Can you tell me where we're headin'?
Lincoln County Road or Armageddon?
R. Zimmerman
Hace cinco años que soy mudo, y como premio un funcionario me entrega algo de dinero cada mes. En realidad puedo hablar perfectamente, pero recibo cada cheque como un consejo, así que callo. Voy hasta el banco, lo cobro entendiéndome por signos con el imbécil de turno y, de vuelta, paro en el estanco a por tabaco. El resto del tiempo estoy aquí, en este chamizo que ocupa el fondo de un amplio patio trasero y que es ahora mi casa. Mi ventana da a las vías del tren.
La familia que me lo alquila y que habita la casa grande sospecha de mí. Ellos no saben por qué, yo sí. En sus reuniones, con total seguridad, cada uno rumia una razón distinta, porque las distintas generaciones creen tener razones distintas para todo. Los nuevos miembros traen nuevas explicaciones para la sospecha, aunque tardan un tiempo en hacerlas públicas.
Por las tardes, cuando salgo al resol y me siento en mi silla con la espalda contra la pared encalada, la vieja me espía tras los visillos de su salón. Al caer la noche, cuando salgo a fumar pitillos al fresco, es el viejo, en cambio, el que me observa con su mirada larga y boba, desde una ventana del primer piso que debe ser la de su dormitorio. Luego cierra las cortinas. La hija de los viejos aparece con su marido y otra gente, los sábados, y todos se asoman también al patio, en grupo, comprobando con infinita desconfianza que todo sigue igual. Hasta el hijo subnormal, aparece de cuando en cuando, obeso, limpio y vacío.
El resto del pueblo, por supuesto, sospecha también de mí. Ellos no saben por qué, yo sí. Cuando las conversaciones se vuelven aún más aburridas debo ser un refrescante momento de miedo. ¿A quién no le gusta el miedo, cuando vive en un pueblo? Aunque no es un pueblo pequeño. Han asfaltado la plaza y tienen una farmacia. Los domingos hacen mercadillos de artesanía.
Esa es mi vida. Y será así para siempre. Tuve otra, pero me da pereza recordarla. Apenas conservo libros u otras cosas de aquella. Durante mucho tiempo guardé un reloj de bolsillo que fue de mi familia durante unas cuantas generaciones; tenía el árbol de Guernica grabado sobre la plata, en el reverso de la tapa, pero se lo regalé a tu hermana una tarde. Y tu hermana no habrá tardado en empeñarlo para comprar droga. Yo no quiero nada. Por lo demás, mi familia hace tiempo que no está. Mi familia son mi gata y tu hermana.
Mi gata, sin embargo, murió hace un tiempo, ahorcada en una ventana que me dejé abierta. Así que ahora sólo me queda tu hermana. Viene los domingos, cuando la familia se ha ido. Cuando el viejo y la vieja han lavado y vestido al subnormal y se han ido a casa del cuñado a hablar entre dientes sobre mí.
Cuando esos domingos son como hoy que el año empieza, fríos, iluminados, salimos a tomar el sol desnudos, como si fuéramos William Blake y la mujer de William Blake en su pequeño Jardín del Edén (ahora me acuerdo de William Blake, ¿ves? A buenas horas). Hablamos poco, pero hablamos, entre los muros, a salvo de los funcionarios, y sin la ropa ese pequeño perro apaleado que es tu hermana vuelve a ser una mujer delicada y espléndida que ríe; una luz quieta y dorada que no hace preguntas y que al cabo de unas horas desaparece, con un beso en la frente. La risa y la carne de tu hermana, debes saberlo, son lo único que me une a ese otro mundo donde vives tú. Juntos, fingimos no pensar. Yo prefiero no pensar.
La última vez que pensé mucho fue cuando la gata murió. Fue la única vez en mi vida en que he llorado una muerte, cuando la gata murió. Y tuve que pensar. Fue doloroso. Pensé en cómo construimos nuestras historias y en cómo somos construidos por ellas. En las reuniones familiares el viejo, la vieja, el tonto, la hija y el cuñado hablan de otra gente, por ejemplo, y saben como no hay que tener mucha pena de fulano que falleció ayer, por ejemplo, porque tuvo una vida “larga” y “buena”. O como, al menos, hay que tenerle menos pena que a aquel otro, joven, que tuvo un accidente de coche mientras volvía de una discoteca. Y así los demás existen, incluso después de muertos. A veces contarán mi historia, llena de recelos, y así yo existiré también, por un momento, aunque sea otro.
