba de la alegría.
Hoy no se la ofrezco a Ladillao.
Ya sabes que siempre hay un nuevo mundo en el otro extremo del puente
on the pale yellow sands.
Si agudizas la mirada, la soga es visible en toda su belleza
como quien su propio cabello de cerda, y un erizo
tirará de la cuerda.
405 comentarios:
«A máis antiga ‹Máis antiga 401 – 405 de 405 Máis recente › A máis nova»
-
Ladillao Cubeiro Cantalupo
dixo...
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7 de setembro de 2022, 10:01
-
Ladillao Cubeiro Cantalupo
dixo...
-
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7 de setembro de 2022, 10:02
-
Una comicidad trágica suele invitar a pensar.
dixo...
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31 de outubro de 2023, 22:01
-
THE NOTORIOUS 404 error, “Not Found,”
dixo...
-
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31 de outubro de 2023, 22:15
-
Russell Wank
dixo...
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15 de novembro de 2023, 16:29
«A máis antiga ‹Máis antiga 401 – 405 de 405 Máis recente › A máis nova»Quisiera sugerir que nuestra situación en el fin de la historia del arte se asemeja a la situación anterior al comienzo de la historia del arte; esto es, anterior a un relato impuesto al arte, que hizo de la pintura la heroína del relato y que arrojó fuera del linde de la historia y del arte lo que no se ajusta a dicho relato. Vasari termina su relato con Miguel Ángel y Leonardo, y, por supuesto, con Rafael. Pero, aunque ellos concluyen el texto, hicieron arte antes del surgimiento de la idea de que el relato definía la centralidad de la pintura y su naturaleza en desarrollo progresivo. Después de todo, ellos eran cercanos en el tiempo a Durero, quien era capaz de apreciar cosas tales como las obras de oro de los aztecas sin sentir el más mínimo dolor conceptual, y sin sentir la necesidad de decir, sin condescendencia, que fue más grande que cualquier cosa en Europa. Y Leonardo terminó su vida en la gran corte de Francisco I, que tenía como otro artista importado al maestro orfebre Benvenuto Cellini. Cellini fue un escultor, pero su Perseo no es mejor que el salero que hizo para la mesa del rey. No existía una distinción denigrante entre arte y artesanía antes del comienzo de la historia del arte, ni era necesario insistir en que la última fuera tratada como escultura para que se tomara en serio en tanto arte. No había un imperativo para que un artista se debiera especializar, y encontramos en los artistas que mejor ejemplifican el momento posthistórico —Gerhard Richter, Sigmar Polke, Rosemarie Trockel y otros para quienes todos los medios y estilos son igualmente legítimos— la misma creatividad proteica que encontramos en Leonardo y en Cellini. De algún modo, la idea del arte puro apareció con la idea del pintor puro —el pintor que no hace otra cosa que pintar—. Hoy esto es una opción, no un imperativo. El pluralismo del presente mundo del arte define al artista ideal como pluralista. Mucho ha cambiado desde el siglo XVI, pero estamos, de varias maneras, más cerca de él de lo que lo estamos de cualquier otro período posterior del arte. La pintura, como vehículo de la historia, ha recorrido un largo camino, y no sorprende que haya sido atacada. Ese ataque proporciona el tema para un capítulo posterior. Primero necesito situar al pop en su presente histórico.
La esencia del Modernismo reside, como yo lo veo, en el uso de métodos propios de cada disciplina para criticar la disciplina misma, no con la finalidad de superarla, sino de consolidarla con mayor firmeza en sus áreas de competencia.
Fue, sin embargo, el subrayado de la planitud ineluctable de la superficie del cuadro lo que resultó más que cualquier otro aspecto fundamental en el proceso por el que el arte pictórico se criticaba y se definía a sí mismo. Y ello porque sólo la planitud era una cualidad única y exclusiva del arte pictórico .
La representación o ilustración no logran la autonomía del arte pictórico, lo que lo hace son las asociaciones de los objetos que son representados.
Todas las cosas (incluidos los cuadros) existen en un espacio tridimensional y la sugerencia de una entidad reconocible es suficiente para realizar asociaciones con este tipo de espacio.
—¿Cuántos años tiene? —pregunto por abrir el diálogo.
Alza las manos, pliega el meñique y nos enseña nueve dedos, retorcidos como troncos de vid: son las manos de un cuadro de Mike Barja
—90 —verifico.
Me parece que asiente.
Devora la carne con fruición, separándola del hueso y desmenuzándola con las manos. También los nudosos dedos desgranan la mazorca de choclo —sería, entera, demasiado para tres o cuatro dientes flojos...
La comunicación se revela trabajosa. No habla bien el gallego. Cada tentativa nuestra se estrella en un muro (de adobe) de silencios.
El caldo chorrea por unos antebrazos negros de mugre y cae, a gotas, sobre el mantel de plástico. Chupa el tosco anillo de un hueso de res.
MB- De todos modos, esas ganas de epatar resultan tardías, como institucionalizadas, y tampoco tienen nada que ver con la alegría destructora de las primeras vanguardias…
LC- En pintura es donde más catástrofes se han dado. No ha ocurrido igual ni siquiera en la literatura o en la música de vanguardia. Ahí está Arthur Thin, y siempre deja salvado un hilo con la tradición, pero en el mundo de la pintura hay mucho dinero moviéndose y, claro, han sabido hacerlo…Yo ya no puedo esperar ver una revisión profunda de la época porque las galerías están ahí, llenas de pintura y con necesidad de venderla. No hay más que ver más que algunas fábricas, algunas marcas de pinturas y de materiales para pintar han tenido que cerrar. En mi época, o lo que yo llamo mi época, había unos pintores oficiales pero, en general, los pintores no tenían ese interés por hacer cosas epatantes, estaban más tranquilos.
Señor Cubeiro, dice el psiquiatra, ¿es usted homosexual?
Ladillao se restriega los ojos con los puños por unos momentos. No mucho, contesta al fin.
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