Los animales, en cambio, no tienen narrativa, son sólo músculo y luz. Decía Legoff (ahora me acuerdo de Legoff, ¿ves?) que en la Edad Media se consideraba que los animales estaban más cerca de Dios que nosotros. No creo en Dios, pero no puedo estar más de acuerdo. E igual que Dios, los animales no tienen narrativa, no. Nosotros insistimos en concedérsela, pero ellos ni la aceptan ni la desprecian, les da igual. Es por eso que uno nunca sabe qué decir cuando mueren. Es un vacío demasiado reconocible en el que es desagradable pero necesario mirar, porque es cuando cae esa coartada, curiosamente, cuando empieza la vida.
Sí: es cuando nada ni nadie te cuenta, y la personalidad se disgrega rápidamente, convirtiendo la cáscara que acarreamos en escoria, cuando la cobertura cae, que nace otra persona, más pequeña, más verdadera, con menos ganas de hablar, más sospechosa y dotada de la cualidad de acercarse al animal. Intuyo que esa piel nueva podría desaparecer también, si pudiésemos vivir cientos de años, y que tras una segunda muda aparecería otra persona aún más pequeña, capaz de acercarse al vegetal. Así es la evolución del espíritu, hacia una inmovilidad plena. Así sería si pudiera ser.
Pero no hay tiempo. Yo ya soy mayor y aquí estoy, fumando pitillos frente a mi puerta, en el patio trasero, bajo la boba mirada del viejo, otro día más. Si el pudiese ver algo, vería los restos de cáscara que arrastra este ser imperfecto, mudo, a media transformación; la placenta aún no del todo desprendida.
Y así sigo: vigilado por la familia que sospecha, vigilo yo también el paso de las estaciones. Paso frío, garabateo dibujos en papeles, fumo mucho, pienso poco, duermo todo lo que puedo y me acerco, lentamente al cero. A veces, después de muchos días de inercia casi vegetal, como decía Lichtenberg (ahora me acuerdo de Lichtenberg), “me siento tan pleno, tan a la altura de mi tema, y veo tan claramente ante mí el libro en estado embrionario que casi querría intentar formularlo en una sola palabra”. Pero por suerte no hay libro alguno.
Otras veces en cambio, mirándome desnudo en el espejo (debo librarme del espejo) siento una cierta confusión cruel aunque satisfactoria: me siento y me veo tan anulado, tan idiota y tan limpio que bien podría pasar por uno de sus dioses. Los dioses de esa gente, de esa familia que me espía, de ese otro mundo que me da pereza recordar: sé perfectamente que si mañana me vistiese sólo con un sombrero y saliese finalmente a la calle, todo este pueblo se inclinaría y me llamaría señor.
447 comentarios:
«A máis antiga ‹Máis antiga 401 – 447 de 447 Máis recente › A máis nova»
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Centinela
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27 de xaneiro de 2017, 07:50
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Polichinela Rujú Sahib
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28 de xaneiro de 2017, 22:56
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el Señor de las Hienas into the skull of a Dead Jester
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28 de xaneiro de 2017, 23:04
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Odio los números capicúas
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28 de xaneiro de 2017, 23:08
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Pancho Villa Diodati
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29 de xaneiro de 2017, 09:36
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Beatrice Lafoyet
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29 de xaneiro de 2017, 09:39
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Lady Godiva
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29 de xaneiro de 2017, 09:54
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¿De dónde vienes, digno Thane?
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29 de xaneiro de 2017, 10:08
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Mighty Main
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29 de xaneiro de 2017, 10:15
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Mike Barja, chico he-he
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29 de xaneiro de 2017, 10:17
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Mike Barja, cazador de ardillas verdes
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29 de xaneiro de 2017, 10:18
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Raveneau De Truessan
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29 de xaneiro de 2017, 14:10
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Roddie Fresón
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29 de xaneiro de 2017, 20:08
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Esopo Peye
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29 de xaneiro de 2017, 20:15
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Hud Bannon
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29 de xaneiro de 2017, 23:57
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Orson (Falstaff at Midnight)
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30 de xaneiro de 2017, 00:29
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Willy Matrioskas
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30 de xaneiro de 2017, 11:28
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Stone Junction
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30 de xaneiro de 2017, 11:30
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explorando nuevos coños
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30 de xaneiro de 2017, 11:32
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Canciones de amor a quemarropa
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30 de xaneiro de 2017, 11:45
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Es como blancanieves y los siete muditos en Correos
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30 de xaneiro de 2017, 12:59
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Guadañas and Calabazas quema rastrojos en las Marcas rubras y ocres del Arcaísmo Yerto
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30 de xaneiro de 2017, 16:26
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Yajirobe Inoshishi
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30 de xaneiro de 2017, 16:29
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Punset
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30 de xaneiro de 2017, 16:31
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Eurídice Blasco
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30 de xaneiro de 2017, 16:43
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Fred Hankey
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30 de xaneiro de 2017, 16:49
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Mandragora Bardot
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30 de xaneiro de 2017, 22:21
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watusi en mayonesa
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31 de xaneiro de 2017, 11:45
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Semónides Amorgos
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31 de xaneiro de 2017, 11:52
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The Shaggy Sodden King of that Kingdom
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31 de xaneiro de 2017, 20:48
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Bayard Sheldon Sartoris
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2 de febreiro de 2017, 09:55
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Thor Pede Quinsling
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2 de febreiro de 2017, 23:01
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picnic
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2 de febreiro de 2017, 23:31
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odio los números capicúas
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6 de febreiro de 2017, 12:28
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Lemmy Motherfucker
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8 de febreiro de 2017, 20:16
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Eire Brezal
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16 de febreiro de 2017, 22:17
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Alice Liddell
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21 de febreiro de 2017, 19:24
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Frigyes Karinthy
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3 de marzo de 2017, 23:10
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Malaquías Malagrowther
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5 de marzo de 2017, 09:23
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Inés Castro Barreto
dixo...
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5 de marzo de 2017, 20:10
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Eurídice Blasco
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6 de marzo de 2017, 19:27
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Fred Hankey
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12 de marzo de 2017, 00:04
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Musgo,hiedra,herrumbre,Hope,setas,Invictos
dixo...
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13 de marzo de 2017, 21:42
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Ximena Quente de Quantrill
dixo...
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16 de marzo de 2017, 21:49
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Debería estar escribiendo un prólogo
dixo...
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26 de xuño de 2017, 16:13
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El Balón Perdido de Nivea
dixo...
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2 de xullo de 2017, 14:46
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emily squirrel
dixo...
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26 de xullo de 2017, 19:32
«A máis antiga ‹Máis antiga 401 – 447 de 447 Máis recente › A máis nova»Una lápida del norte de Inglaterra representa, con torpe ejecución, un grupo de guerreros nortumbrios. Uno blande una espada rota; todos han arrojado sus escudos; su señor ha muerto en la derrota y ellos avanzan para hacerse matar, porque el honor les obliga a
acompañarlo.
La balada de Maldon guarda memoria de un episodio análogo. Se trata de un fragmento sobre una batalla; Maldon (Essex), año 911,en el reinado de Æthelred "el mal aconsejado".
Los invasores noruegos piden tributo a los sajones; el jefe sajón, que comanda unas improvisadas milicias, responde que lo piensan pagar con sus viejas espadas. Un río separa a las dos huestes; el jefe de los sajones permite que lo atraviesen los vikingos, «los hombres de las naves a la tierra, en alto los escudos». El duro combate se entabla; los «lobos de la matanza», los vikingos, más feroces en el combate, apremian a los sajones; el capitán sajón, herido de muerte, agradece con su último aliento todas las dichas que ha tenido en el mundo. Lo matan y uno de sus hombres, que es un anciano, dice: «El pensamiento debe ser lo más enérgico, el corazón lo más animoso, el coraje mayor, conforme más desfallecen nuestras fuerzas. Aquí yace nuestro líder, el valiente caudillo sobre el polvo; puede que lo lamente siempre aquel que hoy flaquee y abandone la lucha. Soy viejo, yo no me marcharé, aquí pienso dar la vida permaneciendo junto a mi señor, junto a mi amado señor.»
Uno de los sajones, Godric, ha huido cobardemente, en el caballo de su señor. El fragmento concluye con la mención de la muerte de otro Godric, «ese no era el Godric que huyó».
En Abril, otro Maldon.
Vamos endureciendo el discurso.
Pardaus, paporroibos, xílgaros, verderoles, e a grave familia dos merlos
Seguimos
entre
las bestias ignorantes
aparentando ser
ángeles
Es nítido el recuerdo que conservamos de los pensamientos o de las acciones solitarias durante los primeros años de vida: son las primeras ocasiones que tiene la conciencia de presentarse ante sí misma, mientras que a los acontecimientos compartidos con otros los envuelve la incertidumbre de los sentimientos (admiración, temor, amor o aversión) que nos inspiran los demás y que los niños son aún menos capaces de discernir y hasta de comprender que los adultos.
Nunca olvides lo qué eres, porque, desde luego, el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil. Úsalo como armadura y nadie podrá utilizarlo para herirte.
Nada ocurre dos veces
y no ocurrirá. Por eso
sin experiencia nacemos,
sin rutina moriremos.
Siendo alumnos más torpes
en las escuelas del mundo
no repetiremos años,
inviernos o veranos.
No volverá ningún día,
no hay dos noches iguales,
dos besos que se repitan,
dos miradas similares.
Ayer cuando tu nombre
alguien dijo en voz alta,
sentí como si una rosa
cayera por la ventana.
Hoy que estamos juntos,
hacía la pared vuelvo la cara.
¿Rosa? ¿Cómo es la rosa?
¿Es una flor, o una piedra?
¿Por qué, dime, mala hora,
te juntas con el miedo infructuoso?
Eres y por eso has de pasar.
Pasas, y eso es prodigioso.
Sonrientes, medio abrazados
tratamos de buscar la cordura,
aún siendo tan diferentes
como dos gotas de agua pura.
La Historia es un continuo devenir de memos in extremis luchando por llevarse al huerto a la guapa del baile. Follar gratis, maltratar animales y niños, tener mansiones con caballos, cochazos del copón bendito y sirvientas obesas de alguna raza minoritaria. Ser reconocidos ad infinitum, sentir que bajo el culo siempre hay una cabeza en la que cagarse, ignorando que es la letra pequeña de la Historia lo que verdaderamente importa. Esperar pacientemente a los extraterrestres. Que te maten a polvos. Buenas vistas, tragarse de un tirón la aceituna de tu Dry Martini y adiós muy buenas. Que conste en acta.
Yo era antitodo y antitodos. No quería gente a mi alrededor. Esta aversión no suponía una enorme ansiedad traumática; era simplemente la madura convicción de mi propia vulnerabilidad psicológica y mi incapacidad para la convivencia.
Con un aire un tanto ofendido pero la seguridad en sí mismo intacta, dijo:
-La gente no salva a la gente. La gente se salva a sí misma.
He he acabado por entender que algunos de los peores momentos de mi vida han desembocado en algunos de los mejores, así que no soy de los que devoran con avidez el melodrama ajeno. Cada día es cada día, y punto.
A lo largo de mi vida ha quedado demostrado que, si estoy en una habitación y en esa habitación hay alguien capaz de convertir mi vida en un infierno, desearé que se ponga a hablar conmigo, me sentiré como si hubiese encontrado la pieza que le falta a mi puzzle, empezaré a fantasear y ver imágenes de los dos despertándonos juntos, de nuestros hijos, de nuestras tumbas contiguas dentro de cincuenta años, y encima creeré que es lo que quiero. Por algún motivo que desconozco, Main ha hecho que las mujeres que me atraen estén todas locas.
All the cool people are leaving the party before it starts to suck.
El rostro no es el espejo del alma; el rostro es la máscara que se pone el alma cada vez que tiene que mirarse al espejo.
El DOMINGO es siempre el mismo pero cada semana TÚ vas siendo menos y menos. El domingo es un gigantesco Reloj del Aniquilamiento que mide con sangre la lenta muerte de grandes y pequeños igual en el campo que en la ciudad. Clavándonos a todos al sucio felpudo de la vida bajo su incalculable peso, el domingo te machaca las entrañas con mecánico júbilo y el imperceptible movimiento de su despiadado minutero. Odio los domingos
Cut some capers, man! Use your bladder!
El sueño que teje la enredada manga de las cuitas; el sueño, alivio de la dura fatiga; bálsamo de las mentes heridas, segundo plato de la Naturaleza, primer alimento del festín de la vida
Yo soy escéptico, no creo que haya nadie más, pienso que estamos aislados en este termitero humano, y más allá de esa carne oscura que palpita ahí arriba no hay nada, nadie nos vigila, no hay justicia ni dioses, esto no tiene remedio, sólo un montón de planetas danzando en el vacío cósmico como hojarasca en el viento, trazando órbitas porque sí, bolas de lava, ruedas de hielo, lunas y soles sin significado alguno, la locura del tiempo y la belleza. Y, un día, tarde o temprano, todos follamos. Y nuestros líquidos se mezclarán unos con otros, hasta confundirse en una pasta común, cuando nos coma la tierra. Pero entonces qué sentido tiene sufrir tanto y hacer sufrir a los demás y no ser felices pudiendo serlo y todo eso. Tanta infelicidad, para qué. Son enigmas que no caben en la cabeza, de tan disparatados que son. Y uno se enfrenta a todo aquello sin entender y no se puede llegar a ninguna conclusión, lo que se dice a ninguna, es imposible, sólo mirar y mirar y quedarse allí a la intemperie completamente desnudo en la azotea aguardando una señal, esperando a ver si amanece y alguien viene a enderezarnos, mirando las estrellas mientras ellas están a lo suyo y no saben que las contemplas, toda la noche o lo que sea, y es todo misteriosísimo y como raro y un poco místico o así.
Las drogas nunca cambian, pero uno sí lo hace, así que de esta forma tienes algo con lo que medir tus cambios, algo así como una roca en el río que te indica el nivel del agua.
Si he aprendido algo durante estos años, algo que me parece extremadamente importante en nuestra época, tan rebosante de mediocridad, es lo siguiente:
No debes creer que eres alguien.
No creas ni de coña que eres alguien.
Porque no lo eres. No eres más que una mediocre mierdecilla.
No creas que eres alguien, no creas que eres nadie en absoluto, porque no lo eres. Sólo eres una mierdecilla.
Así que agacha la cabeza, y ponte a trabajar, mierdecilla. Así al menos sacarás algo en claro. Cállate, agacha la cabeza, trabaja, y sé consciente de que no vales una mierda.
Ahora mi vida se pierde a lo lejos como una autopista que no va a ningún sitio. Como una de esas autopistas de las praderas en las que puedes ir a ciento treinta, ciento cincuenta, ciento sesenta, y la única pista de que estás volando es el sonido del motor y la aguja del depósito que se inclina hacia abajo cada vez más deprisa. Sin referencias con las que medirse ni medir tu propia velocidad. Ni árboles, ni edificios; con suerte te toca una ristra de postes de teléfono, pero casi siempre, nada.
No echaré de menos ni al mudo, ni a tu hermana, ni esta entrada pedante e innecesaria, tan falta de talento como sobrada de postureo
Tal vez la autosuperación no sea la respuesta.
Tal vez la autodestrucción sea la respuesta.
Cualquier clase de inhumanidad se convierte, con el tiempo, en humana. En la oscuridad del mundo están enterradas todas las variedades de transgresión.
La identidad se va formando cuando nos atrevemos a adoptar una postura determinada ante cuestiones complejas. Eso lo sabe todo aquel que no ha olvidado su infancia por completo.
Sólo es realmente hermoso lo que no sirve para nada. Todo lo que es útil es feo, porque es la expresión de alguna necesidad y las necesidades del hombre son ruines y desagradables, igual que su pobre y enfermiza naturaleza. El rincón más útil de una casa son las letrinas.
Las Señales
sí existen
-alguien tenía que decirlo-
nosotros
no
somos Señales
por eso es que
de una forma
u otra
todos
morimos
atropellados por un tractor en Yardley Gobion
No se trata de que sea necesario conseguir algo, sino de que es necesario salirse de donde se está.
Me convenzo otra vez de que mi vida es una cadena de exageraciones; o quizá sean extremos esos puntos de giro, el accidente que provoca el cambio de costumbres y de edad, y el resto sea sólo lamerse las heridas y maravillarse como un tonto de los sucesos al final banales que las causaron.
Main nuestro que estás en paradero
desconocido, líbranos de Ti.
No nos llenes el tiempo con tu ausencia.
Tú utilizaste el fuego del infierno
para encender el sol de nuestra infancia.
No nos des incertidumbre de tus ojos
después de que los nuestros ya no puedan
mirar la rosa negra de la vida.
Oh cordura del Main que catas coños y
el pecado del mundo,
dispendia tu piedad con los cobardes,
los que te encuentran en cualquier fenómeno
de meteorología, los que imponen
tu Nombre en leyes y oraciones.
Confórmate con ser un huésped
de nuestra infancia rota en mil pedazos.
Vacíanos de Ti,
regresa a tus orígenes,
a aquella inmensa noche de tormenta
en la que el miedo de unos monos te inventara.
The hills went on gently shaking their sieve
¿Por qué se empeñará la física en hacer bajar todo lo que sube?
Célebre Jabalí Antropomórfico
Ubicación: 11 Valley Road, Grove Hill : Galizalbion
Guadañas and Calabazas quema rastrojos en las Marcas rubras y ocres del Arcaísmo Yerto
Ubicación: Ya no quedan prados de heno : Galizalbion
Der Berggeist
Ubicación: Cimas Turbas : Galizalbion
Intereses: Rugby
Nostromo
Ubicación: Berdyczów Korzeniowski : Galizalbion
El par torsor nunca duerme
Ubicación: Swing de sueño profundo. : Galizalbion
Into the pigsty of Anglogalician Rode the Six Hundred
Ubicación: Bag Enderby : Galizalbion
Escocia va a morir en su línea de 22
Ubicación: Flùr na h-Alba : Galizalbion
Intereses: RUGBY
Doctor Pyg
Ubicación: Pandemónium : Galizalbion
El Sastre de las PeeMeA
Ubicación: Carrégando Roots : Galizalbion
Intereses: Las pajas mentales agosteñas
Josedebon
Ubicación: GALIZALBION : GALIZALBION
Intereses: 0% TAE
Se comieron el guiso de hígado con panceta en el jardín de
atrás, en el «patio». Al otro lado del césped tenían plantados
abedules y pinos. El hígado estaba en su punto.
No hablaron mucho: ambos conocían la opinión del otro
sobre todos los temas que uno pudiera imaginar, del porcobravismo a la pintura emulsionada.
¡Ey ti!, ¿estás a foder na miña irmá?
Sympathy can be found in the dictionary between shit and syphilis, sister
Ella entró en la habitación y se miró en el espejo.
Después abrió un cajón, sacó una fotografía antigua y pensó:
Ya falta menos para que no nos parezcamos en nada.
Hay que tener el alma muy vacía para pasar el tiempo mirándose al espejo
Era un ruido ferroviario, un gruñido de esfuerzo, lento como cuando las ruedas de la locomotora se ponen en movimiento poco a poco y luego empiezan a chirriar; el convoy pasa a nuestro lado, después nos deja allí, con una trepidación que luego va disminuyendo
Martin Gabel ... LeGoff
En el fondo, un revólver anticipa menos la sangre que un puñal, y nada mecánico explica esta sensación. Monotonía y sufrimiento son a veces compatibles.
Cuánta envidia me tendría Orfeo si supiera la de veces que logré recuperar a mi Eurídice. Pero esta vez la perdí en serio: me doy cuenta por la paloma enferma que camina por la pista de tenis. De ella siempre recordaré su mandrágora bolígrafa y su melena fluyendo como una manguera continua de agua amarilla. Gracias, sarampiona: tú fuiste lo mejor de la última olimpiada, el único asterisco que me ha pasado.
-pues te jodes-
Today is the day of the nonhero, isn't it?
Si revelas tus secretos al viento no le eches la culpa al viento por revelárselo a los árboles
Los psiquiatras son locos sin gracia, repitió, payasos ricos que tiranizan a los payasos pobres de los pacientes con bofetadas de psicoterapia y pastillas, payasos ricos rebozados en el tonto orgullo de los policías, del orgullo sin la generosidad ni la nobleza de los policías, de los dueños de las cabezas ajenas, de los etiquetadores de sentimientos de los demás: es un obcecado, un fóbico, un fálico, un inmaduro, un psicópata: clasifican, rotulan, investigan, remueven, no entienden , se asustan de no entender y sueltan de las encías en descomposición, de las lenguas sucias de coágulos y costras, sentencias definitivas y ridículas. El Infierno, pensó, son los tratados de psiquiatría, el infierno es la invención de la locura por los médicos, el infierno es esta estupidez de comprimidos, esta incapacidad de amar, esta ausencia de esperanza, esta pulsera japonesa de exorcizar el reumatismo del alma con una cápsula por la noche, una ampolla bebible en el desayuno y la incomprensión de fuera para adentro de la amargura y del delirio.
toma un frasco de sal
come a puños y se ahoga
quizá la belleza sea eso
la boca de mi hermana
llena de sal
sus pelos duros como las reses
entre este lázaro recomenzar de lazarillo
a solas soy las olas y me encuentro disparado
los ojos quieren
siempre vivirlo adentro contiguo
Y dice el ton:
eh hombre sándwich
cuánto tiempo sacarme la espina vuestra
seré el que nunca
si dudar no sabes si eres duración
muerde el sombrero del tonto del pueblo
sin
en el aire suspendida va la suerte
hermanita
Because He does not take away
The terror from the tree…
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